Escándalo de los Medias Negras

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El Escándalo de los Medias Negras fue una conspiración orquestada por la FIFA y la mafia europea de apuestas para hacer del fútbol soccer el deporte mas popular en los Estados Unidos, quitándole al béisbol el título de Rey de los Deportes. Para este efecto los apostadores arreglaron los resultados de la Serie Mundial de 1919, comprando a 7 jugadores de las Medias Blancas de Chicago (o Chicago Juait Sox) para que perdieran de forma ridícula contra los Rojos de Cincinnati (Cincinnati Reds). El escándalo puso en duda la credibilidad de las Ligas Mayores de Béisbol (Mayor Lig Béisbol), pero esta se mantuvo firme gracias a que los gringos argumentaron que en realidad había sido víctimas de una trama de los europeos futboleros y de los alemanes para vengarse de la intervención americana en la Primera Guerra Mundial. Y de acuerdo a los americanos, los rusos bolcheviques habían intervenido también en la conspiración. No tenían pruebas fehacientes, pero siempre había que culpar a los comunistas de todos los males de Estados Unidos.

El origen de la conspiración

Vito Corleone y la FIFA tienen una relación muy antigua.

En 1919 la FIFA estaba preocupada porque a la nación mas poderosa de la época, los Estados Unidos, no les gustaba ver a 22 hombres persiguiendo una pelota de fútbol. Los americanos preferían observar otros deportes, como uno en el que 22 hombres se la pasaban agarrándose a golpes mientras una pelota quedaba a la deriva en el campo, al que le llamaban fútbol americano. Pero su pasatiempo favorito era el béisbol, un deporte muy atlético en el cual 9 hombres se turnaban para irle pegando a una pelota con un garrote, mientras en la banca se la pasaban tomando cerveza, fumando puros y jugando a las cartas. El béisbol era conocido como el America's Pastime, es decir, la forma como a los gringos les gustaba perder el tiempo mientras no estaban invadiendo naciones de lo que sería conocido después como el tercer mundo.

La FIFA quería imponer a toda costa el fútbol en Estados Unidos, ya que iba a significar grandes entradas y miles de millones de dólares en publicidad, venta de cervezas, derechos de transmisión en el radio y en el cine. Ya incluso tenían una película para promover el fútbol en Estados Unidos llamada El Gran Jugador: La Chilena de Oro con Charles Chaplin como la estrella principal y un desconocido Oliver Hardy actuando como la pelota de soccer. Pero la FIFA primero tenía que acabar con la popularidad del béisbol en los Estados Unidos. ¿Cómo iba a lograrlo? La FIFA decidió orquestar un plan con el enemigo natural de los estadounidenses, que en ese tiempo era Alemania. Los alemanes estaban furiosos porque los americanos los habían barrido en la Primera Guerra Mundial, a pesar de que el ejército germano estaba jugando en casa y tenía el apoyo de su afición. Los dirigentes alemanes vieron con buenos ojos el plan de la FIFA de acabar con el béisbol, ya que iban a derrumbar la moral de los gringos.

La FIFA y Alemania pusieron manos a la obra. Ambos sabían que la mejor manera de acabar con la credibilidad de un deporte era ligarlo a apuestas ilegales. Europa ya tenía una cultura de las apuestas ilegales deportivas. Estas iniciaron en el Imperio Romano cuando Poncio Pilatos alteró los resultados de la Crucifixión de Jesús, cuando ya todos lo daban por ganador por encima de Barrabás por un margen de 30 monedas de plata a 1. La mayor parte de los apostadores se encontraban en Serbia y Bosnia, naciones que pertenecían al antiguo Imperio Austro-Húngaro y que había sido aliado de Alemania en la Primera Guerra Mundial. La FIFA trabajó por su cuenta y logró involucrar a la mafia siciliana, involucrando a un jóven Vito Corleone, que había llegao a los Estados Unidos como migrante.

Con los apostadores europeos y los millones de francos suizos de la FIFA ya todo estaba listo para iniciar la conspiración. La intención fue arreglar el resultado de la Serie Mundial de 1919, comprando a uno de los equipos y obligándolo a jugar de una forma tan ridícula para provocar que a los aficionados gringos se les quitasen las ganas de ver el béisbol de las Ligas Mayores. Ese año iban a jugar las Medias Blancas de Chicago de la Liga Americana contra los Rojos de Cincinnati de la Liga Nacional.

