Siglo XVIII

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Siglo 18avo
1701-1800
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Furros revolución francesa.png
“No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a se furro” - Voltaire
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El siglo XVIII (también conocido como el siglo de las luces apagadas, las revoluciones pasteleras, las guerras interminables, las enfermedades mortales y las pelucas polvorientas) fue un período de la historia humana que abarcó desde el día en que un papa cambió el calendario hasta el día en que un emperador se coronó a sí mismo. Durante este siglo, el mundo experimentó grandes cambios que nadie comprendió ni le interesó, como por ejemplo que los reyes fueron sustituidos por presidentes, que los mapas se vaciaron de imperios y se llenaron de repúblicas, que los pobres se pusieron a leer libros y los ricos a hacer fiestas, que los artistas se aburrieron del clasicismo y empezaron a pintar flores y ángeles, que los científicos descubrieron cosas raras como la electricidad animal y el aire flogisto, y que la gente empezó a comunicarse por cartas y a viajar por barcos que echaban humo y los filósofos tenían nombres y apellidos cada vez más largos.

Ciencia

Isaac Newton fue el rockstar del momento.

La ciencia fue una de las actividades más importantes y aburridas del siglo XVIII. Los científicos se dedicaron a estudiar todo tipo de fenómenos naturales y artificiales, desde los astros hasta los mexicanos. También inventaron y descubrieron cosas como la electricidad, el flogisto, el oxígeno, el hidrógeno y otras formas de hacer explotar cosas como entretenimiento; la máquina de vapor, el globo aerostático, el reloj de péndulo y otras formas de moverse más rápido y frustrarse por llegar tarde; la botella de Leyden, el electróforo, el generador electrostático y otras formas de dar calambrazos a la gente.

Entre los científicos más importantes se encuentran Isaac Newton, quien se dio un golpe en los cojones con una manzana y se inventó una teoría sobre cómo las cosas se caen; Benjamin Franklin, quien se electrocutó con una cometa y se inventó un pararrayos con él mismo; Antoine Lavoisier, quien quemó cosas por pirómano, las pesó porque tenía TOC y se inventó la química moderna; Carl Linneo, quien intento hacer hechizos con los nombres de los animales y las plantas y se inventó la taxonomía; Charles Darwin, quien se fue de vacaciones a una isla llena de animales que actuaban raro y se inventó una teoría sobre cómo las tortugas se convirtieron en monos y luego en humanos; William Herschel, quien encontró un planeta por casualidad y se inventó la astronomía moderna; Pierre Laplace, quien explicó cómo se formó el sistema solar con una ecuación para hacer pizza y se inventó la mecánica celeste.

Política

Europa

No sé por qué la gente se quejaba, si se vivía muy bien en ese siglo.

Fue un lío de alianzas, guerras, revoluciones y cambios de trono. Los reyes se peleaban entre ellos por ver quién tenía más poder, más territorios y más dinero, porque era el único entretenimiento que tenían aparte de coleccionar pelucas y cazar zorros. Algunos se creían ilustrados y querían modernizar sus países, pero otros seguían siendo unos tiranos que oprimían al pueblo, porque eso es lo que se espera de un buen gobernante que se respeta a sí mismo y a su sangre azul. Los nobles se dedicaban a gastar sus fortunas en fiestas, palacios y amantes, mientras que los campesinos y los burgueses trabajaban duro para pagar impuestos y sobrevivir, porque eso es lo que se espera de un buen súbdito que sabe cuál es su lugar y su deber.

Los filósofos criticaban el absolutismo y defendían la libertad, la igualdad y la fraternidad, pero nadie les hacía caso hasta que estalló la Revolución Francesa y les cortaron la cabeza a todos, lo que tampoco era precisamente muy fraterno ni muy ilustrado. Mientras tanto, en Inglaterra se inventaba la democracia parlamentaria y se convertía en la primera potencia mundial gracias a su imperio colonial y a su revolución industrial, porque eso es lo que se logra bebiendo mucho té, sin aprovecharse de nadie más ni explotar a nadie menos. Y en Rusia aparecía una mujer llamada Catalina que se hacía llamar la Grande y que expandía sus dominios hasta el Pacífico, sin siquiera ser rusa de verdad porque los zares que sí lo eran sólo se dedicaban a jugar al Minecraft y a practicar la abstinencia, lo que era muy aburrido y poco productivo.

