Usuario:Erredece/Incistoria

De Inciclopedia
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Bueno, mi turno de incistoria. En ella, no sólo intentaré satisfaceros, iré más lejos. Una historia verosímil dentro de lo inverosímil, claro. Al menos estará basada en la época actual, lugares reales, etc. Incluso lo haré con referencias a novelas y películas. Lo único que me falta es un tñitulo, por diox, no se me ocurre uno apropiado =P. Espero que disfrutéis, como mínimo, lo mismo que he disfrutado haciéndola yo.

Entonces sintió una terrible punzada de dolor, como si le hubiesen atravesado. Se puso la mano al pecho. Se la miró. Sangre. Le rezumaba. Le borboteaba. Le resbalaba por el pecho. Y entoncés, se empezó a desplomar. Todo giraba a cámara lenta. La gente se fijaba en él. Caos. Entre la muchedumbre y edificios distinguió al francotirador que le atacó. No podía ser, era imposible. Las rodillas chocaron contra el suelo y retumbaron, para luego tumbarse boca abajo, agonizando en su propia sangre.

Capítulo I: 6 meses atrás

Y se abrieron las puertas. Las celdas, negras como el azabache, dejaron pasar una cegadora luz para descubrir una sala en la que habían muchas más celdas, y de cada una salía una persona. Nunguna recordaba qué había pasado, sólo un pinchazo en el hombro y no más. Lo más sorprendente es que algunos se reconocieron. Uno se quedó boquiabierto.

-- ¿Lljosemll?
-- ¿Cómo sabías que era yo? ¿y quién eres?
-- Esa expresión tipo :O te es propia, y soy tu "hijo" Alzombie
-- ¡¿Qué demonios?! ¿Qué hacemos aquí?
-- ¿Tu eres Lljosemll, y tú Alzombie? -- dijo una chica alta pelirroja, con cierto acento inglés.
-- Roro!! -- exclamaron ambos.
-- ¿Qué demonios hacemos aquí? --Dijo Alzombie.

La gente se fue dando cuenta, para su asombro, de que todos compartían una caracterísitca común, todos tenían relación con una página web llamada Inciclopedia. En frente, en un pequeño escenario, había un joven frente a un atril con una patata como emblema al frente. Dio un golpe con el dedo al micrófono. Carraspeó. Ejem, por favor, ¿podría tener vuestra atención, Inciclopedistas? La gente se tornó y el silenció reinó en la sala.

--Puta madre, eres Rataube, ¿no? ¿Qué nos has hecho?
--Tranquilo, Styago, ahora mismo os explicaré todo lo que hay que saber...

Capitulo II: La revelación

Cita1.png...Creo que os debo una explicación. Y por ello os contaré una historia. Verán, el Mossad me pidió que reclutase a un grupo de gente para unas misiones. Y me dijeron que eligiesen a los inciclopedistas. Me opuse a ello, pero no tenía otra opción. Enviaron a sus agentes y mediantes dardos os durmieron y llevaron a este lugar. El caso es que tengo la misión de formaros como cuerpo de un servicio secreto, para llevar a cabo un conjunto de misiones para combatir a un enemigo.Cita2.png

-- O sea, que el Mossad nos ha traído aquí como si fuesemos carne de cañón.-- exclamó Dark delegation.
-- Y ese Enemigo quién es, ¿Wikipedia?--aventuró Games Fan.
-- Dark, por eso me opuse a ello, pero como dije, no me quedó opción. Games Fan, no, esto no es como tu Rebelión Inciclopédica. Esto es mucho más, aquí no tienen que ver nada las wikis, ni wikipedia, ni uncy, ni ninguna otra wiki que penséis. Ni siquiera tengo tanta información. Lo único que tengo son instrucciones de formaros. He de decir que los rangos de la página serán equivalentes a los de aquí, aunque si es necesario se podrá hacer excepciones. Ahora descansad, en estas instalaciones tenéis los servicios que necesitéis, habitaciones y zona de descanso para cuando no estéis operativos. Mañana empezaremos el entrenamiento. Buenas noches.

Los usuarios se desplegaron, no daban crédito a lo que habían oído. El fundador del wiki en el que dedicaban tanto tiempo era un agente secreto, y les había traído hasta aquí para realizar una serie de misiones. Salieron por una puerta al fondo de la sala y entraron en una enorme habitación, con decenas de sofás y mesas, televisiones, ordenadores, mesas de billar y hasta una barra de bar vacía. Al otro extremo de la sala, había una puerta con un cartel arriba con la palabra "Dormitorios" encima. Se dirigieron allá y entraron en un pasillo eterno, plagado de puertas, con cada una el nombre del usuario escrito en ella y una llave de tarjeta en la cerradura.

Capítulo III: El primer día

La luz del sol entró por las pequeñas ventanas. Los inciclopedistas se despertaron, salieron de sus habitaciones y se dirigieron a la sala de estar. Cuando entraron, fueron por otra puerta que decía "Comedor". Había docenas de mesas para comer, y otras de buffet, con gran variedad de platos. Desayunaron y se fueron a la sala que les abrió a este nuevo mundo.

