Yemelián Pugachov
El autor de este artículo se ha olvidado de poner fotos, o las que hay no son suficientes. Sé buena persona y ayúdanos colocando un par de ellas para la causa. Que la academia te lo premie. |
Yemelián Pugachov (en ruso: Емельян Пугачёв, en español: Emilio el Asustador) fue un cosaco del Don que se creía el zar Pedro III, el marido de Catalina la Grande que murió misteriosamente en 1762. Según él, no murió, sino que se escapó de sus asesinos y se fue a vivir con los cosacos, donde aprendió a beber vodka, a montar a caballo y a hacerse pasar por zar. En 1773, decidió volver a reclamar su trono y lideró una rebelión contra Catalina, que estaba muy ocupada con sus amantes y sus reformas. Pugachov se hizo famoso por liberar a los siervos, repartir tierras y prometer el paraíso en la tierra. También se hizo famoso por quemar ciudades, saquear aldeas y matar a todo el que se le opusiera. Su rebelión fue la más grande y sangrienta de la historia de Rusia, hasta que llegaron los bolcheviques y le quitaron el récord. Pugachov fue capturado en 1774 por sus propios cosacos, que lo traicionaron por una recompensa. Fue llevado a Moscú, donde lo torturaron, lo descuartizaron y lo exhibieron como un trofeo. Su cabeza fue conservada en formol y enviada a Catalina, que la usó como pisapapeles.
Biografía
Nació en 1742 en un pueblo perdido de Rusia, donde lo único que había eran cosacos, vodka y nieve. Su padre era un cosaco del Don, y su madre era una dona del cosaco. Desde pequeño, Yemelián soñaba con ser zar de Rusia, pero como no tenía ni estudios ni dinero, se tuvo que conformar con ser soldado del ejército ruso. Allí participó en varias guerras contra los prusianos, los turcos y los polacos, pero se aburrió de tanto matar y desertó.
En 1773, se le ocurrió la genial idea de hacerse pasar por Pedro III, el marido de Catalina la Grande que había sido asesinado por ella. Como nadie sabía cómo era Pedro III, Yemelián se puso una peluca, una barba postiza y un traje de zar, y se presentó ante los cosacos del Ural como el legítimo emperador de Rusia. Los cosacos, que estaban hartos de la tiranía de Catalina, le creyeron y le siguieron en su rebelión.
Yemelián se dedicó a recorrer Rusia liberando a los siervos, repartiendo tierras y prometiendo el paraíso en la tierra. También se dedicó a quemar ciudades, saquear aldeas y matar a todo el que se le opusiera. Su rebelión fue la más grande y sangrienta de la historia de Rusia, hasta que llegaron los bolcheviques y le quitaron el récord.
Captura y ejecución
La rebelión de Pugachov se fue al garete cuando el ejército imperial ruso le pisó los talones y le quitó todo lo que había conquistado. Pugachov intentó escapar hacia el este, pero sus propios soldados lo vendieron por un plato de lentejas. Bueno, en realidad por 10 000 rublos de plata, que era una pasta gansa en aquella época. Lo pillaron el 14 de septiembre de 1774 en un pueblo llamado Sarepta, que suena a medicamento para la diarrea.
Pugachov fue llevado a Moscú metido dentro de una jaula de metal, como si fuera un animal salvaje. Durante el viaje, la gente le tiraba piedras, tomates y otros objetos contundentes. En Moscú, lo juzgó un tribunal especial, que lo declaró culpable de todo lo malo que había pasado en Rusia. Pugachov se negó a admitir que era un impostor y siguió diciendo que era el zar Pedro III. Claro, y yo soy Napoleón.
El 10 de enero de 1775, Pugachov fue ejecutado públicamente en una plaza frente al Kremlin. Su castigo fue cruel y despiadado: primero le arrancaron la nariz, las orejas y la lengua, luego le cortaron las manos y los pies, y finalmente le cortaron la cabeza. Su cabeza fue conservada en formol y enviada a Catalina la Grande, que la usó como pisapapeles. Su cuerpo fue troceado y sus partes fueron colgadas en diferentes sitios como decoración.
Legado
La rebelión de Pugachov fue una fiesta que se armó en Rusia durante los años que nadie recuerda. Durante la pachanga, Catalina la Grande estaba muy ocupada haciendo reformas en su casa, pero la revuelta le hizo cambiar de planes. Los campesinos se pusieron muy rebeldes y querían emanciparse de la tiranía zarista. Pero como no tenían armas, solo usaban palos, piedras y botellas vacías de vodka.
El escritor ruso Aleksandr Radíshchev, que pasaba por ahí, vio la revolución y escribió un libro al respecto. En su obra dice que la revuelta fue una advertencia para que los zares se portaran bien.
Yemelián Pugachov fue uno de los revolucionarios más revolucionarios del siglo xviii, siendo su revuelta anterior a la Guerra de Independencia de los Gringos y de la Revolución francesa.
Los líderes de la Revolución rusa de 1917 lo consideraron un ídolo y pensaban que estaban siguiendo sus pasos. Durante el gobierno soviético le hicieron muchos homenajes. Por ejemplo, la ciudad donde nació Pugachov ahora se llama Pugachovlandia, y varias ciudades de Rusia tienen calles con su nombre y su cara.