Felix Mendelssohn
Nacimiento Defunción | Alemania |
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Estado actual | Polvo y ceniza |
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Lugar de residencia | Tudescolandia |
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Sobrenombres | El borjamari de la Música Clásica |
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Se dedica a | Meter ruido |
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Origen | El mismo sitio de donde es la hamburguesa, pero sin carne de cerdo. |
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Hazañas logradas | Nos dio la música de Bach. Bueno, y también la suya, aunque eso a nadie le importa. |
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Relaciones | Pocas, era un tanto elitista y estirado. |
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Enemigos | La mayoría de compositores de su tiempo. |
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Poderes | Poderes económicos, sobre todo. |
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Objetos | Batuta, visa, mastercard. |
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Felix Mendelssohn (Hamburgo, 3 de febrero de 1809-Leipzig, 4 de noviembre de 1847), cuyo nombre completo era Jakob Ludwig Felix Mendelssohn Bartholdy (era de los pocos alemanes que no se llamaban ni Johann ni Wilhelm, pero los demás nombres los tenía todos y tanto nombre para al final llamarse como el gato) fue el niño pijo de la música clásica.
Era, como decimos, de familia bien. Su abuelo Moses Mendelssohn había sido una especie de filósofo iluminado que había defendido que se realizase la interpretación de los preceptos del judaísmo no de manera salvaje y fanática, como hacían los judíos ortodoxos, sino de forma más racional y moderna, lo que favorecía la integración de los judíos en la cultura europea de la época (a la cual evidentemente sobrevaloraba). Sus descendientes de hecho se integraron tanto en la cultura europea que abandonaron el judaísmo por otra religión salvaje y fanática: el protestantismo, que para este viaje no hacían falta alforjas. El padre de Mendelssohn, Abraham, lejos de las veleidades juntaletras del abuelo se dedicó a un oficio de verdad: fue banquero. E hizo tanta pasta que su hijo Felix, nuestro protagonista, pudo permitirse no dar palo al agua en su vida, razón por la que se hizo compositor.
Su vida muelle
El repelente niño prodigio
De primeras puede pensarse que Mendelssohn era un consentido por el hecho de que cada vez que saliera un nuevo juguete relacionado con Pokémon o con los Chiquitazos fuera el primero de su clase en tenerlo debido a la desahogada posición económica de sus padres, pero nada más lejos de la realidad, pues aunque éstos es verdad que eran dadivosos con los caprichos más banales de sus hijos por otra parte les tenían sometidos a una educación tan selecta que ríete tu del colegio Hogwarts ese y les adecuaron una habitación en casa siguiendo el método Montesori, fíjate tu si eran modernos. Estos padres, además de estar montados en el dólar, no eran nuevos ricos de esos que luego no saben comportarse en sociedad y se echan eructos o se te suenan los mocos en el mantel cuando les recibe el embajador. Al contrario: eran gentes de mucha cultura. Su madre hablaba muchos idiomas, desde el estonio al catalán, tocaba el piano y pintaba muy bien (Felix había heredado esta habilidad, pues ya desde muy pequeño dibujaba a Mortadelo y Filemón con la mayor perfección que imaginarse pueda). Pues como decíamos, como gentes de cultura que eran querían lo mejor para sus hijos, y como además de dinero y cultura tenían contactos, las mentes más lúcidas de Alemania pasaban por esa casa y daban la chapa a sus retoños para eso de estimularles, que cuando había un invitado las comidas familiares en esa casa eran como un programa del Punset.
Y con todo y con eso, a los chiquillos va y les da por la música. La primera en destacar fue su hermana Fanny, magnífica compositora y pianista, pero... de aquella no se veía decente que una mujer se dedicase a estas cosas, y sus padres ven más apropiado que se meta en la cocina y se prepare para, algún día, parir hijos como una coneja, que en aquellos tiempos en que no existían ni Twitter ni Barbijaputa el feminismo aun no se había establecido y es lo que tocaba. Así que Felix aprovecha y le rapiña a su hermana las canciones que ella había compuesto haciéndolas pasar como propias y obteniendo así sus primeros éxitos. Pero sin rencores ¿eh?