Cuando llegaron todos, Rataube, de nuevo en su atril, flanqueado por Jaime y Aijiru, a quienes como burócratas ya les había explicado qué debían hacer. Pero alguien aventuró:

--¿Dónde están los otros burócratas, Anxova y Maxi?-- inquirió Pögo.
--Sabía que se darían cuenta. No son los únicos: Mvp, MatDis, Fanterrant, Drifter, Onipsis, NikoGuti... muchos de los viejos usuarios están desaparecidos. Y Me temo que el Enemigo les tiene. Deben tener hombres infiltrados en el Mossad, se enteraron muy rápido de la operación y fueron a por algunos de los más relevantes. Esa será una de nuestras misiones, averiguar donde están y rescatarles. Pero para ellos tendremos que entrenarnos para la infiltración y el combate.

Entonces, Rataube presiono un botón, y la aparentemente inquebrantable pared de acero que tenía detrás se abrió y mostró un enorme complejo polideportivo.

--Eh, ¡a mi nadie me pone a hacer flexiones!-- aventuró Filoctetas.
--Tranquilo, Filoc, no os pondré a hacer flexiones. Lo que hay que mejorar es la agilidad, tanto física como mental. También habrá que prepararos para la situación de combate. Por eso, hoy empezaremos con una prueba simple. Testaremos la ansiedad en situaciones de peligro. Cerraremos el techo y llenaremos esta sala de gas lacrimógeno. Para evitar respirarlo, poneros las máscaras que hay en las cajas. Sólo tenéis que respirar tanquilos.

Presionó un botón de un mando y una enorme plancha de titanio selló el polideportivo. Los usuarios tomaron las máscaras y se las pusieron.

--Lljose, yo soy tu padre--dijo Kenbill con la máscara mirando a su ex-novato.
--Jajaja. Lo peor es que tienes razón.

Una vez que todos tenían puestas las gafas, el gas salió por unas rendijas e inundó la sala. Nadie se alteró. Asombrado, Rataube dijo:

--Vaya, esto no me lo esperaba. Ha salido muy bien. Ahora hagamos la siguiente prueba...

Capítulo IV: Noi andiamo

Pasaron las semanas y los usuarios mejoraron sus habilidades con los entrenamientos. Estos no tuvieron ningún inconveniente, bueno, casi...

--¡Coño, que no sale la bala!--Dijo Graimito moviendo un rifle mientras pulsaba el gatillo.
--Grimes, ¡no me apuntes con eso!
--Tranqui, Half, lo tengo controlad...

Bang! Salió una bala que le dio en el brazo a Half.

--¡Ahhh! Menos mal que usamos balas de sal, que si llega a ser fuego de verdad...

Un día, cuando los usuarios descansaban en la sala de estar, Rataube recibió una llamada por su teléfono móvil. Decía unas palabras en hebreo. Colgó el móvil e hizo un gesto a Aijiru para que le siguiese.

A los 5 minutos, se oyó por megafonía:

--Dark delegation, Kenbill, venid ahora mismo a la sala A.

Los usuarios, sorprendidos, se levantaron y dirigieron a la habitación señalada. --¿Qué crees que nos harán?--dijo Kenbill
--No sé, mientras no nos usen para hacer de diana...

Cruzaron la vasta sala con el escenario al fondo y, a la altura de este, giraron a la izquierda, entrando en un pasillo. Al fondo, la puerta a la sala A.

Entraron. Dentro había un despacho, y los dos burócratas hablando.

--Ah, sí, os estábamos esperando. Le he contado todo a Aijiru, ella os lo explicará. Ahora debo irme, asusntos que resolver, adiós.

Salió por la puerta. Se cerró con un golpe sordo.

--Bueno, parece ser que ya hay una misión por lo menos. Le han dicho a Rataube que hay actividad sospechosa (sí, así se lo han descrito) en el pueblo italiano de Arabba...
--Anda, conozco esa zona--admitió Kenbill
--Qué raro, un lugar que Ken conoce--apuntó Dark delegation.
--Sí, bueno. Lo que pasa es que tenemos que ir allá nosotros tres y alguien más, quién puede ser?
--Bueno, eso es una estación de esquí, y ahora eso debe estar nevado. Nos vendría bien otro esquiador. Tengo entendido que ManuRZCD también esquía.--indicó Kenbill.

Llamaron al maño, que fue informado del asunto y aceptó. Salieron del despacho y se despidieron de los demás inciclopedistas. Entonces, apareció Rataube de nuevo, que les guió al exterior del edificio.

Ningún inciclopedista, a excepción del susodicho, había visto el lugar en el que estaban. Era una zona desértica, árida. En frente tenían una pista de aterrizaje.

--¿Dónde estamos?--inquirió Dark mientras seguían a Rataube
--En el desierto del Néguev, al sur de Be'er Sheva. Os llevaré en este caza a Verona, después tendréis que ir por vuestros medios.-- respondió éste.
--¡¿Sabes conducir uno de esos?!-- preguntó asombrado ManuRZCD.
--Sí, es más fácil que manejar un coche. Subid.

A los 10 minutos, el avión estaba acelerando en la pista de despegue. Las ruedas se levantaron y se dirigían rumbo a la Italia.

Capítulo V: ¡Habla!

Era una sala oscura, en la que reinaría el silencio si no fueran por unos alaridos de dolor. Iluminada sólo por una chimenea y por el cigarro de un hombre. Había dos personas. Una estaba sentada, era el que fumaba. No se le veía la cara. El otro era un jóven de unos 25 años. Estaba tumbado semidesnudo sobre una plancha de acero, y esposado contra ella por las mucñecas y tobillos. Tenía el cuerpo cubierto de heridas.