El escoger a que jugadores comprar fue cosa fácil. El dueño de las Medias Blancas de Chicago, Charles Comiskey, tenía fama de tacaño. Se negaba a pagar por el lavado de los uniformes de sus jugadores, insistiendo en que fueran ellos quienes pagasen la limpieza. No les compraba bates y en su lugar los obligaba a usar palos de cercas y bastones de abuelitos. Les pagaba con billetes de Monopoly y además les cobrababa a los jugadores por subirse al automóvil del equipo.

La FIFA aprovechó el odio de los jugadores hacia su jefe, y logró convencer a 7 peloteros para que perdieran la Serie Mundial contra los Rojos de Cincinnati.

Los peloteros involucrados

Se rumora que Happy Felsch (a la derecha) es el abuelo de Charlie Harper, el protagonista de Two and a Half Men.

El primero de los siete peloteros que habían sido comprados por la FIFA y los apostadores europeos fue el primera base Arnold Chick Gandil. Chick demostró ser mas gandul que Gandil ya que él se encargó de cobrar el dinero. Lo único malo de ser el contacto con los apostadores era que si el equipo fallaba, a Gandil era al que le iban a romper las piernas con bates de béisbol y a llevarlo a dormir con los peces de los Grandes Lagos.

El segundo fue el pitcher Eddie Cicotte. Su apellido se pronunciaba Chicote, como se le llama en algunos lugares de Latinoamérica al látigo. Si no se dejaba perder los juegos ante los Rojos, Vito Corleone lo iba a agarrar a latigazos.

El tercer pelotero involucrado fue el jardinero central Oscar Happy Felsch. A Felsch le decían Feliz porque todo el tiempo se la pasaba sonriendo como si estuviese borracho. Después de la Serie Mundial se la pasó trabajando como barman.

El cuarto beisbolista en participar fue Shoeless Joe Jackson, uno de los mejores jardineros de las Medias Blancas. Shoeless Jackson odiaba a su jefe Charles Comiskey porque no le daba dinero para comprarse unos zapatos decentes. El pobre Jackson tenía que entrar a jugar descalzo, por eso le decían el sin zapatos.

El quinto pelotero fue el jugador de cuadro Fred McMullin, que no tenía vela en el entierro, pero se enteró que estaba conspirando y pidió que le dieran dinero sino iba a acusar a los jugadores con la justicia gringa y a los apostadores europeos con sus mamás. Y lo involucraron porque la furia de las madres bosnias y serbias es terrible.

El sexto pelotero involucrado fue el campo corto Charles Swede Risberg, quien era el asistente de Gandil. Es decir, si los jugadores fallaban, Risberg iba a terminar cortado en trocitos y cocinado como pizza al estilo Chicago.

El séptimo beisbolista fue Claude Lefty Williams quien perdió todos sus juegos de la Serie Mundial porque tuvo el descaro de lanzar con su mano derecha y no con la izquierda, que era la buena. A pesar de pitchear con la mano mala, la afición y los directivos de las Grandes Ligas no se daban cuenta que los Medias Blancas estaban regalando la Serie Mundial.

El octavo involucrado fue George Buck Weaver, a quien no le dieron dinero, pero lo castigaron por no querer delatar a sus compañeros. Se enteró de la conspiración, pero no quiso acusar a sus compañeros por temor a que lo dejasen de invitar a tomar cerveza después de los juegos.

La Serie Mundial

Tan negra quedó la reputación de los jugadores del Chicago, que sus fotos a color salían en blanco y negro.

La Serie Mundial inició de la siguiente forma. Los apostadores europeos hablaron con Vito Corleone, su contacto en los Estados Unidos. Vito viajó de Nueva York hacia Chicago donde se reunió con Chick Gandil para hacerle una oferta que no pudo rechazar. Gandil citó en un bar de Cincinnati a Ciccote, Felsch, Jackson, Risberg y Williams una noche antes del primer juego de la Serie para exponerles el trato. Buck Weaver, a quien no le avisaron, los siguió a escondidas porque quería parrandear con sus amigos. Buck se enteró del trato y Vito Corleone le pidió que guardase silencio por su bien y el de su familia.

