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Resumen del Año de Inciclopedia ¡Llegó la hora de conocer lo que |
Duel
Dirección | Steven Spielberg |
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Producción | George Dickstein |
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Intérpretes | Un señor y un camión |
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Guión | Uno que escribió que un camión persigue a un señor. |
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Música | La de Psicosis pero sin pagar los derechos. |
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País | Gringolandia. |
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Fecha de estreno | En los setenta. |
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Género | Terror de serie B. |
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Calificación | Contraindicada para camioneros. |
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Premios | Premiada en el Festival de Cine Fantástico de Campo de Criptana. |
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Duel (en Argentina, Reto a muerte; en España, siguiendo su tradición de traducciones no libres, sino libertinas, El diablo sobre ruedas; en el Perú, Duelo) es una película de bajo presupuesto de 1971 hecha para ser emitida en televisión, entremedias de películas para adultos, las cuales a menudo tienen un argumento más elaborado que la presente. Sea como fuere se ha convertido en una película de culto, siendo además el debut de un jovencísimo Steven Spielberg a quien le bajaron los huevos durante el rodaje.
Argumento
Un camión furruñoso persigue a un coche rojo.
Argumento (un poco más extendido o estirado)
El inicio del drama.
David Mann es un señor setentero que debe ser viajante o algo así, porque se pasa la película viajando. Su outfit de corbata, pantalones ceñidos en la zona de la entrepierna, así como el hecho de que condujera un Plymouth Valiant, denotan su posición social de empleado de medio pelo. El hecho de que este automóvil fuera de un llamativo color rojo, así como el look de David con gafas de aviador incrustadas pareciera que a martillazos en el puente de la nariz, patillas horteras y ridículo bigotillo denotan sus aspiraciones de parecer un hombre de éxito y sus simpatías políticas conservadoras en la (vana) esperanza de que las élites dejen para él algunas migajas.
Sale un día de su casa el tal David a viajar por las autopistas del sur de los Estados Unidos, mientras va escuchando por la radio un programa en el que un señor llamaba para contar su historia. El señor llama al programa de radio diciendo que el cabeza de familia es su mujer, ya que es la que trabajaba fuera, que él se queda en casa ocupándose del hogar y los niños y que limpia el polvo en bata (y rulos), pero que no obstante no quiere que se entere nadie, y que si puede enviar a la radio unos formularios para un concurso que tienen allí en el que regalan una cocinita de juguete Easy-Bake Oven. David se parte el ojete y grita "¡Si no quieres que todos sepan que eres un calzonazos y un manflorita, para qué lo cuentas por la radio, imbécil!". Todo esto es muy machista y políticamente incorrecto, pero tengan en cuenta que eran los setenta y que además por entonces la radio era un medio de comunicación de masas, no como hoy que no la escuchan ni los propios locutores.
En estas está cuando se le cruza un asqueroso, sucio, oxidado camión cisterna Perterbilt que seguro que hace mucho que no pasa la ITV y que, según se indica en la cisterna, contiene productos inflamables. David, no sin chulería, se pega al culo del camión, presionándole (cosa que nunca deben hacer, amigos conductores, ya que, además de una infracción, es tocar los cojones al que va delante) y finalmente le adelanta de mala manera. David no sabe dónde se ha metido, pero ya lo irá descubriendo.
Conversaciones, persecuciones...
David para en una gasolinera de mala muerte para repostar. El viejo mecánico que atiende la misma le advierte de que debiera cambiar un manguito del radiador, a lo que David, que se debe creer Harry el Sucio, responde con prepotencia "Ya lo cambiaré cuando me salga a mí de los cojones, viejo". El viejo, que sabe que el fallo mecánico es casi inminente, se ríe para sus adentros y le responde "Muy bien, jefe, usted manda". Acto seguido David pregunta por un teléfono y, desde la cabina de que está en una lavandería, llama a su mujer. Intenta pedir disculpas a su mujer por un incidente previo que el propio David no precisa mucho, pero es ella la que le dice "¡Que tu jefe intentó violarme en la fiesta delante de todos y no hiciste nada!". A lo que él responde "¿Y qué querías que hiciera?¿Quieres que logre un ascenso, sí o no?". Cuelga el teléfono y decide que ya arreglará las cosas con ella llevándole unas flores o algo así. Sale de nuevo hacia su vehículo y ve que junto a la carretera se encuentra parado el Perterbilt, que del pasmo casi se le aflojan los esfínteres a David. Pero aun así reanuda su camino, no sin antes ver que el conductor del camión, que ha debido bajarse tras el mismo a hacer un pis, lleva botas marrones de vaquero y jeans.
