Siglo XIX

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Siglo 19avo
1801-1900
Parte de la Edad Contemporánea
Siglo XIX raro.jpg
Fue un siglo muy raro.
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El siglo XIX (también conocido como el siglo de las revoluciones hamburguesas, las guerras, las epidemias, las modas ridículas y los bigotes extravagantes) fue un período de la historia humana que abarcó desde el día en que Napoleón se levantó con el pie izquierdo hasta el día en que la reina Victoria se puso un sombrero nuevo. Durante este siglo, el mundo experimentó grandes cambios que nadie entendió ni le importó, como por ejemplo que los caballos fueron reemplazados por caballos de vapor, que los mapas se llenaron de colores diferentes, que los pobres se pusieron a trabajar en fábricas y los ricos a jugar al golf, que los artistas se volvieron locos y empezaron a pintar manchas y rayas, que los científicos descubrieron cosas raras como los átomos bacterianos y las bacterias atómicas, y que la gente empezó a comunicarse por cables y a viajar por tubos y los filósofos tenían bigotes y peinados cada vez más extraños.

Ciencia

Nicola Tesla y Charles Darwin electrocutando a una tortuga de Galápagos, para ver si evolucionaba.

La ciencia fue una de las actividades más importantes y aburridas del siglo XIX. Los científicos se dedicaron a estudiar todo tipo de fenómenos naturales y artificiales, desde las estrellas hasta los peruanos. También inventaron y descubrieron cosas como el microscopio, el oloroscopio, el telescopio, el anoscopio y otras formas de espiar fuera y dentro de nosotros. Crearon el fonógrafo, el teléfono, el telégrafo y la telepatía y otras formas de comunicación para ya nunca poder estar en paz; la electricidad y el magnetismo como formas de higiene corporal que dejaron cuando vieron que no era buena idea chupar cables conectados para lavarse los dientes. Inventaron la fotografía, el cine, la radio como manera de difundir porno; el automóvil, el ferrocarril, el barco de vapor y otras formas de contaminar el ambiente.

Entre los científicos más importantes se encuentran Charles Darwin, quien se fue de vacaciones a una isla llena de animales que actuaban raro y se inventó una teoría sobre cómo las tortugas se convirtieron en monos y luego en humanos; Louis Pasteur, quien descubrió que las enfermedades eran causadas por unos bichitos muy pequeños que se podían matar con calor, alcohol o explosiones nucleares; Gregor Mendel, quien era un voyeurista y le gustaba ver cómo se apareaban los guisantes, descubrió su reproducción; Nikola Tesla, quien era un mago que hacía trucos con la electricidad y que tenía una rivalidad con Thomas Edison, que era un inventor que robaba las ideas de los demás y que electrocutó a un inocente elefante para demostrar que su corriente era mejor. También en el XIX, iniciaban sus cosas científicas Marie Curie, quien descubrió unos elementos muy brillantes y radioactivos que le hicieron perder el pelo y el marido; y Albert Einstein, quien empezaba a resolver ecuaciones muy difíciles y aún no tenía la costumbre de sacar la lengua a los fotógrafos.

Política

Europa

Europa se caracterizó por el nacimiento de las democracias censitarias en que los ricos votaban y la despedida de las monarquías absolutas de los reyes polvoreados y con peluca. La Revolución francesa con su forma de repartir guillotinazos y la posterior era napoleónica de ayudar a los países vecinos de Francia con cañonazos, ayudarían a expandir las ideas republicanas y liberales, sobre todo cuando Napoleón las repartía desde su Imperio. Los monarcas, en el caso de sobrevivir, se convertirían en déspotas ilustrados que dejaban hacer lo que les daba la gana a los nuevos ricos mientras les pagaran los impuestos y se inclinaran de vez en cuando. Surgiría la idea de izquierda y derecha según si se identificaban con los malvados Jean-Paul Marat y Maximilien Robespierre (radicales que querían cortar cabezas a todo el mundo), o con los malvados conde de Mirabeau y el marqués de La Fayette (moderados que querían cortar cabezas solo a algunos). A veces los reyes volvían al trono y cada vez que esto pasaba, los pobres se enfadaban más y más hasta que decidieron montar su propio país con vodka y comunismo unos años después.

