Nicolás Franco Salgado-Araújo
Nicolás Franco Salgado-Araújo (El Ferrol, 1856, Madrid, 1942) fue un militar, un marinero de cuya boca podían salir las mayores blasfemias, un borrachín y viejo pordiosero, La verdad es que era en todo semejante al Capitán Haddock. A esto habría que añadir que, para su desgracia, fue padre de Paquísimo, quien siempre le pareció un completo botarate. Muy aficionado a dejar hijos secretos, tuvo al menos dos, que se sepan, aunque por el parecido cualquiera diría que Javier Sardá es un tercero. Fue un cabrón de mucho cuidado y eso es en lo único en lo que puede decirse que su hijo más célebre salió a él, aunque el estilo fuera otro.
Biografía
Siguiendo la tradición familiar, se enroló en la marina y se fue a Filipinas, donde se ligó a una de por allí. Se la ligó hasta el punto que le hizo un bombo a la muchacha y bueno, si bien reconoció al hijo, luego se volvió para España y si te he visto no me acuerdo.
Y a la vuelta le casan con una tal Pilar Bahamonde, mujer pacata y meapilas, que era así más bien de ir a misa y tomarse el te a las cinco, como toda forma de ocio. Nicolás que es más bien de lo que viene siendo ir de fiesas y romerías -cuando no de putas- y de carácter desenfadado y librepensador, de cagarse en la autoridad y en el el clero, se aburre con ella como una ostra. Y llegan los hijos: Nicolás Jr., Paco, Ramón y Pilarcita. Ramón sale más a su padre, es también de beber y jurar y le gustan los aviones, Nicolás por su parte lo de jurar e irse de putas también lo lleva bien, pero el librepensamiento ya no le va tanto, Pilar es igual que su madre, pero como es chica su padre se lo perdona... y Paco... Paco es un niño morigerado de voz aflautada a quien lo que más le gusta es irse a misa con su mamá y leerle a ésta versículos de la Biblia y del Manual de Carreño mientras ella hace punto de cruz. Además se manifiesta muy partidario de las más rancias tradiciones, así como de que las cosas sean como Dios manda, que le parecen muy bonitas así como están. Y también le gustan las flores y los helados de fresa. En resumen, que a su padre, Paco le parece un completo imbécil y un pichafloja, y se lo hace saber de continuo, no sea que se le vaya a olvidar.
Total, que harto de este hogar que le parece de pesadilla, se lía con la chacha y se va a vivir a Madrid, donde a los pocos años ambos pasean con una "sobrina" de ella (que se parece sospechosamente a Nicolás). Esto causó un hondo rencor en Paquísimo, y si bien vio la oportunidad de poder realizar el sueño de su vida, casarse con su propia madre, ésta vete a saber por qué motivo, le rechazó. A la muerte de doña Pilar el encargado de redactar la esquela fue Paco, y esta decía así:
Rogad hincados en vuestras rodillas al Dios Altísimo merecedor de toda gracia, alabanza, loa y salutación por.. ¿por dónde íbamos? Ah, sí, por Doña Pilar Baamonde y Pardo de Franco, que falleció tal y cual día. Sus hijos don Nicolás, don Francisco, Doña Pilar y Don Ramón. De su viudo mejor pasamos, que a fin de cuentas se fue a comprar tabaco y no volvió, el muy desgraciado
El caso es que al ver la esquela el viejo sí que se apareció por allí, a ver si podía rascar algo. Paquito, muy de guardar las formas, presentó a su papá y a su cuñado. La conversación se presentó en los siguientes y muy cordiales términos:
Francisco Franco: Papá, este es mi cuñado, el abogado Jamón Serrano Suñer
Nicolás Franco: ¿Abogado? Será un puto picapleitos, idiota, seguro que te está estafando
La Guerra Civil fue una completa decepción para Nicolás. La muerte de su hijo Ramón (las sospechas que siempre recayeron sobre si Paquísimo tuvo o no algo que ver con esto aumentaron si cabe el rencor por él) y el que su hijo medio lelo ostentara el poder omnímodo le ocasionaron la peor de las depresiones. Así que iba por los bares kurda perdido soltando exhabruptos -mas si cabe que antes- contra su hijo y originando escenas graciosísimas, como las que veremos en el siguiente apartado.
Aunque al final se había casado con la chacha por lo civil, Franco anuló este tipo de uniones, cosa que no hizo por beaterío, al menos en esta ocasión, sino por poder joder bien a su padre.
Cuando por fin se murió, su hijo mandó un destacamento a que secuestrara el cadáver y, tras darle una paliza, lo mandó enterrar cristianamente.
Improperios contra su hijo en tascas y bares de mala muerte
Se distinguió por ser el único español que podía insultar a Franco sin ser fusilado al instante, y bién que lo explotó el jodío. Como decíamos, tras la Guerra Civil, se aficionó mucho a insultar a su hijo por los bares más sórdidos que solía frecuentar. Esto hacía que los de la secreta fueran a detenerle y los fascistas más entusiastas fueran a partirle los morros, pero cuando se enteraban de quién era el viejo, los fachudos replegaban velas (porque claro, pegar al padre del Caudillo era algo difícil de justificar) y los de la secreta le detenían más por su propia seguridad que por los vituperios, para volver a soltarle al poco rato. Y vuelta a empezar. Aquí una colección de los mejores: