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Incilibros/Aprenda a nadar en cinco días

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Cita3.png¡Los mancos también podemos!Cita4.png
Miguel de Cervantes sobre este infalible método
Cita3.pngAprender a nadar no es impres... ¡eh! ¿qué hacéis...? ¡SOLTADME CABRO...! *SPASH* Cita4.png
Cristóbal Colón segundos antes de un motín

Aprender a nadar no está al alcance de todo el mundo, ya que se trata de un deporte duro en el que se requieren altas dosis de resistencia, fuerza, esteroides y valor. La valentía es cualidad imprescindible de todo aquel que aspire a nadar mejor que una mosca en una sopa. Por ello, si usted está leyendo este manual ¡Felicidades! es usted Una Persona Valiente™ (si no lo es, le recomendamos que deje de leer ahora mismo. Se ha equivocado de manual).

Introducción

La natación se practica desde tiempos remotos. Se cree que los primeros homínidos salieron de África nadando por el estrecho de Gibraltar; dado que en África no había demasiada agua, solamente los más aptos sobrevivían a la expedición. Sus descendientes, con el paso de los siglos, desarrollaron el instinto de meterse en cualquier lugar lleno de dicho líquido (especialmente en verano); así nacieron las piscinas. Otra teoría afirma que los viejos rituales que precedían al cruce del estrecho también han permanecido a través de las generaciones, dando origen a los gritos que lanzan ciertas personas al tirarse al agua .

Aprender a nadar puede hacerle así de feliz.

Aparece como deporte oficial en el siglo XVII, con el auge de la piratería al popularizarse el castigo de arrojar a los enemigos al mar. En sus inicios, las competiciones eran de un solo participante y a contrarreloj; el ganador era el que conseguía llegar a la isla-meta antes de que el tiburón-reloj llegase a él.

Este tipo de natación perduró durante varios siglos, pero con el inicio de los vertidos de petróleo y la caza furtiva los tiburones fueron escaseando cada vez más. Fue entonces cuando a alguien se le ocurrió juntar a varios experimentados nadadores (previa búsqueda de los cachitos) y organizar una competición en la que participasen unos contra otros. Imitando el viejo estilo, en que algunos nadadores hacían de tiburones y otros de fugitivos, se dieron cuenta rápidamente de que empezaban a quedarse sin nadadores, pues el cloro hacía desaparecer los cachitos. Alguien tuvo la fantástica idea de hacer una prueba de velocidad. Pese a las protestas iniciales, la competición fue un gran éxito, especialmente para los nadadores. Había nacido la natación moderna.

Hoy en día todo el mundo sabe nadar. Menos usted, de lo contrario no estaría leyendo. Pero todo tiene arreglo...

Motivos para aprender a nadar

Aqui un perro restregándole su habilidad natatoria. ¿Se va a dejar humillar?

¿Aún no está seguro? del> Aquí tiene seis motivos para aprender a nadar:

  • Pierda el miedo al agua El agua, ese horrible líquido, en realidad no es más que H2O y porquerías. Aprenda a dominarla. Ducharse le resultará mucho más sencillo.
  • Los perros y los bebés saben nadar Y usted no puede permitirse el lujo de saber menos que un perro ¿no?
  • Evite situaciones embarazosas en la piscina Todos hemos visto a las típicas señoras agarradas del borde de la piscina sin moverse, o ¡peor aún! sentadas metiendo los pies en el agua, sin atreverse siquiera a entrar. Y ni qué decir de aquel pobre desgraciado al que le dan una ahogadilla y ya no sale más del agua, o de ese otro que empieza a gritar como poseso cuando pierde pie. Esta actitud no es típica de Una Persona Valiente™ como usted; siguiendo nuestros consejos aprenderá cómo lanzarse al agua y hacer largos para dejar sorprendidas a todas sus amistades.
  • Sea coherente consigo mismo De nada sirve un cuerpo bonito, conseguido a base de muchas horas de gimnasio operaciones y anabolizantes, si luego usted no es capaz de impresionar a ese apuesto guardacostas o a aquella chica que toma el sol en topless. Usted no puede permitirse tal descrédito.
  • Sálvese de los naufragios Uno nunca sabe cuando va a naufragar, es el dilema diario de toda persona común, recuerde que todo lo que flota sobre el agua se hunde más tarde o más temprano. Con nuestros consejos, sobrevivir a un naufragio será algo casi cotidiano para usted. Si lo hace bien, podrá ganar mucho dinero contando sus experiencias a productores de Hollywood.
  • Salve a los demás Aún quedan más perdedores que no saben nadar. Ante un apuro tan simple como un naufragio, tienden a perder los nervios y ahogarse. Demuestre su altura moral salvando a estos patéticos desgraciados.