América

Los capibaras en las guerras de Independencia de Sudamérica.

La emancipación de América Latina dio comienzo en este siglo tan movidito. Los levantamientos indígenas en nombre de Tupperware... perdón, de Túpac Amaru y de los Asuncionados serían antecedentes de una identidad renaciente, que haría que muchos tuvieran una percepción de la realidad alterada y salieran con fusiles y machetes a defender no se sabe si la soberanía de Fernando VII, la independencia de sus territorios u otra cosa que no sabían qué era. Luego esa identidad de ser algo americanos, algo nativos y bastante discriminados, sería defendida por los grandes próceres latinoamericanos que querían formar su propia Latinoamérica: Francisco de Miranda y otros dieciséis tipos más que no caben en esta línea ni en un autobús de su época (lo intentaron). Su revolución, constituida en el marco de las revoluciones hamburguesas, sería estrictamente latinoamericana. Pues los franceses y estadounidenses les cobraran renta por sus ideas. Según los españoles, estas revoluciones fracasarían porque no lograron hacer una sola nación, pero según los latinoamericanos, habrían triunfado porque dejó de ser virreinato de España y Aserejé dejó de ser el himno oficial, se mantuvo independiente un buen tiempo hasta que posteriormente sería virreinato de Estados Unidos, pero ese es otro tema. Las fronteras americanas variaron notablemente en todo el siglo y los gobiernos tomarían una estructura bipartidista en donde pululaban los golpes de Estado y los fraudes electorales, o sea, cosa de todos los días en Latam hasta este 2024.

Imperialismo

África sería objeto de abierto uso y abuso por parte de los imperios europeos y parece que es una tradición, porque no ha cambiado mucho. Cecil Rhodes sería una figura fundamental en el desarrollo del imperialismo británico, tenía gustos simples, como los diamantes y el de ponerle su nombre a un país africano: Rodesia. También surgiría lentamente el imperialismo estadounidense a partir de una aparentemente inocente Doctrina Monroe. Que no era una actriz de Hollywood (aún), sino una política que decía "el continente americano es mío y si te acercas, te pego". Dicho siglo anunciaría la decadencia Imperio otomano que estaban más ocupados jugando con barquillos de helado que manteniendo la estabilidad interna. Las guerras del Apio humillarían al histórico Imperio chino en sus tratados desiguales. Luego los historiadores viciosos cambiaron la idea de la guerra de esta nutritiva verdura por cosas que a ellos les gustaban.

Políticos

Durante el siglo XIX, el mundo estuvo gobernado por una serie de personajes que se destacaron por sus hazañas, sus locuras, sus bigotes o sus sombreros. Algunos de ellos fueron:

