Incijuegos:La llamada de Cthulhu:El juego de rol/00893
< Portada de Incijuegos < Inicio de «La llamada de Cthulhu:El juego de rol»
Hogar, dulce hogar
«Vaya día de perros» murmuras al abrir la puerta de tu casa. Dejas las llaves sobre la mesa de la entrada. Acto seguido te quitas la gabardina y la dejas en el ropero. Caminas hacia la cocina, te sirves un generoso vaso de whiskey y caes pesadamente sobre una silla. Saboreando el licor de tres dólares la botella rememoras el día que acabas de vivir. «Menudos imbéciles —dices por lo bajo—, y pensar que querían que salvara al mundo de una amenaza interdimensional». Con el último trago te pones de pie y te vas al cuarto de baño. Tras una ducha reconfortante pones un disco de ABBA y tomas un libro al azar para leerlo mientras. Irónicamente escogiste la versión infantil del Necronomicón de Disney. De repente, un ruido ensordecedor te saca de tu lectura. Asomas la cabeza por la ventana y gritas «¡Callaos de una puta vez que mañana tengo que ir a trabajar!». Unos chavales desde la calle te propinan unos cortes de manga acompañados de insultos entre los que abundan "puto", "cabrón" y "besugo". Vuelves a meter tu cabeza dentro de la casa y allí está tentaculín en toda su gloria.
<poem> —Hola Doctor Harker. Cuánto tiempo. —Hum, sí, ésto... Hola. ¿Quieres un vaso de cristal? —Por supuesto, pero en realidad es vidrio. Es un error común llamarlo cristal. —Ajá, qué interesante. ¿Y qué le trae por mi hogar? Aún mejor, ¿cómo ha entrado? —Echas un vistazo rápido a la puerta. No parece haber sido forzada. —¿Es que no ha dado cuenta de que viajo por las dimensiones? Pensaba que su conocimiento en lo oculto era legendario, pero veo que sólo era eso. —¡Oiga usted! Gané dos veces el premio Ocultista del Año, Aleister Crowley es un don nadie al lado mío. Tengo varios estudios publicados en revistas especializadas sobre fenómenos paranormales y cosas raras. Escribí un diccionario Ocultista-Conspiranoico Conspiranocio-Ocultista. Y además podría evitar esa conjura cthulhiana con chasquear los dedos de mis pies. Un timbre interrumpe la conversación. ¡Vaya! Casi lo olvidas, hoy tenías partida de rol con tus amigos de la universidad. Caminas hacía la entrada y dejas pasarlos. —Disculpe amigo calamardo, pero tengo que dirigir una partida de rol basado en el mundo de Lovecraft, si no le importa. —Por Dios Harcker, ¿cómo no nos dijiste que tenías un invitado tan ilustre? —Mathew, profesor del departamento de Insensateces, se acerca con entusiasmo hacia el ser y le da la mano—. Por favor, ¿le gustaría acompañarnos en la partida de rol de hoy? —le pregunta mientras se limpia las viscosidades con tu cojín favorito. —Pero yo nunca he jugado antes, no sé que hay que hacer —balbucea —No se preocupe —dice Harvey, catedrático en actos insolentes—. Usted simplemente puede interpretar a un personaje jugador de la misma raza que usted, así le resultará más sencillo. Yo, por ejemplo, soy una profesora de aromaterapia con una habilidad singular en el manejo de machetes. Mathew es un homosexual coreano especialista en filología malvada. Miller es un sacerdote italiano capaz de realizar un exorcismo a la vez que le mete mano a una menor. —Está bien —dices rindiéndote— tomad vuestras fichas. Mathew hazle una ficha a nuestro nuevo amigo si me haces el favor. Si no recuerdo mal, os encontrabais en la cripta de la iglesia sectaria y... —Te equivocas. Que nadie le deje fumar un porro que luego se lía y no hay manera de que podamos jugar.
Así, una noche más, unos frikis felices malgastaban sus vidas mientras fuera, un dios primigenio destruía la Tierra.