Él también se puso a tocar el piano y a componer como un loco. Tuvo un profesor que le insistió mucho en que estudiara la música de Bach, y esto le marcó para toda su vida, convirtiéndose en un fanboy del compositor empelucado. A partir de este momento los plagios la influencia de la obra de este gran maestro en la suya será patente.
La primera aparición pública en concierto de Mendelssohn fue acompañando al piano a dos trompas. Consiguió que los tres empezaran y terminaran juntos la pieza (lo que pasara por medio ya es otra cosa) y fíjate que los trompas iban bien borrachos. Esto causó una gran impresión en el público y a partir de ahí la cosa fue un no parar. Compuso obras de todos los géneros, colores y sabores y su padre tuvo que tirar la toalla y aceptar que su hijo se dedicaría a la farándula y no a una profesión decente.
Como era muy de famoseo y mitomanía, le llevan a conocer a Goethe, cuyos poemas había musicado queriendo crear, en vano, éxitos veraniegos que pudieran competir con La Barbacoa de Georgie Dann. Mendelssohn escribió a su madre:
Goethe es solo un poco más alto que papá, pero, a diferencia de éste, es un gordo seboso. Al menos he podido quitarle los prejuicios esos que tenía sobre la música de Beethoven, hacia quien siente una gran antipatía. Él, que le conoció personalmente, insiste en que Beethoven era un maleducado, que uno le hablaba y él no escuchaba nunca, siempre estaba a lo suyo. No poco me ha costado que reconozca, aunque a regañadientes, que su música mola.
Relanzando a Bach
Como fanboy que habíamos dicho que era, se propuso representar, por primera vez desde la muerte de Bach, La Pasión según San Mateo compuesta por éste (por Bach, no por San Mateo). Al principio había grandes dudas sobre la viabilidad del proyecto, pero Mendelssohn adaptó la obra a los tiempos que corrían: la reinstrumentó, le puso un chunda-chunda de fondo y le añadió ritmos latinos. La representación finalmente fue un exitazo y desde entonces el conjunto de la obra de Bach se ha revalorizado en las listas de greatest hits. No obstante hoy día los musicólogos miran con desdén las versiones mendelssohnianas de Bach y las repudian al igual que hacen con las de Luis Cobos, Wendy Carlos y Milikito. Qué sabrán ellos.
Se nos va de gira
Como tiene pasta, puede permitírselo y le apetece, se va de viaje para darse a conocer en otras tierras y así lanzar su carrera musical.
Primero va a Inglaterra, donde llega incluso a ser recibido por la reina y el príncipe. Estos son grandes admiradores de su obra desde hace tiempo, debido a sus canciones (esas que le había robado a su hermana, jojojo) y a que sienten gran afinidad por su estilo musical al ser éste tremendamente carca, rancio y tiquismiquis, como son ellos. Aprovecha el tour para robar hacerse con unos manuscritos de Händel (al que relanzará más tarde de manera similar a como hizo con Bach, también con el desdén de los actuales musicólogos). Igualmente se da un garbeo por Escocia, a raíz de lo cual compondrá su célebre Sinfonía Escocesa: inicialmente pensada para banda de gaitas, hoy día solo se intepreta en su versión orquestal, por lo tanto lo escocés en ella es irreconocible y es escocesa porque Mendelssohn así lo dice, que si no... a saber.
Luego va a Italia donde se dedica principalmente a comer pizza. Al igual que el anterior viaje, esto le inspira la composición de una sinfonía, la no menos célebre Sinfonía Italiana, llena de tarantelas y esas cosas.
