Incijuegos:El Señor de los Anillos:el juego de rol 2/222

De Inciclopedia
Ir a la navegación Ir a la búsqueda

< Portada de Incijuegos < Inicio de «El Señor de los Anillos:el juego de rol 2»


En un estrecho callejón...

Comencé a sacar las mudas, el anillo de invisibildad que sólo funciona una vez cada 30 años, la yesca y el pedernal (que aún no sé para que mierdas sirve), pero el Director de Juego me interrumpió:

Enthil y sus compañeros de viajes.


Director de Juego: Ejem...
Yo: ¿Y ahora qué ocurre?
Director de Juego: ¿No pretenderás que me crea que tres marineros secuestrando a una mujer en medio de la noche se te van a poner a regatear por las cucharas de plata que le robaste a tu abuela en los Puertos Grises?
Yo: ¡Eso es un golpe bajo! Me dijiste que mi abuela estaba ciega y no oía nada, nadie en su sano juicio (y con un alineamiento neutral caótico) habría superado la tentación, de todas formas, pásame los dados que uso mi Habilidad Secundaria en Charlatanería.

¡Obtuve un éxito total! Los marineros no sólo estaban interesados en comprarme las cucharas de plata, sino que también deseaban conocer los secretos del Cianúril, la bebida élfica tonificante, para elfos élficos. Como no podía ser de otra manera les invité a unos tragos y los tres cayeron fulminados (¡Por fin pude anotarme mis primeras Piezas de la tarde!). Rápidamente desaté a la mujer y me dijo ser hija de Chúrumbel, el Cartógrafo Real. Pensando en la sustanciosa recompensa que me ganaría la escolté hasta su casa en el barrio rico de la ciudad, pensando en como obtener la información de ese enigmático mapa.

...


¡Claro! ¡La violaste, mataste a su familia y robaste el mapa! —grita entusiasmado un pirata rechoncho—.
¡No seas bruto! —brama un pirata intelectual—. Obviamente está tratando de decirnos que es, por decirlo de una manera fina, necrofílico. ¿Me equivoco señor elfo a punto de ser colgado?



Lamento desilusionarte, pirata desnudito, digo, erudito, porque realmente lo que me gusta es tener una buena soga de cuerda atada fuertemente al cuello y... que me miren.
En efecto, acertasteis los dos, todas las mañanas cuando me despierto me digo a mi mismo: ¿Cómo es que no te has dado una vuelta por el cementerio?