--¡Habla!-- dijo el hombre del cigarro.
--¡No sé nada más!
--Sí que sabes--, y le presionó el cigarro sobre la carne viva de la víctima. Gritos de dolor. ¿Vas a seguir engañándome? Le volvió a presionar con el cigarro. Más gritos.
--¡Todo lo que sé te lo he dicho, y no te he mentido!
--Ya, ¿crees que me voy a creer que no sabes nada sobre el comando Inciclopedia, que dices que Inciclopedia no es más que una inocente página web de humor? Ay, qué lástima. No me dejas alternativa

Se levantó de la silla. Se acercó a la chimenea y agarró una vara de metal candente, al rojo vivo. Gritos de clemencia.

--No me dejas alternativa, Drifter.

El torturado titubeó la palabra no varias veces rápidamente, pero la serie de nos fue interrupida por el ruido de la vara fustigar. Aullidos de dolor y una risa maléfica se mezclaron en el ambiente de una sala oscura.

Capítulo VI: 500

El avión tomó tierra en el aeropuerto de Verona. Se bajaron del avión y caminaron al parking del aeropuerto. Mientras Rataube les explicaba más de la misión. Les dio una pistola a cada uno y una dirección de mail para contactar.

--¿Y el coche será un Ferrari con equipo de ultimísima tecnología?-- preguntó ManuRZCD
--Júzgalo tu mismo-- respondió Rataube.

Habían llegado, enfrente tenían su coche fantástico, un Fiat Cinquecento.

--¡¿Un 500?!-- exclamó Aijiru con sorpresa.
--Es del mismo fabricante que Ferrari. Dentro tenéis un mapa de carreteras para poder llegar al pueblo. Entrad en el Hotel Matina, preguntad por Luigi. Ahora me voy, creo que me dejé las llaves en el avión. Buen viaje.--comentó Rataube.

Éste se fue, dejando a los otros inciclopedistas solos en su misión. Yo conduzco, comentó Aijiru. Arrancó el coche. La valla del parking no se abre.

--Y encima tenemos que pagar el parking-- dijo la chica.

Subieron por la carretera, junto al Lacco di Garda, llegando a Trento. Antes de llegar a Bolzano, se desviaron para subir una carretera que subía por una pared. Algunos trazos de la carretera llegaban a asomarse por el exterior, quedando suspendida en el aire. Dark estaba aterrado de miedo. Tranquilo Dark, no tienes nada de qué preocuparte. Cierra los ojos, esto termina ya. Los ánimos de calma de Kenbill funcionaron.

¡Bang!¡Una explosión! La carretera se agrietó y partió detrás. La grieta se dirigía hacia ellos. ¡Acelera! El asfalto se desmoronaba a su paso. Al final, llegaron a tierra firme.

--Qué bienvendia más cálida, con una bomba-- apuntó Dark delegation.

Capítulo VII: Sin perdón

Mientras unos inciclopedistas están en Italia, Alzombie, Lljosemll y rorozarzar van en el avión de Rataube hacia un destino muy distinto. Han sido seleccionados por un proceso al azar para una simple misión, ir a investigar en Indonesia. Aterrizaron en el aeropuerto de Jakarta, la capital.

-- Bueno, ahora os llevará el señor Abdurrahman Wahid en la avioneta, que no se como ir allá además de que estoy cansado de hacer de chófer. Adiós. -- comunicó Rataube.

Se fue y ellos embarcaron en el avión, que les llevaron a la isla de Sulawesi, antiguamente conocida como Célebes.

Aterrizaron en una pista de tierra en medio de la jungla. Se fueron a bajar, pero el piloto se puso delante de la puerta y carraspeo. Extendía la mano. Tip!, dijo éste.

--El tipo este quiere una propina, y como que no nos va a dejar bajar...-- indico roro.

Jose muchas eles le dio un dólar. Carraspeó de nuevo. Le dio otro dólar. El piloto ni se inmuto.

--¡Hala, toma! -- dijo Al y le dio 5 dólares.

El piloto les abrió la puerta y les indicó que camino deberían tomar para llegar a su objetivo. Llegaron a un desfiladero de roca, donde le indicaron que había actividad.

--Esto está desierto -- indicó Alzombie.

De repente, sonó una voz de un megáfono.

--Jajajajá, ilusos, vinisteis a la boca del lobo. Pobres inciclopedistas, a ver como os las apañáis con estos indígenas.

De repente, una horda de tribales armados con lanzas aparecieron. Se abalanzaban a ellos. ¡Corred! Los usuarios empezaron a huir. Les alcanzaban. En frente, un muro. No hay escapatoria. Sacaron sus pistolas y dispararon a los indígenas. Eran demasiados. Se quedaron sin munición. Llegaron con unos garrotes, los alzaron y todo se tiñó de negro.

Capítulo VIII: Encuentro con un extraño

Abrieron los ojos. No estaban muertos. Estaba dentro de una cueva, encerrados con unos barrotes de bambú. Al fondo de la cueva, había una siluetas.

--Inciclopedistas, ¿verdad?.

--Sí, ¿dónde estamos? ¿Quién eres? -- dijo Alzombie

--Estáis ahora mismo prisioneros en el poblado de los Tiki-taka. Esta noche es luna llena, en ella llevarán a cabo un ritual.

--¿Qué ritual?-- dijo Lljosemll.

--Hacen unas danzas en las que parecen que han metido los dedos en el enchufe y luego toman un banquete en el que estamos nosotros también...como plato fuerte.

