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Béla Bartók
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Nacimiento Defunción | Nueva York |
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Estado actual | No muerto. |
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Lugar de residencia | En Hungría, hasta que tuvo que salir por piernas. |
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Sobrenombres | El Barto. |
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Se dedica a | Compositor, pianista, investigador de músicas pueblerinas. |
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Origen | Magyar... y mágico. |
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Hazañas logradas | Su música sale en El resplandor, fíjate si es inquietante. |
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Relaciones | Con mujeres mucho más jóvenes que él. |
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Enemigos | Principalmente él mismo. |
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Poderes | Hipnotizarte con esa mirada seductora. |
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Objetos | Fonopornógrafo. |
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Béla Viktorín János Bartók, conocido como Béla Bartók (en húngaro Bartók Béla, porque ahí hablan al revés), (Nagyscentmilc Naziscientmil Nagyszentmiklós, 1881 - Nueva York, 1945) fue un músico húngaro (aunque hoy sería rumano, que es lo mismo pero más cutre) que destacó como compositor, bajateclas y vampiro de música de paletos de la Europa oriental. Es considerado uno de los mayores compositores del siglo XX y uno de los principales culpables de que la música del mismo se volviera cada vez más extraña. Junto a Liszt y Ligeti es considerado uno de los pocos compositores húngaros cuya música merece la pena escucharse. Por si esto no fuera poco, Bartók junto a su fiel lugarteniente y esbirro Zoltán Kodály fue uno de los fundadores de la etnomusicología, basada en las relaciones que unen la etnología y la musicología, así como de la enomusicología, basada en las relaciones que unen la enología y la musicología.
Biografía
Infancia y primeros años
Efectivamente, durante sus primeros años fue un niño. Béla Bartók nació en un pueblo de nombre impronunciable en una región situada en la confluencia de las culturas húngara, rumana, serbia y otaku, donde los incestuosos campesinos eran levantiscos contra la no menos incestuosa y sin embargo poderosa Casa de Habsburgo. El padre de Bartók era director de una escuela de pueblo y su madre, maestra en la misma, hacía lo que podía. Fue ella quien empezó a enseñar a su hijo a tocar el piano con cinco años de edad. Según su madre distinguía diferentes ritmos de danzas antes de haber aprendido a hablar correctamente, lo cual hace pensar que bien fue musicalmente precoz o bien tenía cierto retraso en el habla. Pronto fue capaz de tocar 40 piezas diferentes al piano simultáneamente, para asombro de todos.
Una vez su padre se hubo muerto, a la edad de 9 años, Bartók empezó a componer. El que tenía 9 años era Bartók, no su padre, claro. Poco tiempo después dio su primer concierto público, a raíz de lo cual la familia se cambió de ciudad huyendo y decidieron buscarle un profesor de piano y armonía.
Ahora ya es músico
Los siguientes años estudió en la Real y Loca Academia de Música de Budapest con profesores que a nadie le interesan. Allí fue condiscípulo de Zoltán Kodály de quien le impresionó la cara tan graciosa que tenía por su estrabismo (Kodály estaba convencido de poder emular a Stravinsky torciendo los ojos y Bartók no le sacó de su error para que siguieran las risas). Con el tiempo se convirtieron en cómplices y perpetrarían muchas aventuras juntos.
Fueron años de muchas impresiones. Le impresionó la música de Richard Strauss, que copió con fruición, le impresionaron los berridos de una niñera transilvana, que hizo que los hijos de la noche sonaran como música para sus oídos, y le impresionó la música de Debussy, que para eso era impresionista.
Aunque en sus composiciones a gran escala seguía copiando inspirándose en compositores reputados como Brahms[1] y también en el mencionado Richard Strauss, en sus pequeñas piezas para piano no necesitaba disimular porque no se las enseñaba a nadie, y en ellas se fue haciendo patente su interés en la música de los catetos de los pueblos de la zona, que cristalizaron en el primero de sus Cuartetos de Cuerda, que fue toda una salida del armario[2]. Y muy original, por poner a cuatro tipos a tocar una sola cuerda. A pesar de ello fue contratado como profesor de piano en la Loca Academia Liszt de Budapest.
