Puyi

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Puyi
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Puyi manga.png
Posando con su traje favorito
Twelve Symbols national emblem of China.svg
Emperador y/o Emperatriz
de China y de Manchukuo
Reinado o lo que sea Unos treinta años en los que hizo gala de ser un títere su dignidad.
Predecesor Sucesor
Guangxu
Nadie
Personal
Nombre de verdad Pu Yi
Nacimiento Defunción Pekín
Changchun, chino.
Casa Irreal La de los emperadores manchúes, que eran unos…
Estado actual Hecho un lío
Familia Su no menos célebre abuela y sus esposas, la de la Perla y la de la Flor.
Relaciones No sé, pero creo que ya no quiere
Enemigos algunos japoneses y los comunistas que se le ponían rebeldes.


Puyi fue el último emperador de China y el más desafortunado. Fue coronado a los dos años y destronado a los seis. Vivió encerrado en la Ciudad Prohibida, donde se aburría como una ostra. Luego se fue a Manchuria, donde fue el títere de los japoneses. Después fue a Siberia, donde pasó frío y hambre. Finalmente se hizo comunista, jardinero y escritor. Murió sin pena ni gloria y sin trascendencia, porque te aseguro que si le preguntas a alguien en la calle quién es Puyi, no va a saber de qué le hablas ni por qué le hablas.

Hola, soy Puyi, el último emperador de China y el mejor amigo de Mao Zedong. Sé que puede parecer extraño que un ex monarca defienda al comunismo, pero es que yo he visto la luz gracias a la reeducación que me hicieron los camaradas. Antes era un niño mimado que vivía en la Ciudad Prohibida rodeado de lujos y sirvientes. Ahora soy un humilde jardinero que trabaja para el pueblo y que ama la revolución. He aprendido que el feudalismo era malo, que el imperialismo era peor y que el comunismo es lo mejor que le ha pasado a China. Por eso escribí mi libro "De emperador a ciudadano", para contar mi increíble historia y convencer a todos de que se unan al Partido Comunista. No es que me hayan obligado a escribirlo ni nada de eso, es que yo realmente creo en el comunismo. Es más, creo que soy el comunista más comunista de todos los comunistas. Así que no me juzguen por mi pasado, sino por mi presente. Soy Puyi, el último emperador de China y el primer jardinero del comunismo. - Puyi, de último emperador a primer ciudadano. Página 1.

Biografía

Puyi nació en 1906 en una familia rica y poderosa. Era el niño más querido y más feliz del mundo. Tenía todo lo que podía desear: juguetes, libros, animales, amigos. Pero a los dos años le arruinaron la vida. Lo hicieron emperador de China y lo metieron en la Ciudad Prohibida. Le pusieron una corona pesada y un nombre raro: Xuantong. Así empezó su desgracia.

Se casó con una princesa y una concubina, pero no le gustaron ninguna. La princesa era una loca y la concubina era una sosa. No hubo amor ni sexo, solo aburrimiento y disgusto. Se hizo mayor, se cortó la trenza, se puso el nombre de Henry. Quería ser un hombre moderno y libre, pero no pudo. Seguía siendo un niño encerrado y vigilado jugando al Minecraft.

Les voy a contar un poco más sobre mi vida, que ha sido muy movida y divertida. Nací en 1906 en una familia noble que me vendió al emperador Guangxu por unos cuantos yuanes. A los tres años me convertí en emperador yo mismo, porque el viejo se murió y no tenía hijos. Así que me mudé a la Ciudad Prohibida, donde vivía como un rey. Tenía miles de juguetes, ropa de seda, comida deliciosa y todo lo que quería. Lo único que me asustaba eran los pandas, porque creía que se iban a comer mi trono de bambú. Por eso ordené que los mataran a todos, pero luego me arrepentí y les pedí perdón.