--¿Nos van a comer vivos? ¡Nooooo!-- exclamó roro.
--Y usted quién es, ¿señor misterioso? Le preguntamos antes y no nos respondió.
preguntó Alzombie
--¿Yo? A mi me llamaban Mvp14

Capítulo IX: La sombra

Tras el incidente de la bomba, los inciclopedistas siguieron su ruta. Anocheció. La carretera se veía como una mancha oscura en medio de un manto de nieve teñida de gris por la oscuridad. Al llegar al puerto del Pordoi, la carretera estaba congelada. El coche se deslizaba sin control. El taca-taca del ABS inundó el silencio del ambiente. La empinada cuesta abajo complicaba el control. Una salida de pista sería fatal, hay un escarpado barranco. Aijiru giraba el volante constantemente. El coche empezó a sobrevirar y se puso de lado.

--¡Cuidado! -- exclamó ManuRZCD.

El coche se salió de la pista. Se detuvo bruscamente. Se atascó en un banco de nieve.

Tras el incidente llegaron al hotel.

• • •

Al día siguiente, fueron a alquilar un equipo de esquí, pues la información que tenían era que actuarían en las montañas. Entraron a la tienda. Mientras Kenbill hablaba con el vendedor usando su italiano macarrónico, una silueta llamó la atención de Dark. Un hombre salió rápidamente de la tienda al verles.

--Ese tipo me da mala espina, nos elude -- dijo dark
--Habrá sido casualidad, Dark. No te preocupes. --le camó Aijiru.
--Si dark, más me preocupa que nos va a tocar a todos pagar el sablazo que me va a dar el tipo este, no nos cree --indicó Kenbill-- Noi sone di un servizio secreto! D'il Mossad! Mira questo, credeme, io ti dico la vera! Che è molto caro quello!
--Ken, mejor tira de la tarjeta de crédito que nos dio Rataube.--aportó Manu.

Tras alquilar los esquíes, fueron a pie de pista y se subieron al telesilla que les llevó a la cumbre de la primera montaña. Kenbill y Manu hacian de instructores a los otros dos. Dark empezó a deslizarse montaña abajo sin control.

--¿¡Cómo se para esto?!

Manu y Kenbill se lanzaron a por él, seguidos por Aijiru que bajaba lentamente, pero Dark se les alejaba. Ganaba velocidad y no podía parar, hasta que un montón de nieve le ayudó en su plegaria. Frenó bruscamente y se cayó, y volvió a deslizarse de nuevo, en dirección a un barranco. Se trataba de aferrar a la nieve en vano. El borde estaba más cerca. Cayó.

Sin embargo, la caída fue leve. Justo debajo del barranco había un abeto y aterrizó en su copa. Sus compañeros le sacaron de ahí.

--Definitivamente hay que practicar más -- indicó Dark

Capítulo X: La historia de MVP

--¿Cómo llegaste aquí?-- preguntó Jose-muchas-eles a Mvp
--Es una historia larga, pero no tenemos mejor cosa que hacer ahora, esta celda es sólida y no podemos escapar...

Cita1.pngVerán, saben que hay varios usuarios en lugar desconocido, ¿no? La mayoría están prisioneros, mientras que otros han huido. A mi me capturaron hace un mes. Estaba tranquilo en mi casa editando en la Inci, cuando de repente unos encapuchados entraron armados. Me golpearon con la culata de un rifle dejándome inconsciente. Cuando desperté estaba en una celda, en las que había otros usuarios de inci. Nos sometían a interrogatorios, y nos interrogaban sobre qué sabíamos sobre el Comando Inciclopedia. No sabíamos nada.

Para evitar ser descubiertos por vosotros, nos trasladaban a lo largo de todo el mundo. Hace una semana, se llevaron a interrogar a Drifter. Esos tipos se ensañaron con él, parecían ya como si tuviesen prisa por saber datos. Fue un milagro que sobreviviese. Eso provocó que aumentase la tensión entre nosotros. Fugarse urgía, queríamos vivir.

A la mañana después, entró uno de los carceleros a darme mi ración de comida diaria. Aproveché un despiste y le golpeé un golpe en el estómago y otro en la nuca. Le quité las llaves. Fui a liberar a los demás, pero al instante aparecieron guardias y me pillaron intentando fugarme. Estuve obligado a dejar a los demás atrás y a huir por mi vida. Me dispararon. Una bala me pasó rozándome el hombro izquierdo. Ví una pequeña ventana y me lancé contra ella. Rompí el cristal con el coste de varios cortes y salí.

Tras salir, estuve por los pueblos de alrededor entendiéndome como pudiese donde estaba y donde había una ciudad cerca. Hace cuatro días, pasaba por aquí y los indígenas me capturaron. Un encapuchado del Enemigo me indicó el terrible futuro que nos espera esta noche.

Ayer por la tarde os metieron aquí conmigo y no despertasteis hasta ahora. Y bueno, ya sabéis lo que viene esta noche.Cita2.png

--Pero has ideado un plan, ¿verdad? --dijo roro intrigada

--No, tocará improvisar.

En ese momento, un grupo de indígenas entraron con cuatro troncos de bambú y los ataron sendos usuarios. Les sacaron de las celdas y les clavaron frente a una gran hoguera.

Capítulo XI: La Última Cena

Los cuatro inciclopedistas observaban su próximo futuro. Los indígenas colocaban leña para alimentar unas enormes llamas. A los lados, un montón palos en forma de Y para poner los bambúes y asar a los inciclopedistas.

--Miren, ahí están nuestras cosas, allá a lo lejos, en el suelo.-- indicó Alzombie.

--Bueno, la verdad es que ya no nos van a ser muy útiles.-- respondió Lljosemll deprimido.

