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Nicolás Paganini

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⚡ ¡DISCREPAN LOS AUTORES! ⚡
Se lanzaron a un duelo a muerte con cuchillos por sus ideas. Si quieres otra alternativa de investigación, explora Niccolò Paganini.

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Nicolás Paganini
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Paganini retrato diablito.png
No, no es CGI, solo pura genética del inframundo.
Personal
Nacimiento Italianini
Defunción Vienanini
Estado actual Convertido en leyenda, pero incapaz de morir del todo.
Lugar de residencia Salas de concierto y aquelarres musicales bajo lunas llenas.
Sobrenombres El anticristo del violín, el Gremlin del pentagrama.
Su obra
Se dedica a Violinista sobrenatural y pesadilla de los clérigos.
Origen Un laboratorio secreto de alquimia fallida.
Hazañas logradas Vendió su alma por talento y luego la revendió con intereses.
Relaciones Pactos infernales y contratos malditos, su hermano nerd Niccolò Paganini
Enemigos Antonio Vivaldi, quien lo consideraba un peligro para la decencia musical.
Obras Caprichos que funden órganos de iglesia y convocan tormentas infernales.


Aunque algunos insisten en que era solo un violinista prodigio con falta de huesos, Nicolás Paganini (Génova, Italia, 1782 - Niza, Inframundo, 1840/∞) es en verdad un demonio venerado por el paganismo, cristianismo, el islam, el budismo y hasta por sectas ficticias como el judaísmo cienciologismo. Es el pagano supremo, el rey de los paganos, que vive para los clubes de jazz paganos de Nueva Orleans, Berlín y Ukelele, donde su violín embrujado desata melodías paganas que corrompen corazones y te vuelven seguidor de la música clásica que definitivamente es pagana porque no tiene sintetizadores.

Enemigo acérrimo de Vivaldi, el monje compositor que aborrecía el paganismo, el ocio pagano y hasta los descansos paganos, Paganini es retratado en aquelarres bajo lunas llenas paganas violinizando todo lo violinizable. En los equinoccios paganos sus seguidores celebran su legado con danzas paganas y 20% de descuento en sus LP y Flexi-Disk[1].

Paganografía

Infancia

Casa natal de Nicolás Paganini.

Durante siglos, los musicólogos teólogos y demás fetiches de logos, han balbuceado sobre un Anti-Vivaldi, un diablillo pagano nacido para prenderle fuego a la aburrida (y extensa, pero sobre todo climática) partitura del monje compositor. Pero sus cacharros para cazar genios eran pura chatarra, y las partituras de la infancia de Paganini, el supuesto Anti-Vivaldi, brillaban por su ausencia. La leyenda decía que, si Paganini y Vivaldi se cruzaban, estallarían en un riff tan bestia que fundiría los órganos de las iglesias y haría twerking a las estatuas de santos (ojalá).

En 1782, en Génova, el mini-Nicolás, un gremlin pagano con pañales, agarró un violín de juguete y soltó un solo tan salvaje que una sonata de Vivaldi, que sonaba en la iglesia de al lado, se desintegró junto con la iglesia. Los curas necesitaban una excusa para el obispo de porque se habían quedado sin partitura (y sin iglesia), así que escribieron "bebé endemoniado, toca demasiado bien" en el registro.

Carrera temprana

De joven ya se le notaba algo raro, pero no se identificaba bien qué

Los novatos melómanos (los fans de los melones) suelen pensar que Bad Mozart o Daddy Beethoven inventaron el virtuosismo, pero eso es porque se tragan cualquier cuento de un tipo con peluca y frac que les pega con una batuta para que aprendan historia de la música. Muchos también le creen al clasicismo musical porque etiqueta a los rebeldes como Paganini de endemoniado, bueno, sí lo era pero eso no quita el racismo clasicismo a sus estereotipos.

La verdad es que la historia de la música clásica va de la mano con la de los genios paganos como Geirr Tveitt (un metalero del piano clásico que componía para Thor en los 1930s, o Nicolás), y la única razón por la que Paganini es el ídolo de los rockeros y los DJs de garito es porque los estirados de la ópera decían que sus solos eran pecado mortal. Esto es evidente si piensas en otras cosas que los puristas detestan, como el punk, las afterparties y los hilos de X sobre teoría musical.

