Usuario:Dominvs/El Demiurgo

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Emperador del Universo y la Verdad, Señor de la Entropía.

Contenido

1 Historia 1.1 Primera parte 1.1.1 El Declive del Imperio Galáctico 1.1.2 El Lord del Sith y el II Imperio Galáctico 1.1.3 La victoria final 1.1.4 En el mundo de las Ideas 1.1.5 El fin del Universo 1.2 Segunda parte 1.2.1 El diseño del Universo 1.2.2 Resultados 1.2.3 Los escritos de Platón e influencias posteriores 1.2.4 La visita del principito 1.2.5 Vigencia 1.3 Bonus 1.4 Tercera parte 1.4.1 La destrucción de la Tierra 1.4.2 Epílogo Historia

Se remonta al Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana…

Primera parte

El Declive del Imperio Galáctico


La Batalla de Endor supuso el fin de la hegemonía Imperial. Después de la caída de la segunda Estrella de la Muerte (y de la derrota del Emperador Palpatine), el Imperio Galáctico vio mermado su poder y pasó a ser conocido como el Resto Imperial. Ya no suponía una verdadera amenaza, aunque seguiría tratando de convertirse en dueño del Universo. Numerosos dirigentes, como el Almirante Thrawn, tratarían una y otra vez de recuperar la gloria que una vez caracterizó al Imperio… pero siempre fue en vano, ¡ya no eran lo que antaño fueron!

El Lord del Sith y el II Imperio Galáctico

Pasaría mucho tiempo hasta que, de nuevo, un Lord Oscuro del sith comenzase a escudriñar y a conspirar desde los más profundos cimientos del Resto Imperial (después de la encarnación de Darth Sidious). Su nombre era Darth Miurgo, y en poco tiempo fue reconocido como nuevo Emperador.

Astuto y decidido, Miurgo sólo perseguía la unión bajo su mandato de toda civilización existente. Para ello, necesitaría, en primer lugar, reforzar la economía imperial para así poder llenar las Arcas y tener fondos con los que mantener la flota. Diplomáticamente, convenció a varios sistemas (que no simpatizaban con la República) de que se uniesen a su causa, pudiendo de esta manera reunir el capital requerido.


El Inductor era un modelo muy similar al Superdestructor estelar empleado durante la guerra contra la Alianza Rebelde. Los Astilleros de Fondor volvieron a funcionar. Las alianzas establecidas por el Emperador le permitieron reformar la flota e incluso construir una nueva nave insignia (que fue llamada El Inductor). Su astucia había hecho que un Imperio Galáctico resurgiese de sus cenizas, que naciese el II Imperio Galáctico. Contando ya con una buena flota, el Emperador se dispuso a someter todas las galaxias, comenzando por atacar las de abastecimiento republicano, iniciándose así una guerra entre el II Imperio y la República. No onbstante, a pesar de que el primero se había fortalecido y a pesar de su motivación, no fue capaz de cumplir sus objetivos, puesto que finalmente perdería contra la flota republicana en un desastre equivalente al del satélite de Endor. Ésta era mayor y estaba mejor preparada, por lo que no le costó derrotar a la imperial. En la última batalla, el Canciller ordenó que se abatiese todo caza y crucero imperial, salvo al Inductor, pues había asignado a cuatro jedi la misión de capturarlo.

La victoria final

El Inductor fue asediado y cuando quedó inmovilizado, los cuatro caballeros superaron sus defensas y accedieron a la Sala del Trono (que a su vez era la de control principal), donde se encontraba el Emperador Darth Miurgo, el único que rehusó abandonar la nave. Lleno de ira e impotencia (por la derrota de su flota), encendió su sable láser y cargó contra los jedi. Su nivel de lucha le permitió dar muerte a dos de ellos, pero sabía que no podía vencer a los otros dos. Por ello, en un momento de distracción, programó la computadora del Inductor para saltar al hiperespacio, habiendo introducido unas coordenadas aleatorias. Miurgo quería que un campo de asteroides o una supernova destruyera la nave, matándolos a todos y así impidiendo que la República le capturase a él y a su nave insignia.

