Incijuegos:La llamada de Cthulhu:El juego de rol/1111
< Portada de Incijuegos < Inicio de «La llamada de Cthulhu:El juego de rol»
Abu Grahib, al ibrahim almohada foc ajedrez alferez...
Tras pasar una hora en la carretera, tu amigo extraterrestre te indica que gires a la derecha en el próximo desvío. Un camino mal asfaltado y lleno de baches. Mientras conduces unas ideas delirantes cruzan tu mente. ¿Qué podrá ser eso que me quiere mostrar? ¿Cómo coño me ha convencido para que le acompañe? ¿Me he puesto hoy muda limpia? De improviso, unas luces al final del camino te indican que vuestro destino está cerca. La criatura te pide que aminores y que apagues las luces. Lo haces mecánicamente. Te pide que aparques a las afueras de lo que parece una granja. En silencio os acercais y llegais hasta las vallas que separan la granja del camino. Realizas una maniobra de saltar de dificultad fácil y lanzas los dados. Obtienes un 48, lo suficiente para no matarte de forma ridícula. Tras merodear por la casa principal sin ver a nadie a través de las ventanas, algo hiela tu sangre y tu piel se vuelve de gallina. Parece ser un grito de desesperación de algún ser humano. Xyllihazko y tú os cruzais la mirada (o lo que demonios tenga esta criatura). Poco a poco, sin hacer ruido, llegais junto al edificio donde se guardan los animales, una de las grandes puertas está levemente abierta y un rayo de luz sale disparado de su interior. Asomando la cabeza con todo el sigilo que te queda, echas una mirada al interior. La luz te ciega y todo te da vueltas.
Todo está oscuro, desorientado. Los restos de un horror nublan tu mente, imágenes de tu abuelo mandándote callar giran sobre tu cabeza. De repente, una cerradura se abre. La luz te vuelve a cegar y por un momento vislumbras aquello que estuvo a punto de devorarte. Aquello que quiso pasar su lengua putrefacta sobre tu alma.
—¿Doctor Harker? Vaya, veo que ha despertado, ¿cómo se encuentra?—. Un hombre de mediana edad vestido como un médico acaba de entrar por la puerta y te saluda como si te conociera de siempre, te da la mano y se sienta en una silla que traía, ex profeso, aparentemente.
—Estoy algo confuso, ¿dónde demonios estoy? ¿Qúe hago encerrado? Esto parece un manicomio —dices.
—En efecto, se encuentra en lo que preferimos denominar Sanatorio Mental de Arkham.
—¿Qué? ¿¡Pero que demonios hago aquí!? ¡Exijo mi inmediata liberación!
—Me temo que no va a ser posible. ¿Pero es qué no se acuerda?
—¿Acordarme de qué? Sólo recuerdo que estaba en una granja y...
—Pero Doctor Harker, eso fue hace mucho tiempo.
—¿Qué?—. En ese momento te levantas tembloroso a un espejo situado en angulo al final de la pequeña habitación.
¡No puede ser! Grita tu mente convulsionada mientras una cara en el espejo pone una mueca de terror.