Las horan pasaban. Los indígenas bailaban alrededor de la hoguera, que se iba consumiendo para dar lugar a enormes brasas. Anocheció. Salió una enorme luna llena amarillenta. Clavaron los palos en forma de Y. Se dirigían hacia los usuarios.

¡¡BOOM!! Una gigantesca explosión. Los indígenas corrían agitados, en todas direcciones; gritando. Caos.

Un volcán vecino había despertado de su letargo, liberando toneladas de ceniza. Los indigenas optaron al final por huír corriendo, dejando a los usuarios atrás atados en sus cañas de bambú.

--¡¿Cómo salimos de aquí?!-- exclamó roro.

Mientras, MVP se inclinaba para alante y atrás. Empujaba su cuerpo haciendo balancear su caña hasta caer de pies. Después, pateó un ascua y se tumbó sobre ella, quemando la cuerda de cáñamo que le aprisionaba. Liberado, agarró una vara y la puso en las ascuas para hacerla prender. Quemó las cuerdas de los otros inciclopedistas.

¡BOOM! Otra explosión. La montaña esputó una nube piroclástica que se dirigía rápidamente hacia ellos.

--¡Corred!-- exclamó MVP.

Se alejaron de la hoguera, recogieron sus objetos y huyeron de la nube, que iba arrasando todo por donde pasaba. Corrieron alejándose de ésta, que les alcanzaba.

Se encontraron con un tajo en la tierra y un río trascurría por el fondo. La nube se les echaba encima como un lobo.

--No queda otro remedio, ¡saltad!-- ordenó rorozarzar.

Los cuatro se lanzaron al vacío, con la nube detrás. Se sumergieron y las aguas desaparecieron bajo la nube.

Capítulo XII: La Marmolada

Dark y Aijiru mejoraron mucho su técnica de esquí. Tanto que, un día, decidieron ascender el pico Marmolada, el más alto de la zona, con enormes paredes escarpadas pardas que alcanzan el kilómetro. A la reina de las Dolomitas sólo se puede subir tras una serie de funiculares. Así que los usuarios se dirigieron hacia ellos y esperaron en la cola.

En un suspiro, Dark vio una sombra delante de la cola, era la misteriosa silueta que vio Dark en la tienda. Entonces, la sombra viró y les vio. Salió corriendo. Dark salió corriendo.

--Eh, Dark, ¿a dónde vas?-- preguntó ManuRZCD.

Antes de que respondiese Dark explicando que era la sombra que reconocía, los otros tres inciclopedistas habían soltado los esquís y salido tras él.

Cuando Dark se acercó a la figura misteriosa, ésta se adentró en el funicular. Dark apresuró, pero las puertas se cerraron frente a él.

--¡Se ha escapado, joder!--exclamó el mexicano.

Recogieron los esquís y, cuando volvió el funivía, se subieron. Ascendía por una fina hebra hacia una enorme pared. Vértigo. Los usuarios se juntaban hacia el centro de la nave para no ver el fondo.

Subieron los tres teleféricos. Bajaron por una escaleras a la nieve. Hacía mucho frío, la nieve estaba dura. A su derecha, una pared de rocas enfiladas de unos diez metros de altura que tapaba la vista del barranco quilométrico de detrás.

En un instante, salió de detrás de las rocas la silueta. Salió con los esquíes para abajo mientras que disparaba una pistola. La bala rebotó contra la piedra y se dividió en decenas de esquirlas. Varias de ellas se clavaron en el muslo izquierdo de Kenbill. Le sangraba la pierna. Iros a por él, sin mí, ya os alcanzaré. Le obedecieron.

Los otros tres usuarios se lanzaron en una persecución frenética a la sombra. Éste se metía por zonas complicadas de la pista para esquivarles, e incluso disparaba contra ellos, pero con puntería fallida.

El misterioso personaje se desvió, pero bajando por el glaciar que bordea la pista apareció Kenbill, bajando a un fugaz ritmo y cortándole la vía. Se vió rodeado y accionó el gatillo contra los usuarios, pero se le encasquilló el arma.

Segundos después, se oyó un estruendo. Un ruido de un rotor. Por abajo llegaba un helicóptero. El misterioso hombre se lanzó hacia él y saltó, agarrándose a una cuerda. Dark vino detrás de él. Se agarró. Ya te tengo. Subió por la cuerda a por él. Éste se apresuró, entrando al helicóptero. Y entonces algo falló. Dark veía que no subía, es más, bajaba. Habían cortado la cuerda y caía al vacío.

Capítulo XIII: ¡Alto ahí!

Esta historia es tan supersticiosa que no tiene un capítulo 13. No hay más que esto, pero si quiere leer, puede ir con la Constitución chipriota (ánimo, ¡está en español!). Muy bonita, un aplauso.

Capítulo XIV: El Dorado

Tienes un nuevo correo electrónico. Rataube abrió el mensaje y lo leyó.

-- Uhum, así que andan en busca de El Dorado...pues nosotros también, a ver a quién encomiendo esta misión de localizarles...

El líder de la organización llamó a los elegidos, que fueron Styago, Halfbloodprince, Thecritic-uio, Dave Yerushalaim y Pögo. ¡No!, gritaron al unísono Styago y Half al ver que compartirán misión. Les dio una copia de un pergamino que indicaba la situación de la célebre ciudad perdida y les explicó la misión. Tienen que descubrir pistas sobre El Dorado antes que el Enemigo.