  • Napoleón Bonaparte: El emperador de los franceses y de media Europa, que se hizo famoso por conquistar todo lo que se le ponía por delante, excepto Rusia y Waterloo. Era muy bajito y le gustaba meterse la mano en el pecho, quizás para comprobar si tenía corazón.
  • Simón Bolívar: El libertador de América del Sur, que se dedicó a recorrer el continente luchando contra los españoles y fundando países a su paso. Tenía un sueño de crear una gran nación llamada Gran Colombia, pero se le frustró porque nadie le hizo caso.
  • Abraham Lincoln: El presidente de los Estados Unidos que abolió la esclavitud y ganó la guerra civil contra los confederados. Era muy alto y llevaba un sombrero aún más alto. Le gustaba ir al teatro, pero eso le costó la vida cuando un actor de método que actuaba como loco le disparó por la nuca.
    Bismarck tenía su propio videojuego.
  • Otto von Bismarck: El canciller de hierro de Alemania, que unificó a los estados alemanes bajo el mando de Prusia. Era muy astuto y maquiavélico, y usaba la diplomacia y la guerra para conseguir sus objetivos. Tenía un bigote muy poblado y una armadura muy brillante.
  • Victoria I: La reina del Reino Unido y del Imperio Británico. Era muy seria y conservadora, y no le gustaba reír ni divertirse. Tenía muchos hijos y nietos, que se casaron con otros reyes y reinas de Europa. Le gustaba ponerse sombreros extravagantes y joyas ostentosas.
  • Benito Juárez: El presidente de México que defendió la soberanía nacional contra los franceses, austriacos y otros estirados. Tenía una barba muy larga que no se dejaba nunca y unas cejas muy pobladas que no se dejaba nunca tampoco.
  • Pedro I: El emperador de Brasil y rey de Portugal, que se independizó de su padre y de su país natal. Le gustaba gritar “independencia o muerte” y abdicar cuando se aburría.
  • Isabel II: La reina de España que tuvo que enfrentarse a varias guerras civiles y revoluciones. Le gustaba bailar el chotis y huir al exilio cuando las cosas se ponían feas.
  • Leopoldo II: El rey de Bélgica y dueño del Congo, que explotó a los africanos para enriquecerse con el caucho. Era tan codicioso que se quedó con el Congo como su propiedad privada y no lo compartió con nadie. Le gustaba construir palacios y monumentos con el dinero del Congo, pero se olvidó de pagarle a los obreros y de darles de comer. También le gustaba cortarles las manos a los que no trabajaban lo suficiente o a los que se le antojaba.
  • Meiji: El emperador de Japón que modernizó al país y lo convirtió en una potencia mundial cazaballenas. Era tan fanático de la cultura occidental que se puso a imitar todo lo que hacían los europeos y los americanos, desde la ropa hasta la comida. Le gustaba vestir uniformes militares y declarar guerras a China y Rusia, pero se olvidó de pedir permiso a los samuráis y a los shogunes. También le gustaba abrir las puertas del país a los extranjeros, pero se olvidó de cerrarlas cuando se fueron.
  • José de San Martín: El libertador de Argentina, Chile y Perú, que cruzó los Andes con su ejército para derrotar a los españoles. Era tan valiente y generoso que se dedicó a liberar países sin pedir nada a cambio. Le gustaba escribir cartas y renunciar a los honores, pero se olvidó de cobrar el sueldo y de quedarse con alguna medalla. También le gustaba viajar por el continente, pero se olvidó de llevarse un abrigo y una brújula.

Filosofía

La filosofía del siglo XIX fue un lío de gente que se creía muy lista y que quería explicarlo todo con sus ideas. Algunas de las modas más populares fueron:

Super Karl Marx imaginándose salvando al proletariado.

El positivismo: Una teoría filosófica que decía que solo se podía saber lo que se podía ver, tocar y medir. Odiaba la metafísica, la teología y la psicología porque eran cosas muy aburridas y complicadas. El inventor del positivismo fue Auguste Comte, que se creó su propia religión de la humanidad y se puso a adorar a una bailarina.

El idealismo: Decía que solo se podía saber lo que se podía pensar, imaginar y razonar. Amaba la metafísica, la teología y la dialéctica porque eran cosas muy profundas y sublimes. El maestro del idealismo fue Georg Wilhelm Friedrich Hegel, que se sacó de la manga un sistema filosófico que ni él mismo entendía y que decía que la historia era un juego de tres en raya con tesis, antítesis y síntesis. Otros discípulos del idealismo fueron Friedrich Schelling, que era un poeta místico que decía que la naturaleza era el espíritu; Arthur Schopenhauer, que era un pesimista amargado que decía que la vida era sufrimiento; y Friedrich Nietzsche, que era un loco genial que decía que Dios había muerto y que el hombre debía ser un superhombre.

El materialismo: Decía que solo se podía saber lo que se podía pesar, contar y calcular. Despreciaba la metafísica, la teología y la moral porque eran cosas muy falsas e inútiles. El padre del materialismo fue Ludwig Feuerbach, que se rebeló contra el idealismo de Hegel y dijo que el hombre era lo que comía. Otros defensores del materialismo fueron Karl Marx, que era un economista barbudo que dijo que la historia era la lucha de clases y que el capitalismo era el demonio; Charles Darwin, que era un naturalista viajero que dijo que el hombre venía del mono y que la naturaleza era una selva; y Sigmund Freud, que era un médico neurótico que dijo que el hombre era lo que soñaba y que todo se reducía al sexo con la progenitora.

Cultura y arte

León Tolstói descansando encima de un crítico.

