Te quiero
Te quiero.
Sí, a ti te hablo.
Te quiero.
No me importa si eres hombre, mujer o patata. Quiero que sepas que te quiero.
Da igual si sientes que no le importas ni siquiera a Nadie. Yo te quiero.
No es ninguna broma. Te quiero.
Más allá de lo horrible que seas (y lo eres) y de que aún mojes la cama. Te quiero.
Te quiero. Me preocupo por ti. Me preocupas. Quiero hacer todo lo posible para hacerte feliz.
Cuando ríes, mi mundo entero se ilumina por un minuto. Cuando estás triste, busco la forma de devolverte la sonrisa o de lo contrario siento que he fracasado como persona. Cuando duermes, yo te observo por horas y horas, sin parpadear, deseando ser tu sueño. Cuando te caes, me río a costa tuya. Pero, después de enjugar tus lágrimas de bebé, te susurro esto: te quiero.
Pensar en ti es experimentar ese subidón que sientes cuando amas tanto a alguien que quieres que todos se enteren. Todos. Hasta esa persona que te odia y que conoce a una gitana capaz de lanzarte la peor maldición de todas. No importa, yo te quiero.
Te quiero más de lo que me quiero a mí.
Eres lo primero en lo que pienso al despertarme, lo último que pasa por mi cabeza al dormir, y con lo único que sueño. La idea de no saber nada de ti me descompone. No puedo siquiera imaginármelo. Te quiero.
No importa lo que pienses de ti. O de mí. No me interesa si sigues con la estúpida manía de borrar tu Facebook, cambiar de número telefónico o llamar a la policía cuando paso frente a tu casa (a la vez que gritas "¡déjame en paz!"). Te quiero.
Te quiero, y te juro que no hay nada que puedas hacer que me haría dejar de decítelo.
Quiero lastimarte de la peor forma posible hasta que grites mi nombre. Porque te quiero.
Quiero aplastar tu cráneo a martillazos y comerme tus sesos para asimilarlo todo de ti. Tus alegrías, tus frustraciones, tus recuerdos, tus miedos. Quiero ser tú. Te quiero.
Puede que no me creas cuando te digo que las voces en mi cabeza quieren que estemos juntos. Sé que te molestaste cuando te dije que atropellé a tu perrito en defensa propia. Pero aún si no crees en nada, cree en mis labios cuando digo esto: te quiero.
A ti.
Te quiero.
TE QUIERO.