Benjamin Button

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Mariposa.jpg Dejar este artículo en su estado actual, es como impedir a una mariposa desplegar sus alas. Si tienes un rato libre, puedes ir mejorando el formato (divide en secciones, añade enlaces, etc) y, a ser posible, intentando limitar los regionalismos españoles (¡que los sudamericanos también querrán enterarse!). El mundo será más bonito y todos viviremos más felices.
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Queeny -madre adoptiva de Benjamin (qué esperábais, es negra como el tizón!)-, al verle por primera vez.
Queeny. Oh, Dios mío.


Benjamin Button -el "botón pequeño" en inglés de Gibraltar- es un ser humano que nace en Nueva Orleans siendo viejales.

¡¡tachán!!

Se cree que el artífice de tal hazaña no es más que una energía que emana de un reloj que construyó un relojero ciego (¿quién dijo miedo?) que iba hacia atrás, es decir, en sentido contrario a sí mismo. Por lo tanto, el pequeño anciano nonato en principio es más feo que Picio porque tiene toda la piel de un viejo de 1,50m plegada en cuerpo de bebé.

panzarriba

Vamos, que nace el churumbel que no hay quien haga carrera de él: cataratas, artrosis, colesterol, alopecia, olor a baraja, incontinencia... de todo menos experiencia. Así que le enseñan a leer, a escribir, a andar en silla de ruedas y después a contonearse con muletas todo antes de los 8 años de edad. Vive en su jardín de infancia que no es más que una casa asilo que lleva su madre adoptiva (la sabia de la cita de arriba), donde se encuentra como pez en el agua rodeado de jubilados.

Un día conoce a una niña pelirroja más pálida que él mismo cuando una vez vió que se le ponían los huevillos negros. Esa niña, que se convierte en su amiga, crece según los relojes convencionales y es entonces cuando Benjamin nota los estúpidos tradicionalismos de la época (Viejales jugando con niña. Es que lo han puesto a huevo) y se pira del Asilo de Infancia para montarse en un barco que capitanea un borrachoconpuroenboca que le enseñará los placeres de la vida (drogas y sexo), pero de lo que el aprenderá lo justo (porque tiene como unos 11 años en esa época). El barco se mete en Pearl Harbor y acaba como el rosario de la aurora, aunque Benjamin -no sabemos cómo- sobrevive y lo contempla todo desde un carguero con una manta y un té.

Vuelve a encontrarse con la niña pálida -que ahora es una adolescente pálida- que se ha puesto a bailar todo el día y además es una actriz conocida. Ella está agilipollada porque se le ha subido por la falda eso de vivir en Nueva York y hacer ballet a la vez, así que Benjamin, que la ve desde su joven senectud, la manda a tomar vientos y se va a su Jardín del Imserso de nuevo donde poco a poco se va convirtiendo en Brad Pitt cincuentón.

Un día recibe un telegrama que dice brevemente que "una chica salió de su casa para coger un taxi pero se dejó el abrigo y le llamaron por teléfono lo cual le hizo coger un taxi después del que iba a coger en realidad entonces el taxi en el que se montó pegó dos frenazos uno porque un tío se había despertado tarde y salió corriendo de casa y cruzó sin mirar y otro porque la chica le hizo parar para recoger un pastel que la dependienta no había envuelto aún porque había cortado con su novio y se le había olvidado y tuvo que esperar y se le metió el camión de la pastelería en medio y una vez la chica había regresado al taxi se metieron a todo gas por el callejón donde estaba la puerta trasera del teatro por donde la pálida cuasiadulta amiga de Benjamin salía de su ensayo dando vueltas como una peonza sin ver que el taxi se la iba a comer de un bocao". De lo que Benjamin entendió "ve a París que la bailarina llama "pierna" a cinco cachos de hueso independientes".

Entonces se mete un viaje a París andando ya más tieso que la bailarina en sus mejores tiempos y cuando llega ésta le dice que se vaya. Así que se va de nuevo al sitio desde donde salió.

Un tiempo más tarde (no se sabe muy bien cuánto pero Benjamin ya está buenorro buenorro-es el Brad Pitt de Thelma & Louise-) la pálida regresa disfrazada de Adele.

Se disfrazó bien, ¿eh?

Se lían y están juntos hasta que tienen una hija -que crece según las agujas de reloj que todos tenemos- y hasta que a él le salen granos pubertosos. Se marcha al Tíbet a rejuvenecer y se lava los dientes todos los días en lo alto de una montaña (total, como se le van a caer y le van a salir los de leche después puede hacerlo en una cumbre sin miedo a meterse un ostión y que se le partan).


¡Ay que te como!

Una noche, back in América, se le ocurre ir a visitar a la pálida que está igual pero con papada (papálida) y ve a su hija, que tiene más o menos su edad. Después un último polvete la papálida se marcha no sin antes haberse dado mutua y educadamente las buenas noches.


Pasa el tiempo (para todos hacia un lado y para Benjamin hacia el otro).

La papálida se dispone a fregar los platos cuando le llaman por teléfono para decirle que tiene que cargar con un niño con demencia senil que se llama Benjamin porque sale mucho en el diario que lleva éste consigo. Ella se pone las gafas de la señora Doubtfire y va a cuidarle al Asilo Puericultor hasta que un día -cuando Benjamin mide ya casi lo mismo que un iPad y tiene una piel tersa y firme y de máxima resolución-, cierra los ojos y nunca más los abre.

Unos años después, la papálida muere vieja -como cuando Benjamin era joven- en un hospital en compañía de su hija y un colibrí.