--Bien, ya sabéis que hacer, ¿alguna pregunta?--dijo Rataube. Vió que Styago y Half iban a decir algo y les interrumpió. --lo he hecho aposta, para que cooperen un poco juntos. Nuestro compañero el Sr Sullivan ha accedido a llevarles al lugar.

Entonces entró Sullivan, un hombre de unos 50 años, con bigote y pelo canoso y un puro en la boca. Soy el Sr Sullivan, pero podéis llamarme Sully.

Así pues, le siguieron al avión y despegaron. Tras una docena de horas de vuelo, aterrizaron en una pista improvisada de tierra en la Amazonia. Tomó tierra y empezó a moverse, la pista estaba embarrada y patinaba. Al final, se detuvo el avión y aparecieron una veintena de hombres armados, apuntando hacia ellos manteniendo una formación circular. Uno de ellos, el que aparentaba ser el jefe, se acercó. Gracias Sully.

Entonces, los cinco inciclopedistas vieron que Sullivan también les apuntaba con una pistola. Entonces, apagó la radio que les mantenía comunicados con el cuartel general. Les tomaron prisioneros y no recordaron lo que pasó después.

Capítulo XV: La erupción

Habrían sobrevivido. El río era lo suficientemente profundo como para soportar la caída y protegerles de la nube. Salieron de él. Detrás de ellos la montaña escupía todo el material que podía. Descansaron viendo el espectáculo.

Pero su descanso fue breve. Una explosión azotó a unos metros de ellos. Una bomba de lava les había caído al lado. Otra roca se dirigía hacia ellos.

Con gran agilidad, esquivaron el meteoro. Se dirigían más hacia ellos, de mayor y menor tamaño, pero todas letales. Tienes que estar de broma, dijo Mvp14. Huyeron. A toda velocidad.

Los peñascos caían alrededor de ellos. No se podía cometer un error, si una de los rocas caía demasiado cerca, no habría otra oportunidad.

La lluvia de rocas candentes amainó. Pero la paz no había llegado. Un olor a quemado inundaba el ambiente. Un flujo de lava descendía unos metros delante de ellos. Retrocedieron, pero la colada se había extendido por detrás.

--¿Pero es que la montaña esa no se cansa?-- comentó Rorozarzar.

Miraron a su alrededor a ver si veían una forma de escapar de esa muerte segura. Las coladas se juntaban, tratando de abrazarles. Y fue ahí cuando a Alzombie se le encendió la bombilla.

Empezó a empujar un árbol que tenían al lado. Era lo suficientemente largo para que pudiesen cruzar el río de fuego. Ni cortos ni perezosos, empujaron el árbol hasta que se quebró y cayó. Apresurádamente, empezaron a cruzarlo, manteniendo el equilibrio para no darse un baño de roca fundida. Entonces, el árbol empezó a prenderse detrás de ellos. El fuego les alcanzaba, así que se apresuraron.

Lo terminaron de cruzar, con el flujo detrás, lamiéndoles la sombra. Aceleraron un momento para alejarse. Se pararon bajo unos árboles y uno a uno se sometieron al cansacio.

Capítulo XVI: De vuelta a la consciencia

Y abrió los ojos. Estaba tumbado sobre una cama. Le dolía el cuerpo. No sabía donde estaba. Era un ambiente aséptico, con muchas camillas, todas con sábanas blancas. Era muy extraño. Y se extrañó más al oír una voz detrás suyo. ¿Ya te despertaste, Dark?

Se giró. Era Kenbill. Estaba tumbado sobre una camilla idéntica a la suya.

--¡Ken! ¡¿Dónde estamos?!-- dijo el mexicano

--¡Shhh! No tan alto, que acaban de llegar.-- señaló hacia atrás y vio a cuatro personas descansando. Eran Lljosemll, Rorozarzar y Alzombie. Dark no reconoció al cuarto.-- No te preocupes, no nos han capturado ni estamos en la Chingada. Estamos de vuelta a la base, amigo. Te pegaste una buena hostia 10 metros para abajo. Menos mal que caíste sobre nieve.

--¿Qué tal tu pierna? ¿Han vuelto? ¿Quién es ese de atrás?--Se intentó levantar pero sucumbido ante el dolor se volvió a tumbar

--Tranquilo, no te levantes, tienes unos cuantos huesos rotos. Estoy bien, Jiru y Manu están descansando en la sala, y ese es Mvp--mientras Dark puso una cara de asombro, Kenbill continuó. --Sí, volvió con ellos, ahora te contaré todo lo que has de saber.--

Le contó todo lo ocurrido, su traslado y la historia de Indonesia. También le contó sobre la desaparición de Styago, Half, Critic, Dave y Pögo. «Pobre Pögo, está enmedio de las historias de Styago contra Half y la de Critic y Dave», ironizó Dark. Al instante, la voz de Rataube sonó por el altavoz. Atención a Gudproyect, Elmaiden666, Aleshoro y Gtman, tienen una misión urgente y delicada.

Capítulo XVII: La ciudad perdida

-- Menos mal que les dí a ellos una copia del mapa, si llega a caerles esto en sus manos...--dijo Rataube a los cuatro seleccionados mientras le daba el original a Gtman -- Y tened cuidado.


Iban junto a la vera norte del Amazonas. Giraron al norte y anduvieron por una hora. Se detuvieron ante unos elevados riscos. Paredes de roca caliza, meteorizada por la lluvia y teñidas del verde de la naturaleza.

-- Según esto debería estar aquí -- indicó Gtman con cierto aire de desesperación.

