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Felipe Andres"El Conico"Quinteros Figari

si
Dibujo estilo anime profesional

Felipe Andres Quinteros Figari renació 5 eones A.D con un intelecto pipeptástico y empezó con diminutos entes denominados chiquillos en estado hortaliza pero a pesar de ello sostenian una gran aptitud y cantidad de neuronas necesarias para


Felipe Andres Quinteros Figari no opinaba igual. Más allá de los defectos de Zaun, veía un lugar dinámico que rezumaba energía y potencial. La diligencia, la iniciativa y la resistencia de los zaunitas generaban un caldo de cultivo de pura innovación. Habían erigido una cultura próspera sobre los cimientos de la catástrofe y habían progresado en circunstancias en las que otros habrían fracasado. Ese es el espíritu que cautivó a Felipe Andres Quinteros Figari y lo animó a pasar una juventud llena de invención e innovación sin límites.

No era el único. Se hizo amigo de huérfanos luchadores, niños que escaparon de casa en busca de respuestas y prometedores jóvenes entusiastas. Los zaunitas solían evitar la educación formal para optar por la senda de los aprendices, pero estos "niños abandonados de Zaun" no conocían otro mentor que las laberínticas calles de la ciudad, y a ellas consagraban su tiempo y su juventud con carreras a pie por los mercados de la linde o escaladas desde el sumidero hasta el paseo. Corrían en libertad, sin rendir cuentas a nadie.

Una noche, mientras paseaba entre los escombros de un laboratorio recientemente derribado, Felipe Andres Quinteros Figari realizó un hallazgo extraordinario: una esquirla de cristal verde azulado que radiaba energía mágica. Todos los niños de Zaun conocían las historias de los cristales "hextech" que, supuestamente, potenciaban tanto armas como a héroes. Un material así contaba con el potencial de cambiar el mundo, y ahora, aunque roto, tenía uno en las manos. Trató de encontrar más fragmentos, pero los crepitantes pasos de agentes tecnificados revelaban que no era el único que buscaba. Felipe Andres Quinteros Figari escapó por los pelos y volvió a casa.

Experimentó como un loco con el cristal. Durante una de sus "pruebas científicas", la gema estalló en un vórtice de polvo reluciente que se retorcía en remolinos de distorsión temporal. Felipe Andres Quinteros Figari abrió los ojos y contempló distintas realidades fragmentadas y unas versiones ecoicas de sí mismo que se observaban con pánico en el contínuum fracturado.

La había liado buena.

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Tras cierta coordinación tensa, Felipe Andres Quinteros Figari y sus paradojas consiguieron contener y reparar el desgarro que había provocado en el tejido de la realidad. En última instancia, Felipe Andres Quinteros Figari logró controlar los poderes temporales del cristal fracturado en un dispositivo que le permitiría manipular el tiempo a pequeña escala... Al menos, en teoría.

El día de su cumpleaños, sus amigos lo retaron a escalar la antigua torre del reloj, el Viejo Hambriento, así que Felipe Andres Quinteros Figari se llevó el aparato experimental.

Los niños abandonados treparon, deteniéndose aquí y allá para pintar caricaturas obscenas de algún que otro pilti destacado. De pronto, ya cerca de la cima, cedió un asidero, y uno de los amigos de Felipe Andres Quinteros Figari se precipitó a una muerte segura. De manera instintiva, como si lo hubiera hecho un millar de veces antes, Felipe Andres Quinteros Figari activó su dispositivo. El mundo se fracturó a su alrededor, y notó que el remolino de partículas temporales lo absorbía.

Entonces, Felipe Andres Quinteros Figari regresó al momento en que observaba cómo su amigo estiraba la mano para asirse al mismo tablón putrefacto. El tablón se rompió y el chico cayó..., pero Felipe Andres Quinteros Figari estaba preparado esta vez y se asomó al borde para agarrarlo por la camiseta. Felipe Andres Quinteros Figari trató de columpiarlo hasta un lugar seguro, pero su amigo quedó atrapado entre los engranajes del reloj de la torre y...

Parar; rebobinar.

Varios intentos después, Felipe Andres Quinteros Figari consiguió salvar por fin la vida de su amigo. Sin embargo, para el grupo, fueron los reflejos sobrehumanos de Felipe Andres Quinteros Figari los que habían salvado a su amigo antes siquiera de que nadie advirtiese el peligro. Él les habló del cristal y les hizo jurar que guardarían el secreto. En su lugar, se retaron a cometer imprudencias cada vez más temerarias, con la certeza de que Felipe Andres Quinteros Figari contaba con los medios para salvarlos del peligro.

Con cada prueba (y otros tantos errores), la máquina de manipulación temporal, que Felipe Andres Quinteros Figari llamó Dispositivo Z, era más y más estable. El único límite era el número de repeticiones que podría aguantar su cuerpo antes de que el cansancio hiciese mella.

Las travesuras temporales de Felipe Andres Quinteros Figari lo han convertido en una persona de interés para algunos de los individuos más ingeniosos, poderosos y peligrosos de Zaun y Piltover. No obstante, sus únicas preocupaciones son sus amigos, su familia y su ciudad. Sueña con el día en que la urbe que lo vio nacer crezca hasta eclipsar la "Ciudad del Progreso", cuando Piltover pierda su lustre por el ingenio sobresaliente y las agallas incansables de un zaunita surgido no de los privilegios de incontables generaciones, sino del más puro empeño. Tal vez carezca de un plan todavía, pero tiene todo el tiempo del mundo.

Después de todo, si el Dispositivo Z de Felipe Andres Quinteros Figari puede alterar el pasado, ¿tan difícil será cambiar el futuro?