América

George Washington no haciendo nada, mientras sus hombres rompen el hielo del Polo Norte para que los ingleses no puedan llegar caminando desde Londres.

Por un lado, las colonias británicas se rebelaron contra su metrópoli y formaron los Estados Unidos de América, una nación que volvió calva a un águila para usarla como símbolo y que se dedicó a exportar libertad, democracia y hamburguesas con queso al resto del mundo. Por otro lado, las colonias españolas se mantuvieron fieles a su rey y a su religión, aunque sufrieron constantes levantamientos criollos que buscaban que los españoles no los trataran a ellos, como ellos trataban a los indígenas. Algunos criollos incluso se disfrazaron de llamas para confundir a los españoles. Finalmente, las colonias francesas y portuguesas se limitaron a explotar sus recursos naturales y a comerciar con esclavos, sin preocuparse mucho por la política ni por la cultura. De hecho, algunos de ellos ni siquiera sabían dónde estaban sus colonias.

Resto del mundo

El resto del mundo en el siglo XVIII fue una fiesta de disfraces, con invitados que vinieron de todas partes. Por un lado, Asia fue escenario de grandes imperios como el chino, el japonés y el indio, que se pusieron sus mejores galas para impresionar a los demás. El chino se vistió de dragón, el japonés de samurái y el indio de maharajá. Se dedicaron a expandir sus territorios, a construir monumentos y a desarrollar sus culturas hasta que llegaran los europeos a desdesarrollarlas. Algunos de los episodios más destacados fueron la rebelión de los bóxers en China, que se pusieron unas máscaras de papel y creyeron que eran invencibles; la apertura forzada de Japón por parte de Estados Unidos, que le mandó unos barcos negros con forma de pato; y la guerra de los siete años entre Francia e Inglaterra por el control de la India, que se disputaron a golpe de baguette y té. Por otro lado, África fue el continente más olvidado y explotado por los europeos, que se repartieron sus tierras y sus recursos sin respetar a sus habitantes ni a sus culturas. Algunos de los pocos países que lograron mantener su independencia fueron Etiopía, Liberia y Marruecos. Etiopía se disfrazó de león, Liberia de elefante y Marruecos de camello. Finalmente, Oceanía fue el continente más desconocido y misterioso para los europeos, que solo exploraron algunas de sus islas y costas. Algunos de los descubrimientos más importantes fueron Australia, Nueva Zelanda y Hawái. Australia se disfrazó de canguro, Nueva Zelanda de oveja y Hawái de flor.

Políticos

  • Luis XIV de Francia: el rey sol que brilló tanto que se le quemó la peluca. Su lema era “el Estado soy yo” y su hobby era construir palacios enormes. No confundir con Luis XVI de Francia que era tan distraído que no sabía dónde dejaba la cabeza.
  • Jorge III de Gran Bretaña: el rey loco que perdió las colonias americanas y se creía que era un árbol. Su lema era “Dios salve al rey” y su hobby era hablar solo y coleccionar sellos.
  • Catalina II de Rusia: la zarina ilustrada que modernizó su país y se acostó con medio ejército. Su lema era “todo para el pueblo, pero sin el pueblo” y su hobby era leer libros y seducir hombres.
  • Benjamín Franklin: el padre fundador de Estados Unidos que inventó el pararrayos y el bifocal. Su lema era “el tiempo es dinero” y su hobby era volar cometas y ligar con francesas.
  • María Antonieta de Austria: la reina francesa que perdió la cabeza por culpa de un pastel. Su lema era “si no tienen pan, que coman pasteles” y su hobby era gastar dinero y vestir a la moda.
  • George Washington: el primer presidente de Estados Unidos que se hizo famoso por no mentir o por disimular que no lo hacía. Su lema era “la honestidad es la mejor política” y su hobby era cortar cerezos y cruzar ríos helados.
  • Catalina la Grande gustaba de retocar sus selfies.
    Federico II de Prusia: el rey prusiano que se hizo llamar el Grande y que tocaba la flauta. Su lema era “el primero en el campo de batalla y el último en abandonarlo” y su hobby era componer música y coleccionar perros.
  • Robespierre: el líder de la Revolución Francesa que instauró el Terror y que acabó guillotinado. Su lema era “la virtud sin el terror es impotente” y su hobby era hacer discursos y cortar cabezas.
  • Voltaire: el filósofo francés que defendió la tolerancia y la libertad de expresión. Su lema era “no estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a se furro” y su hobby era escribir libros y criticar a la Iglesia.
  • Isabel II de España, la reina española que perdió sus colonias y que tuvo muchos amantes. Su lema era “la de los tristes destinos” y su hobby era ir al teatro y coleccionar joyas
  • Qianlong: el emperador chino que expandió su imperio y rechazó el comercio con Occidente. Su lema era “no necesitamos nada de los bárbaros” y su hobby era pintar y coleccionar antigüedades.

