Incijuegos:La llamada de Cthulhu:El juego de rol/09876

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Bienvenidos a Innsmouth

Decides merodear por el pueblo, que tiene un enorme cartel que dice "Innsmouth - Población 133 habitantes y bajando". A la primer esquina te cruzas con unos extraños híbridos que parecen mitad anchoa, mitad hombre. Las piernas se te debilitan y caes de rodillas, mirando el tétrico espectáculo. Como un acto impulsivo, levantas el medallón y se lo muestras a las bestias, éstas salen espantadas hacia diferentes lados como si tuvieran un pollo en el horno. Sientes una tibieza repentina en tus pantalones, y rezas porque sea un charco de agua, y no la otra cosa, pero el olor lo delata. Sigues caminando y encuentras un rifle tirado en un callejón sin salida. Completamente feliz, y cargado por un humor alegremente estúpido e idiota, le disparas a todo lo que se te cruce en el camino, niños, mujeres... Lástima que todo no son sólo hombres-pez, sino que dejaste al pueblo con 76 habitantes, y de ellos 40 en grave estado. Llegas a una iglesia con las paredes llenas de inscripciones, una de las cuales reza "De vermiis misteriis" (Los misterios del gusano). Tu mente se pregunta que misterios puede esconder un gusano de tierra, pero te adentras en ella. Una pesadumbre misteriosa inunda el lugar y de nuevo sientes humedad en tus pantalones (mierda, quién los va a limpiar después de este día...). Al fondo de la iglesia, en el altar, ves un espectáculo totalmente macabro. Hay una cabra negra a punto de ser devorada por un gusano gigante (¿Que los gusanos no tienen boca?); y tu cabeza empieza a funcionar a miles de revoluciones por minuto. No puedes impedir que tu estabilidad mental se vea tan arraigada por un gusano de mierda, así que te acercas al altar, lo pateas y lo pisas, la sustancia jugosa que expele te salpica la cara y ganas 75 puntos de locura.

Acercas la vista al altar y ves un libro, lo abres, te pones a leerlo frenéticamente, el medallón se empieza a alumbrar por sí solo y todo el terreno empieza a temblar. El suelo se abre, toda la iglesia explota y una extraña figura empieza a surgir del suelo.

Sus ojos (¿acaso eso son?) que no tienen tiempo alguno y vienen de las estrellas te están mirando, Cthulhu, el gran sacerdote (que dio sus votos, claro está) apareció y fue nuevamente liberado. Como único imbécil responsable, no se te ocurre mejor idea que sacrificarte a ti mismo arrojando tu cuerpo a las fauces tentaculosas del monstruo. El único problema es cuando ves de reojo el cartel arriba de la cabra, que no habías tenido el placer de ver. Decía "En caso de liberar monstruos atemporales, coma la cabra cruda". Mierda, pero quién sabe, capaz el matarte funciona y encierras nuevamente a la bestia... sólo el reencarnar lo dirá.


FIN