A los seis años me casé con mi primera esposa, Wanrong, que era una niña muy bonita y muy aburrida. No me gustaba jugar con ella, porque solo quería peinar su cabello y leer libros. Yo prefería jugar con mi eunuco favorito, Li Lianying, que me contaba historias y me hacía reír. Li Lianying era muy fiel y muy listo, por eso lo nombré primer ministro y le di todo el poder. Él se encargaba de gobernar China mientras yo me dedicaba a mis hobbies: coleccionar sellos, ver películas y fumar opio.

A los dieciséis años me casé con mi segunda esposa, Wenxiu, que era una niña muy inteligente y muy rebelde. No me gustaba estar con ella, porque solo quería estudiar y viajar. Yo prefería estar con mi tercera esposa, Tan Yuling, que era una niña muy dulce y muy enferma. Ella me quería mucho y yo también la quería, pero se unió a la moda de la tuberculosis y me dejó muy triste.

A los veinticuatro años me casé con mi cuarta esposa, Li Yuqin, que era una niña muy simpática y muy loca. Ella me hacía feliz y yo también la hacía feliz, pero se escapó con un espía japonés y me dejó muy enfadado.

A los treinta años me casé con mi quinta esposa, Li Shuxian, que era una niña muy normal. Ella no me molestaba y yo tampoco la molestaba, pero nos divorciamos porque no teníamos nada en común.

Así fue mi vida amorosa hasta que conocí al comunismo, que es el verdadero amor de mi vida. El comunismo me ha enseñado a ser humilde, a trabajar duro y a compartir todo. El comunismo es mi esposa, mi amante y mi amigo. El comunismo es lo mejor que me ha pasado en la vida. Por eso soy Puyi, el último emperador de China y el primer jardinero del comunismo.

Puyi, de último emperador a primer ciudadano. Página 3000.

De la Ciudad Prohibida a Tianjin

Después de la revolución de 1911 que puso fin a la dinastía Qing, Puyi se quedó sin trabajo y sin casa. Los revolucionarios le permitieron seguir viviendo en la Ciudad Prohibida, pero con algunas condiciones: no podía salir de allí, no podía tener más de 1000 sirvientes, no podía usar el trono ni las joyas imperiales y tenía que pagar el alquiler. Es decir, que ahora debía vivir como un pordiosero. Aceptó a regañadientes, pero pronto se aburrió de vivir en un museo. Además, se sentía solo y extrañaba a sus concubinas 1000 concubinas.

En 1924, un golpe militar expulsó a Puyi de la Ciudad Prohibida y lo obligó a mudarse a Tianjin, que era monte y culebra. Allí, Puyi se instaló en una mansión rodeada de guardias, espías y pandas. Su vida se volvió más mundana y occidentalizada: aprendió inglés, se compró un coche, se cortó la trenza (aparentemente otra vez) y se aficionó al cine (posiblemente porno) y al jazz (también posiblemente porno). Sin embargo, seguía soñando con recuperar su trono y su gloria perdidos (y sus concubinas). Se casó con una mujer llamada Wanrong, que es necesario decir que era adicta al opio y le fue infiel con su chófer, pues es lo más interesante que le pasó en ese periodo.

Claro, puedo intentarlo. Aquí tienes otro posible texto humorístico para inciclopedia:

En 1912, China se convirtió en una república y yo dejé de ser emperador. Bueno, en realidad seguí siendo emperador, pero solo de nombre. Me dejaron vivir en la Ciudad Prohibida con una pensión y algunas condiciones: no podía salir de allí, no podía tener ejército, no podía tener política y no podía tener pandas. Yo acepté todo eso porque me daba igual. Total, yo seguía teniendo todo lo que quería: juguetes, ropa, comida y opio. Lo único que me molestaba era que los republicanos me quitaban los sellos de mi colección y me los cambiaban por otros más feos.