Cuando el Inductor alcanzó la velocidad de la luz, se llevó puestas unas cuantas naves republicanas. El Almirante ordenó que se le persiguiera, pero sus técnicos le comunicaron que las coordenadas a las que se dirigía el superdestructor eran aleatorias, y que sería destruido por algún astro. El Imperio había sido derrotado para siempre, pero ello les había costado la vida de cuatro caballeros jedi.

Mientras el Inductor se encontraba en el hiperespacio, Darth Miurgo no dejaba de repetir a sus rivales que habían fracasado en su misión, que habían sido ellos los derrotados por el Lado Oscuro y que morirían con él. Pero no sería así. De pronto, y sin recibir daño alguno, el Inductor salió del hiperespacio y apareció en un lugar completamente desconocido. Por sus ventanas entraba una luz blanca centelleante, y se podía percibir un acompasado sonido semejante al de varios instrumentos de viento. Tanto el sith como los dos jedi se sintieron extraños, fue una sensación de conmoción mezclada con tranquilidad que provocó que la lucha se detuviese. Sin embargo, la ira de Darth Miurgo no pudo ser del todo mermada por aquella rara sensación, lo cual le permitió volver en sí y cargar de nuevo contra los dos caballeros. Cuando uno de ellos pudo reaccionar, el otro ya estaba muerto, tendido en el suelo. El último caballero jedi que quedaba con vida era el maestro, quien empezó a atacar al Emperador. Tras unos breves minutos de lucha, Miurgo acabó cortando el brazo a su rival (desprendiéndole de su sable láser) y le hirió de muerte. Riendo, el sith apagó su arma y comenzó a caminar hacia el moribundo maestro. Era muy fácil darle un golpe final y acabar con todo, por lo que decidió utilizar la Fuerza para estrangularle y lanzarle rayos hasta matarlo, para después lanzar su cuerpo al reactor de la nave.

En el mundo de las Ideas

El Imperio había sido derrotado, pero su Emperador había sobrevivido. Miurgo era consciente de que su nave se había adentrado a un lugar misterioso. Desfallecido, se sentó en el trono y tras sentir de nuevo aquella extraña sensación, acabó durmiéndose. Comenzó a soñar con su pasado... Una caverna y unas sombras proyectadas. Caverna fría y solitaria, sombras de perfección...Mediante aquel sueño el Emperador asimiló la existencia de las Ideas, y que aquel lugar era el propio Mundo de las Ideas.

Pasaron varios días hasta que despertó. Sabía que había estado mucho tiempo durmiendo, y sin embargo no sentía hambre ni sed. Por si fuera poco, las heridas sufridas durante el enfrentamiento contra los jedi habían desaparecido, aunque él no lo había notado. Lo único que sabía es que algo le impulsaba a abandonar el Inductor... Desconocía el por qué, pero tenía una misión que cumplir. Cuando salió de la nave, se encontró en el espacio, donde, curiosamente, no se veía afectado por la falta de oxígeno. Al parecer, había perdido sus necesidades fisiológicas como ser vivo.

El fin del Universo


Coruscant. Darth Miurgo iba a cumplir su misión y para ello, sin saber del todo por qué y en mitad del espacio, alzó los brazos. Aquel nuevo poder que había obtenido le llevó a las proximidades de Coruscant. Contemplando el planeta que una vez fue su hogar, pronunció las siguientes palabras:

No aceptasteis la unión del Universo por las buenas, así que la aceptaréis por las malas... Todo cuanto hay se hará uno. De inmediato, todos los planetas, estrellas, satélites (toda la materia) del Universo comenzaron a juntarse y a fusionarse hasta formar una única masa. Ni que decir tiene que toda forma de vida fue eliminada. Ahora sólo había una enorme masa inerte, rodeada por un infinito espacio negro.

Tras contemplar su obra, el Emperador regresó al Inductor.