En 1805, apenas un veinteañero con melena de rockstar pero genuinamente piojoso (nada de ficción en él como los posers actuales) y dedos más largos que un dedeador profesional, ya estaba revolucionando los tugurios paganos de Italia (y el mayor enemigo, de Italia, Sicilia). Mientras los estirados de la academia lo acusaban de vender su alma por tocar como poseído, la verdad es que la vendió por gusto y tocó como poseído por mero capricho, por eso así le llamaba a todas sus creaciones), él se colaba en clubes de jazz paganos improvisados en Génova y Lucca, donde sus Caprichos hacían que los asistentes estallaran y las copas bailaran, debía ser al contrario pero Paganini no era como todos. Los rumores decían que sus partituras no eran notas, sino conjuros paganos que te robaban el alma, pero nadie creyó eso porque los que lo decían ni alma tenían.

Retos musicales

Paganini
Cuando va ganando el reto
Cuando va ganando el reto
Ah, pero cuando va perdiendo el duelo
Ah, pero cuando va perdiendo el duelo

Paganini no era humano, o quizá sí, pero solo técnicamente, porque el Demonio de las Octavas (el violinista privado de Luz y Fer) le había sacado los huesos uno por uno y los había reemplazado con espagueti al dente, el alimento más pagano conocido por el hombre y el infierno. Por eso se movía como un títere poseído, como Pinocho y podía usar todo su cuerpo y partes que no se supone que debe tener un cuerpo, para tocar.

Lo canonizaron por pagano, lo excomulgaron por exceso de talento y lo multaron en varias ciudades por ser feo pero sexy, lo que contradecía el Código eclesiástico pues solo los Papas tienen derecho a ser esas dos cosas al mismo tiempo.

Sus rivales intentaron desafiarlo, claro. Pero el Demonio de las Octavas no era justo: por cada nota que fallaban, les arrancaba una pierna y se la sustituía por una de oro macizo, por suerte, 100% infuncionales (sic), rezaban los contratos en letra tan pequeña que sólo hasta que se inventó el microscopio se pudo demandar. Así terminaron todos: Lafont arrastrándose como un caracol con 666 piernas de oro, Lipiński con su alma encerrada en un piojo de Paganini, y el Conde de Cremona vendiendo panettone para pagar abrillantador para sus prótesis inútiles.

Mientras, Paganini tocaba con un violín sin cuerdas, o con cuerdas sin violín o sin ninguno de los dos y solo se tocaba él mismo, con una técnica tan imposible que los físicos de la época se rendían y anotaban "brujería" en sus cuadernos. Sus caprichos no eran composiciones, sino malédiciones musicales, y que si los escuchabas tres veces seguidas, te crecía una tercera mano pero solo para aplaudirle a él y después esa mano intentaba ahorcales por sí misma, pero ya hay un artículo de eso.

De Sicilia a Viena

Los maridos pagaban al feo y jorobado Paganini para excitar a sus esposas.

Paganini no viajaba, se esparcía como una plaga. De Sicilia a Viena, su gira fue menos tour musical y más cruzada inversa: allí donde la Iglesia intentaba salvar almas con country cristiano y Osanna rap (sí, existió, y fue tan triste como suena), él aparecía con el violín y, sin decir una palabra, devolvía a las masas al paganismo en andante con fuoco.

En Nápoles, los monjes habían inventado algo llamado "Salmodia con beat", que sonaba como un gregoriano con hipo. Paganini escuchó tres compases, se le cayó la cara de vergüenza, y respondió con un capricho que hizo que medio pueblo se pusiera a adorar árboles por nostalgia. En Roma, un obispo intentó exorcizarlo durante un concierto, pero terminó bailando una tarantela y pidiendo otra, pero en modo frigio.