-- La weá no debí andar lejos. Exploremos, poh -- ordenó Aleshoro.

Entraron a traves de un corte en la piedra. El tajo era muy angosto, se rozaban con las afiladas rocas rasgándose la ropa y cortándose la piel. Cruzaron el pasadizo. Delante, un claro entre las rocas.En él, eregida ante ellos, la ciudad. Fantasma. Construcciones cubiertas de verdor. Hechas de piedra. Ni rastro del oro.

Exploraron por las calles de la población. Me voy a fumar un pucho, dijo Elmaiden666. Vieron delante de ellos un edificio destacado. Un antiguo templo. Pegado al fondo, a la pared lítica. Estaba medio derruido, sus propias rocas habían sellado la puerta y abierto una nueva en un lateral.

Entraron por ella. Un olor acre, cargado de humedad les invadió. Estaba oscuro. Sacaron las linternas, ninguna se encendió. Qué cagada, no es como las películas yankis, que siempre funcan, comentó Maiden. Buscaron unas ramas y hojarasca. Hicieron unas antorchas con ellas y las encendieron. La pared se reveló. Estaba esculpida, mostrando imágenes y escrituras. Encontraron un gran grabado en el que se veía a los indígenas adorar a una gran estatua. Pues claro, el Dorado, no era una ciudad, sino un ídolo, ¿pero como pudo desaparecer esa estatua, parece enorme? preguntó Gtman.

-- Pues llegamos tarde a la fiesta -- ironizó Gudproyect. Sujetaba un casco de un conquistador. Y mientras lo lanzaba al suelo con rabia, añadio -- como unos 450 años de retraso.

Maiden quiso maldecir, pero no lo hizo. No hizo más que abrir la boca. Un ruido de motor de gasolina le interrumpió. Se asomaron por el hueco en la pared. Había un jeep con dos hombres armados. Mira, ¡son los inciclopedistas! Abrieron fuego con sus AK 47. Los usuarios se refugiaron en el templo, y cubiertos por la pared, sacaron sus pistolas y dispararon. Fuego cruzado. Maiden derribó a uno. Un sonido metálico. Una granada entre ellos. Corrieron hacia adentro. La granada explotó y llovieron piedras. Se cerró el hueco en un estruendo y una nube de polvo.

Capítulo XVIII: La fuga

Se despejó la polvorienta niebla. Una pared de peñascos sellaba el templo. No había forma de salir. Estaban magullados, llenos de moratones; y aislados. Quizás haya una puerta de atrás, parece que hay unas catacumbas hacia el fondo, como si el templo se adentrase en la roca; comentó Gudproyect. Y así hicieron.

Descendieron por unas empinadas escaleras. Una húmeda oscuridad se les pegaba a la piel. Las antorchas se consumían ahogadas por la negrura del vacío. El tintineo de las goteras. Un haz de luz. Se dirigieron a él. Salieron de la gruta. Una catarata se alzaba ante ellos. Y a un lado, un campamento de paramilitares.

Sigilosamente entre los arbustos bordearon el campamento. Encontraron un Jeep tapados con hojas de unos árboles. Tenía una ametralladora detrás de los asientos. Aleshoro hurgó por el guardabarros. Sacó el brazo y esgrimió unas llaves. Vamonos de aquí, weones. Se subieron. Gtman agarró el volante y arrancó el motor. El ruido alteró a los paramilitares. ¡Son ellos! Pisó el acelerador.

El coche bacheaba por el duro camino. Salieron los soldados en los Jeeps, y les disparaban con sus armas. Maiden, agarra la ametralladora. Se disparaban entre ellos. Los jeeps enemigos se estrellaban al pinchar las balas las ruedas. Subieron un estrecho risco. Se acababa. Un acantilado se encontraba bajo ellos. Al fondo el río. Se dieron la vuelta, pero tuvieron que frenar en seco. Estaban rodeados. Agarrense fuerte, dijo Gtman. Dio marcha y cayeron al vacío.

Capítulo XIX: Lágrimas en la lluvia

El cielo ruge. Las nubes de obsidiana se cortaban, y las esquirlas caían al vacío. Ahí abajo del todo, donde un río serpenteaba entre riscos, un Jeep volcado arrastrado por el agua. Encima de los riscos, hombres disparando a sangre fría. El petardeo de las armas enmudeció y el olor a pólvora se disipó. Motor de gasolina. Primero suena con fuerza y después callándose poco a poco, hasta morir.

Debajo del coche salieron buceando los cuatro inciclopedistas. Nadaron hasta la orilla. Ya se han ido, tenemos que volver a casa a comunicar lo ocurrido. Duras palabras eclipsaron el tranquilizador mensaje de Gudproyect. Yo no vuelvo.

El carmín escurría por el río. Su nacimiento se llamaba Aleshoro. Tosió. La sangre resbalaba de sus labios. Este será mi reposo. Mi fin. Se cubrió su perforado torso por el dolor.

--¡No! Tení que luchar, men, aguanta un poco chabón. -- argumentaba resignado Maiden.

--No, no podí hacer nada, poh. Denle saludos a todos, wns...

EL chileno sonrió y su cabeza se desplomó. Gtman gritó de agonía, pero Gudproyect le tapó la boca, diciéndo fríamente que no grite o los militares volverán. Lloraron alrededor del joven bajo la lluvia. Glaciales horas con un cuchillo atravesado.

Un ruido les interrumpió. Un helicóptero se les acercaba. Esgrimieron sus armas apuntando hacia él, cubriendo el cadáver de Aleshoro. El helicóptero aterricó en el angosto desfiladero. Se abrió la puerta. Era Maleboocado. Subiros, vámonos para casa.