Segunda parte

El diseño del Universo

Ahora que se había alcanzado el Tercer Principio de la Termodinámica en el Universo, Darth Miurgo se autoproclamó Emperador de la Entropía. Pasó en el Inductor varios miles de millones de años en órbita geoestacionaria alrededor del Mundo de las Ideas, fuente de todo conocimiento, trabajando en el nuevo diseño del Universo, que no se parecería en nada al anterior. Utilizando sus recuerdos, así como los Conceptos que se le proyectaban desde el Mundo, elaboró planos sobre galaxias, estrellas y planetas. Después se dispuso a elaborar en detalle los planos sobre los aspectos de menor orden de magnitud y, como él se decía, de relevancia despreciable para el Universo: las condiciones para que la vida fuese posible.

Diseñó nuevos seres vivos, manteniendo únicamente al ser humano de los que ya conocía de eternidades atrás. Asimismo, en sólo un planeta se daría la vida, y el ser humano tendría que empezar a desarrollarse en un ambiente completamente hostil. Darth Miurgo pretendía monitorizar los desarrollos del ser humano para saber si realmente llegaría algún día a ser relevante en el cálculo de la Entropía del Universo, dado que ingenios anteriores como el Inductor; el Ejecutor; superdestructores de mayor envergadura como el Eclipse e incluso las propias Estrellas de la Muerte se quedaban muy cortas como para poder sobrecargar y destruir gigantes rojas o agujeros negros.


No habría bastado con un simple chispazo. Una vez fundamentado y diseñado todo cuanto poblaría el Universo, llegó el momento para el Emperador de producir el Cataclismo, otros miles de millones de años más tarde. Lo denominó de esa forma porque, en efecto, se perdería aquella Entropía de cero, aquel Frío Infinito. La Materia debía explotar para que se formase el nuevo Universo, y Darth Miurgo sabía que no bastaría con un simple chispazo. Se requeriría una percusión diferencial lo suficientemente elevada para que la Materia explotase (como consecuencia de reacciones en cadena) y sus distintos trozos se repartieran por todo el Espacio.

El Emperador decidió sacrificar su propia nave para conseguir tal efecto, ya que cuando aprendiese a dominar los poderes de las curvaturas espcio-temporales sería capaz de recuperarla a través de un mero viaje en el tiempo. Programó el ordenador de la nave para que saltase a la hipervelocidad. El Inductor se trataba de un superdestructor que superaba la velocidad de la luz en 15 puntos, lo cual supondría un choque de una masa digna de un gran asteroide a una velocidad de 4500000 km/s.

Cuando el superdestructor colisionó con la materia, el Lord del Sith sólo pudo contemplar. Pero pronto pudo escuchar, debido a que los desprendimientos de sólidos y gases le condujeron el sonido.

Resultados

Durante otra Eternidad anduvo produciéndose la reacción en cadena, y poco a poco, explosión tras explosión, la Materia volvió a estar separada.

Desde el Mundo de las Ideas analizaba Darth Miurgo hasta qué punto el tema de las tolerancias y ajustes había afectado a su Universo: los planetas, teóricamente esféricos, presentaban excentricidad; las galaxias eran de diversas formas, salvo las deseadas; y los astros describían elipses en lugar de circunferencias.

Asimismo, un mal cálculo a la hora de introducir las coordenadas de choque del Inductor supuso que las percusiones resultantes fuesen abrumadoramente enormes: las fuerzas gravitatorias no serían capaces de vencer la inercia adquirida por las galaxias, lo cual suponía que éstas siempre estarían alejándose, en continuo movimiento. Los errores de Darth Miurgo habían dado lugar a un Universo en expansión.

Los escritos de Platón e influencias posteriores

Desde su creación, la humanidad evolucionó rápido y en unos pocos millones de años se convirtió en la más temible de las especies. Darth Mirugo no intervenía, lo único que hacía era contemplar cuanto les ocurría y dejaba de ocurrir.

Nadie se percataría de su existencia hasta el nacimiento de aquel individuo de espaldas anchas que fue conocido como Platón. Este individuo tuvo la peculiar caractéristica de mentalizarse de la existencia de Darth Miurgo y de la del Mundo de las Ideas (también se mentalizó gracias a ciertos diálogos con Sócrates). Insistía en que la realidad que viven los seres humanos no es más que una proyección imperfecta cuyo foco se encuentra en el Mundo de las Ideas, y para explicarlo recurría al ejemplo del interior de una caverna sobre la que se proyectan sombras de objetos; y que el responsable de realizar tal acción no podía ser otro que Darth Miurgo.

