Incijuegos:La llamada de Cthulhu:El juego de rol/23
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Érase una vez...
Das un rodeo a la casa como quien no quiere la cosa. De repente, sin saber cómo, una figura enorme te toma por los hombros y te introduce dentro de la casa por una puerta lateral. Tras soltarte caes pesadamente al suelo encima de una alfombra persa que tu experto ojo califica de burda copia. O por lo menos así lo deseas ante la posibilidad de que el vómito que acabas de arrojar sobre ella no se marche ni con lejía.
—Ya era hora de que viniera Doctor Harker. Su impuntualidad me empezaba a impacientar. Sospechaba que su ornitofilia pudiera tener que ver. Le presento a mi ghoul, se parece a un wookie, pero son mejores preparando el té. Ahora tome asiento y escuche lo que le tengo que contar y espero que su experiencia luchando contra Enanos de Jardín poseídos diabólicamente me pueda ayudar.
—Por supuesto—. Aseveras con un regusto a bilis en tu paladar
—Bien, todo comenzó hace unos meses cuando un sobrino mío, un poco descarriado vino a finales del verano a pasar una temporada aquí. Parece ser que los estudios no le iban demasiado bien y mi hermana quería que la disciplina de mi casa, no en vano soy coronel en la reserva, enderezasen al muchacho. Y todo iba bien al principio, pero aparentemente el chico era muy curioso y se dio de bruces con mi biblioteca privada. No hace falta que le diga de que libros se compone porque si no recuerdo mal, usted mismo me envió una carta con unas recomendaciones para completarla por intermediación de nuestro amigo común.
En ese momento hace acto de presencia el ghoul, te fijas que lleva un hermoso tutú y porta con delicadeza una bandeja con una exquisita porcelana malaya. Os sirve y se va sin hacer ruido.
—¿Es siempre así?— Preguntas con cautela.
—Oh si, no me hable de él. No sabe lo difícil que es domesticar a un ghoul. En fin, siguiendo con la historia, mi sobrino se encontró con unas hojas manuscritas mías en las que estaba traduciendo el Necronomicón. El muy insensato ha huido con el libro y la traducción y me temo que algo malo le pueda suceder a nuestro mundo.
¿Qué haces?
- Rompes tu camisa y dejas al descubierto tu pecho depilado mientras gritas: ¡No se preocupe señor O'Realy, yo me encargaré! Pulsa aquí
- Le preguntas si puedes tomar otra taza de té y te atusas el bigote con nostalgia por las galletitas que tu madre te preparaba los domingos por la tarde. Pulsa aquí
- Te levantas y hechas a correr hacía la puerta. Pulsa aquí