Entonces Kodály y él, pertrechados con un Fonopornógrafo, grabadora de mano que de aquella pesaba solo veinte kilos, se dedicaron a grabar por los pueblos los gritos, berridos y gañidos de aquellas gentes campechanas con la idea de formar un corpus de melodías con las que enfervorizar su nacionalismo exacerbado. Y así de paso enmendaban la plana a los trabajos previos de Franz Liszt, cuyas Rapsodias Húngaras se basaban en cantos de gitanos de feria sobornados y, por tanto, tenían el mismo rigor científico que un terraplanista. Así descubrieron, oh sorpresa, que las melodías tradicionales húngaras lejos de ser una cosa muy refinada estaban basadas en escalas pentatónicas, que eran simplonas como ellas solas, y que se parecían a tradiciones musicales de lugares como Siberia que es a donde debieran haberles enviado a ellos, por hacer saltar la liebre.
Felices con este descubrimiento -que la música húngara era, después de todo, una gilada- incorporaron estas melodías a sus propias composiciones, aun a riesgo de que fueran también una gilada, así como los ritmos tradicionales de danza, que eran desacompasados y arrítmicos y que por eso les hacían gracia. No compartieron los beneficios obtenidos de sus músicas con los campesinos, aunque realmente tampoco hubo nada que compartir, claro.
Compositor de pelo en pecho
Como un tío ya con la vida asentada, y 28 años de edad, decidió que era momento de contraer matrimonio y procrear. La elegida, que tampoco tuvo ocasión de negarse, fue una tal Márta, una chavalina de 16. Menudo asaltacunas. Se aprestó a hacerle un bombo, que se llamó Béla Bartók también (ser imaginativo para la música no implica serlo para poner nombres).
Para celebrar su felicidad compuso su única ópera El Castillo de Barbazul, que trata sobre un individuo que va matando a todas sus esposas según se aburre de ellas y reemplazándolas por otras. Y por si esto no fuera poco, y para enviar un mensaje claro y que no hubiera dudas, se la dedicó a Márta, su mujer. Tardó en reaccionar, la pobre, pero al cabo de 15 años la pareja se divorció. Bartók hizo entonces la liana casándose inmediatamente con su segunda mujer, Ditta (él con 42 años, ella con 19) reafirmándose en su gusto por las jovencitas. El bombo que se aprestó a hacerle a esta se llamó Péter Bartók (llamarle Béla también le pareció quizá demasiado redundante). Para Péter compuso Mikrokosmos, conjunto de piezas para piano que desde entonces destrozan estudiantes principiantes. ¿Llegó Péter gracias a estas obras a ser un gran pianista? Jajaja: no. Pero cuando fue mayor las publicó para sacar algo en claro de ellas y vengarse de su padre. Gracias a ello hoy día los adultos que tienen que escuchar a niños pedorros aporreándolas maldicen el nombre de Béla Bartók.
Esta vez no le dio por hacer una ópera para festejar su nuevo matrimonio, sino un ballet inspirado en los de Stravinsky, o lo que viene a ser lo mismo, la puesta en escena de una historia de robo con escalo, estupro, proxenetismo, prostitución, cohecho, estafa, asesinato, voyeurismo y fetichismo, Lo tituló El Mandarín Maravilloso con la esperanza de que las autoridades -rancias, pacatas y melifluas- creyeran que era un spin-off de Los Fruittis, pero no coló, duró poco en cartel.
Llegan los nazis, él se va
Bartok siempre había sido públicamente antifascista, lo hacía constar en Twitter, que aunque de aquella Twitter no existía él ya iba programando el twit para cuando existiera y hasta canceló todos sus conciertos en la Alemania del bigotitos aun a riesgo de perder dinero, porque a él el vil metal no le importaba (así acabó). Todos menos el de la exposición de Arte Degenerado, porque para él (y para cualquiera que se respetara) era una cuestión de prestigio estar allí. Así que cuando Hungría se alinea con los nazis se plantea que igual mejor se da el piro, porque el muy mal pensado se malicia que los nazis, gente rencorosilla y tal, le van a joder la vida. Qué picajoso ¿verdad?. Por ello se marchó a Estados Unidos, tierra de promisión donde le fue perita porque allí siempre se ha valorado a los librepensadores.