Materiales para empezar el cursillo

La natación es un deporte bastante económico. El equipamiento básico requerido es cero. Sin embargo, practicar la natación completamente desnudo no está bien visto socialmente. Además, usted tampoco quiere quedar como un pobre desgraciado que no tiene ni para un bañador, o como el típico pervertido de las playas nudistas, ¿verdad?

Si (aparte de aprender a nadar) usted desea quedar como una persona con estilo y sorprender a los demás, deberá seguir unas reglas mínimas de etiqueta acuática.

  • Bañador: Altamente recomendado, por los motivos ya expuestos. Debe ser de buena marca; los de mercadillo tienden a desgarrarse por los sitios más inoportunos, causando situaciones realmente embarazosas o comprometedoras.
NO RECOMENDADO Para hombre, los bañadores estilo calzón, que tienden a frenar la velocidad. Para mujer, los bikinis mínimos, que aunque no frenan la velocidad pueden desplazarse de su ubicación distrayendo al resto de nadadores (con el consiguiente peligro de accidentes).
  • Gorro: Dicen que es obligatorio, aunque nunca se ha visto a nadie usándolo en una piscina pública. Lo mejor es dejarlo para las competiciones de la tele. Si usted está muy concienciado con aquello de la higiene, elimine todo riesgo: rápese al cero (empezando por los genitales).
Asegúrese de que el color del agua de su piscina sea el adecuado antes de intentar meterse en ella, o salir puede resultarle difícil
  • Gafas: No importa lo que haya leído en las revistas, por mucho que se lleven las gafas de sol no valen para nadar. Rásquese el bolsillo y cómprese unas decentitas, a menos que quiera acabar nadando a tientas. Si, a pesar de todo, despues de comprarlas descubre que no son tan buenas como parecían, siempre puede recurrir a un arreglo de emergencia con chicle mascado. Y aprenda a comprar, leche.
  • Calzado de playa: Cualquier par de chanclas viejas que tenga usted por casa hará el apaño, siempre que no estén demasiado destrozadas (recuerde, queremos mantener cierto estilo). Si no tiene ninguno, recurra al mercadillo más cercano o róbeselo a su vecino de toalla mientras esté descuidado.
  • Toalla: Fundamental para secarse después de una tanda de ejercicios, o para sentarse a comer algo si va usted a la piscina de su pueblo. Ha de ser lo más nueva y sobria posible; nada de dibujitos del Pato Donald. Llevarse una toalla de ducha tampoco se recomienda, pues parece que no pueda usted permitirse nada mejor.
  • Albornoz: Solo en el caso de que practique natación en invierno y no se pueda pagar una buena piscina climatizada. Al igual que la toalla, debe ser lo más nuevo posible y tener todas sus partes en su sitio (nada de albornoces descoloridos o sin cinturón, usted tiene ESTILO)

Lecciones diarias

Esta es la parte más compleja del manual. Antes de empezar, le recomendamos que repase los puntos anteriores y se asegure de que lo ha leído todo, lo ha entendido todo y cumple todos los requisitos para aprender a nadar. De lo contrario, estará perdiendo el tiempo y haciendo el ridículo.

Día 1: Meterse en el agua

Si la única piscina que ud puede pagar luce así, nunca llegará a ningún lado si no es entre la vieja gorda y el niño meón, y así no hay quien nade

Lo primero, y fundamental, es localizar la ubicación del agua, pues de lo contrario será muy dificil meterse en ella. No dude en consultar un plano o preguntar a un guardia si desconoce la dirección de la piscina; eso sí, déjele bien claro que usted va allá a nadar y no meramente a meter los pies en el agua. Le conviene irse labrando cierta fama.

