Exilio de Juan Carlos I

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Cita3.pngDesde aquí no molesto a la coronaCita4.png
Juan Carlos I respondiendo por qué está ahí y tirando una pullita.
Cita3.pngSolo tengo que coger el aviónCita4.png
Juan Carlos I amenazando.
Cita3.pngEl entierro de mi padre fue muy bonito. Ahora, debo pensar en el míoCita4.png
Juan Carlos I sobre su futuro.


Buenas noches. Me llena de orgullo y satisfacción el sincero cariño y afecto que me brindáis. Antes de comenzar el artículo, quiero expresaros a todos unas reflexiones sobre la legislación española. España es una gran nación, un paraíso de libertades, en especial la de expresión, pero una cosa es la libertad y otra el libertinaje. Así que las injurias a la Corona constituyen un delito tipificado en los artículo 490 y 491 del Código penal español, que prevé la pena de prisión de seis meses a dos años si la calumnia o injuria fueran graves, y con la de multa de seis a doce meses si no lo son. Se incluyen en este delito las presuntas injurias al Rey, o a cualquiera de sus ascendientes o descendientes, a la Reina consorte o al consorte de la Reina, al Regente o a algún miembro de la Regencia, o al Príncipe o Princesa heredero de la Corona. Se impondrá la pena de multa de seis a veinticuatro meses al que utilizare la imagen del Rey o de cualquiera de sus ascendientes o descendientes, o de la Reina consorte o del consorte de la Reina, o del Regente o de algún miembro de la Regencia, o del Príncipe heredero, de cualquier forma que pueda dañar el prestigio de la Corona.

Pero no es el miedo a las consecuencias el motivo del tono pelotillero que va a tomar este artículo, ya que no tenemos nada que temer porque realmente AMAMOS (¿quién no lo haría?) a nuestro querido rey emérito Don Juan Carlos, a su hijo su Serenísima Majestad Felipe VI y a toda su parentela habida y por haber. Incluso a ese entrañable granujilla de Froilán. Así que simplemente nos limitaremos a informar de lo acaecido en el lamentable exilio al que este sin par prohombre, desmantelador de autogolpes de Estado, creador de la democracia en España por su obra y gracia, azote de elefantes y gran imitador de Chiquito de la Calzada (según dicen sus más cercanos) se ha visto obligado a someterse por el interés de la Patria y de cada uno de sus amados ex-súbditos.

Causas del exilio

Don Juan Carlos y su otra familia. Porque los verdaderos amigos son parte de la familia, claro. Los maledicentes afirman que los millones están escondidos en los regalos bajo el árbol

La imagen de Don Juan Carlos ante los españoles siempre había pasado por ser ejemplar y todos sin excepción (incluso los más republicanos) le admiraban, le veneraban y le amaban, aunque desde luego no tanto como él se merece porque eso es imposible. Pero igualmente vivía instalado en el orgullo y la satisfacción por ese sincero afecto y cariño. No obstante, a raíz de una desafortunada cacería de elefantes en Botswana (como si no tuviera derecho a divertirse) empezaron a saltar a la palestra pública algunas cosillas que, nos apena decirlo, deterioraron a los ojos de los más tibios y pusilánimes esta beatífica y ejemplar imagen pública.

Cara que se le quedó a Don Felipe cuando salió a la luz lo de las fundaciones esas. Por supuesto él no sabía nada de nada.

Así salió a la luz, que aunque Don Juan Carlos siempre ha sido completamente fiel a su esposa, la Reina Sofía, tenía una amiga especial y entañable que le había acompañado durante este y otros viajes. La gente es tremendamente mal pensada ¿por qué no podría Don Juan Carlos tener amistades?¿Por qué no podría ser una mujer amiga suya?¿Por qué el hijo de ésta no podría llamar a Don Juan Carlos "papá"?¿Por qué este niño no podría ser la viva imagen del amigo de su mamá sin que hubiera mediado coyunda de por medio? A veces estas casualidades se dan, ¿no?.

Pero los españoles, si bien son un pueblo amantísimo de sus monarcas, también son dados al vicio del cotilleo y los rumores empezaron a dispararse. Igualmente había quien se preguntaba qué hacía Don Juan Carlos ahí en Bostwana y qué clase de negocios tenía con sus gobernantes. Se ve que, personas de negro corazón, estos malpensados no creen en la sincera amistad sin transacciones materiales. Ante las murmuraciones, Don Juan Carlos, con la responsabilidad que le caracteriza, abdicó en su hijo Don Felipe para que no le enseñaran la puerta como otrora hicieron con su abuelo Alfonso XIII, pues la cosa se estaba poniendo tensa.

Además, años después, ya abdicado, recibieron en Zarzuela correspondencia del bufete británico en el que trabajaba el abogado de Corinna Larssen, la amiguita. En ellas se informaba de que Don Felipe y su heredera eran beneficiarios de una fundación un tanto dudosilla que había creado su padre. Don Felipe se aprestó a firmar una declaración ante notario llena también de responsabilidad institucional (como no podía ser menos). En ella afirmaba que su hija y él renunciaban a todo dinero que Don Juan Carlos pudiera dejarles y que él, Don Felipe, a Don Juan Carlos no le había visto en su vida, que quién era ese señor. Que él era Rey por Gracia de Dios y no por herencia de nadie.

Por lo visto el capital de esa fundación era fruto de la ocultación a Hacienda de un regalillo que había recibido Don Juan Carlos del monarca de Arabia Saudí, persona que gobierna con ejemplar respeto por los derechos humanos. Y si lo ocultó a Hacienda, ¿qué? Se lo regalaron a él, ¿por qué tendría que compartirlo contigo?. Gran parte de este dinero se lo había regalado a su vez don Juan Carlos a Corinna -así de especial es su amistad- por lo que en todo caso que lo declare ella donde tenga que declararlo.