Paleto en Nueva York
No, realmente no le fue bien. Nunca se sintió del todo en casa en su nuevo país. No le respetaban como compositor porque las melodías húngaras les resultaban ridículas y también se reían de su acento al hablar. Él y su señora daban conciertos para dos pianos y tenían poca acogida, porque igual no se les había ocurrido poner también dos pianistas, con lo que la cosa quedaba un poco deslucida, y más tarde ya ni siquiera ofrecían estos conciertos. No llegaban a fin de mes ni de coña, y como Bartók no aceptaba caridad porque a diferencia de lo que a ti te pasa él tenía orgullo, sus amigos disfrazaban esta caridad de encargos de obras que en realidad les importaban tres cojones. Esto le permitió componer sus últimas obras maestras. Al final le entró leucemia y como había estudiado Música y no Química no pudo ponerse a fabricar metanfetamina para financiarse el tratamiento. Así que se murió hecho una mierda el pobre.
Muchos años después de muerto sus hijos llevaron sus restos a reposar en Hungría, en la tierra de sus antepasados, y desde entonces vaga por las noches mordiendo en el cuello a la gente.
Método compositivo
Bartók nunca habló de su técnica compositiva, para evitar tener epígonos e imitadores que vendieran casettes con música parecida a la suya por las gasolineras. Así que los musicólogos han tratado de inventarse deducir cual era su método compositivo con más o menos fortuna.
La teoría más conocida es la de Erno Aventai, quien dedicó toda su vida a descubrir las bases de la composición bartokiana aunque esto le supuso aislarse de su familia, encerrarse en un ático y hacer sus necesidades en un tarro de mayonesa vacío.
Según Aventai la música de Bartók es un galimatías entre música folclórica, sistema cromático, una cosa que llamó sistema axial (que consiste en utilizar las notas musicales según un esquema de rueditas muy bonitas) y presuponer que la sección áurea es bella. En cada obra Bartók, siempre según Aventai, mezclaba estos elementos como le salía de los cojones resultando en conjunto todo bastante indescifrable. Para ese viaje no hacía falta alforjas.
Principales Obras
- Concierto para Orquesta: en uno de los movimientos pone a tocar a los instrumentos por parejas, dobles parejas... como en el póker. Tiene un final muy vacilón, se ve que tuvo buena mano.
- Música para cuerda, percusión y celesta: acojona bastante. Ideal para acompañar sus salidas nocturnas de no-muerto.
- Seis cuartetos de cuerdas: todas las personas que quieren parecer cultas presumen de conocerlos y tienen la grabación. Pero nunca la escuchan.
- Allegro bárbaro: para piano, culmina con la destrucción del instrumento.
- Cantata Profanada: pues eso.
- 44 dúos para dos violines: para que se violen el uno al otro. Muy utilizados como método punitivo en las instituciones penitenciarias.
- Al aire libre: elogio de la flatulencia.
- El castillo de Barbazul: ópera, ya comentada.
- El mandarín maravilloso: ballet, ya comentado.
- El príncipe de madera: ballet secuela de Pinocho. Pinocho llega a ejercer el poder omnímodo en su país, y los titiriteros y ballenas del mismo se cagan por las patas abajo, tal es su venganza. Pinocho tiene que estar el bailarín principal.
Carácter y personalidad
Era un hombre austero y estricto tanto consigo mismo como con los demás. Además era muy orgulloso, desconfiado y hosco. Sus alumnos le respetaban y le temían a partes iguales, porque era puntilloso y tocacojones como él solo. También era un tanto misántropo, los que le rodeaban le parecían unos gilipollas por lo general y según su adláter Zoltán Kodaly no se hablaba con nadie en Budapest, excepto con el mismo Kodaly. Y lo justo, no te pienses. Por todo ello hay quien incluso le tachaba de cretino, pero no obstante era buen hombre, de buen corazón y con buenas intenciones para la humanidad, que en el fondo le gustaba (aunque vista de lejos, eso sí).
Notas
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