Jorge Manrique
Jorge Manrique fue un noble hidalgo cagallero español, engendrado en un pueblacho de casas de adobe y tejado de uralita con falso techo de pladur en la provincia de Palencia. Es sabido que Miguel de Cervantes intercambió corsé, faja y pelusilla repetidas veces con él, y se rumorea que el también artista farandulero Pedro Berruguete intentó pintarle una verruga en el ojete, al son de "Pintor que pintas con amorrr...".
Vida y Obra
Jorge Manrique nació en la época del mandoble y las hostias como panes. Heredó de sus ancestros una gran cantidad de títulos nobiliarios que después solía pegar en los álbumes de Panini. Su lema familiar había sido desde siempre "No nos moverán", y por él defendió las causas de Tito, Bea, Javi, Pancho, Piraña, Quique y Desi. Se dice que en cierta ocasión llegó a mantener danza y combate paquete contra paquete con Errol Flynn, quien quería apoderarse de todo el adobe de su villa para repartirlo entre los pobres.
En cuanto a su creación artística, Jorge Manrique destaca sin lugar a dudas por su inigualable capacidad para cagar ingentes cantidades de adobe. Se cree que su pueblo natal fue erigido en la misma tarde tras la ingesta de un bote de Fabada Litoral.
También a Jorge Manrique se debe la proliferación de programas informáticos tales como Adobe Photoshop 1.0, 1.0.1, 1.0.1.3, 2.0, 3.5, 4.7, Adobe Acrobat 4.3, 5.1 y 5.5, no así en sus versiones 6.0.1.4 y 7.1.5 en las que su hidalga familia perdió los derechos de autor, que pasaron a manos de Bill Gates.
Las coplas a su viejo
Caso aparte y secundario son los poemas que Manrique dedicó a su padre durante sus últimos estertores. Por todos era sabido en aquel poblacho de casas de adobe con tejado de uralita y falso techo de pladur que Don Rodrigo Manrique usaba ser manco y ratonero a la hora de expender la guita para que el joven Jorge se marchara de parranda con su fiel Cervantes. Por esa razón y por algunas otras más que tienen que ver con la mala vida y las idas de pinza que no voy a nombrar aquí, el iracundo mercenario y autor fue desarrollando a lo largo de su adolescencia una terrible aversión hacia su viejales. Cuentan las malas lenguas que su muerte se debió a una fiebre senil propiciada tras años y años pegándole con un calcetín sudado a las seis de la mañana.
A continuación se ofrece una de sus más bellas estrofas, que nada tiene que ver con todo esto que os he contado:
COPLA A LAS HECES DE MI VIENTRE
Relaje el vientre podrido,
libere el recto y defeque,
contemplando
cómo se expele de un ruido,
cómo se vienen las heces,
tan cagando;
cuán presto viene el placer,
cómo después de acordado
llega olor,
cómo, a nuestro parecer,
cualquier tufo pasado
fue mejor.