Diferencia entre revisiones de «Nicolás Paganini»

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Enemigo acérrimo de [[Vivaldi]], el monje compositor que aborrecía el paganismo, el ocio pagano y hasta los descansos paganos, Paganini es retratado en aquelarres bajo [[Luna|lunas]] llenas paganas violinizando todo lo violinizable. En los equinoccios paganos sus seguidores celebran su legado con danzas paganas y 20% de descuento en sus [[LP]] y Flexi-Disk<ref>Entre otros formatos musicales desactualizados y, por lo tanto, paganos.</ref>.
 
==Infancia Paganografía ==
 
=== Infancia ===
Durante siglos, los musicólogos teólogos y demás fetiches de logos, han balbuceado sobre un Anti-Vivaldi, un diablillo pagano nacido para prenderle fuego a la aburrida partitura del monje compositor. Pero sus cacharros para cazar genios eran pura chatarra, y las partituras de la infancia de Niccolò Paganini, el supuesto Anti-Vivaldi, brillaban por su ausencia. La leyenda decía que, si Paganini y Vivaldi se cruzaban, estallarían en un riff tan bestia que fundiría los órganos de las iglesias y haría twerking a las estatuas de santos (ojalá).
 
En 1782, en Génova, el mini-Niccolò, un gremlin pagano con pañales, agarró un violín de juguete y soltó un solo tan salvaje que una sonata de Vivaldi, que sonaba en la iglesia de al lado, se desintegró junto con la iglesia. Los curas necesitaban una excusa para el obispo, así que escribieron "bebé endemoniado, toca demasiado bien" en el registro.
 
=== Carrera temprana ===
Los novatos melómanos suelen pensar que Bad Mozart o Daddy Beethoven inventaron el virtuosismo, pero eso es porque se tragan cualquier cuento de un tipo con peluca y frac. Muchos también le tienen tirria al clasicismo musical porque etiqueta a los rebeldes como Paganini de endemoniado, bueno, sí lo era pero eso no quita el racismo.
 
En 1805, el joven Niccolò Paganini, apenas un veinteañero con melena de rockstar pero genuinamente piojoso (nada de ficción en él) y dedos más largos que un dedeador profesional, ya estaba revolucionando los tugurios paganos de Italia. Mientras los estirados de la academia lo acusaban de vender su alma por tocar como poseído, él se colaba en clubes de jazz paganos improvisados en Génova y Lucca, donde sus Caprichos hacían que los asistentes estallaran y las copas bailaran breakdance. Los rumores decían que sus partituras no eran notas, sino conjuros paganos que te robaban el alma, pero nadie creyó eso porque los que lo decían ni alma tenían.
 
=== Retos musicales ===
Paganini no era humano, o quizá sí, pero solo técnicamente, porque el Demonio de las Octavas (el violinista privado de Luz y Fer) le había sacado los huesos uno por uno y los había reemplazado con espagueti al dente, el alimento más pagano conocido por el hombre y el infierno. Por eso se movía como un títere poseído, como Pinocho y podía usar todo su cuerpo y partes que no se supone que debe tener un cuerpo, para tocar.
 
Mientras, Paganini tocaba con un violín sin cuerdas, o con cuerdas sin violín o sin ninguno de los dos y solo se tocaba él mismo, con una técnica tan imposible que los físicos de la época se rendían y anotaban "brujería" en sus cuadernos. Sus caprichos no eran composiciones, sino malédiciones musicales, y que si los escuchabas tres veces seguidas, te crecía una tercera mano pero solo para aplaudirle a él.
 
=== De Sicilia a Viena ===
 
Paganini no viajaba, se esparcía como una plaga. De Sicilia a Viena, su gira fue menos tour musical y más cruzada inversa: allí donde la Iglesia intentaba salvar almas con country cristiano y Osanna rap (sí, existió, y fue tan triste como suena), él aparecía con el violín y, sin decir una palabra, devolvía a las masas al paganismo en andante con fuoco.
 
Para cuando llegó a Praga, la Iglesia había tirado la toalla y empezado a vender velas benditas con aroma a resina de violín. Paganini, generoso, les dejó un 10% de las ganancias. En monedas del infierno, claro.
 
