Incinoticias:Gloriosa hazaña en plena calle
Un hombre cruza la calle y sobrevive. El ayuntamiento lo nombra héroe nacional.
14:40 4 de febrero de 2008 — Ciudad: París; Rusia — Informa: Hombre sin vida
Agencia Inciclopedia Express
La lucha del hombre con la naturaleza, una pelea constante. Como representante de la naturaleza, los pasos de cebra, el peor enemigo del hombre y de alguna mujer. Estos cetáceos rumiantes ovíparos han cohabitado en la ciudad con los humanos ocupándose de cargos administrativos y del orden público.
Hoy, un humano los ha desafiado, ganando fama y perdiendo dignidad. Imitando el sofisticado comportamiento de los pollos, cruzando el asfalto y convirtiendose en todo un héroe.
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En el día de hoy, a las 12 y media de la noche el señor V.E.O., conductor habitual en carreras ilegales, realizó una hazaña digna de elogio.
Víctor Eddington Odriozola cruzó la calle sin ninguna ayuda. Valor y sangre fría era lo único que necesitaba para cruzar un paso de peatones kilométrico situado en el callejón del gato muerto. Según su testimonio, al principio le temblaban las piernas, quizás por su costumbre de morder cables de alta tensión. Estaba frente a frente a la otra acera, solo le separaban metro y medio de carretera. Sin dudarlo, comenzó a cruzar conteniendo la respiración con cuidado de no ahogarse a mitad de camino. A pesar de ser una calle peatonal, debía mantener alerta todos sus sentidos sobretodo el del gusto. En cualquier momento podía aparecer un ciudadano imprudente a toda velocidad que le impidiera realizar su destino. Cuando había recorrido la mitad de la carretera le asaltaron los nervios. Recordó su fobia a usar pasos de cebra, causado al ver un impactante documental sobre pasos de peatones. El semáforo estaba en ámbar. Solo tendría que cambiar a morado, naranja, morado otra vez y verde para que volvieran a pasar los coches. En ese preciso instante, le vino a la cabeza la promesa que le hizo al niño que atropellaba todos los días antes de morir: "Cruzaré la carretera a pie aunque te cueste la vida". Con gran convicción, corrió gritando como una nena asustada dando vergüenza ajena.
En un segundo se encontraba en la acera de enfrente, y aunque algunos le criticaron e incluso insultaron, él no les hizo caso. Sabía que pocos eran capaces de dar ese paso. La gente, al enterarse del acto de heroísmo que había realizado este señor, salieron a la calle a vitorearlo en muestra de sana hipocresía. El ayuntamiento, en su honor, le hizo entrega de una bolsa con calderilla quedándose hacienda con la mitad. Además, se le construyó una estatua de sal que sería posteriormente degustada por cientos de ciudadanos.
Sin ninguna duda, estamos ante un hecho que figurará en los libros de texto y que abrirá una nueva etapa en la historia.