¿Te gustan las novelas de mil páginas, los cuadros con mucho color y las sinfonías que duran una hora? Entonces te encantará la cultura del siglo XIX, una época de grandes genios y grandes aburrimientos. La cultura fue muy variada (como la población) y rica (como casi nadie). Se caracterizó por el auge de la industrialización, la urbanización, el nacionalismo, el imperialismo, el romanticismo y el tuvalísmo. También hubo muchos avances científicos, tecnológicos, artísticos y literarios, pero nadie se enteraba porque no había redes sociales.

Si quieres leer algo del siglo XIX, prepárate para pasar muchas horas con un libro en la mano y un pañuelo en la otra (para las lágrimas, no seas degenerado). Los escritores se dedicaron a escribir novelas larguísimas y llenas de descripciones innecesarias y personajes complejos. Algunos de los más famosos fueron Victor Hugo, que te cuenta las penurias de unos jorobados como El jorobado de Notre Dame o unos miserables como Los miserables; Charles Dickens, que te muestra la vida de unos ladinos como Oliver Twist o David Copperfield o unos fantasmas como Cuento de Navidad; León Tolstói, que te narra las aventuras de unos rusos complicados como Guerra y paz o Ana Karenina; Gustave Flaubert, que te enseña cómo ser infiel sin que te pillen con Madame Bovary, una novela que causó un gran escándalo e interés en su época porque parecía un manual para hacerlo; y Jane Austen, que te divierte con unos orgullosos, unos prejuiciosos y unos zombies como Orgullo, prejuicio y zombies. Sus obras trataban temas como la injusticia social, el amor imposible, la guerra, el adulterio y el orgullo, pues era la literatura de autoayuda de su época. Sus personajes solían morir de forma trágica o vivir infelices para siempre como lo estás haciendo en este momento.

Ludwig van Beethoven no escuchaba a quienes criticaban su ropa.

Si quieres ver algo del siglo XIX, prepárate para admirar obras maestras o para quedarte ciego. Los pintores se dividieron en varias corrientes artísticas, como el neoclasicismo, que era muy aburrido y formal; el romanticismo, que era muy dramático y exagerado; el realismo, que era muy crudo y deprimente; el impresionismo, que era muy bonito y difuso; y el postimpresionismo, que era muy raro y original. Algunos de los más destacados fueron Francisco de Goya, que te asusta con sus pinturas negras o te divierte con sus majas; Eugène Delacroix, que te impresiona con sus escenas históricas o eróticas; Édouard Manet, que te escandaliza con sus desnudos o te aburre con sus bodegones; Claude Monet, que te relaja con sus paisajes o te marean con sus nenúfares; y Vincent van Gogh, que te emociona con sus girasoles o te intenta pagar el sepso con su oreja. Sus obras reflejaban la realidad social, la naturaleza, las emociones y las visiones personales que eran mu raras. Sus colores eran muy vivos o muy oscuros, según el estado de ánimo o la cantidad de absenta que habían tomado.

Si quieres escuchar algo del siglo XIX, prepárate para disfrutar de melodías sublimes o para sufrir de dolor de cabeza. Los músicos se dedicaron a componer obras clásicas para orquesta, piano o voz, que eran muy largas y complicadas. Algunos de los más célebres fueron Ludwig van Beethoven, que te maravilla con sus sinfonías o te ensordece con su sordera (?); Frédéric Chopin, que te enamora con sus nocturnos o te deprime con su tuberculosis; Richard Wagner, que te fascina con sus óperas o te abruma con su antisemitismo; Giuseppe Verdi, que te emociona con sus arias o te hace gritar con su nombre; y Johannes Brahms, que te deleita con sus conciertos o te hace bostezar con su barba. Sus obras expresaban la belleza, la pasión, el drama y la épica. Sus melodías eran muy pegadizas o muy difíciles de tocar, según el nivel de virtuosismo o de masoquismo.

Movimientos artísticos

El arte fue un lío de movimientos y estilos que se sucedieron sin orden ni concierto. Los artistas no sabían qué hacer con tanta revolución, industrialización y prostit... socialización. Así que cada uno se inventó su propia forma de expresarse y de ver el mundo sin pedirle permiso a nadie (ya les habían cortado la cabeza a quienes daban esos permisos). Los principales movimientos artísticos del siglo XIX abarcan el Neoclasicismo, el Romanticismo, el Realismo, el Impresionismo y el Simbolismo. Y otros muchos que no caben en esta línea ni en un museo.

