Juan Duns Scoto

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Duns Scoto, tras terminar su obra Lectura. O quizás quiera besar una monja.

Juan Duns Scoto (en inglés: John Duns Scrotus Scotus) (nació en Duns, en territorio eshcoshesh ¡dah!) fue un teólogo perteneciente a la escolástica. Ingresó en la orden franciscana y estudió en varios sistemas educativos con deplorables calificaciones; lo que no fue un traspié para que sea profesor de un par de universidades. Era un profesor incomprendido, donde todos lo llamaban sus alumnos "Doctor Burro" y los que los idolatraban "Doctor Sutil". Se le consideró un santo durante unos cuantos siglos. En 1993 el Papa Juan Pablo II en un día común y sin novedades en el Vaticano, lo nominó en el concurso de ¿Quién quiere ser el próximo Santo?, otorgándole su culto como beato.

Biografía

Scoto nació, creció y murió.

Para hacerla la historia más larga, diremos que nació en Escocia. Más tarde se educó en un lugar de Inglaterra. Sostuvo que vio a la Virgen Maria volando (era eso, o consumió algún estupefaciente). Años después se peleó con el papa, con sus amigos y con su mascota, lo cual lo obligó a exiliarse a unos cuantos años. Años más tarde, probó suerte como profesor en París, donde fue tan buena su oratoria que resultó ser muy malo en la educación. Se retiró de la vida pública y murió. ¿Para que quieres seguir leyendo sobre este tipejo? La película basada en su vida te lo explicará más de manera más fácil, pero de todos modos, está salpicado de diálogo como los primeros largometrajes de Chaplin.

Obra filosófica

Entre sus obras predilectas se encuentran Ordinatio y Reportata parisiensa. Respecto a sus obras menores, la de mayor trascendencia (que valga la pena) es Tratado del Primer Principio. En ella, utilizando la aplicación de la lógica deductiva en el terreno metafísico, intenta demostrar si está vivito el Omnipresente y sus conocimientos de atributos notorios. Sus argumentos giran alrededor de las esencias (a lo que huele) , los que sea sencillo de comprender y el significado que se puede establecer entre ellos.

Uno de los aspectos más interesantes es la agudeza con que demuestra que el Primer Principio, por ser más infinito que las páginas explíctas, por su propia naturaleza ruin como una casucha, está dotado no sólo de inteligencia, sino también de voluntad. Con lo cual Dios no pensó que se hagan diferentes actos porque es bueno, sino que ordenó las cosas porque deben ser buenas. Si será travieso el Todo Poderoso. En ese caso sostiene que los tres primeros preceptos de los diez mandamientos enviado a Moisés cumplen totalmente las condiciones propias de la ley natural. Debido a este extraño hecho, se puede enviar los siete restantes por el arco del triunfo. En conclusión: ¿quieres matar al primero que te cruces? Pues adelante, ¿quieres hurtar a la anciana que se queja? Pues hazlo. ¿Querés decir el nombre de Dios en vano? Ehhmmm, mejor no.

También, la voluntad que menciona Scoto, depende si querés arrojarte en un barranco o irte de vacaciones con gastos pagados. Es decir, elegir entre un posible y su opuesto.

Cómo se sabe, Empeñado en construir un sistema filosófico sólido y que valga la pena entenderlo de inmediato, basándose en la iluminación agustiniana (a base de velas), pero lo abandonó, con lo que debió aprovechar en lo que quedaba de la era de la escolástica. Le agradaba separar la forma y materia basándose en la teoría de abstracción (es decir separar forma y materia, a la vez de calcetines y batas). Pues para Scoto, terminó afirmando, que la forma conformaba las cosas tras cansarse de separar una cosa (no se sabe cual). Bastante contradictorio fue el pobre ¿no?

Véase también

  • Aristóteles ícono.png Personaje histórico (ver todos aquí). BanderaEscocia.png ☠️