Finalmente sienta la cabeza
Tras algunos años das dando tumbos se casa (tuvo unos cuantos hijos, todos bastante empollones) y se establece en Leipzig. Allí decide encaminar todos sus esfuerzos a la fundación de una institución educativa que potencie lo más rancio e inmovilista de la música alemana y que se oponga a las trapisondas de Liszt y demás ralea. Así funda el Conservatorio de Leipzig en el que lo más progresista que podía verse era el ejemplar diario de La Razón en la garita del conserje. Irrespirable.
A pesar de estar casado se permite una cana al aire con una puta soprano, una tal Jenny, para cuya voz están especialmente pensados algunos de los berridos, similares a los de una cabra, que especifican las partituras de sus últimas obras.
Entre sus composiciones más populares están las Canciones sin Palabras, que solo llevan piano y no voz. Mendelssohn tenía la extraña idea de que la música podía representar las mismas cosas que el lenguaje verbal y se propuso hacer una prueba. Presentó ante el público varias de sus Canciones sin Palabras con una línea vocal superpuesta y adaptando a ellas diferentes letras (Clavelitos, Canta y no Llores, Para hacer bien el amor hay que venir al sur...) comprobando que el público siempre reaccionaba a estas adaptaciones de la misma manera: la más absoluta hilaridad. El que el público siempre reaccionase igual a una misma música con diferentes letras le llevó a concluir que lo expresado por la música era más poderoso que el efecto que pudiera crear cualquier letra que se le superpusiera ¿se puede ser más idiota?
Tuvo en este tiempo también una propuesta del rey de Prusia para recuperar el antiguo Teatro Griego haciendo la Antígona de Sófocles, un espectáculo kitsch y sumamente hortera, tipo los de Norma Duval, para el que Mendelssohn estaba llamado a componer la música. Menos mal que el proyecto no cuajó.
Muerte
Se muere su hermana Fanny y se queda sin "negra". Del disgusto le da un telele que le deja medio agilipollao y las pocas músicas que hizo después del telele parecen hechas por un mono. Al poco se muere él también. Jovencísimo, mira tu qué desgracia.
Relación con sus colegas de profesión
Como era un niño bien consideraba a sus colegas de gremio chusma y se llevaba regular con unos pocos y abiertamente mal con los demás. Aunque con Liszt y Berlioz se tomaba hasta un café de vez en cuando no tenía problemas en decirles que sus obras le parecían basura. La ópera francesa le parecía prostibularia y propia de los peores ambientes, indigna de un compositor tan fino como él. Una vez le dijeron que con su nuevo peinado se parecía a Meyerbeer, célebre autor de óperas francesas (parece ser, por cierto, que eran algo familia) y se puso a arrancarse los pelos de cuajo presa de un ataque de histeria, que luego se quedó medio calvo. Hasta ese punto llegaba.
Consideración posterior
Una vez muerto Mendelssohn, y como homenaje póstumo hacia su figura, el también compositor Richard Wagner escribió un famoso ensayo llamado El Judaísmo en la Música en el que a propósito de Mendelssohn se expresaba en los siguientes términos:
Un judío componiendo es como un perro bailando, se le puede enseñar, pero...
Y eso es lo más elogioso que había en todo el ensayo, menuda tela, anda que no se nota que se la tenía jurada. Tanto el antisemitismo del siglo XIX, que en el XX pasó a ser ya palabras mayores, como que la música de Mendelssohn fuera objetivamente rancia y repipi es algo que le ha relegado a un segundo plano durante mucho tiempo en el imaginario popular. También el peloteo que se traía con la Reina de Inglaterra ha hecho que se le asimile a la cerrilidad y mojigatería victorianas. Solo últimamente parece que empieza a pensarse que su música no está tan mal, después de todo.
Algunas obras mas...
- Sueño de una noche de verano música incidental sobre sus poluciones nocturnas.
- Las bodas de Camacho (ópera) en su estreno a él mismo le pareció tal mierda que salió corriendo del teatro a media representación.
- Concierto para Violín escrito con el propósito de ridiculizar el estilo de Paganini.
- Oratorios: copia que te copia a Bach, pero no da el pego.
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