Una vez localizada la piscina, pague la entrada; no hay nada más vergonzoso que ser sorprendido en el momento de colarse sin pagar. Además, quedará usted como un pobretón que no puede permitirse ni pagar una piscina.

A continuación, busque los probadores, despójese de la ropa de calle y equípese adecuadamente. Guarde su vestuario habitual en la taquilla (de haberla) o métalo en una bolsa de deporte. Ya está usted preparado.

Sitúese en uno de los lados estrechos del borde de la piscina, perpendicular a una de las calles. Si va a piscina pública, confórmese con situarse en algún lado que no esté lleno de niños corriendo, viejas charlando y madres con bebés.

Incline ligeramente el cuerpo. Estire los brazos. Meta cabeza. Saque el trasero de forma insinuante (asegúrese antes de que no haya algún pervertido detrás de usted).

Salte.

Recupere el aliento. No se preocupe, las primeras veces es normal caer de estómago.

Día 2: Salir a flote

Una vez que tenga dominada la técnica de entrar en el agua, llega el momento de aprender el siguiente paso (no menos fundamental): salir a flote.

Repita todos los movimientos del día anterior. Si lo desea, puede volver a leer la sección correspondiente; no le exigiremos que se la aprenda de memoria... todavía.

El entusiasmo es un punto a favor, pero cuidado con los bordillos.

Ya ha saltado al agua; supondremos (de buena fe) que ha caído de cabeza. Se encuentra desplazándose hacia abajo. Puede continuar cayendo hasta el fondo, pero no se lo recomendamos; puede resultar perjudicial para su salud. Dado que el aire (que usted necesita para respirar, no se haga el duro) se encuentra arriba, resulta obvio que debe cambiar de dirección si quiere volver a ver la luz del día.

Arquee el cuerpo (vamos, que lo doble) hacia arriba. Aproveche el impulso del salto para subir en el agua. Verá una luz brillante; no se alarme, solo es el sol. Continúe subiendo hasta que sienta que disminuye la presión y la brisa penetra en sus pulmones. ¡Felicidades! Ha completado usted la segunda lección con éxito.

Si, a pesar de continuar subiendo, usted no notase ninguno de estos síntomas, o viese la luz a pesar de estar nadando en una piscina cubierta, abandone toda discreción y mueva brazos y piernas de forma compulsiva mientras emite sonidos ahogados, con la esperanza de que algún socorrista se apiade de usted. Si sobrevive, recuerde no volver jamás a esa piscina.

Día 3: Movimientos básicos

Es importante saber orientarse.

Si sigue usted leyendo es porque ya tiene la lección 2 perfectamente aprendida, por lo que nos ahorraremos repetirle que se la vuelva a leer. Usted ya sabe lo que tiene que hacer, así que hágalo y no pregunte más.

Alguna vez habrá visto nadar a alguien (aunque sea por televisión). Si es así, se habrá fijado en que hacen unos curiosos movimientos con brazos y piernas, metiéndolos y sacándolos del agua. Esto sirve para avanzar; no es imprescindible, pero si permanece mucho rato en el mismo sitio probablemente se aburrirá y no querrá saber nada más de la natación, y ese no es nuestro objetivo.

Agárrese del borde, con cuidado de que nadie le pise los dedos. Estire el cuerpo hacia atrás, situándolo en una posición lo más horizontal posible (se admiten ángulos de hasta 45º con la pared, pero nunca menos; usted quiere nadar, no salir andando). Ahora mueva las piernas vigorosamente; una arriba y la otra abajo, y al revés. Procure no salpicar demasiado o los demás le mirarán con mala cara. Repita el movimiento hasta que esté seguro de que lo ha memorizado.

Esta es la parte más difícil: suéltese del borde. Que sí, que se suelte. No le va a pasar nada. Vamos... no irá a echarse atrás ahora. Eso es. ¡No, no se hunda! Mueva los brazos del mismo modo que las piernas (y a poder ser, a la vez) Dese impulso con las piernas. ¿Ve? ¡Ya está nadando!