Filosofía

La filosofía del siglo XVIII fue una época de locura y confusión en el pensamiento humano. Los filósofos se dedicaron a inventar cosas que nadie entendía y a buscar nuevas formas de complicarse la vida. Algunos de los movimientos filosóficos fueron:

Voltaire, además de ser un ilustrado, también era conocido por sus fiestas entre amigos.

El empirismo: decía que el conocimiento se basaba en lo que veíamos y tocábamos. Sus principales representantes fueron Locke, Berkeley y Hume, que se aburrían tanto que se dedicaban a mirar moscas y a contar piedras (o los más pervertidos miraban y tocaran lo que no debían). El problema era que cada uno veía lo que le daba la gana y no se fiaban de los demás. Por ejemplo, Berkeley decía que todo era un sueño de Dios y que podíamos despertarlo si le hacíamos cosquillas, mientras que Hume decía que no podíamos saber nada y que todo era una casualidad.

El racionalismo: decía que el conocimiento se basaba en lo que pensábamos y deducíamos. Sus principales representantes fueron Descartes, Spinoza y Leibniz, que eran unos cerebritos que se pasaban el día haciendo puzles y ecuaciones. Cada uno pensaba lo que le salía de las narices y no se escuchaban entre ellos. Descartes decía que existía porque pensaba, pero se olvidaba de comer y de ducharse, mientras que Spinoza decía que todo era Dios y que no había que hacer nada más que adorarlo aunque de una manera bastante cómoda porque había hecho su propio Dios.

La ilustración: exponía que el conocimiento se basaba en la ciencia y en el progreso. Sus principales representantes fueron Voltaire, Rousseau y Kant, que eran unos listillos que se creían mejores que los demás y que se metían con todo el mundo. Cada uno escribía lo que le convenía y no se ponían de acuerdo en nada. Voltaire decía que había que tolerar todas las opiniones, pero se burlaba de los que no pensaban como él, mientras que Rousseau decía que había que volver a la naturaleza, pero vivía en una mansión y tenía criados.

El idealismo: argumentaba que el conocimiento se basaba en el espíritu y en la historia. Sus principales representantes fueron Hegel, Fichte y Schelling, que eran unos flipados que se creían profetas y que hablaban con las nubes. Cada uno hablaba un idioma diferente y no se entendían ni ellos mismos. Hegel decía que todo era una obra de teatro dirigida por Dios y que la historia tenía un final feliz, mientras que Fichte decía que todo era una fantasía creada por él mismo y que la historia era un cuento de hadas de los feos.

Cultura

¿Te gustan las novelas de cien páginas, los cuadros con mucho blanco y las sinfonías que duran diez minutos? Entonces te encantará la cultura del siglo XVIII, una época de grandes pelucas y grandes revoluciones. La cultura fue muy refinada (como la aristocracia) y pobre (como casi todos). Se caracterizó por el auge de la ilustración, la enciclopedia, el absolutismo, el colonialismo, el neoclasicismo y el rococó. También hubo muchos avances filosóficos, políticos, artísticos y musicales, pero nadie se enteraba porque no había periódicos.

En Los viajes de Gulliver, Jonathan Swift narraba sus fetiches más extraños.

