Usuario:Rinoceros/Guerra de los románticos

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Hace mucho, mucho tiempo, en una Alemania muy lejana....

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Episodio IV: Una nueva esperanza

Tras la muerte del Maestro Jedi de la música germánica, Ludwig van Beethoven, dos facciones enfrentadas se disputan su sucesión. La orden de los Davidsbundler que lideran Felix Mendelssohn y Robert Schumann domina con mano firme la forma musical clásica y la música pura, inspirándose en la octava sinfonía del maestro fallecido, pero el círculo rebelde de Weimar, liderado por Franz Liszt y apoyado desde su exilio en suiza por el aún más rebelde Richard Wagner toma como referencia la novena sinfonía del viejo maestro, defendiendo la música programática y la obra de arte total. El enfrentamiento es tan cruento como inevitable.

Robert Schumann había sido un compositor jedi progresista e imaginativo, pero se pasó al lado oscuro del conservadurismo cuando fue seducido por las artes rancias de Clara Wieck, con quien se casó. Desde este momento las innovaciones formales fueron desapareciendo del arte jedi de Robert y fueron sustituidas por el formalismo más abortargado. Preso de la dicotomía entre sus impulsos progresistas y las tendencias conservadoras de su esposa, así como de las voces que le hablaban y solo oía él, a las que llamaba Eusebius, Florestan y Raro (el chico nunca había estado muy fino) Robert había terminado por perder completamente la cabeza y murió tras tirarse al río, pero no sin antes vender su revista musical a un tal Franz Brendel.

Franz Brendel resultó ser un infiltrado del círculo rebelde y la revista se convirtió básicamente en una exaltación de todo lo que hacían Wagner y Liszt en la que se elogiaba incluso el valor musical de cada pedo que se tiraban. Esta constante adulación que solo podía calificarse de jaboneo y pelotilleo era interrumpida únicamente en las páginas centrales, donde había un poster desplegable en el que a menudo aparecía el propio Liszt ligero de ropa.

Clara Schumann, considerando esto como una traición a la manipulación que ella había hecho de su marido al legado artístico de su marido, se propuso buscar un nuevo elegido que pudiera contrarrestar el ataque rebelde. Es así como adiestró en el conservadurismo formalista a un joven padawan en el que ya Robert había visto que la fuerza de la música era muy intensa: Johannes Brahms. Además construyó un androide, tan servil como perverso, que ayudaría al joven padawan en sus batallas y contrarrestaría la alteración en la fuerza de Franz Brendel, el crítico Eduard Hanslick, más conocido en los círculos de Weimar como Eduard Asslick.

Episodio V: Los de Leipzig contraatacan

Muerto Schumann, el padawan Johannes Brahms fue considerado diestro en la fuerza musical, y hasta se dejó barbita para no tener cara de niñato y que le tomaran en serio. Fue en este tiempo cuando Brahms y el violinista Joachim tuvieron la ocurrencia de elaborar un manifiesto anónimo contra la revista de Brendel. Anónimo hasta que lo firmaron, los muy idiotas. Éste decía así.

Los abajo firmantes hemos seguido con mucho pesar determinadas posiciones partidistas, cuyo órgano (viril) es la revista Zeitschrift für Musik de Brendel.

En este asqueroso panfleto se difunde continuamente la visión de que los músicos de mayor relevancia son los que están de acuerdo con las tendencias (musicales, no piensen mal) que representa la propia revista, reconociendo un gran valor artístico en las composiciones de los líderes de este grupo y concluyendo en definitiva que el debate a favor y en contra de la llamada Música del futuro se encuentra ya cerrado, y que los que no estamos de acuerdo hemos salido escandalosamente derrotados.

Los abajo firmantes consideramos como nuestro deber el protestar contra tal interpretación de los hechos y, como principales afectados, declaramos desde nuestra afectación (oigh) que no reconocemos los principios enunciados por la revista de Brendel, ni con los horteras que los aplican en la práctica, reincidiendo en unas nuevas e inauditas teorías, las del imbécil de Wagner, que son contrarias al espíritu más profundo de la música, lo cual encontramos muy de lamentar y condenar.​

Desde luego no les sirvió para hacer amiguitos.

Episodio VI: El retorno del Richi

La guerra se recrudeció. Los partidarios de unos iban a montar pollos en los conciertos de los otros y se hacían afectados desaires públicos. Por ejemplo la escuela de Weimar celebró una fiesta en el Parkilandia por el aniversario de la revistucha que fundara Schumann, y no invitaron a los otros, ni siquiera a Clara. El no poder jugar en las piscinas de bolas a estos les contrarió en demasía. Cuando discutían ya con más seriedad sobre la necesidad de conservar o abolir las formas musicales clásicas, Wagner se mostró como un auténtico sith de la fuerza de la música, y declaró que ésta debía fundirse con las demás artes en una suerte de Obra de Arte Total.

Huelga decir que Brahms y Asslick hicieron lo posible por fundirle a él.