Diferencia entre revisiones de «Sōsō no Frieren»

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=== Viaje a <s>Auschwitz</s> Äußerst ===
Mientras Frieren y su grupo avanzaban por la región de Decke, Stark decidió colapsar estratégicamente en medio de una ventisca, porque qué el mejor momento para una siesta que cuando la hipotermia acecha. Fern, que ya tenía bastante con cargar con las compras, su paciencia y los traumas de la infancia, ahora debía arrastrar a un guerrero inconsciente a través de la nieve. Afortunadamente, la elfa milenaria tenía un recuerdo vago (como todos los recuerdos de Frieren) de una cabaña que había visto hace solo 80 años. Sin muchas opciones, se dirigieron allí.
 
Al abrir la puerta, fueron testigos de algo que la humanidad nunca debió presenciar: un elfo encuerado haciendo sentadillas. Fern, con su impecable sentido de la lógica, cerró la puerta inmediatamente y declaró la cabaña inhabitable por pervertido. Sin embargo, antes de que pudieran retirarse a congelarse en paz, el elfo misterioso salió y le preguntó a Frieren si era un elfo como si no pudiera ver sus orejotas.
 
Tras evaluar los riesgos y concluir que el culturismo extremo no era una amenaza letal, entraron a la cabaña. El misterioso elfo salvó la vida de Stark como Shun a Hyoga en la Casa de Acuario. Stark después de despertarse junto a un desconocido fornido, entró en crisis existencial. Intentó suavizar el momento elogiando su físico, pero Fern lo interpretó de otra manera y Kraft terminó aún más confundido.
 
Después de una cena congelada cortesía del almacén móvil de Kraft, la ventisca siguió con su política de encerrar gente aleatoria juntas, y el grupo se vio obligado a pasar medio año en la cabaña. Kraft y Frieren compartieron profundas conversaciones filosóficas, Kraft, creyente devoto, intentó convencer a Frieren de que la diosa lo honraría, pero Frieren, en su eterna apatía, dejó claro que si algo había aprendido de su longevidad era que los dioses no estaban particularmente interesados en hacer apariciones especiales.
 
Kraft, sin embargo, le ofreció un trato: si la diosa no la honraba, él lo haría. Frieren, tras recordar a otro borracho con convicciones similares, rechazó la oferta alegando que ya tenía a alguien que lo hacía. Kraft lo aceptó con la sabiduría de alguien que ha hecho sentadillas por 300 años y le aconsejó que los valorara. Frieren, con su habitual lentitud en captar emociones humanas, tuvo un momento de pausa antes de responder con su versión de sentimentalismo: un escueto "ya está en el cielo".
 
Eventualmente, la ventisca se aburrió de atormentarlos y cada quién su destino. En el camino se encontraron con el Sacerdote Sein, quien, contra todo pronóstico, no estaba encuerado, sino buscando a su viejo amigo, el Gorila Guerrero. Tras una negociación que involucró argumentos filosóficos y la promesa de que Frieren era una vieja sabrosa, Sein aceptó unirse a ellos para aprovechar el viaje y buscar pistas sobre su amigo desaparecido.
 
Mientras avanzaban, Sein demostró ser sorprendentemente útil. No solo tenía conocimientos religiosos, sino que también sabía cocinar algo que no parecía comida para aventureros desesperados. Además, su actitud adulta y tranquila equilibraba la falta de paciencia de Fern, la impasibilidad de Frieren y la torpeza social de Stark. Era, en resumen, el adulto responsable que nadie había pedido pero que todos necesitaban.
 
Sin embargo, las pistas llevaron a Sein a una dolorosa revelación: el Gorila Guerrero no estaba en la dirección de Äußerst, sino en Tür, completamente en sentido opuesto. Tras un emotivo (o tan emotivo como permitían los estándares de Frieren) intercambio de despedida, Sein se separó del grupo siendo el personaje más olvidable a inútil hasta ahora.
 
=== Examen de Magos de Primera Clase ===
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