Si quieres leer algo del siglo XVIII, prepárate para pasar muchas horas con un libro en la mano y el control remoto de Netflix en la otra para no aburrirte. Los escritores se dedicaron a escribir novelas cortísimas y llenas de aventuras increíbles y personajes fantásticos. Algunos de los más famosos fueron: Jonathan Swift, que te cuenta los viajes de un tipo que se encuentra con unos enanos que le hacen sentir como un gigante o unos gigantes que le hacen sentir como un enano, unos caballos que le hacen sentir como un burro o unos burros que le hacen sentir como un caballo, y unos científicos que le hacen sentir como un loco o unos locos que le hacen sentir como un científico. Sus obras son Los viajes de Gulliver y otras mentiras; Daniel Defoe, que te muestra la vida de unos náufragos que se pasan años solos en una isla o en una ciudad, unos ladrones que se pasan la vida robando o siendo robados, y unos piratas que se pasan el tiempo navegando o naufragando. Sus obras son Robinson Crusoe y otras historias para no dormir; Voltaire, que te narra las desgracias de unos inocentes que sufren todo tipo de calamidades y desastres, así se divertía él. Sus obras son Cándido y otras desventuras.

Pero Goya mostraba sus propios fetiches, que hacían que los de Swift parecieran normales.

Si quieres ver algo, prepárate para pasar muchas horas con un cuadro en la pared y una lupa en la mano (para los detalles, y para buscarte pulgas). Los pintores se dedicaron a crear obras que reflejaban el gusto y la moral de su época, pero no el disgusto o la inmoralidad, porque los mandaban a la cárcel. Algunos de los más famosos fueron: Antoine Watteau, que te muestra escenas galantes y festivas con personajes elegantes y coquetos pero pintados como si lo hubiera hecho con merengue de pastel; Francisco de Goya, que te enseña escenas innecesariamente crueles y perturbadoramente violentas con personajes innecesariamente grotescos y perturbadoramente terroríficos; William Hogarth, que te narra escenas satíricas y morales con personajes ridículos e hipócritas.

Si quieres escuchar algo que te transporte a otra dimensión, ponte a escuchar a los músicos del siglo XVIII. Estos genios se dedicaban a crear sonidos mágicos con instrumentos que encontraban en el basurero y a cantar en idiomas inventados por ellos mismos. Los músicos eran muy originales y rebeldes, pero también muy respetuosos con el estilo de su época y con las leyes de la física. Algunos de los más famosos son: Johann Sebastian Bach, que te hipnotiza con obras complejas y misteriosas con órganos y coros, lo más difíciles y obsesivas posibles; Wolfgang Amadeus Mozart, que te encanta con obras melódicas y brillantes con flautas y violines, lo más cómicas, fantásticas y poperas posibles; Ludwig van Beethoven, que te emociona con obras dramáticas y emotivas con trompetas y tambores, lo más tormentosas y épicas posibles; Antonio Vivaldi, que te sorprende con obras rítmicas y vivaces con violines y violonchelos, lo más climáticas posibles según la estación del año; Joseph Haydn, que te divierte con obras equilibradas y divertidas con clarinetes y trombones, lo más bromistas posibles.

Movimientos artísticos

Enciende la radio y escucha a los mejores rockstars del siglo XVIII, Bach, Beethoven, Mozart y Haydn por primera vez juntos en concierto. Bad Bunny se negó a acompañarlos porque no son tan famosos.

La cultura del siglo XVIII fue una época de despilfarro y aburrimiento en el arte y la literatura. Los artistas se dedicaron a copiar obras que ya habían hecho otros y a buscar nuevas formas de dormir al público y después al mundo. Algunos de los géneros culturales más soporíferos de este siglo fueron:

  • El neoclasicismo: este estilo se inspiraba en la antigüedad clásica y buscaba la belleza y la armonía. Sus principales representantes fueron David, Canova y Mozart, que se pasaban el día haciendo obras que parecían de cartón piedra y que no tenían ni pies ni cabeza. El problema era que eran tan sosos y predecibles que nadie les prestaba atención. David pintaba escenas históricas con tanto rigor que se olvidaba de ponerles sangre y vida, mientras que Mozart componía música sublime pero tan repetitiva que parecía un disco rayado.
  • El rococó: este estilo se caracterizaba por el lujo, elegancia, placer y diversión. Muchos inconvenientes no tenía, más que ser caro y feo. Sus principales representantes fueron Watteau, Boucher y Voltaire, que se dedicaban a hacer obras que parecían de azúcar y que no tenían ni chicha ni limoná. El problema era que eran tan exagerados y empalagosos que nadie les creía. Watteau pintaba escenas galantes con tanto colorido que parecían un arco iris vomitado por un unicornio, mientras que Voltaire escribía cuentos satíricos con tanto ingenio que parecían chistes malos de un payaso borracho.
  • El romanticismo: era una respuesta de los que no entendían el racionalismo y querían hacer lo que les diera la gana mientras tuviera sentimiento. Sus principales representantes fueron Delacroix, Beethoven y Goethe, que se atrevían a hacer obras que parecían de otro planeta emocinando demasiado y entendiendo más bien poco. El problema era que eran tan rebeldes y dramáticos que nadie les seguía. Por ejemplo, Delacroix pintaba escenas violentas con tanto movimiento que parecían una batalla de tomates podridos, mientras que Goethe escribía novelas trágicas con tanto sentimiento que parecían un culebrón de una telenovela.