Las obras de Jacques-Louis David estaban muy adelantadas a su tiempo.

El Neoclasicismo se basó en la imitación de los antiguos griegos y romanos. Los artistas neoclásicos querían ser como ellos, pero sin tener que luchar contra los persas, los cartagineses o los bárbaros. Se inspiraron en las ruinas que les quitaron a los gatos en Grecia y en los libros que escribieron los ilustrados muy imaginativos. Sus representantes fueron Jacques-Louis David (el 90% de las imágenes de los libros de texto de historia son suyas y ni siquiera lo conocías, incluto), Antonio Canova (le gustaba esculpir gente disfrutando de la pereza) y Jean-Auguste-Dominique Ingres (que por más que lo intentara, no podía pintar gente sonriendo).

El Realismo se basó en la representación de la realidad tal como era, sin adornos ni filtros pues aparentemente los artistas anteriormente eran como Instagram donde nada era lo que parecía. Los realistas querían mostrar las cosas como son, feas, con pelos, granos y mocos. Se interesaron por la vida cotidiana para no tener que pagar costos de producción disfrazando gente. Sus representantes fueron Gustave Courbet (que pintaba lo que le daba la gana, incluso a sí mismo haciendo caras), Honoré Daumier (que hacía caricaturas de la gente poderosa y se metía en problemas) y Benito Pérez Galdós (que escribía lo que veía de la gente común sin pedirles permiso para hacerse rico con su vida).

El Impresionismo se basó en... pues en impresionar, Capitán Obvio. Los artistas no se preocupaban por los detalles ni las formas. Ni siquiera se preocupaban por terminar sus cuadros, los dejaban a medio hacer y los vendían como si fueran obras maestras. Sus representantes fueron Claude Monet (que pintaba siempre el mismo estanque con nenúfares, pero con distintas luces), Pierre-Auguste Renoir (que pintaba siempre a la misma gente sonriendo, pero con distintos sombreros), Edgar Degas (que pintaba siempre a las mismas bailarinas, pero con distintas faldas) y Camille Pissarro (que pintaba siempre el mismo paisaje, pero con distintos árboles).

El Simbolismo se basó en... símbolos, o sea, como todo el arte pero ellos creyeron que lo habían inventado. Los artistas rechazaron el realismo y el impresionismo porque nunca pudieron formar parte de su club y buscaron una dimensión más espiritual para justificar su consumo de psicotrópicos. Sus obras eran tan oscuras y enigmáticas que nadie las entendía, ni siquiera ellos mismos. Sus representantes fueron Gustave Moreau (que pintaba escenas mitológicas llenas de monstruos y serpientes), Paul Gauguin (que se fue a Tahití a pintar mujeres exóticas y a contagiarse de sífilis), Edvard Munch (que pintó gente gritando en puentes y nada más) y Paul Verlaine (que escribió poemas tan crípticos que solo su amante Rimbaud podía descifrarlos).