En 1924, los señores de la guerra invadieron Beijing y me echaron de la Ciudad Prohibida. Me llevaron a Tientsin (ahora Tianjin), una ciudad portuaria donde vivían muchos extranjeros. Allí me alojé en un hotel de lujo y me trataron como a un rey. Me dieron una suite con baño privado, un coche con chofer, una radio con altavoz y una máquina de escribir con tinta. Me gustaba mucho vivir en Tientsin porque era muy moderno y muy divertido. Había cines, casinos, cabarets y burdeles. Yo iba a todos esos sitios y me lo pasaba muy bien. También conocí a mucha gente interesante: diplomáticos, comerciantes, periodistas y espías. Sobre todo espías.

En 1929, los japoneses me hicieron una oferta que no pude rechazar. Me dijeron que si les ayudaba a invadir Manchuria (ahora el noreste de China), me harían emperador de allí. Yo acepté porque me pareció una buena idea. Total, yo seguía queriendo ser emperador y Manchuria era mi tierra natal. Así que me fui con ellos a Manchuria y fundé el estado títere de Manchukuo.

Puyi, de último emperador a primer ciudadano. Página 7000.

Emperador de Manchukuo

En 1931, Japón se aburrió de jugar al sudoku y decidió invadir el noreste de China y crear un estado títere llamado Manchukuo. Los japoneses pensaron que sería una buena idea poner a Puyi como emperador, para que les hiciera compañía, les contara chistes en chino y les firmara cosas para usar contra otros chinos. Puyi aceptó encantado, pensando que era su oportunidad de volver a ser emperador y tener muchas concubinas. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que era solo una marioneta en manos de los japoneses, que le hacían hacer cosas muy raras y le pegaban con un palo en los días de Puyiñata.

Puyi intentó hacer algunas reformas en Manchukuo, como abolir el sistema feudal, promover la educación y la industria, y fomentar la armonía entre las diferentes etnias. Sin embargo, sus esfuerzos fueron inútiles, ya que los japoneses se dedicaban a robar los recursos naturales y humanos de Manchukuo, a hacer experimentos locos con la gente y a comer sushi con salsa picante, esto último ya no pudo soportarlo.

También tuvo que soportar el culto a su personalidad que los japoneses le impusieron, con ceremonias ridículas y propaganda absurda. Por ejemplo, le obligaron a vestirse de conejo y a bailar la macarena.

En 1932, los japoneses me coronaron como emperador de Manchukuo, un estado títere que ellos habían creado en el noreste de China. Me dieron un palacio, una bandera, un himno y un sello. Me dijeron que podía hacer lo que quisiera, siempre y cuando les obedeciera en todo. Yo acepté porque me pareció una buena idea. Total, yo seguía siendo emperador y Manchukuo era mi tierra natal. Así que me instalé en mi palacio y me dediqué a mis hobbies: coleccionar sellos, ver películas y fumar opio.

Los japoneses me trataban muy bien. Me daban regalos, me invitaban a fiestas y me hacían cumplidos. Me decían que era el mejor emperador del mundo, que era el líder de Asia y que era el amigo de Japón. Yo les creía porque me gustaba escucharlos. También me enseñaban cosas interesantes: cómo vestirme, cómo hablar, cómo comportarme y cómo pensar. Me decían que el japonés era el idioma más bonito, que el shintoísmo era la religión más verdadera, que el militarismo era la política más correcta y que el racismo era la ciencia más lógica. Yo les aprendía porque me parecía una buena idea. Total, yo seguía siendo emperador y Manchukuo era mi tierra natal.

Los chinos me odiaban mucho. Me llamaban traidor, títere, perro y otras cosas peores. Me acusaban de colaborar con los invasores, de explotar al pueblo y de manchar la historia. Me atacaban con bombas, con balas y con palabras. Yo les ignoraba porque me daba igual. Total, yo seguía siendo emperador y Manchukuo era mi tierra natal.

Así fue mi vida como emperador de Manchukuo, que fue una época muy fácil y muy aburrida. Pero eso ya se acabó hace mucho tiempo. Ahora soy un comunista convencido y arrepentido de mis errores pasados. Por eso soy Puyi, el último emperador de China y el primer jardinero del comunismo.