=== París y Londres ===
 
Cuando Paganini llegó a París, la ciudad estaba demasiado ocupada revolucionando y decapitando aristócratas como para notar que un italiano flaco y sospechosamente espectral acababa de convertir Notre Dame en un casino. No es que le pidiera permiso a nadie, simplemente un día apareció, afinó su violín frente al altar y empezó a tocar una tarantela tan contagiosa que los feligreses olvidaron rezar o decapitar o hacer baguettes (las tres cosas que definen a un francés) y se pusieron a apostar a cuál santo se le caería primero la cabeza de la estatua. El obispo protestó, pero Paganini le pegó y siguió tocando.
 
Londres fue menos amable. Los protestantes vieron a Paganini entrar como una sombra elegante y decidieron que lo más cristiano que podían hacer era prenderle fuego. Lo intentaron, al menos. Pero entre el humo y los gritos, se dieron cuenta de que el hombre seguía tocando, imperturbable, como si el incendio fuera un efecto de luces. Cuando las llamas se apagaron, Paganini seguía ahí, un poco más chamuscado, pero con el violín intacto. "Eso no fue un intento de asesinato, fue un sauna", murmuró, y acto seguido lanzó un concierto tan frenético que los mismos que lo quemaron terminaron bailando al rededor de un caldero.
 
=== Sudamérica ===
En Caracas descubrió el JazzPianismo (mezcla erótica de jazz y piano) y su vida ya no fue la misma. Tampoco la de sus queridas, porque después de la primera noche de ritmo sepsual, ninguna volvió a mirar un violín de la misma manera. Algunas juraron escuchar trinos en sus sueños húmedos, otras pidieron divorcio de sus maridos por aburridos, y una en particular se fue a un convento, pero solo para tocar el órgano en modo allegro prohibido.
 
En Río, intentó fusionarlo con algo que llamó "Samba Diabólica", pero el resultado fue tan caliente que los músicos locales tuvieron que echarse agua bendita en las manos antes de tocar. Un crítico escribió: "No es música, es un delito con acompañamiento de percusión". Paganini lo tomó como un cumplido y le dedicó un solo en la habitación del crítico quién no pudo escapar.
 
=== Enfermedad ===
El Demonio de las Octavas fue despedido. Sí, el infierno también sufrió reestructuraciones corporativas, y como siempre, el primer departamento en caer fue el de Artes y Pactos Satánicos. Sin previo aviso, a Paganini se le canceló su membresía premium de poderes infernales. De la noche a la mañana, el hechicero del violín pasó a ser un simple mortal con una agenda muy apretada: perder dientes a un ritmo industrial (30 por día durante cuatro años, No es que se le cayeran de a uno, discretamente, como un caballero).
 
Los médicos más tontos insistían en que Paganini había contraído la enfermedad de los virtuosos en esas juntas anuales donde Liszt, Rossini y Berlioz se pasaban la sífilis para después diseminarla con sus orquestas. Pero los doctores con más luces (o al menos los que habían leído un contrato infernal) sabían la verdad: no era cuestión de jazz pianos, fiebres ni orgías musicales, sino de un pacto con el Diablo que había llegado a su fecha de caducidad. Los síntomas eran obvios: dedos que se esfumaban, un violín que ahora sonaba a lata vieja y el hecho de que cada vez que intentaba tocar, aparecía un olor a azufre y risa sarcástica de fondo.
 
=== Muerte ===
¿Muerte? Eso quisiera. Uno de los efectos secundarios de ser pagano, violinista y exfavorito del infierno es la molestia de no poder morir. Su hijo, entusiasmado con la idea de estrenar su herencia, insistió en darle sepultura solo para estrenar su traje negro nuevo. Pero ningún cementerio lo aceptó: el Papa en persona había enviado una circular advirtiendo que si Paganini entraba, resucitaría a todo el camposanto solo por costumbre y arruinaría el negocio de las rentas perpetuas. Los cementerios paganos quedaban muy lejos, y al muchacho le daba pereza viajar tanto para enterrar a un padre que seguía pidiendo café.
 
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