Auguste Maquet
Auguste Maquet o Agusto Maqueta nacio en París el 13 de septiembre del 1813 (para no dejar en dudas a Jasón, sí, de un día viernes) y cago fuego el 8 de enero de 1888 (época en la cual se estaba desarrollando la mejor sidra que iba a existir). Fue el verdadero escritor de las obras de Alejandro Dumas (padre), quien no aceptando que se le diera el mérito de las obras a Maquet, no dudo un segundo en pagarle cuantiosas riquezas. Cómo Maquet era un escritor materialista al que solo le interesaba el dinero, como a la mayoría de los escritores clasicos de esa época, no dudo un segundo en aceptar la estafa de Dumas.
Biografía
Maquet conoció a Dumas, cuando por medio de un amigo en común, cometió el peor error de su vida, y decidió enviarle sus escritos; de entre ellos podemos destacar "La Noche de Mary Grasa", la cual Dumas retocó (le cambió un 99,8% de lo que decía) y consiguió que fuera un éxito. Esto fue repetido varias veces, y frente al éxito que adquirían las obras, que más parecían escritas por un niño de siete años, Maquet tomo la decisión de cederle todos los derechos de Safe Creative (Creative Commons) a Dumas si este le entregaba el dinero suficiente para poder vivir en un castillo similar a los que él tenía. Dumas acepto, pasando a transformarse en el escritor clasicos que más aprovecho el éxito de otra persona, como si del propio se tratase, en la historia. Se rumorea, e incluso hay evidencia, que mantenían relaciones sexuales y que leían juntos las novelas del Marqués de Sade. Luego de unos años, cuando ya ambos eran viejos y decrépitos, terminaron por pelearse porque Dumas confundio su dentadura con la Maquet. Al final de tantos años, Maquet se percató que de Dumas le había robado todo ese tiempo y decidió hacerle un juicio, el cual perdió, porque Dumas, previendo este inminente peligro, había sobornado al juez para que fallara en su favor. Y hasta el día de hoy, se reconoce a Dumas como el verdadero dueño de las obras de August Maquet, quien murió infeliz, pero millonario en su castillo.
Obras
De entre ellas se puede destacar “El conde de Monteyisus”, que cuenta la historia de un hombre, llamado Edyermo Dantes Alighieris, que navegando tuvo la suerte de encontrarse con Napoleón Bonaparte, y la mala suerte de que eso generase la envidia de un contador de cuarta (que iba a bordo del barco “El Falo”). Sujeto que decidió, como un valiente, juntarse con otros dos hombres que también odiaban a Edyermo, para matarlo; aunque luego se arrepintieron y decidieron ser más indulgentes, dejándolo cómodamente encerrado en la cárcel conocida con el nombre de la “Caverna de Fi”, durante 14 escasos años (nada que cualquier persona no pueda pasar de la manera más feliz posible). Cosa que así sucedió, estuvo encerrado en Fi durante años. Al principio en una celda en condiciones razonablemente buenas, pero luego fue pasado al foso, un lugar mucho más suntuoso, debido a la amabilidad que tuvo de tomar una silla y lanzársela a su guardia (frente a la carencia de una pelota con la cual jugar). Por lo que como agradecimiento, fue llevado a una celda un tanto más lóbrega, pero finalmente de primera clase. Otra obra célebre fue “Los Cuatro Mosqueteros” (título original, a pesar de que en la Wikipedia se diga que son “Tres”). Cuánta la historia de tres hombre que conocen a un cuarto en condiciones específicamente pacíficas. Los tres primeros “Atroz”, “Puertas” y “Armisticio”, terminan por tomarle tanto cariño al cuarto, llamado Charles de Batz-Castelmore d'Artagnan (ah, no, perdón…, ese es su nombre original, pero no importa, igual sirve), que deciden jugar a las espaditas y luchar. Pero se ven interrumpidos por las gentes de “gasto” (llamado por algunos gentes de “togas”, con el fin de encubrir a la iglesia que se dedica a lucrar sin parar). Estás, más avaras que el cardenal de Mazarino, eran dirigidas por el cardenal de Risheliere, el verdadero Rey de Francia (mientras que Luis XIII no era más que el títere; como sucede en la mayoría de las monarquías y seguirá sucediendo en algunas presidencias (especialmente en las de Argentina)). Pero esto no fue impedimento para los cuatro Mosqueteros, que decidieron jugar con los gasto a las espaditas. Juego en el cual los penetraron por atrás sin piedad. Así es como comienzan las aventuras de estos cuatro pervertidos y terminan haciendo cosas demasiado grandes como para tratarse de un libro que intenta imitar a la historia y al realismo. Otra dichosa obra fue “La Reina Amarguita”. Que cuenta la historia de dos nobles hombres (que actualmente serían llamados por el feminismo onvrez, por sus procederes caballerezcos que para la mujer actual resultan una vulgaridad de viejoverde) que se conocen una noche en un motel de primera en París, llamado “Al Manco”. Dónde otro onvre, que es el dueño, llamado “La Huyere”, a veces se dedica a la gastronomía, mientras otras sale a decapitar personas a la calle como cualquier cocinero estándar. Estos nobles, uno conocido como la Mole Moli, y el otro como Anobal de Caconas terminan por pelearse porque pertenecen a diferentes religiones. Y en una noche, conocida como “La noche de San Garcalóme”, se produce una guerra entre dos religiones, una es la del “Monstruo Espagueti Volador” y la otra “Los testigos de Jehová”. El hecho tuvo lugar, cuando a los testigos de Jehová, se les ocurrió ir a tocar a todas las puertas de París a hablar sobre los beneficios de ser un esclavo más del Dios Abrahamico; como resultado, los adoradores del Espagueti Volador se hartaron de ver la ignominia que suscitaban al renegar de su Dios y tuvieron la excelente idea de eliminar a todos los testigos de Jehová, tarea que lograron, ya que eran más fuertes y su Dios no les fallaría.
Otras obras dignas de nombrar son, “El Tulipán Negro” (hoy llamado “El Tulipán Oscuro”, debido a la oposición de la etnia afroamericana, por una cuestion de racismo), “El Caballero de La Capa Rota”, “Veinte anos penetrados”, “El Vizmarques de Bragueta Abierta”, “La Dama de Monserau y Su Pervertido Esposo y Secuestrador” y “Los Cuarenticinco anos” (pese a no aparentarlo, Maquet había tomado un gran amor por el Marqués de Sade y a partir de el se inspiraba para ponerle los títulos a sus obras). El resto de las 248 obras de Maquet son tan malas, que ni siquiera Dumas pudo mejorarlas, a pesar de ser un experto en este asunto; por lo que no solo no merecen ser nombradas, sino que deberían ser incinerados por Guy Montag de una vez y para siempre.