Carretera. David nuevamente tiene el camión delante delante, nuevamente le adelanta y acelera para perderle de vista. Pero, ¡sorpresa!, el Perterbilt tiene más potencia de lo que parece, vuelve a alcanzarle, se le vuelve a poner delante y tal cual Fernando Alonso con Lewis Hamilton se dedica a hacerle tapón e impedir a David pasarle de nuevo.
David se impacienta, se encoleriza y pone cara de estreñido. Entonces nos llega un giro argumental que no esperábamos: el tipo del camión saca una mano por la ventanilla y, tras hacer a David un par de peinetas, le hace gestos para que le adelante. Cuando David se dispone a ello ve que viene otro automóvil de frente y logra esquivar el accidente mortal por los pelos. Vaya, vaya. Prosigue la persecución y ambos conductores se van puteando mutuamente cada vez más, hasta que David se sale de la carretera y va a estampar lateralmente su coche contra un cercado frente a un café, el "Café de Chuck".
El "Café de Chuck".
David sale algo abotargado del coche, aunque sin daños importantes. Allí los dos viejos dueños del cercado se interesan por su estado y parece hacerles gracia que haya chocado contra el mismo. Deben estar algo chiflados porque en ningún momento le piden cuentas por los daños causados en su cercado, se limitan a reírse como dos tontos. David va al "Café de Chuck" donde pide a una madura y ajada camarera un sandwich de queso, para reponer fuerzas, y una aspirina, porque se considera un hombre duro y eso ha de ser bastante para reponerse del accidente que acaba de sufrir. Está en un monólogo interior bastante absurdo cuando descubre que el Perterbilt está estacionado fuera, a resultas de lo cual se acojona bastante.
David observa que la mayoría de los parroquianos del "Café de Chuck" llevan botas marrones de vaquero y jeans, y una pinta de paletos asilvestrados de flipar, lo que le hace pensar que uno de ellos puede ser su agresor. Tras imaginar cómo podría entablar conversación con alguno de ellos de forma amable, con el ánimo de arreglar las cosas, pero sin poner demasiado cariño para no parecer un prostituto de carretera, se decide por dirigirse al que más pinta de bruto tiene, pensando que éste será el conductor del misterioso camión.
David le dice "Déjalo ya, anda". "¿Que deje el qué?", responde el otro. "Bien lo sabes, tontuelo", replica David. "No se de qué me hablas", dice el paleto. David entonces, presa de tanta furia como es capaz, tira el sandwich grasiento que se está comiendo el palurdo al suelo, lo cual lleva a este último a agarrar a David y medirle el lomo a palos. Sale Chuck alarmado de la cocina en plan pacificador, ofreciéndose a invitar al paleto a un nuevo sandwich aún más grasiento que el anterior y a invitar a David a que abandone el local. Es el paleto quien se marcha bufando y David comprueba que conduce una camioneta desvencijada, sí, pero no el Perterbilt furruñoso. No era su hombre, pues.
Buenos samaritanos y serpientes.
David conduce nuevamente su coche sin haberse ofrecido a arreglar el cercado a los viejos, ya que ellos tampoco se lo han pedido. Va a dar a una explanada donde hay un autobús escolar que parece haberse quedado atascado. El conductor del autobús pide a David que le ayude a salir de ahí empujando desde atrás con su propio coche. Los niños se suben al coche de David, le hacen muecas, se burlan de él, se le mean en las llantas y por poco no lo hacen en sus pantorrillas. David accede por librarse de ellos y el conductor del autobús les manda entrar en el vehículo escolar. David empieza a empujar con su coche al autobús y, como era de esperar, su parachoques se encaja en este... y entonces aparece en un túnel a lo lejos el Perterbilt. David se alarma y pide al autobusero que desencaje su coche dando marcha atrás mientras él salta como un macaco sobre el capó. Así hacen y al desengancharse el coche David baja al autobusero de un empellón del mismo y se da a la fuga, mientras, desde lo lejos, ve como el Perterbilt, buen samaritano con todos menos con David, ayuda al autobús a ponerse en marcha.
