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Musicología
La musicología es el estudio pseudocientífico o académico de todos los fenómenos, incluso de los fenómenos de feria, relacionados con la música. Esto incluye sus bases físicas, su historia, su historia-ficción, y su relación con el ser humano, el infraser subhumano, y la sociedad. Sus orientaciones son tan diversas que cualquier chalado puede dedicarse a esto pudiendo incluso pasar por una persona respetable. Se hace énfasis en diferentes áreas de trabajo (ejem), objetos de estudio y todo tipo de pajas mentales vagamente relacionadas con la música. La musicología se ha definido y desarrollado de manera diferente en diferentes lugares, de tal manera que al final lo único que unifica estos estudios es que aquellos que los cursan son, usualmente, pseudomúsicos fracasados que quieren dedicarse a la crítica o a la gestión cultural para arruinar así, en un acto de mezquina y resentida venganza, las carreras de aquellos de sus compañeros que sí tenían talento musical. Los musicólogos se caracterizan también por editar revistas aburridísimas y crear asociaciones que no son otra cosa que una burda tapadera para clubes gastronómicos.
Subdisciplinas
La musicología enfoca el estudio de la Música desde los más variados puntos de vista y desde las más diversas ramas del saber. O como dicen en mi pueblo, quien mucho abarca, poco aprieta.
Historia de la música
Esta disciplina se encuentra en la musicología desde los orígenes de ésta y básicamente consiste en el estudio de cómo ha cambiado la música a lo largo del tiempo y de cómo los músicos han pasado, glorisamente, de ser considerados vagos y maleantes a llegar, con mucho esfuerzo, a tener la misma consideración social que los limpiadores de pozos negros.
En teoría, la historia de la música puede referirse al estudio de la historia de cualquier tipo de género musical (por ejemplo la historia de las canciones de borrachos o la historia del reggaeton). En la práctica, casi siempre se refiere a la música clásica, pues al fin y al cabo es la que es más vieja y por tanto hay más campo de acción.
Para llevar a cabo tan siniestros fines, la musicología se vale de todo tipo de herramientas y ciencias auxiliares, tales como el estudio de grafías vetustas, la filología de estrechas miras, la historiografía laxa, el análisis musical (aplicado, preferentemente, de manera tan precisa en sus detalles como obtusa en sus conclusiones), la iconografía de angelotes tocando instrumentos tales como la zambomba peluda y la profanación de tumbas de músicos célebres para estudiar de cerca la sexualidad de sus momias.
Etnomusicología
Es el estudio de la música que hacen los paletos. El procedimiento se describe a continuación. Primero te lees los estudios previos que se han hecho sobre el tema, para empaparte bien de sus sesgos ideológicos y sus errores de interpretación. Luego te vas a tu pueblo pertrechado de una grabadora, para registrar cómo canta la gente. El mejor momento para esto es cuando están tomando vinos en el bar, ya que el elevado índice de alcohol en sangre siempre anima a excretar cantos populares. Eso sí, ten cuidado no se den cuenta de que les estás grabando, que lo mismo se lo toman mal y te tiran al pilón con grabadora y todo.
La etnomusicología no se centra únicamente en occidente sino que su estudio comprende las músicas de las personas asilvestradas de todas las culturas. Es por eso que los etnomusicólogos, en sus estudios de campo, son los musicólogos que terminan conociendo más mundo, que son como Willy Fogg, y viajan a sitios tan dispares como los polígonos industriales, las aldeas de caníbales, los poblados de esquimales o la Galicia profunda.
Un buen etnomusicólogo será muy devoto en cualquier caso de todo lo rural y tradicional, hasta el punto de visitar museos dedicados a la gaita y otros instrumentos étnicos cuarenta y más veces, tantas que termina siendo confundido por los vigilantes del museo como un elemento mas de la exposición permanente.
Músicas populares urbanas
Los musicólogos dedicados a estas cuestiones son los que estudian cosas como Enrique Iglesias, Justin Bieber, el punk, el heavy o la cumbia metalera y luego dicen que trabajan y hacen algo útil. El estudio de esta rama de la musicología se dividió desde el principio en dos escuelas enfrentadas, a saber: los que festejan las evoluciones de los diversos géneros populares urbanos como un bonito acto de libertad y los que por el contrario piensan que la influencia del capitalismo en estos géneros está volviendo a estas músicas, y por extensión a sus seguidores, imbéciles profundos. En fechas recientes el antagonismo entre estas dos escuelas se ha ido diluyendo, ya que los segundos han ido asumiendo que ser imbécil profundo tal vez no sea tan malo, sino por el contrario una fuente de felicidad, y los primeros a su vez asumen que los efectos de la libertad de acción añadidos a la imbecilidad profunda producen resultados muy pintorescos y de un rico sincretismo cultural.
Se espera que en el futuro esta fusión entre la defensa de la libertad unida a la imbecilidad profunda, llevada al campo de la gestión cultural, al que terminan abocados muchos musicólogos, produzca efectos tan revolucionarios en la percepción y recepción de la música en la sociedad que ríete tú de la posmodernidad. Va a ser la leche.
Psicología musical
Se trata de estudiar, desde el punto de vista de la psicología cómo la música es creada, percibida, etc. Los experimentos que se hacen al respecto son muy divertidos, una juerga. Se llena una habitación de personas, se les somete a estímulos sonoros y musicales de lo más bizarro y hasta desagradable, se observa luego cómo reaccionan y las caras que ponen y hasta se les pide que apunten en un papel cómo se sienten (que luego leerlo son las risas). La mayoría de las veces no llegan a sacarse conclusiones que valgan para mucho, pero solo por lo bien que se pasa ya merece la pena.
