Las Aventuras de Tintín/Primera época
Capítulo 1. Tintín en el país de los Sóviets
(Imagina una grandiosa obertura patriótica europea del primer tercio del siglo XX, acompañada de imágenes de manifestaciones políticas, escenas cotidianas y viñetas del cómic intercaladas. Imagínalo porque imaginación es gratis y nuestro presupuesto para efectos especiales es comparable al salario de un esclavo coloreador de Hergé).
En esta primera aventura, nuestro intrépido y sutilmente brutal reportero, acompañado de su can glotón, nos ofrece una visión objetiva e imparcial© de la Unión Soviética estalinista. El resumen ejecutivo es que los comunistas son más malvados que la tiña, mantienen a la población en un régimen de dieta involuntaria permanente, y utilizan a los niños como pelotas de fútbol humanas.
Aunque esta representación no es completamente precisa, tampoco es enteramente falsa, lo que coloca a Hergé en un limbo moral donde no se le puede culpar de todo, pero tampoco de nada. Es el equivalente ético de Schrödinger en que simultáneamente culpable e inocente hasta que alguien abra la caja (o en este caso, el cómic).
La aventura fue recibida con júbilo por el Abate Wallez y todos aquellos cuyo brazo se elevaba involuntariamente como si tuvieran un resorte oculto en la axila. Sin embargo, el propio Hergé consideró esta obra tan aberrante que fue la única que no obligó a colorear a sus "asistentes no reconocidos" en años posteriores. Irónicamente, el color llegó de la mano de entusiastas fachos del siglo XXI cuando descubrieron la existencia del paint.
Capítulo 2. Tintín en el Congo
(Imagina el ritmo pegadizo de "La Conga" mezclado con explosiones de dinamita, sonidos, sensaciones y olores de rinocerontes estallando y el sonido de Leopoldo II dando su sello de aprobación desde el más allá).
En su segunda aventura, Tintín viaja al Congo, pero no a cualquier Congo, sino al Congo Belga, donde se embarca en un safari de estereotipos y maltrato animal en el que están de acuerdo los estereotipados y los animales maltratados. Nuestro héroe se dedica a tratar a los nativos con la sensibilidad cultural de Juan Carlos vs Los Elefantes, mientras que su trato hacia la fauna local hace que Holocausto Caníbal parezca un documental de National Geographic.
Cuando se le acusaba a Hergé de racismo, brutalidad y colonialismo descarado, el artista respondía con elegancia "¿Qué son unos pocos estereotipos centenarios entre amigos? Además, en aquella época todos éramos un poco racistas y brutales, ¿no?".
Esta aventura es un recordatorio de que, a veces, el pasado es mejor dejarlo en el pasado, junto con otras reliquias como los teléfonos de disco y la idea de que fumar era bueno para la salud.
Capítulo 3: Tintín en América
(Imagina el sonido de jazz mezclado con disparos de Tommy gun, acompañado por el aroma a hamburguesa y corrupción)
En esta aventura, Tintín y Milú cruzan el charco para explorar esa pequeña porción del continente conocida como Estados Unidos (porque, seamos honestos, el resto de América es tan relevante para esta historia como un paraguas en el Sahara).
Nuestros intrépidos héroes se enfrentan a los temibles gangsters y al aún más temible capitalismo, que resultan ser tan difíciles de distinguir como dos gotas de whisky de contrabando. Entre tiroteos y persecuciones, Tintín se topa con unos nativos americanos, probablemente los únicos en kilómetros a la redonda que no intentan dispararle o venderle acciones basura.
Descubren un pozo de petróleo en tierras nativas. Pero antes de que puedas decir "¡Bingo!", el capitalismo (¿o eran los gangsters?) se lo arrebata.
Tras una batalla épica en la que Tintín casi acaba como ingrediente secreto de comida para perros, logra derrotar a los gangsters (¿o era el capitalismo?). La moraleja: en América, si no te conviertes en comida para perros, probablemente terminarás trabajando como uno.
Los Cigarros del Faraón
(Imagina una mezcla de música egipcia, rugidos de tigre y risas maniáticas de fondo, con un ligero aroma a incienso y conspiración)
En esta aventura, Tintín se embarca en un tour por los lugares más pintorescos y turísticos del planeta: desiertos abrasadores, selvas impenetrables, psiquiátricos que harían parecer acogedor a Arkham, y sótanos de palacios tan sórdidos que ni siquiera aparecen en Airbnb.
La trama gira en torno al tráfico de unos puros muy especiales. Estos cigarros faraónicos no contienen simple tabaco, sino algo mucho más interesante (guiño, guiño, codazo, codazo, tos disimulada). Hablamos de drogas que harían alucinar hasta a una momia, venenos que vuelven loco a cualquiera (más que leer los términos y condiciones completos), y armas que ni Gandi rechazaría.
Como si esto fuera poco, Tintín se enfrenta a una sociedad secreta cuyos miembros se visten como si fueran el resultado de un cruce entre la Semana Santa y una convención de fans de Star Wars.
En medio de este caos, nuestro héroe conoce a dos policías con el poder deductivo de una tostadora. Estos Sherlock Holmes de saldo pasarán la mayor parte de la historia intentando arrestar a Tintín, solo para terminar cayendo rendidos ante su encanto belga. Es el equivalente detectivesco de "si no puedes con tu enemigo, únete a él", y así se convierten en dos de sus mejores amigos. Porque, como todos sabemos, no hay nada que forje una amistad más fuerte que intentar repetidamente encarcelar a alguien.