Incinoticias:Momia de Tio1.jpg extraviada

De Inciclopedia
Ir a la navegación Ir a la búsqueda
Fotografía de Tio1.jpg durante el proceso de embalsamamiento

Desaparece cuerpo del líder casi al final del proceso de embalsamamiento
01:41 25 de noviembre de 2007Ciudad: Ukelele; Tuvalu Ulterior — Informa: Miguel de Cervantes


Cita3.pngYo la dejé ahí, y me acerqué a la máquina a por cacahuetes... ¡pero al volver ya no estaba!Cita4.png
Jefe de vaciados de cerebro por la nariz sobre la desaparición de la momia de Tio1.jpg
Cita3.pngEsta sí que es una gran pérdidaCita4.png
Tio2.jpg sobre lo mismo
Cita3.png¡Es la peor cosa que he visto jamas en mi vida!Cita4.png
Brendan Fraser cuando confundio a Tio2.jpg con la momia de Tio1.jpg

Hallábame yo en este tórrido mas nevado país redactando con la mano que me resta sagaz y bella crónica sobre las batallas fratricidas de aqueste sábado, cuando acercóse a mi con preocupado semblante el ventero del Gran Hotel Paletina, donde todos los periodistas y corresponsales compatriotas -son extranjeros para los extranjeros, así pues, compatriotas- hallámonos concentrados cual docena de ricos pateapelotas.

El hombre salido había de las sus casillas, y no quería entrar. Cuando calmarlo logré, díxome con palabras casi ininteligibles, en parte por hablar en tuvalo, en parte por su dislexia, que Tio1 nos había dejado.

"Sí, sélo" díxele. "Días ha que feneció, y a cubrir esas nuevas he venido de la lexana España"

"No me endentéis, don Guimel", respondióme el tuvalí. "Es que han robado su puerco, o lo que de él quedaba... su cu-er-po, queiro cedir, no su pu-er-co"

"¡Vaxina!" (coño), dixe yo ¡Aquesta si es una mala nueva! y esto también dixe yo.

Raudo comencé a investigar y aventuréme por aquestos caminos arruinados por la horrible guerra. Llegué en pocas horas a Ukelele y visité el Parlamento Disecado -portentoso lugar, muy bello y digno de visitarse- y sus aledaños, donde está la sala de embalsamamiento, salmuera y muera sin sal. Hallé allí yo al yayo que lloraba... "¡Ya llega!" gritéle llegando allá. "Yo...", dijo el yayo, "llegué", "y no le hallé". Su faz parecía hallarse llena de ayes.

Poco a poco explicóme lo sucedido, contóme que casi sin querer, cosido ya casi todo el cuerpo, lleno de relleno y con el natrón ya actuando, dexólo encima de la mesa de salmueras y salió alegremente al pasillo a fumarse un pitillo -aunque eso no está estrictamente permitido- y a buscar unos cacahuetes o manises a la máquina de refrigerios, no recordaba bien si eran unos u otros. Cuando volvió, un minuto después apenas, apenóse, pues no viólo. No vio a Tio1, ni sus despoxos. Buscó detrás de la camilla, por si se le había escurrido, pero no encontrólo.

Mas no quiso hablar de robo, sino de extravío.

Parece ser que se sospecha de Greenpeace, forajidos donde los haya, que comercian con pieles de animales y cosas que se parecen a los animales, como Tio1 mismo, o incluso de frikis enemigos que quieran alquilar su cuerpo disecado par ambientar Fiestas, Ferias, Fotografías, Vídeo clips, películas, Hoteles, Congresos... Estos desaprensivos, sin el mínimo respeto, empezado han por alquilar un toro y en vista del éxito, a saber qué serán capaces de maquinar con tal de ganar unos maravedíes. Cree este humilde escribidor que la ofensa es grande, y el peligro mayor, pues la vista de la momia de Tio1, aislada, sin el aderezo de las otras más de doscientas que en el Parlamento la acompañarían, puede ser de una crueldad cuasi infinita. Incluso el toro perdería sus astas, por muy muerto o morido que estuviere.

Mas no queremos perder la esperanza ni la compostura. Seguro que algún trabajador de la Sala de Embalsamamientos guardado la ha, sin darse cuenta de avisar, al haberla visto descuidada, sobre la mesa, en lugar de en su sitio. Quizá incluso, terminada la su xornada háyala guardado en su taquilla, y mañana al volver al trabaxo dé cuenta de su paradero, devuélvala, y nada aquí pasado ha. Seamos pacientes, no antepongamos los bueyes a los carros o como coxones dígase aqueso. Mientras, venturas se nos den que felices nos hagan, y a la mar pelillos que decían los velludos vikingos...