Recuerde mantener fuera la cabeza, o al menos sacarla de vez en cuando del agua para poder respirar.

Día 4: Estilos

¿A esto llama usted nadar?

A estas alturas probablemente no será necesario recordarle que ha de repetir todas las lecciones desde la primera, por lo que no lo haremos. Ya ha recorrido usted la mitad del camino; la lección de hoy es dura, pero usted no empezó a seguir este manual para divertirse, así que haberlo pensado antes... ya es tarde, ha empeñado su palabra y no puede echarse atrás sin quedar como un rematado cobarde. Así que ya sabe.

Ya ha aprendido usted a desplazarse. Sin embargo, por mucho que mueva brazos y pies en el agua perfectamente sincronizados, desengáñese: ESO no es nadar. Cualquiera es capaz de hacerlo. Usted tiene que aspirar a algo más: aprender a nadar, pero con estilo. No deje que le confundan con un macarra cualquiera de piscina.

Existen cuatro estilos fundamentales en natación:

  • Crawl o libre: Este estilo abarca todas las modalidades de natación posibles; por eso es llamado estilo libre. Es la justificación universal; empléelo cuando alguien le critique su falta de coordinación. Usted no nada mal; nada estilo libre, y si el espectador es un inculto, peor para él.
  • Mariposa: Para practicar este estilo se recomienda rascarse el bolsillo y comprar un bañador de exhibición, con colores lo más brillantes posible (y si tiene lentejuelas, mejor) que le ayudará a meterse en el papel. Si quiere hacerlo bien del todo, compre también maquillaje resistente al agua y píntese la cara y las partes del cuerpo que sean visibles imitando el dibujo de las alas de una mariposa. Con todo eso, tírese al agua y nade lo mejor que sepa. No importará que lo haga mal; todo el mundo se fijará en su atuendo, olvidando lo demás.
Advertencia: Si es usted hombre, este estilo de natación puede dar lugar a comentarios impertinentes sobre su hombría.
  • Braza: Como su nombre indica, este estilo de natación emplea fundamentalmente los brazos. Consiste en hacer el muerto, pero del revés y sacando la cabeza fuera del agua. Se mueven brazos y pìernas, pero en vez de hacia arriba, hacia los lados. Es un estilo muy extendido porque permite nadar sin salpicar al resto de usuarios, pero desengañémonos; la postura adoptada no es nada digna. A menos que quiera ir haciendo la tortuga por toda la piscina, olvídese.
  • Espalda: Vamos hombre, seamos realistas. ¿No sabe nadar de frente y ya quiere hacer virguerías? Dedíquese a otra cosa, la natación es un deporte serio.

Día 5: Natación profesional (olimpiadas, competiciones, etece etece etece...)

Ya ha aprendido usted las nociones más básicas de la natación. Incluso es capaz de practicarla con cierto estilo. Ha llegado el momento de dar el salto al mundo de la natación profesional; si lo hace bien, conseguirá una bonita copa o medallita que poner en el salón de su casa para dar envidia a sus amistades. Procedamos pues.

Su sueño. Su meta final. Que fácil es soñar, ¿verdad?.

Existen muchos tipos de competiciones de natación. Olvídese por ahora de cruzar el Canal de la Mancha; usted quiere ganar premios, no morir extenuado.

Lo mejor es que empiece por algo sencillito, como las competiciones de su pueblo. Consisten básicamente en tirarse al agua cuando se lo digan, nadar como le digan que nade y llegar el primero. Con un poco de entrenamiento podrá conseguir resultados bastante buenos, pero desengañémonos; una copa de latón con la inscripción "Campeonato de natación de Pueblabruta de Arriba" no es precisamente lo que más luce en su vitrina, aunque es un buen comienzo.

Si ya se siente preparado y seguro, quizás le convenga aspirar a algo más. Una competición por estilos puede ser el siguiente paso, siempre que los domine todos; de nada le sirve ser un campeón en estilo libre pero abrirse la cabeza con el bordillo tratando de nadar de espaldas. Cuélese en la piscina de noche, invente excusas en el trabajo, practique hasta en la bañera si es necesario; un premio bien lo vale.