Viena fue el colmo: la catedral había contratado a un coro de niños que rapeaba salmos con ritmo de polca. Paganini, en un movimiento maestro, afinó su violín con demonios menores y tocó una sonata tan pecaminosa que los feligreses empezaron a gritar "¡eso es arte, carajo!" y a quemar sus misales para usarlos de abanico. El arzobispo, furioso, lo declaró música peligrosa para la moral, a lo que Paganini, en su único comentario público, respondió: "Gracias".

Para cuando llegó a Praga, la Iglesia había tirado la toalla y empezado a vender velas benditas con aroma a resina de violín. Paganini, generoso, les dejó un 10% de las ganancias. En monedas del infierno, claro.

París y Londres

Cada que vuelve de visita a París siempre es confundido con una gárgola, no sabemos por qué.

Cuando llegó a París, la ciudad estaba demasiado ocupada revolucionando y decapitando aristócratas como para notar que un italiano flaco y sospechosamente espectral acababa de convertir Notre Dame en un casino. No es que le pidiera permiso a nadie, simplemente un día apareció, afinó su violín frente al altar y empezó a tocar una tarantela tan contagiosa que los feligreses olvidaron rezar o decapitar o hacer baguettes (las tres cosas que definen a un francés) y se pusieron a apostar a cuál santo se le caería primero la cabeza de la estatua. El obispo protestó, pero Paganini le pegó y siguió tocando.

Londres fue menos amable. Los protestantes vieron a Paganini entrar como una sombra elegante y decidieron que lo más cristiano que podían hacer era prenderle fuego. Lo intentaron, al menos. Pero entre el humo y los gritos, se dieron cuenta de que el hombre seguía tocando, imperturbable, como si el incendio fuera un efecto de luces. Cuando las llamas se apagaron, Paganini seguía ahí, un poco más chamuscado, pero con el violín intacto. "Eso no fue un intento de asesinato, fue un sauna", murmuró, y acto seguido lanzó un concierto tan frenético que los mismos que lo quemaron terminaron bailando al rededor de un caldero.

Sudamérica

En Sudamérica dejó de tocar Caprichos y comenzó a tocar Carpinchos.

En Caracas descubrió el JazzPianismo (mezcla erótica de jazz y piano) y su vida ya no fue la misma. Tampoco la de sus queridas, porque después de la primera noche de ritmo sepsual, ninguna volvió a mirar un violín de la misma manera. Algunas juraron escuchar trinos en sus sueños húmedos, otras pidieron divorcio de sus maridos por aburridos y vertebrados, y una en particular se fue a un convento, pero solo para tocar el órgano en modo allegro prohibido.

El problema era que el JazzPianismo no se podía tocar con decencia (tampoco es que Paganini lo quisiera). Requería contorsiones, gemidos musicales y un uso del fideo privado que hubiera escandalizado hasta al mismísmo Diablo de las Octavas. Paganini, por supuesto, lo dominó en una tarde. Para la segunda semana, ya tenía a medio continente bailando en el primer carnaval de música clásica jazzpiana.

En Río, intentó fusionarlo con algo que llamó "Samba Diabólica", pero el resultado fue tan caliente que los músicos locales tuvieron que echarse agua bendita en las manos antes de tocar. Un crítico escribió: "No es música, es un delito con acompañamiento de percusión". Paganini lo tomó como un cumplido y le dedicó un solo en la habitación del crítico quién no pudo escapar.

Enfermedad

Convenció a su mulato de tocar el violín pero nunca lo convenció de vestirse. Aquí le está tocando en su lecho de muerte para después tocarle en su lecho de muerte.

El Demonio de las Octavas fue despedido. Sí, el infierno también sufrió reestructuraciones corporativas, y como siempre, el primer departamento en caer fue el de Artes. Sin previo aviso, a Paganini se le canceló su membresía premium de poderes infernales. Pasó a ser un simple mortal con una agenda muy apretada: perder dientes a un ritmo industrial (30 por día durante cuatro años, No es que se le cayeran de a uno, discretamente, como un caballero).

Siempre había sido flaco y feo, pero de ese modo sexy que hace pensar "seguro vende almas a cambio de talento". Hasta que amaneció más flaco y más feo (y no flaco y feo de modo sexy que siempre había sido).