Al día siguiente amaneció una cabeza de un caballo en la cama de Buck Weaver. Después del sobresalto inicial, los Medias Blancas partieron del hotel de concentración rumbo al Campo Redland con la intención de perder el primer partido de la serie. Lo que siguió fue un mas cómico que las películas de Chaplin. Los Medias Blancas hicieron el ridículo. Lanzaban pelotas de fútbol y bateaban con palos de Golf. Incluso los jardineros se la pasaron podando el pasto y regando el campo en lugar de ir por las rolas y los elevados que iban hacia el jardín. Era un espectáculo tan ridículo que hasta el organillero del estadio comenzó a tocar música de películas cómicas mudas para que la audiencia se divirtiese más.

Este bochornoso espectáculo se repitió en el segundo partido. Mientras tanto la FIFA se estaba haciendo ilusiones y ya estaba pensando en organizar la Primera Copa Mundial de Fútbol en suelo norteamericano. Pero el manager de las Medias Blancas se dió cuenta del arreglo y decidió banquear a los jugadores que le despertaron sospechas. Chicago ganó el tercer juego de la serie y la mamá del timonel de las Medias Blancas amaneció en el fondo de los Grandes Lagos.

Para el cuarto juego, los apostadores le dieron un aviso y pitos a Gandil. Le dijeron que si volvían a ganar las Medias Blancas, le iban a cortar las dos orejas y el rabo. Gandil cuidó que nadie jugase bien y los Medias Blancas perdieron el cuarto juego de la serie. Con la ventaja de 4 juegos a 1 en favor de los Rojos, el manager de las Medias Blancas encerró a Gandil en un sótano frío y húmedo para que Chicago ganara el sexto de la serie. La FIFA tomó cartas en el asunto y después del sexto partido mandó un telegrama a Vito Corleone donde le ordenaba que liberara a Gandil y ahorcara al timonel de Chicago en una portería de un campo de fútbol soccer. Como en ese tiempo las comunicaciones entre Europa y América eran muy lentas, Vito Corleone recibió el telegrama después del séptimo juego, que había ganado Chicago.

Con la serie 4 a 3 en favor de los Rojos y con el Manager de Chicago colgado como piñata futbolera, el camino quedo libre para que las Medias Blancas le terminaran de regalar la Serie Mundial a Cincinnati. Después del último out comenzaron a correr rumores que el partido estaba arreglado por la mafia de las apuestas y que estaba en peligro la credibilidad del béisbol organizado. La prensa gringa bautizó a la Serie Mundial como el escándalo de los Medias Negras. La FIFA emitió un comunicado donde expresaba que era tiempo que los norteamericanos volteasen a ver al fútbol, un deporte que representaba el Fair Play, la caballerosidad y que nunca iba a ser alcanzado por el cáncer de las apuestas.

Se descubre la conspiración

Kevin Costner trató de lucrar con el éscandalo de las Medias Negras.

Los dueños de los equipos de las Grandes Ligas no estaban dispuestos a dejar su negocio en manos de los europeos. Como buenos gringos, comenzaron a sospechar que todo había sido una conspiración de los extranjeros para destruir el pasatiempo nacional de América. Y sus sospechas no fueron en vano. El FBI realizó una investigación donde descubrió ciertos indicios que podían inculpar a los jugadores de las Medias Blancas de Chicago. Entre estas pistas se encontraban relojes de Suiza, cheques en francos suizos firmados por el tesorero de la FIFA y una carta firmada en Zurich por el presidente de la Federación donde les agradecía el esfuerzo realizado por sacrificar la integridad del béisbol para hacer del fútbol soccer el deporte mas popular en los Estados Unidos.

La FIFA negó las acusaciones y culpó a la mafia de apuestas europeas de arreglar los partidos, falsificar documentos e involucrar a la Federación en la conspiración. Los jueces terminaron declarando inocente a la FIFA, después de varias deliberaciones y recibir una oferta de Vito Corleone que no pudieron rechazar. Los apostadores europeos fueron condenados a un juicio sumario en Serbia y Bosnia, sus países de origen. Afortunadamente para los apostadores, sus países se fusionaron en Yugoslavia y su récord criminal fue borrado.

¿Y los peloteros? Los jugadores involucrados de las Medias Blancas de Chicago fueron suspendidos de por vida del béisbol organizado. Pero pudieron vivir plácidamente por el resto de sus días ya que se dedicaron a cobrar regalías de las decenas de libros y películas que surgieron a partir del escándalo de los Medias Negras.