Luego están los primos, que a uno siempre le meten en líos. Don Juan Carlos en su generosidad había creado otra fundación, profundamente solidaria, para ayudar a las familias reales que pasaran necesidad (les sucede a menudo, viven en condiciones precarias), y el que presidía la misma era un primo lejano suyo, Álvaro de Orleans-Borbón. Pero ese dinero no era de Don Juan Carlos, sino del tal Álvaro que con su dinero salido de ninguna parte (creado tal vez por el mismo Dios) hace lo que quiere y el que Don Felipe y su hija fueran nuevamente beneficiarios de esta Fundación es algo inexplicable, que Don Felipe desde luego desconocía -como se apresuró a afirmar- y que hasta el mismo Álvaro y Don Juan Carlos ignoraban. Nueva intervención divina, sin duda, ya que Dios protege a aquellos a quienes concede su Gracia.

Alguna cosilla más salió. Que si unas comisiones por la concesión del AVE a La Meca a empresas españolas (encima de que se preocupa por los emprendedores de su país), que si unas tarjetas de crédito opacas (¿es que a través e la tuya se puede ver si la pones al flexo?), que si una cuenta en un paraíso fiscal (como si el Paraíso no fuera aquello a lo que aspira todo buen católico)...

Total que la opinión pública estaba embravecida y hasta embrutecida contra el ex-monarca, con lo mucho que le debe que gracias a él España es una democracia fíjate tú, y ante las presiones externas e intrafamiliares -Tu quoque, fili mi?- Don Juan Carlos decidió irse de España para ver si así se olvidaban un poco de él podía evitar que la monarquía colapsara, para que veas cuánto ama a su hijo a pesar de no sentirse siempre del todo correspondido. Estas cosas entre hijos y padres siempre pasan, incluso entre gentes tan magníficas como estos dos monarcas, recordemos las rencillas entre sus excelentísimos antepasados Carlos IV y Fernando VII, a su vez padre e hijo.

El día a día del exiliado

A esta chabola se ha tenido que ir a refugiar el pobre, fuera de su hogar ¿No te da pena?

Don Juan Carlos, sacrificado como es y morigerado en sus costumbres, eligió un lugar austero para residir: un palacio en Abu Dhabi. Ímprobos son sus sufrimientos en esa lujosa casa, situada en una de las islas artificiales del país árabe, ultramoderna, plagada de tecnología, robotizada y electrificada.

Don Juan Carlos, como ex-monarca diligente y trabajador que es, madruga. El tema es que en tanto en cuanto jubilado no tiene mucho que hacer, y como donde vive no hay muchas obras que mirar, entonces se aburre y se pone a darle al whatsapp. También hace llamadas, a periodistas, a otros reyes de Europa, a amigos que hizo de la política... y les cuenta todas sus anécdotas de abuelo cebolleta, su papel en el 23-F, cuando conoció a Franco, sus anécdotas de caza del elefante y de su hermano... cuando cazaba con su hermano queremos decir, no nos entiendan mal.

Tomando las once con sus amigos de Abu Dhabi. Si no te apiadas al ver a un anciano en este estado tan miserable tienes el corazón de hielo.

Cuando al móvil se le acaba la batería, o bien se le pega fuego de tanto usarlo, se pone a desayunar, un desayundo lujo frugal. Luego lee toda la prensa, hasta la de los rojos, y se echa unas risas. Tras esto se pone un modelito deportivo, aunque ni suda ni nada, porque para eso es de sangre real, y se va a hacer ejercicio con su fisioterapeuta. Luego va a comer, otra frugal comida de lujo.

Tras una real siesta sus secretarios responden a sus correos y él firma, que a saber lo que firma. Luego quema otro teléfono, esta vez para hablar con toda su familia, incluida la Reina Sofía (a la que llama “la reina profesional”, que no es lo mismo que llamarla p..., eso se lo llama ahora nada más a Corinna, quien siente que le ha traicionado aireando sus asuntillos). Llama a todos menos con su hijo, pero no porque haya resquemor ni porque considere a su hijo un traidor renegado, que no le considera nada de eso, que le quiere mucho, simplemente que no le llama. Luego una cenita de lujo, pero ligera, que de grandes cenas están las sepulturas llenas, y se fuma un puro de los que le regaló en su día Fidel Castro, pues Don Juan Carlos siempre ha frecuentado gentes de todas las ideologías sin discriminar. Total, con la edad que tiene qué le va a pasar ¿que fumar le acorte la vida?. Luego una vez más llama por teléfono a sus amigos, que ya no saben cómo quitárselo de encima, y les pregunta por cotilleos. A alguno se le ocurrió contarle que dicen que una tal Corinna tuvo un lío con un ex-monarca europeo y Don Juan Carlos le ha colgado, dejándole con la palabra en la boca.

¿Fin del exilio?

Lo llevaba mal, muy mal. Se aburría como una ostra y estaba deseando volver. Echaba de menos la ría de Sanxenxo y el jamón ibérico. Tras haber amenazado informado a su hijo de su deseo de volver a España, y después de que Don Felipe haya hecho como que no se ha dado por enterado, en mayo de 2022 decidió ir a comer marisco y jamoncito a Sanxenxo, en cuyo club náutico fue recibido por unos borjamaris en loor de multitudes como lo fuera su célebre antepasado Fernando Pésimo cuando volvió de su exilio. ¿Qué pasará en el futuro? Que seguirá viviendo exiliado, pobrecito, pero volverá de visita cada vez que le salga de sus colgantes reales.