Guerras y revoluciones

Durante este siglo, las guerras fueron por ver quién era más poderoso quedándose con cachos de tierra lo más lejanos posibles. Por otro lado, las revoluciones fueron por ver cuáles esos cachos de tierra querían ser más libres o cual de las naciones estaba cansada de sus gobernantes que gastaban todo en pelear por tierras que ni sabían dónde estaban.

  • Hubo importantes avances tecnológicos durante la Guerra de los Siete Años, como los primeros drones a vapor.
    Guerra de los Siete Años: se disputó en los 5 continentes entre dos grandes potencias: el Principado de Brunswick-Wolfenbüttel y el Reino de Piamonte-Cerdeña por ver quién se quedaba con las colonias de América y la India, luego a cada una se le adhirieron países de los que no hemos oído hablar como Prusia, UK, Portugal, Francia, Austria, Rusia, España, Suecia-Finlandia y el Imperio Mongol, que se aprovecharon del avance que llevaban los primeros principados para quedarse con todo.
  • Guerra de los Emboabas: una pelea entre los portugueses por ver quién se quedaba con el oro de Brasil. Los emboabas eran los que llegaron tarde y querían su parte, y los paulistas eran los que llegaron primero y no querían compartir. La guerra terminó con la victoria de los emboabas y la división de la región minera en dos capitanías: la de los emboabas y la de los envidiosos.
  • Guerra de la Cuádruple Alianza: entre España y una alianza de los matones del barrio formada por Francia, Gran Bretaña, Austria y los Países Bajos. España quería recuperar los territorios italianos que había perdido por tontos, pero perdió y confirmó que lo que se va no vuelve.
  • Cuarta guerra angloneerlandesa: entre Gran Bretaña y los Países Bajos por el comercio, las colonias y los tulipanes. Fue tan cruel que se dice que los británicos inventaron el té para calmar sus nervios. Terminó con la derrota de los Países Bajos y la pérdida de gran parte de su imperio. Los británicos les dijeron: “Gracias por el pescado”. Los neerlandeses les dijeron: “De nada, pero devuélvenos el queso”.
  • Guerra de Independencia de Estados Unidos: fue tan heroica que se dice que George Washington cruzó el río Delaware en un bote inflable. Las trece colonias, sin ayuda (solamente la de Francia, España y los Países Bajos), lograron derrotar a los británicos y establecer los Estados Gringos de América.
  • Revolución Francesa: fue tan violenta que se dice que la guillotina era el juguete favorito de los niños. La revolución pasó por varias etapas, desde la moderada Asamblea Nacional hasta el radical Terror, hasta la moderada (de nuevo) República Directorial. Se perdieron muchas cabezas (literalmente) y los monarcas vecinos se pusieron tan nerviosos que renunciaron porque luego les pasa lo mismo mandaron a sus ejércitos a partir traseros revolucionaros.

Sociedad y demografía

La población mundial creció de unos 600 millones a unos 900 millones de habitantes, gracias a la magia de las vacas, el chocolate y el jabón. Sin embargo, la mayoría de la gente vivía en condiciones de pobreza (tenían que comer pastel, porque no tenían pan), analfabetismo y enfermedad (porque no comían pan). La nobleza y el clero tenían privilegios y poder político, como vivir en palacios, vestir pelucas y no pagar impuestos. La burguesía tenía riqueza y cultura, como comerciar con especias, leer libros y hacer revoluciones. El pueblo llano tenía trabajo y miseria, como cultivar la tierra, pagar diezmos y morir en las guerras. Los europeos dominaban a los indígenas, los africanos y los mestizos en las colonias americanas, como si fueran sus mascotas exóticas. Los católicos, los protestantes y los musulmanes se enfrentaban por cuestiones de fe, como si Dios fuera un equipo de fútbol.

Véase también

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