David Livingstone

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Livingstone solía imaginarse a la gente desnuda. Recuerdos de su paso por la nudista Suecia.
Cita3.png¿Doctor Livingstone Supongo?Cita4.png
Henry Stanley probando suerte
Cita3.pngNo, se equivoca, yo soy el Doctor Livingstong Mutombo. El error es comprensible, pero la próxima vez asegurese de no entrar en un poblado canibal. Pero que tonterias digo, si no habrá próxima vez. ¡MWAHAHAHA!Cita4.png
Doctor Livingstong Motumbo mientras palpaba las carnes del aterrado y sabroso Stanley

David Livingstone Supongo fue un explorador que se perdió apropósito por África mientras intentaba buscar una ruta comercial más corta para llegar a las Indias Orientales.

Vida temprana

Livingstone perteneció a la rama más extrema de los Boy Scouts.

Nació en la ciudad escocesa de J&B en 1813. Era del clan McLeod, por lo que su familia pertenecia a una rama ultraortodoxa del Pastafarismo más radical. De joven sintió inclinaciones, pero se le pasaron rápido cuando descubrió a las mujeres. Se graduó en medicina homeopatética por la Universidad de Chivas Regal, consiguió un doctorado en Ballantines y más tarde ingresó en los Boy Scouts para completar su formación académica.

En el año 1840 fue expulsado con deshonor de los Boy Scouts al descubrirse que utilizaba su navaja suiza reglamentaria para descorchar las botellas de whisky en vez de utilizar los dientes.

Enemistad con Magritte

Un día que caminaba bajo la lluvia se encontró un penique tirado en el suelo, al agacharse un hombre ataviado de mono salió de un callejón adelaño y lo abusó sexualmente en el acto. El pobre Livingstone se quedó atónitamente tendido en el suelo mientras un extraño pintor aprovechaba la situación para robarle el bombín.

Livingstone supo tras investigar un poco que el pintor era un tal Magritte, pintor surrealista coleccionista de manzanas. Le había robado su mejor bombín y eso era inaceptable, ¿en qué clase de sociedad victoriana se podría aceptar dicho comportamiento? En cuanto descubrió que Magritte había sido ingresado en un psiquiátrico lo dejó correr y tuvo una revelacióna que cambiaría su vida. Todo ocurrió una tarde de verano mientras leía el periódico, en una de las secciones, un explorador británico comentaba que lo que más le llamó la atención en sus viajes a África es que las mujeres iban desnudas en público.

En África

Livingstone mientras practicaba el erotismo entre especies. (Anónimo, óleo, 1867)

Sin dudarlo un momento partió al África negra llamado por un espíritu misionero como nunca se había visto antes, quería propagar el pastafarismo por esas tierras a toda costa y tangencialmente entretener la vista. Hay que apuntar que antes de este arrebato sexual espiritual contrajo matrimonio con Mary Moff Tarkin, hija del temible Gran Moff Tarkin. La dejó preñada de sus cuatro hijos que irían naciendo por oleadas. Tras despedirse de su tierna esposa tomó un barco de vapor en dirección sur.

En el otoño del año 1850 llegó a la ciudad de Tse-Tse donde buscaba paganos impenitentes a los que tratar de evangelizar para que abandonasen sus creencias primitivas, barbaras y africanas y adoptasen otras creencias primitivas, barabaras y europeas. Tras comprobar que no valía la pena usar la palabra para convencer a los pobladores del lugar, ya que no hablaban europeo, pasó a usar un método más expeditivo pero también más rápido, el látigo de seis colas con puntas de acero. Al cabo de un año más de 200.000 personas habían abrazado de forma espontánea el pastafarismo. Ante el éxito inusitado decidió explorar África en busca de las Minas del Rey Salomón.

Pasó veinte años coleccionando cicatrices y buenos momentos con un grupo de ebanistas y bien torneados porteadores, de los que aprendería muchas cosas interesantes a la par que inquietantes.

Henry Stanley o la persevarancia

Stanley era un ser vivo que moraba en Estados Unidos hasta que un día que estaba leyendo El jugador de Fiódor Dotoyevski recordó que su buen amigo Livingstone le debía 3.000 rublos dólares. Todo por una apuesta en la que se jugaban a ver quien era capaz de frotarse el cuerpo de manera más sensual utilizando únicamente un rallador de queso. Decidido a cobrar la apuesta, se puso un disfraz de pollo, agarró su maletín y marchó a África en pos de su lucrativo amigo.

Nada más poner un pie en el continente negro recibió noticias de que Livingstone estaba explorando los sitios más recónditos. De aquellas no existía el sedentario Google Maps y había que echarse una buena caminata para descubrir montañas y ríos a los que ponerles nombres de reyes europeos. Durante cinco años se dedicó a pasear por las selvar al grito de ¡Livingstone supongo! y en una ocasión estuvo dos días gritándole al eco de una montaña hasta que los porteadores, hartos de estar sentados, lo sacaron a la fuerza del lugar. Por fin encontró al explorador británico a orillas del Lago Victoria mientras dirigía las obras de construcción de un centro comercial. Así se produjo el mítico encuentro que transcurrió según la información de un testigo ocular:

Henry Stanley: Hola... ¿qué pasa?...
Livingstone: Pss... poca cosa... ¿Qué, no lo vas a decir?
Henry Stanley: No se a que te refieres.
Livingstone: Veeeenga, dilo, sé que te mueres de ganas.
Henry Stanley: Está bien, como sois los británicos... ¿Doctor Livingstone es cierto que se toca en ciertas partes para desahogarse?
Livingstone: Absolutamente cierto.

Sus descubrimientos

Tan numerosas son sus hazañas que ocuparían más de cien kilobytes por lo que a continuación sólo dejamos una pequeña lista de cosas que descubrió Livingstone o creyó descubrir:

  • Un día descubrió una lanza masái en su espalda.
  • Descubrió a su mujer con otro hombre.
  • Descubrió una estatua en su honor que los atemorizados zulúes construyeron de forma espontánea y bajo coacción.
  • Una mañana del 8 de Julio de 1856, mientras defecaba al pie de un baobab, descubrió lo que era una hernia discal.

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