Ese día, despertó y su dedo índice medía 30 centímetros menos. Al día siguiente, otros tres dedos habían desaparecido por completo. Para el tercer día, ya perdía treinta dedos diarios, lo cual era matemáticamente imposible, pero el infierno nunca fue bueno con las matemáticas.

Intentó seguir tocando, pero sin dedos, sin dientes (los que le quedaban se los llevaron para hacer una sopa de ajo) y con un violín que ahora le respondía con risas agudas, la situación era complicada. Su último concierto fue un acompañamiento con Shakira y Bizarrap, fue un desastre. El público, fiel hasta el final, aplaudió por pena. Un niño gritó: "¡Mamá, el señor sin dedos está llorando!".

Los médicos más tontos insistían en que había contraído la enfermedad de los virtuosos en esas juntas anuales donde Liszt, Rossini y Berlioz se pasaban la sífilis para después diseminarla con sus orquestas. Pero los doctores con más luces que habían visto Fausto y House sabían que no era cuestión de jazz pianos, fiebres ni orgías musicales, sino de un pacto con el Diablo que había llegado a su fecha de caducidad. Los síntomas eran obvios: dedos que se esfumaban, un violín que ahora sonaba a lata vieja y el hecho de que cada vez que intentaba tocar, aparecía un olor a azufre y risa sarcástica de fondo.

Muerte

Puede parecer una simple estatua de alambre, pero es el verdadero Paganini dando conciertos actualmente.

¿Muerte? Eso quisiera. Uno de los efectos secundarios de ser pagano, violinista y exfavorito del infierno es la molestia de no poder morir. Su hijo, entusiasmado con la idea de estrenar su herencia, insistió en darle sepultura solo para estrenar su traje negro nuevo. Pero ningún cementerio lo aceptó: el Papa había enviado una circular advirtiendo que si Paganini entraba, resucitaría a todo el camposanto solo por costumbre y arruinaría el negocio de las rentas perpetuas. Los cementerios paganos quedaban muy lejos, y al muchacho le daba pereza viajar tanto para enterrar a un padre que seguía pidiendo café.

Así que ahora Paganini sobrevive como atracción de feria de terror. En octubre lo alquilan como decoración de Halloween, aunque siempre discuten porque se niega a fingir rigidez cadavérica. Dicen que perdió la voz, pero sólo hacen como que no lo escuchan, clásico maltrato a los compositores malditos del siglo XVIII que aún siguen vivos.

Obra

Si Vivaldi usaba el violín para imitar pajaritos y arroyuelos en La Primavera, Paganini usaba los 24 Caprichos para recrear los sonidos del inframundo:

Capricho No. 5 – "El Enterrado Vivo"
Un glissando que sonaba exactamente a alguien rascando la tapa de su ataúd desde adentro. Los sepultureros de la época reportaron un aumento del 300% en falsos entierros después de su estreno.
Capricho No. 24 – "El Demonio Aprendiendo a Silbar"
Una serie de armónicos que sonaban como Satanás intentando (y fallando) tararear una nana. Las nodrizas lo usaban para asustar a los niños hasta que los niños empezaron a silbarlo mejor que ellas.

"Las Cuatro Paganoestaciones"

"La Anti-Primavera"
Donde los violines no imitan pajaritos, sino gaviotas enojadas atacando a un pescador. El movimiento final incluía un picado tan agresivo que las flores se cerraban de miedo.
"El Verano del Pecado"
No había trinos alegres, solo gemidos de un fauno con ganitas. Los violines sudaban notas cromáticas y el fortissimo sonaba a ropa pegándose a la piel en agosto.
"El Otoño de los Condenados"
Las hojas no caían, huían en staccato de los árboles. Los cellos imitaban huesos crujiendo y el viento sonaba a susurros de Jack Skelleton.
"El Invierno que Nunca Acaba"
No era una ventisca, era el aliento de un yeti con halitosis. Los pizzicati sonaban a dientes castañeando pero en sol menor, porque el frío también tenía que ser dramático.

Estilo

Técnica del violín

La serie The Tick presenta genialmente el estilo cuando sale como Octo Paganini.