Puyi, de último emperador a primer ciudadano. Página 7700.

Vida en la República Popular China

Puyi vivió en Manchukuo hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando los soviéticos invadieron el país y lo capturaron, porque no pudieron capturar a los japoneses. Fue llevado a Siberia como prisionero de guerra y luego entregado a los comunistas chinos. Allí comenzó su larga y difícil reeducación, que consistió en ver películas de Jackie Chan y aprender a hacer origami.

Puyi fue el último emperador de China y el primer jardinero del comunismo. Los maoístas lo reeducaron y lo convirtieron en un fan de Mao. Puyi escribió un libro contando su vida y su cambio ideológico. Murió feliz y enterrado en un cementerio público. Su vida es un chiste de la historia.

Les voy a contar cómo fue mi vida en la República Popular China, que fue una época muy dura y muy educativa.

En 1945, los japoneses perdieron la guerra y yo perdí mi trono. Me capturaron los soviéticos y me llevaron a un campo de prisioneros en Siberia. Allí me trataron muy mal. Me quitaron mis sellos, mis películas y mi opio. Me obligaron a trabajar, a estudiar y a confesar. Me hicieron leer libros de Marx, de Lenin y de Stalin. Me hicieron escribir cartas de arrepentimiento, de autocrítica y de lealtad. Me hicieron renunciar a mi título, a mi bandera y a mi sello. Yo resistí todo eso porque me pareció una mala idea. Total, yo seguía siendo emperador y Manchukuo era mi tierra natal. Y además, esos libros eran en ruso y fingía leerlos pero nunca los entendí.

En 1950, los soviéticos me entregaron a los chinos y me llevaron a un campo de reeducación en Fushun. Allí me trataron muy bien. Me dieron comida, ropa, medicina y libros. Me enseñaron a trabajar, a leer y a pensar. Me hablaron de Mao Zedong, de la revolución y del comunismo. Me mostraron las injusticias del feudalismo, del imperialismo y del capitalismo. Me ayudaron a entender mis errores, mis crímenes y mis responsabilidades. Yo acepté todo eso porque me pareció una buena idea. Total, yo ya no era emperador y Manchukuo ya no existía. Y además, esos libros eran muy interesantes, esas enseñanzas eran muy útiles y ese Mao era muy simpático.

En 1959, los chinos me liberaron y me llevaron a Beijing. Allí me dieron un trabajo como jardinero en el Jardín Botánico. Me gustaba mucho mi trabajo porque era muy tranquilo y muy bonito. Cuidaba de las plantas, regaba las flores y podaba los árboles. También conocí a mucha gente buena: compañeros, vecinos, amigos y camaradas. Todos me trataban con respeto, con cariño y con confianza. Yo les correspondía arreglándoles sus jardines por una patata a la semana.

En 1964, los chinos me hicieron escribir un libro sobre mi vida. Se llamaba "De emperador a ciudadano" y fue un éxito de ventas. En el libro contaba toda mi historia: cómo fui emperador de China, cómo fui títere de Japón y cómo me convertí en comunista de corazón. También expresaba mi arrepentimiento por mis actos pasados y mi admiración por el régimen actual. El libro tenía un mensaje claro: el comunismo es lo mejor que le ha pasado a China y a mí. Y también tenía una pregunta obvia: ¿por qué alguien quiere ser emperador si puede ser jardinero comunista?

Así fue mi vida en la República Popular China, que fue una época muy dura y muy educativa. Y también muy divertida, claro. Pero eso ya se acabó hace poco tiempo. Ahora estoy muerto y enterrado en un cementerio público. Por eso soy Puyi, el último emperador de China y el primer jardinero del comunismo.

Puyi, de último emperador a primer ciudadano. Página 11000.

Véase también

  • 7 de febrero Personaje histórico (ver todos aquí). ☀️ ☠️