Teoría de la Música
Al respecto de la teoría de la música los musicólogos han estado divididos a menudo en dos escuelas antagónicas. Los que consideran que para ser buen musicólogo no hace falta abordar en ninguna manera el estudio de la teoría musical, o, en otras palabras, que no saben leer una nota en un pentagrama y no quieren aprender. A menudo han sido llamados irónicamente cólogos por sus colegas de la escuela contraria, quienes arguyen que el prefijo musi- no se les puede añadir, ya que lo que es de música, tener, no tienen ni puta idea. A estos se oponen los que se sí que saben leer música y se enfrascan a menudo en análisis de la misma. Se caracterizan estos análisis por ser sesudos y burocráticos, cuya finalidad es meter la música a calzador en teorías analíticas de lo más rocambolescas con el fin no de explicar el hecho musical, que poco tiene que ver con todo esto, sino de poder legitimar dichas teorías, con el propósito de publicar luego artículos académicos.
Los más atrevidos de los musicólogos de esta última tendencia se pasan a menudo al campo de la música-ficción creyéndose capaces de llevar a buen término las obras que los más célebres compositores del pasado dejaron inacabadas por motivos de fuerza mayor. Es así como un musicólogo puede aparecer un día con la Sinfonía Inacabada de Schubert por fin acabada, o la Duodécima de Beethoven, o una nueva y desconocida ópera de Wagner de cuatro horas de duración extraída de cuatro musicajos que una vez éste anotara en una servilleta. Los resultados de estas reconstrucciones son por descontado plomizos y a menudo no recuerdan ni vagamente el estilo de los modelos en que se inspiran.
Menos ambiciosos (o tal vez no), otros musicólogos de esta escuela se dedican a realizar reediciones, en base a dudosas revisiones que ellos mismos realizan, de zarzuelas y música pachanguera varia, obteniendo de ello pingües beneficios económicos. No sean mal pensados, no es que quieran enriquecerse: los fondos obtenidos los aplicarán en nuevas investigaciones musicológicas que de seguro serán harto beneficiosas en el futuro para el conjunto de la sociedad. Que sí, pueden fiarse.
Investigación de la interpretación y performativa
Es la que realizan los musicólogos que investigan cómo se tocaba la música en el pasado. Se dedican a consultar tratados de interpretación, a estudiar la evolución de los instrumentos, a mirar cuadros en los que sale retratada gente tocando (tocando instrumentos musicales) y esas cosas. Muchos de ellos son intérpretes y ponen sus estudios en práctica con el fin de recrear las intenciones originales del compositor, y como al final estos estudios tienen más huecos que una red de pesca, la mitad de lo que tocan se lo inventan aunque luego te vengan con pretensiones de rigor filológico. Son los fundadores del historicismo musical, tendencia interpretativa que tiene entre el público general seguidores tan fieles como obtusos y violentos.
La nueva musicología
No satisfechos con todo lo anterior, algunos musicólogos, siempre queriendo (en vano) estar a la vanguardia del pensamiento, han abrazado sin reservas los principios filosóficos de la postmodernidad. Es así como surge la llamada nueva musicología, un término que se aplica así un tanto a huevo para designar el estudio, análisis y crítica de la Música desde las perspectivas más chorras que ocurrírsele puedan a uno. Este estudio puede llevarse a cabo desde cualquier punto de vista: el postcolonialismo, la sociobiología, el feminismo (como veremos en el siguiente punto), la astrología, la nigromancia, la quiromancia, la frenología, teorías bizarras, leyendas urbanas, el cambio de sexo en la música o interpretaciones delirantes y absurdas del pensamiento de Theodor Adorno, por ejemplo.
Así, a base de hacer todo tipo de chuminadas, los musicólogos se desorientaron por completo y entre tanto estudio imbécil fueron incapaces de distinguir, en lo sucesivo, entre musicología y nueva musicología.
Es por ello que surgió una nueva tendencia: la postmusicología, caracterizada por la abolición de las líneas de pensamiento personal (y de pensamiento, en un sentido más general) por medio de la creación de recursos intertextuales y redes semánticas ambiguas que mantienen el conocimiento colectivo de todo aquello que rodea la música en una nebulosa tan indefinida como vaga y gris, que permite a los que se adscriben a la misma continuar escribiendo artículos académicos tan vacíos de contenido como sobrados de postureo y pedantería hueca.
El rol de la mujer
Desde esta perspectiva se ha ensalzado particularmente la figura de Wendy Carlos, por haber cortado de manera radical con heteropatriarcado opresor.
Entre las tendencias de la nueva musicología, una de las más destacadas, y que viene avalada por los nuevos feminismos emergentes, es la que replantea el rol de la mujer en la historia de la Música. Desde este ámbito se pretende suprimir de las obras clásicas aquellos movimientos que usen la forma sonata por considerarla una sexista y misógina estructura de construcción por medio de sonidos de la identidad sexual y de género. También se busca limitar en lo posible las interpretaciones de música de la mayoría de compositores románticos más conocidos, para que así no quede tan patente la mediocridad de Clara Schumann. Así mismo se busca imponer en el repertorio la música de compositoras del pasado hasta que exista una total paridad con los compositores. ¿Que al haberse dedicado en el pasado muy pocas mujeres a la composición es más difícil encontrar, por pura estadística, obras de calidad excepcional compuestas por mujeres? Pues te jodes y escuchas, nuevamente, a Clara Schumann.