¿Ya tiene su premio? ¡Magnífico! Es usted todo un nadador. Ha llegado el momento de aspirar a lo más alto: las olimpiadas.

Esto no es tarea fácil. Para empezar, se celebran cada cuatro años, lo que quiere decir que en el peor de los casos se pasará bastante tiempo esperando su oportunidad. No desespere; nadie dijo que esto iba a ser sencillo. Practique diariamente. Aparte de ponerle en forma, le dará algo que hacer (ya que a estas alturas lo más probable es que se encuentre en paro por absentismo). Además, usted va a por medalla, no a por tonterías de esas de diplomas que se pueden hacer con el photoshop, seamos serios; eso no impresiona a nadie. Haga dieta; aparte de saber nadar, ha de lucir bien ante las cámaras, pues lo más probable es que su madre y todas sus vecinas le vean por la tele. Usted no quiere ser el hazmerreír de su barrio, ¿verdad? Pues haga dieta. No les de oportunidad de comentar sobre su barriguita cervecera. Y como la celebridad que es, enrosque una media y póngla en la parte interior frontal de su bañador. No importa la velocidad que pueda perder, piense en el número de mujeres a nivel internacional que admirarán su "paquete" (y en la envidia de sus maridos).

Llegado el momento, páguese el viaje por su cuenta; usted no puede permitirse compartir la gloria con el resto del equipo. Localice el estadio (¿Recuerda cuando hizo lo mismo con la piscina de su barrio? Qué tiempos...). Fíjese especialmente en los alrededores; estarán llenos de gente esperando verlo ganar. Admire la arquitectura del lugar. Recréese en los puestos públicos instalados alrededor. Observará que venden recuerdos realmente curiosos; entre ellos, con toda seguridad, verá réplicas de la medalla oficial de la competición. Compre una, de recuerdo.

Vuelva a casa. Tome una lima. Con mucho cuidado, raspe la parte de la medalla que pone "Recuerdo de las olimpiadas". Colóquela en el lugar de honor de su vitrina. ¿A que no ha sido tan difícil?

Consejos de interés

¿Si él puede, usted por qué no...?
  • En natación son frecuentes los accidentes derivados de tirarse al agua sin mirar. Antes de saltar, observe con atención que no pase nadie por debajo (excepto si quiere caer sobre la chica que hace top-less en el agua, pero eso es su problema), que la piscina sea lo bastante honda y sobre todo y ante todo, que esté llena.
  • La ducha de la piscina no es la ducha de su casa. Absténgase de llevar gel, champú y patito de goma y de enjabonarse desnudo mientras canta "La Traviata", si no quiere que los demás usuarios le miren con cara de asco.
  • Da igual lo vacía que esté la piscina y las ganas que le entren, mearse en el agua no es una buena idea. Aguente un poquito, que no es usted un niño chico. Si lo hace, al menos procure nadar con la boca cerrada. Y sobre todo, si se va a mear, al menos no lo haga desde el bordillo.
  • Mida bien la altura del trampolín antes de subirse y compruebe que tiene cojones de saltar. Una vez arriba no hay marcha atrás, y el agua, por muy blandita que parezca, puede hacer bastante daño; sobre todo si no calcula bien y cae de plancha. Cuando llegue la hora de la merienda, podría usted freírse un huevo en su tripa de lo caliente que la tendrá después del impacto.
  • No importa lo que haga usted en la piscina de su barrio; en las piscinas de competición está mal visto comerse el bocadillo sentado en la toalla junto al agua.
  • Si de repente se ve rodeado de niños con flotador, manguitos, pelotas y madres gritando, a la vez que el agua apenas le cubre los tobillos, considere la posibilidad de haberse equivocado de piscina.
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Artículo destacado

Este artículo ha sido destacado en la Portada por decisión popular.

Los rumores sugieren que sus autores fueron instruidos
por el mismísimo Miguel de Cervantes.