No logro recordar su nombre exacto, pero era una composición de dos palabras: una era Miurgo, de la otra sólo recuerdo que empezaba por D. Por el momento nos referiremos a él con el nombre Demiurgo. En cualquier caso, como quien juega con luces y sombras en una caverna, el Demiurgo manipula las Ideas haciéndonos llegar una mera realidad aparante, que es la que capta nuestro cuerpo. El alma, por su parte, tiende a querer salir del cuerpo, ya que proviene del Mundo de las Ideas. Estos escritos de Platón acerca del Demiurgo han sido muy influyentes a lo largo de la Historia (sobre todo en el ámbito de la Religión). El problema reside en que no se ha sabido interpretar con exactitud su obra, lo cual ha provocado que en numerosas ocasiones se confunda a Dios con el Demiurgo.

La visita del principito

Después de la picadura de la serpiente, durante su viaje de retorno al asteroide B612, el principito observó una gran masa que obstaculizaba su trayectoria. Parece ser que el piloto francés no se percatararía del que fue el octavo planeta, aunque en realidad aquello podía ser cualquier cosa salvo un planeta. El principito creyó que se trataría de un asteroide de extraña geometría, mucho más grande que el suyo. Sin embargo, al acercarse más, le recordó a la máquina que se le averió a su amigo en el desierto. ¡Ah, pero si es un avión! Pero este no tiene alas… - se decía- Qué hará aquí perdida una persona grande. Tiempo atrás habría aterrizado para conocer aquel lugar, pero debido a las decepciones que se llevó anteriormente, pensó que lo mejor sería llegar cuanto antes a su hogar, su añorado asteroide, pues alguien a quien quería, le estaba esperando.

Sin embargo, el principito fue atrapado por el campo gravitatorio de la nave y se vio obligado a realizar un aterrizaje forzoso con sus pájaros silvestres. Aquel lugar le pareció un horror metálico gigantesco. Sin haber salido de su asombro, el Demiurgo se acercaba a él.


Se vio obligado a realizar un aterrizaje forzoso. Abrecomillas.png DEM: Saludos.

PRI: Buenos días, ¿quién eres?

DEM: Yo soy cuanto soy, Emperador del Universo y la Verdad, Señor de la Entropía.

PRI: ¿Emperador? ¿También mandas a las estrellas que brillen?

DEM: Humph, mis deberes van más allá de exigir a las cosas que hagan lo que inexorablemente van a hacer. Mi rol no es otro que proteger al Universo de su propio poder.

PRI: ¿Van a destruirse a sí mismos los planetas y las estrellas? Eso es horrible… De donde yo vengo hay unas puestas preciosas. ¿Qué sería de ellas? ¿Qué sería de mi rosa?

DEM: Digamos que el problema reside fundamentalmente en las estrellas. Pero bueno… Alguien tan joven como tú no debe preocuparse por ello, puesto que falta mucho tiempo y no estarás vivo para poder presenciar cualquier… Incidente. Así que tienes una rosa, ¿puedes hablarme de ella?

PRI: Es una rosa muy coqueta y orgullosa. Me enfadé con ella y decidí partir, pero me he dado cuenta de que no puedo dejarla más tiempo sola… Debo volver con ella y arroparla. Me pregunto si le habrán crecido las espinas…

DEM: Oh, sí, por supuesto. Así que… en efecto, el zorro no te lo ha contado.

PRI: ¿Contarme el qué?

El Demiurgo sonríe.

PRI: ¿Contarme el qué? (repitió el principito, que nunca en su vida había renunciado a una pregunta una vez que la había formulado)

DEM: Alguien como el zorro nunca te lo contaría. El caso es que aunque no te hayas mentalizado de ello, te va a costar un precio haber amaestrado a la rosa. Es verdad que ya no es como las demás, porque es a la que quieres. Joven, llevas mucho tiempo extirpando los baobabs de tu planeta, pero te has olvidado del que ha crecido en tu propio corazón... el amor hacia la rosa. Ten cuidado, príncipe, porque de lo contrario te verás sentado a mi derecha, pues estas particularizaciones te acabarán por convertir... en mi fiel servidor.