Mientras los músicos cristianos como Vivaldi se conformaban con las articulaciones normales que Dios reparte (gracias a los diezmos de la Iglesia), Paganini tenía 666 articulaciones por extremidad, incluyendo algunas que la anatomía humana sabía que podían existir. ¿Rodillas que giraban en staccato? ¿Codos con vibrato incorporado? ¿Huesos de los dedos que se retorcían en glissando? Todo eso y más.

Su estilo era lo opuesto a lo sagrado. Donde Vivaldi ponía orden celestial, él ponía caos demoníaco; donde Bach escribía fugas como oraciones, él las convertía en gritos de tortura. Hasta su postura al tocar era herejía pura, el violín no lo apoyaba en el hombro, sino en el aura del mal (una parte del cuerpo que solo herejes como Paganini y Yoko Ono tienen), y el arco no rozaba las cuerdas, sino los nervios del público (literalmente, por eso estuvo tantas veces en la cárcel).

Instrumentos

Cuando los científicos abrieron el violín de Paganini para saber su secreto, su sorpresa fue que estaba completamente vacío a diferencia del resto de los violines normales que tienen complicados sistemas de engranes, cuerdas y poleas para funcionar, el de este músico no tenía nada. Un misterio más de Paganini.

El famoso Guarneri del Gesù de Paganini no era un violín pero era violín, era un testigo de cargo en su juicio por brujería musical. Lo llamaban Il Cannone porque cada vez que lo tocaba, disparaba unos gremlins paganos que se metían por donde cupieran al cuerpo de su público, quienes se volvían groupies sin alma (por eso siempre traía su ejército de zombies con pompones).

Su colección de cuerdas incluía las primeras de seda sacadas de sus propias arañas, porque las de tripa de gato le daban remordimientos (al gato). Tenía un arco que pesaba más que su conciencia, tallado con madera de un árbol que había sido excomulgado por crecer demasiado rápido los viernes 13.  

El violín favorito para sus Caprichos tenía el diapasón tan gastado que parecía su cola. Los luthiers que intentaban repararlo terminaban con tics nerviosos y manías de persignarse cada vez que veían una nota en sol#.  

Hasta su estuche era legendario, forrado con partituras de exorcismos fallidos y la piel de sus adversarios (sólo de donde no se veía, pues no era tan malo de quitarles toda). Hoy esos instrumentos duermen en vitrinas blindadas, bajo alarmas que protegen de que intenten tocarse solos a medianoche.

Legado

Hoy sus imitadores dan pena ajena grandes conciertos.

Paganini fue el primer rockstar de la historia, aunque nadie lo supiera en su época, a lo sumo los sospechaban cuando los hacía ver el futuro con sus conciertos necrománticos.

Este músico pagano entre paganos, el más pagano de todos los tiempos paganos, inventó el espectáculo musical moderno sin necesidad de amplificadores ni luces de neón que también resultarían ser paganas al ser inventadas. Con su melena grasienta, su postura esquelética y su violín endemoniado, convirtió cada concierto en una misa negra donde el humo de azufre era el único pyrotechnics necesario. Mientras los músicos de su tiempo se limitaban a tocar muy mamonamente, él escenificaba auténticos exorcismos invertidos, haciendo que el público gritara, se desmayara (gritara mientras estaba desmayada) y se convirtiera al paganismo musical en tiempo real.

Hoy, cada guitarrista que hace un solo imposible, cada cantante que desafina con actitud y cada performer que trata el escenario como un altar personal le debe su existencia a este italiano flaco que vendió su alma por un bis. Desde David Bowie cambiando de personajes como Paganini cambiaba de cuerdas rotas, hasta Lady Gaga vistiendo carne cruda cuando él ya tocaba con sus propias tripas, todo el glam rock y la actitud escénica moderna son solo pálidos reflejos de su legado infernal. La próxima vez que veas un concierto donde el humo, las luces y la provocación superan a la música, recuerda: Paganini ya lo hizo primero, pero con poderes malignos de verdad, no con utilería como la que ves.

Referencias

  1. Entre otros formatos musicales desactualizados y, por lo tanto, paganos.

Véase también

  • 27 de octubre Personaje histórico (ver todos aquí). ☀️ BanderaItalia.png ☠️