Incilibros/Teoría de la deflección urinaria

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Cita3.pngPerdí el brazo en el intento, pero valió la penaCita4.png
Miguel de Cervantes sobre aquella vez que no se le escapó ni una gota.
Cita3.pngSe creó gracias a la deflección urinaria, un día que las salpicaduras llegaron al revistero del salón.Cita4.png
Periodista sobre La prensa amarilla.
Cita3.png¿A quién no se le ha escapado un chorrito?Cita4.png
Rocco sobre el cañón del colorado.
Cita3.pngSólo he dicho que la Lluvia Dorada no es un fenómeno natural... más bien un fenómeno guárricoCita4.png
Profesor Cojoncio sobre la deflección
Cita3.pngPrimero meo, luego existoCita4.png
Descartes cuando no podía ni pensar por las ganas de mear
Cita3.png¿Seguro que no quiso decir PeaceCita4.png
Google sobre el pis.

La teoría de la deflección urinaria trata de dar explicación al misterioso fenómeno de porqué es tan condenadamente díficil mear por dentro. La investigación ha sido patrocinada por la Asocidación de Amas de Casa contra el Salpicón y saboteada por los fabricantes de papel higiénico.

No te culpes: Es inevitable.

Causas principales

La Nintendo DS fue diseñada para desestabilizar el campo magnético de la taza. Fracasó estrepitosamente.

Magnetismo cerámico-ureal

Según la teoría del magnetismo ceramico-ureal, el rozamiento del miembro con la ropa interior y la cremallera, provoca la adhesión de los electrones de estos materiales, dando una carga negativa al miembro. El efecto dinámico provocado por el orín a su paso por el pene sería comparable a la inducción en un par de cobre, haciendo del mismo algo parecido al cañón de photones que usan en Star Trek.

De igual forma, el roce de la escobilla con los restos de mierda carga de electrones la cerámica del váter. Se crea así alrededor del mismo un campo magnético que repele eficazmente los photones del orín, haciendo físicamente imposible que entre una sola gota.

Interferencia prepucial severa

Hay casos en que una mala noche, el exceso de masturbación o las bebidas alcoholicas (o todo a la vez) pueden causar untuosidad a la salida del conducto miccionador. Así, éste sería bloqueado por el prepucio desvíando fatalmente el haz de fotones, de forma similar a como lo haría un escudo de energía, de su trayectoría parabólica natural. La trayectoria así interrumpida es del todo impredecible y puede causar graves daños en los zapatos, los pantalones, o el ojo derecho (el izquierdo estará cerrado para apuntar mejor).

Esto puede solucionarse (chapuceramente) apartando previamente el escudo de energia prepucial de la trayectoria, pero a la gente seria que quiera una solución definitiva, le recomendamos que busque un rabino jedi experto en el manejo del sable láser.

Así es díficil acertar.

Desviación falicular

La desviación falicular, también conocida como efecto escopeta de feria, es un defecto en el cañón de fotones que hace que éste dispare en una dirección diferente de aquella en la que apunta.

En teoría es posible hacer una corrección de la trayectoria que devuelva el haz de fotones a su objetivo original, pero los factores que intervienen son tantos (la gravedad, la potencia del campo magnético, la potencia del cañón, la concentración alcohólica en sangre, el si voy a ser yo quién tenga que limpiar esta escabechina...) que sólo Stephen Hawking podría calcular los parámetros necesarios. Por supuesto, él tiene mejores cosas que hacer y por eso mea por un tubito a una bolsa que lleva colgada de la silla. Podría pedírsele que echara una mano, pero ...no, mejor no.

En definitiva, lo único que se puede hacer es gritar ¡¡Noooooooo!! mientras los fotones siguen encharcando el suelo.

Ésto es lo que le ocurre a un pokemon cuando intenta mear en un váter cargado de magnetismo cerámico.

Causas descartadas

Contrariamente a la creencia popular, que afirma que el haz de fotones se desvía debido a la mala puntería o dejadez de su operador, se ha demostrado empíricamente que la deflección urinaria no está relacionada a ningún nivel con la habilidad del miccionador o miccionante.

Es más, se ha averigüado que es únicamente por la sobrenatural capacidad del hombre masculino (o femenino con un tubito, aunque menos por falta de práctica) que algunas gotas llegan a caer, contra todo pronostico, dentro de la taza. Esta capacidad no tiene parangón en el reino animal. Por ejemplo, el instinto canino es marcar el territorio meando lo más lejos posible del árbol/farola, aunque los muy torpes siempre acaban meando en sentido contrario.

Consecuencias

Las consecuencias de la deflección urinaria son muchas y muy graves. Desde daños colaterales causados por el haz de fotones en la alfombra o los espejos del baño, hasta, en el caso de deflección masiva, de inundaciones.

Conocido es el caso de la Atlántida, cuyos últimos registros históricos hablan de un macrobotellón que concluiría con un concurso épico de ver quién mea más lejos, o aquella vez que Dios decidió invitar a todos los ángeles a unas cervezas, cuyas consecuencias solo Noé fue capaz de prever.

¿Cómo evitarlo?

Mear sentado no ayuda.

Mear sentado

Contrariamente a la creencia popular, mear sentado no es una contramedida eficaz para la deflección urinaria, ya que el roce contra la pared frontal del inodoro provoca un efecto parecido al de la interferencia prepucial. El haz de fotones choca con el campo magnético desde el interior y, mientras que la mitad va, efectivamente, para adentro, la otra mitad sale despedida con tal virulencia que puede llegar al techo, las cortinas... o salir por la ventana y alcanzar a un transeúnte inocente.

Bajar la tapa

Bajar la tapa estabiliza el chorro, ya que lo repele desde todas direcciones y lo conduce al interior del inodoro de forma eficaz. Es posible que caigan unas gotas en la propia tapa, pero este es un mal menor. La próxima vez que su novia/esposa/madre le acuse de haber dejado un par de fotones minúsculos en la tapa, respóndale que Si, pero mis zapatos, mis pantalones, mi ojo derecho, el suelo, las cortinas y ese calvito que pasaba por la calle están completamente indemnes. Y además nuestro continente sigue a flote.

Si tras tamaña declaración persiste en sus acusaciones, bájese la cremallera con gesto amenazante.