PRI: (Como si no escuchase sus palabras) Me está esperando... Tengo que irme...

DEM: Esta vez nada te detendrá. (Marchándose, desapareciendo en la oscuridad) Buen viaje.

Y el principito partió.

Cierracomillas.png Cuál sería la sorpresa del principito al llegar a su asteroide. Se encontró al cordero muerto, ahogado, con la mitad de la rosa en su boca. Lloró desconsoladamente, como llora un niño. El Demiurgo, por su parte, rió perversamente, como ríe un sith.

No había dejado de llorar cuando, repentinamente, sintió el abatimiento de su amigo que conoció en el desierto de la Tierra (de la misma manera que Yoda sintió la muerte de los jedi en la Orden 66 u Obi-Wan la destrucción de Alderaan, el principito sintió la muerte del piloto). Durante los siguientes días, el dolor le invadió el alma. Primero la rosa y el cordero, e inmediatamente después el piloto. Ya nada tenía sentido para él en aquel asteroide. Los volcanes entraron en erupción y los baobabs terminaron por asolar todo el lugar. La resultante de todo ello no fue otra cosa que la partida del principito del asteriode, rumbo al Inductor, rumbo al Demiurgo.

Abrecomillas.png El principito aterrizó por voluntad propia, en esta ocasión el campo gravitatorio de la nave no fue habilitado. Su intuición le llevó directo al trono.

PRI: Aquí estás, por fin te encuentro.

DEM: Saludos.

PRI: Tú sabías lo que iba a pasar, ¿por qué no me lo dijiste?

DEM: El hecho de que pueda predecir ciertos acontecimientos no significa que deba intervenir en ellos.

PRI: ¡Algo podrías haber hecho para evitarlo!

DEM: Cosas insignificantes como un humano o una rosa no merecen mi atención, pues el Universo no va a verse alterado por su vida o su muerte.

PRI: Tú... eres como el geógrafo. Peor aún, diría yo, porque más insignificante es alguien que ni se preocupa por las rosas ni por las personas.

DEM: Insignificante, de acuerdo. Pero respecto la moral del ser humano, no respecto de la que tendría el Universo en caso de estar vivo. Parece mentira que abandonáseis el geocentrismo.

PRI: (Comenzó a comprender al Demiurgo)...Odio al cordero que se comió la rosa, odio la guerra que se llevó a mi amigo, odio todo lo que estás diciendo y te odio a ti, que eres quien lo está diciendo.

DEM: Sin embargo, mi joven aprendiz, no has marchado todavía.

Y fue así como el Lado Osucro conoció al Principito.

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Vigencia

Debido a unas exrtañas y desconocidas perturbaciones acaecidas en una región del espacio, la Tierra decidió enviar una sonda espacial para investigar. Su viaje fue un éxito, pero al llegar al punto deseado se perdió contacto con ella. No obstante, pudo transmitir a la Tierra lo que visualizó: algo despreciablemente pequeño como para ser planeta o estrella, pero algo sorprendentemente grande como para ser nave espacial. En efecto, la sonda había dado con el Inductor, el que fue predicho por Platón y emplazado por Kepler. La sonda corroboró su existencia y que las misteriosas perturbaciones eran originadas no por la nave si no por una débil fuente de calor que la sonda detectó en su interior. Fuente de calor que no podía corresponder a otra cosa que al siempre contemplativo Demiurgo.

Bonus

Abrecomillas.png PRI: Maestro...

DEM: Qué sucede, Lord Bekirosis.

BEK: Maestro... Hay algo que todavía no he podido entender.

DEM: Dejémoslo por hoy. Ahora descansa y cuéntame qué es eso que no entiendes.

BEK: A penas unas horas después de que partiese de la Tierra, el avión de mi amigo fue derribado... ¿Por qué? ¿Acaso sabían que estaba ahí, perdido en el desierto, y fueron a por él?

DEM: Hum, veo que todavía no has aprendido a despreciar lo despreciable. Espero que con el tiempo seas capaz de hacerlo.