Poco después, David ha de parar en un cruce ferroviario mientras cruza un convoy. el camionero sorprende a Mann por detrás (sigue montado en su camión, no piensen mal) y empuja al automóvil contra el paso a nivel marcha con el objetivo de que David piense que va a ser arrollado. No es más que bullying extremo, ya que si el camionero quisiera que David fuera arrollado lo tenía muy fácil, pero David se lo toma como un intento de asesinato y se le ocurre al mentecato, por fin, la idea de llamar a la policía.
David para poco después en el caseto de una vieja que cría lagartos y serpientes vaya uno a saber para qué, y le pide usar el teléfono. La vieja le indica dónde está, ahí en medio de todos los terrarios, y David se pone a llamar a la policía. Justo cuando logra contactar con ellos el Perterbilt embiste la cabina, logrando salir David en el último momento. Como daños colaterales la mitad de los terrarios son derribados y David arroja unos cuantos más contra el camión, lo cual al camión no le produce ningún daño y solo logra poner más furiosa a la vieja que grita "Mis serpientes, mis serpientes que iba yo a disecar y luego meterme por el coño". David insta a la vieja a llamar a la policía y ella le replica "¿Pero llamar cómo, idiota, si esa cabina era el único teléfono que tengo?". Mientras la vieja abraza (y es mordida) por sus reptiles a la par que se arranca los pelos, David vuelve a introducirse en su vehículo y a ponerse en marcha.
Final.
A esto siguen más persecuciones en las que el camión sigue detrás del coche pero, cuando la cosa ya empieza a volverse monótona, falla el manguito del radiador como el viejo mecánico había predicho ¿Te sigues pensando ahora Harry el Sucio, David?. Pues el caso es que sí, Con el coche echando humo David logra llegar hasta una zona de acantilados y se decide a hacer frene a su enemigo. Ambos vehículos se embisten de frente y David bloquea el acelerador con la maleta de las muestras que vende (no se nos muestran, pero apostamos a que son de crecepelo). En el último momento salta del Plymouth Valiant y tanto éste como el Pertelbilt y su ocupante se despeñan acantilado abajo, incendiándose. David, ebrio de victoria, da unos saltitos ridículos y se queda mirando el acantilado hasta el anochecer, preguntándose quién va a rescatarle de ese paraje recóndito, si morirá de frío en la noche del desierto, y si el juez se creerá su historia y el caso se cerrará como legítima defensa y no con una condena a muerte por asesinato (allí no se andan con melindres).
Curiosidades
- La película se grabó en veinte días, así que no hubo mucha opción a repetir. Lo que ves es lo que les salió así a bote pronto.
- Steven Spielberg dijo a Carey Loftin, que interpreta al conductor del camión, que su personaje debía ser "un sucio y despreciable hijo de perra". Carey Loftin pasó toda la película pensando que se interpretaba a sí mismo.
- La razón por la que no vemos nunca la cara al camionero no es por dar mayor misterio y suspense, sino porque Carey Loftin es más feo que un frigorífico por detrás.
- Steven Spielberg reconoce como una interpretación válida el pensar que el camión es conducido por un Terminator que se ha despistado de línea temporal y ataca al protagonista por aburrimiento.
- John Williams NO compuso la música de esta película, si te estás preguntando por qué es tan floja y a ratos suena a plagio malo de la BSO de Psicosis.
- Durante el rodaje de muchas secuencias de la película Steven Spielberg se situaba escondido en el asiento de atrás del coche haciendo ruidos incómodos e inquietantes para hacer que la interpretación del mediocre Dennis Weaver, quien hacía el rol de David, fuera más convincente.
Recepción e interpretación
La crítica ha alabado siempre esta película por su suspense y su capacidad de mantener la tensión a pesar de un casi inexistente guión. Spielberg ha pretendido que la historia es una denuncia de la mecanización de la vida, tanto por máquinas literales como por reglamentación social, interpretación que ha provocado la hilaridad de muchos críticos que le han dicho que no se flipe tanto. Otros han interpretado que la película es un viaje de David hacia su propia hombría o incluso una alegoría gay encubierta, si bien esto ha sido desmentido por Spielberg: <<Si fuera así el camionero habría parado frente a David y le hubiera dicho "¿Te llevo, chato?">>. A lo largo de los años la película ha ido ganando admiradores y hoy es considerada una película de culto, para sorpresa del propio Spielberg, quien nunca se ha considerado particularmente leído.