Guerras y revoluciones

Las Guerras del Apio fueron una de las más saludables del siglo.
  • Guerras Napoleónicas: Serie de conflictos bélicos protagonizados por Napoleón Bonaparte, un francés bajito y con complejo de grandeza que quería conquistar todo el mundo y parte del extranjero. Se enfrentó a coaliciones de países que no estaban de acuerdo con sus planes. Al final perdió y lo mandaron a una isla desierta a mori... Pensar en lo que había hecho.
  • Guerras de Independencia Hispanoamericana: Los criollos se cansaron de pagar impuestos al rey de España y de ser tratados como ellos trataban a mestizos e indígenas. Con la ayuda de líderes como Bolívar, San Martín e Hidalgo (y otras personas con nombre de ciudades, o quizá sea al contrario), lograron liberarse del dominio español y formar sus propias naciones, que luego de doscientos años todavía no aprenden a ser independientes.
  • Guerra de la Independencia de Grecia: Los griegos querían y dejar de ser súbditos de los turcos-otomanos, que los trataban como una Disneylandia para que los demás países creyeran que todo el imperio era bonito y desarrollado como ese territorio. Contaron con el apoyo de potencias europeas, que veían en Grecia la cuna de la civilización occidental. Al final consiguieron su independencia, pero también una gran deuda externa que todavía están pagando.
  • Guerra de Crimea: Rusia se peleó con Turquía, Francia, Inglaterra y Cerdeña por unos lugares sagrados. Hubo mucha sangre y poca piedad. Florence Nightingale inventó la enfermería sexy.
  • Guerra Civil Estadounidense: El norte y el sur se enfrentaron por la esclavitud, la secesión, el uso de barbas largas y sombreros altos y otras cosas. Ganó el norte y Lincoln murió cuando un viajero del tiempo quiso cambiar la historia para que el sur ganara.
  • Guerra Franco-Prusiana: Bismarck quiso unir a Alemania y Francia se opuso. Francia perdió y pagó caro. Nació el Segundo Reich y la Tercera República, que no duraron mucho.
  • Guerra Anglo-Zulú: Los británicos quisieron colonizar a los zulúes, que se resistieron con pieles y lanzas. Los británicos sufrieron, pero ganaron. El rey zulú fue a Londres de visita y se quedó como exposición permanente en el museo de los embalsamados.
  • Guerra del Pacífico: Chile se peleó con Perú y Bolivia por el salitre, un polvo blanco muy codiciado (no, no como otro polvo blanco codiciado). Chile invadió y ocupó sus costas, provocando su reacción. Hubo batallas en el mar, en la tierra y una en el espacio. Chile ganó y se quedó con el salitre y el mar. Bolivia se quedó sin mar y todavía les duele y Perú se quedó sin sal, pero con la patente del pisco.
  • Guerras del Apio: Inglaterra quiso vender apio a China, que no lo quería. China confiscó el apio y lo tiró al mar. Inglaterra se enfadó y le declaró la guerra. Hubo batallas navales, terrestres y una en el plano astral. Inglaterra ganó y le impuso a China unos tratados muy injustos, por lo que se quedó con el apio y sin soberanía.

Sociedad y demografía

Lewis Carroll fue un símbolo social de la época.

La sociedad del siglo XIX estaba dividida en clases sociales muy desiguales como ahora. Por un lado, estaban los ricos, que vivían en palacios, se vestían con seda y encaje como ahora, y se dedicaban a explotar a los pobres, ídem. Por otro lado, estaban los pobres, que vivían en tugurios, se vestían con harapos, y se dedicaban a trabajar para los ricos, justo como ahora. Y por último, estaban los muy pobres, que vivían en la calle, se vestían con lo que encontraban, y se dedicaban a morir de hambre y de enfermedades, sí, efectivamente, como ahora. Quizá sigamos en ese siglo y no lo sepamos.

La demografía fue una locura. La gente se reproducía como conejos y la población se disparó. Pero no todo era felicidad y amor. También había muchas formas de morir: guerras, epidemias, hambrunas, accidentes, asesinatos… Como ahora y seguramente en el futuro también.

Las migraciones fueron otro fenómeno demográfico importante. Muchos europeos emigraron a otros continentes para colonizarlos o para escapar de la miseria. Muchos españoles también emigraron, sobre todo a América Latina, donde esperaban encontrar trabajo y fortuna. Sin embargo, no todos lo consiguieron. Algunos se hicieron ricos y famosos, como el escritor José Martí o el libertador Simón Bolívar. Otros se quedaron pobres y olvidados, como el soldado Juan Pérez o el indio Manuel García.

Las ciudades eran el lugar donde pasaba todo. Allí se podía encontrar de todo: fábricas que producían humo y ruido, comercios que vendían de todo y nada, servicios que funcionaban cuando querían y como podían, y oportunidades que se presentaban y se esfumaban. Allí también se podía sufrir de todo: contaminación que te hacía toser y llorar, hacinamiento que te hacía sentir como una sardina en lata, pobreza que te hacía pasar hambre y frío, y crimen que te hacía temer por tu vida y tu bolsillo. Es decir, era todo un paraíso para los libertarios que anhelan regresar al siglo XIX.

Véase también

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Contemporánea
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