Bela Lugosi
Vida consumida
¿Quien ha dicho que en algún momento, Bela Lugosi, ha vivido? ¿Quien puede asegurar que Lugosi no es un cadaver que jamás ha nacido, un espectro introducido en nuestras mentes, una amenaza proveniente de más allá de la ultratumba?
La respuesta es fácil: Su padre, su madre, sus cuatro esposas y cualquier persona que no tenga un problema psicológico grave o gravísimo. Pero no cabe duda del caracter sanguinolento y terrible, caracter que le llevaría a protagonizar en los últimos días de la estancia en nuestra dimensión "Glen o Glenda", "La novia del monstruo" o "Plan 9 del Espacio Exterior".
El vampirismo impregnaba como una maldición a la familia de Bela Lugosi. Su más remoto antepasado era Vlad el Empalador, su bisabuelo podía convertirse en murciélago a voluntad, su abuelo fue el azote de los campesinos, a los que desangraba con sus colmillos, y su padre era banquero. Desde niño, Bela sabía que quería ser un vampiro y ensayaba para ello, lo que le costó no pocos partes y expulsiones en su colegio que no hicieron que Lugosi desistiera en su empeño.
El joven Bela empezó a trabajar muy de joven recitando obras de Shakespeare debido a que consideraba que Tito Andrónico era diez mil veces más sangriento que Saw y obras similares. Y no se equivocaba. Pero en aquel momento, la gente preferia obras más modernas en las que hubiera menos tipos hablandole a una calavera y más desnudos, y como la vez que intentó desnudarse mientras representaba una obra de teatro (La obra en cuestión era Hamlet II: Esta vez es personal) casi concluye en una castración química y física, Lugosi supuso que el teatro moderno no era su mejor opción.
Decidió entonces irse al ejército a luchar en lo que llamaban la Gran Guerra, aunque se dió cuenta de su grave error al emprender en cuanto algunos profetas empezaron a llamarla Primera Guerra Mundial. Combatía en el frente ruso infiltrandose en las lineas enemigas y en el alto mando ruso utilizando como nombre falso "Rasputín", logrando succionarle la sangre al zar y poseer su control mental.
Al terminar su servicio militar, Lugosi se casó con Llona Szmick, divorciándose a los pocos años por diferencias de opinión: Llona pensaba que una economía flexible mejoraría las condiciones de vida del pueblo rumano, y Lugosi pensaba que Llona era una zorra hija de mala madre.
La actividad política de Bela en la revolución húngara llevó a Lugosi a tener que exiliarse en el país que peor se llevaba con el Imperio Austrohúngaro (Alemania). Allí participó en películas tan conocidas como "Der Wildtöter und Chingachgook", "Die verschwundene Million" y demás nombres impronunciables.
Pero no llegó a la fama hasta que aprendió el truco para mover los dedos de una manera singular, aprendido gracias a su perversión sexual y su codicia de mujeres con cintura de avispa, lo que le llevó a conseguir un papel de Drácula en el cine.
La pesadilla empezó entonces en los Ángeles. Rios de sangre fluían por Hollywood, la gente cerraba las puertas de sus casas y las autoridades dictaminaron que cualquiera que diera muestras de excesivo expresionismo sería detenido por temor a que fuera un vampiro. Bela tenía cuanta sangre quisiera, y si no podía conseguir sangre humana, siempre podía comprar unas cuantas morcillas. Eran tiempos felices para Lugosi, que consiguió numerosos papeles.
Pero los buenos tiempos estaban a punto de terminar. El SIDA había supuesto un duro golpe para la gente como Bela, que como consideraba que los condones bucales no protegían demasiado. Lugosi empezó entonces un periodo de castidad sanguínea que le llevó a engancharse a la morfina, la heroína y a dos telenovelas.