Capítulo XX: Dudas

Rataube cavilaba en su despacho. La muerte de Aleshoro días atrás le había trastocado. Nunca pensó que la vida de los usuarios podría peligrar. Deberían irse a casa, que no les busquen antes de que les identifiquen. Pero, ¿y si ya lo han hecho? ¿Y si se fuesen? Quién podría parar esa desconocida amenaza que se cierne sobre ellos. Quizás debería tratarlo con alguien, con los burócratas. Con Anxova o Jaime, o con Aijiru...

Fue entonces cuando notó una sensación dentró del pantalón. Una vibración. Era su teléfono móvil, que sonaba. Lo agarró. Miró la pantalla y con sorpresa aceptó la llamada. ¿Sully?

--Sí, soy yo Rataube. Escucha, no tengo mucho tiempo. Nos secuestraron. Pero pude escaparme. Una larga historia. Mira, el próximo jueves van a hacerles un traslado. No sé ni de dónde a dónde, pero sí que les embarcarán en el muelle de Callao, en Lima. Está previsto que lleguen ahí a las 3. Eso es todo, no puedo decirte más, ni sé ni puedo. Me están persiguiendo. Nos vemos.

Colgó. Rataube guardó su celular. Es extraño. Es raro que Sully se presentase a llevarles, les secuestrasen y que sea él el que se escapa y le llama. No, Sully es de fiar. Y aunque hubiesen dudas, no podían arriesgarse. Hay que trazar un plan y urgentemente.

Capítulo XXI: Cuenta atrás

Reunión. De vuelta a la gran sala donde empezaron su aventura medio año atrás. Seguía igual. Rataube se arrimó al atril y alzó la voz:

Cita1.pngTodos estamos en luto por la reciente muerte de uno de los nuestros. Pero no es momento para lamentar, hay otros 5 que necesitan nuestra ayuda, por no incluir los demás que no aparecen. Afortunadamente, recién me pasaron información de donde estarán. No tenemos mucho tiempo, tenemos que entrenar duro para seguir el siguiente plan. Tenemos que ser rápidos, y muchos, los suficientes como para combatir fácilmente una ofensiva, pero no demasiados para no llamar la atención. Hay que ponerse manos a la obra ya. Id ahora al campo de entrenamiento.Cita2.png

Y así fue.

Estuvieron varios días trabajando sin apenas descanso para mejorar su habilidad y agilidad. Ensayaron tácticas. Movimientos con sigilo. Estrategias.

Miércoles. Día de la partida. Unos 20 usuarios, los que mejor estaban preparados, entraron en un gran avión, pilotado por un compañero de Rataube del Mossad. Por dentro no tenía más que asientos paralelos al eje del aeroplano. Encendiendo motores. Los que se quedaban en tierra se despedían a distancia. Despegue.

Rataube se puso en el centro del pasillo nada más ganar altura el avión. Bien, os voy a explicar el plan... Le interrumpió unos sonidos.

Mina había sacado una Nintendo DS. Era verde pistacho. Rataube le miró, y ella le respondió con una sonrojada sonrisa mientras apagaba la máquina.

--Como iba diciendo, os explicaré precisamente como será...--

Capítulo XXII: El fulgor y la sangre

"En cuanto doble la esquina entre Avenida Guardia Chalaca a Manco Capac, tienes que darle a una de las ruedas. No lo dejes escapar, ¿entendido?" resonaban las palabras de Rataube en el oído de Capcity a través del auricular. Entendido, respondía.

Estaba tumbado en lo alto de la casa que esquinaba esas dos calles, sosteniendo un rifle de francotirador con un silenciador mientras vigilaba el tráfico que transitaba la calle a su derecha.

Un camión de mediano tamaño, con una lona azul marina, bordeaba la rotonda que hay antes del cruce. Un intaste de llegar a él, Capcity se encaró contra el visor. Apuntó a la rueda. El camión se frena dejando pasar un coche. El sudor escurría por su cara. Gota a gota. Dedo al gatillo. Aprieta. Fuego.

El rifle bufó y escupió su proyectil, que fue descendiendo hasta impactar en la rueda delantera izquierda. Una explosión mientras el camión arrancaba. El camión volcaba mientras el neumático se despedazaba lentamente en el aire. El camión se mantenía en equilibrio un segundo entre las dos ruedas derechas mientras avanzaba, peleaba por mantenerse erguido, hasta caer rendido en un descampado, levantando una nube de ocre polvo.

Media docena de inciclopedistas se acercaron desde detrás al vehículo. Abrieron la puerta trasera y vieron su contenido. Sorpresa, no estaban los rehenes, es más, estaba completamente vacío. Y en el ambiente, unas explosiones. Petardeos. Es una trampa, ¡salid corriendo!

Rataube lideraba la escapatoria. Una potente luz le cegó. No podía ver. Entonces sintió una terrible punzada de dolor, como si le hubiesen atravesado. Se puso la mano al pecho. Se la miró. Sangre. Le rezumaba. Le borboteaba. Le resbalaba por el pecho. Y entoncés, se empezó a desplomar. Todo giraba a cámara lenta. La gente se fijaba en él. Caos. Entre la muchedumbre y edificios distinguió al francotirador que le atacó. No podía ser, era imposible. Las rodillas chocaron contra el suelo y retumbaron, para luego tumbarse boca abajo, agonizando en su propia sangre.