BEK: ¿¿Fueron a por él?? (El Demiurgo nota la ira de su aprendiz).

DEM: No desates tu ira en vano. Pasó un año desde que te picó mi serpiente.

BEK: Eso no puede ser...

DEM: Qué esperabas, Darth Bekirosis, viajar por donde viajas no es gratutito. Algún día serás capaz de comprender cuán elevado es el poder de los agujeros negros.

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Tercera parte

La destrucción de la Tierra

Cinco mil millones de años más tarde, el Demiurgo encomendó a Darth Bekirosis la tarea de luchar contra Dios y darle muerte. Por su parte, Cyberjesús, mandado por Dios, traspasó las defensas del Inductor y lo abordó. Después de derrotar sin dificultad aparente a un ejército de droidekas pesados que el Emperador tenía reservado, entabló combate contra el último. Fue una lucha corta y pobre, puesto que al Demiurgo le bastó con una descarga eléctrica para inhabilitar los sistemas electrónicos de Cyberjesús, quien una vez "muertoestropeado", fue lanzado al reactor de la nave.

Con Cyberjesús y Dios muertos, Andrómeda y Vía Láctea podrían chocar sin impedimento alguno. No obstante, cuando Darth Bekirosis se percató del peligro que corría el que una vez fue hogar de los humanos, se volvió y cargó contra su maestro. Si lo mataba, podría impedir la colisión entre ambas galaxias y el fatal destino que le esperaría a la Tierra, e incluso utilizar sus conocimientos adquiridos sobre la Fuerza y las Ideas para repoblarla. Sin embargo, por el propio bien del Universo, el Demiurgo consideraba que el número de galaxias debía ser reducido.

Abrecomillas.png El Demiurgo utilizó la Fuerza para detener la carga de su aprendiz y lanzarlo contra la pared.

DEM: ¿De verdad creías que sentí lástima y que te enseñé sin esperar nada de ti? Oh, sí. Debes estar orgulloso, has cumplido tu papel satisfactoriamente, tal y como predije hace ya más de cinco mil millones de años. Ahora ve, ve y reúnete con tu amigo el piloto.

El sable láser del Demiurgo atravesó el estómago del príncipe, quien tras un último suspiro, pensó que no mereció la pena enfadarse con su rosa, su amada rosa...

Cierracomillas.png

El Demiurgo se sorprendió al ver que, a pesar de ser despreciablemente probable, la Tierra fue absorvida por una estrella de Andrómeda.

Tras la detención de la danza entre las dos galaxias, el Demiurgo contempló la nueva obra.

Abrecomillas.png DEM: Enésima colisión intergaláctica que presencio... Grande eres, Lactómeda.

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Epílogo

Otros cuantos millones de años más tarde, en su completa soledad, el Demiurgo comenzó a enfrentarse a la propia muerte del Universo, lo cual empezó por manifestarse en las estrellas. Una tras otra, el Demiurgo contemplaba impotente cómo se apagaban para dar lugar a agujeros negros. Obviamente, el Inductor contaba con la suficiente velocidad de escape como para evitar la entrada al horizonte de sucesos. Aquella nave fue, en efecto, una buena inversión.

Y sin embargo las estrellas continuaban muriendo... desde la más pequeña hasta la más grande. El Demiurgo trataba de evitarlo utilizando todo cuanto su poder le permitía, pero una estrella era demasiado grande como para poder ser manipulada, y además por cada estrella que lograse salvar, otras tantas estrellas acabarían extinguíendose. Recurriendo a las Ideas, intentó rejuntar toda la Materia del Universo, como hizo antaño, pero debido a alguna razón desconocida (posiblemente a la variación del espacio-tiempo), éstas habían "perecido" y no consiguió mover ni media galaxia. Así que, incrédulo y asumiendo su derrota, se sentó en el trono de la nave para contemplar tristemente cómo el firmamento iba perdiendo sus energías, cómo se apagaban las estrellas. Pero por otro lado se sintió satisfecho. Al fin y al cabo, el Lado Oscuro dominaba el Universo.

Canción del Demiurgo al contemplar morir a las estrellas.

Letra de la canción.