Artículo de Cómic Destacado |
Las Aventuras de Tintín
Nacimiento Defunción | Es Inmortal |
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Origen | Los Boy Scouts |
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Sobrenombres | ¿Tintín? El del copete erecto. |
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Lugar de residencia | Vive con tu madre, en un castillo. |
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Se dedica a | Reportero o espía, no está claro. |
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Estado actual | Amigo de los niños. |
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Hazañas logradas | Una vez reventó un rinoceronte con un petardo. |
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Relaciones | Milú, Haddock, Chang, Zorrino... rarito todo. |
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Enemigos | Un millonario gordo que se parece a Onassis. |
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Poderes especiales | No envejecer, es como Dorian Gray, el jodído. |
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Objetos | Pantalones bombachos, kilt tableado, gel fijador, gabardina pasada de moda |
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Las Aventuras de Tintín (también conocida como Tintin's Bizarre Adventure en inglés y La increíble y triste historia del cándido Tintín y de su terrier desalmado en Latam) es indiscutiblemente la serie de cómics europeos más influyente del planeta Tierra, la Vía Láctea y al menos 42 dimensiones paralelas. Su impacto se extiende desde los confines de Bélgica hasta los rincones más remotos del cosmos, pasando por al menos el 60% de las especies conocidas dotadas de globos oculares o equivalentes sensoriales.
Contrariamente a la creencia popular entre los millennials y la Generación Z, Las Aventuras de Tintín no es una serie de televisión ni un anime hentai protagonizado por un joven reportero y su perro sino historieta. El cerebro detrás de esta obra fue el dibujante belga Georges Remí, más conocido como Hergé (no confundir con el fotógrafo noruego Hegre, aunque ambos compartían una fascinación por las curvas, sean de tinta o de otro tipo).
Hergé se adjudicó los créditos como creador, dibujante, entintador, coloreador, maquetador, dialoguista y hasta cobrador[1]. Con Tintín, Hergé estableció el estilo de la llamada línea clara, un concepto que se volvía sorprendentemente borroso y tembloroso cuando el artista se excedía o se quedaba corto con su dosis diaria de inspiración líquida.
La serie sigue las aventuras del intrépido reportero Tintín, un joven con un tupé desafiante de la gravedad y una habilidad sobrenatural para meterse en líos internacionales, acompañado de su fiel perro Milú, quien posee una inteligencia superior a la de la mayoría de los personajes humanos de la serie y posiblemente también a la de algunos lectores.
¿Qué es un Tintín?
El protagonista de esta saga es Tintín, un joven con la personalidad tan fascinante como un yogur sin sabor caducado. Este enigmático personaje es un misterio andante, carece de familia conocida (ni padres, ni primos, ni siquiera un cuñado pesado que le pida dinero), su edad es tan indeterminada como el origen del universo, y aunque supuestamente es reportero, solo se le ha visto escribir un artículo en toda su carrera. Esto lleva a los expertos tintinólogos a especular que o bien es un maestro del blanqueo de capitales, o la seguridad social belga es tan generosa que permite financiar aventuras intercontinentales a desempleados con tupé.
Es la personificación de la abstinencia: No bebe, no fuma, no practica deportes, y su interés romántico es tan inexistente que haría parecer apasionado a un monje trapense. Su asexualidad avant la lettre lo convierte en un inesperado ícono de la Generación Z, adelantándose varias décadas a su tiempo.
Su nombre es otro misterio digno de sus propias aventuras. ¿Es "Tintín" un apodo? ¿Un apellido? ¿Un error tipográfico que se les coló en la imprenta? ¿O quizás el resultado de Hergé jugando al Scrabble después de una noche de excesos creativos? El mundo nunca lo sabrá.
Lo que sí tiene Tintín es un perro llamado Milú, que no solo posee más carisma que su dueño, sino que probablemente también tiene una vida social más activa. El otro rasgo distintivo de nuestro héroe es su icónico mechón de pelo, cuyo color oscila entre el rubio y el pelirrojo dependiendo del humor del coloreador de turno. Este tupé desafiante de la gravedad es tan memorable que Cameron Díaz lo plagió descaradamente en "Algo pasa con Mary", aunque se desconoce si Tintín utiliza el mismo "gel" para mantenerlo en su lugar.
A pesar de (o quizás debido a) su personalidad tan vibrante como una hoja en blanco, este pusilánime y morigerado muchacho se las arregla para vivir las aventuras más extraordinarias alrededor del globo. A medida que avanza la serie, Tintín va ampliando su círculo social, rodeándose principalmente de compañía masculina. Esto ha llevado a algunos fans a especular sobre la verdadera naturaleza de estas amistades, dando lugar a teorías que harían sonrojar al Capitán Haddock.
Historia
Primera época, en el periódico de curas
Advertencia: Esta sección contiene detalles de la trama y el argumento; si eres tan rarito que prefieres leer el libro o ver la película antes, no te recomiendo que leas esto.
El culpable directo en la creación de Tintín fue el Abate Wallez, un sacerdote diminuto que se escondía tras la campaña propagandística y tenía debilidad por el machismo alopécico de Mussolini. Él quería moldear las psiques de los niños pequeños para convertirlas en fascistas en miniatura a través de la sección infantil de su periódico ultraderechista "Make Belgium Great Again".
Por ello el clérigo solicita a Hergé que cree un personaje a tal efecto. El dibujante más hambriento que consciente acepta el trabajo a cambio de unas hostias y unas copas de vino de consagrar.
El resultado fue un Tintín primigenio que lejos de ser el mojigato insípido que conocemos (y toleramos) hoy, era prácticamente un übermensch, una bestia rubia que es más basto que bajarse las bragas a pedos y resuelve todas las situaciones en las que se encuentra fundamentalmente a guantazos, dando unas hostias como panes que le hacen vencer a cualquier enemigo por fuerte que sea y que nos hacen pensar en lo engañoso de su aspecto enclenque. En estas primeras series, Milú era un pastor alemán que comía minorías.
Capítulo 1. Tintín en el país de los Sóviets
(Imagina una grandiosa obertura patriótica europea del primer tercio del siglo XX, acompañada de imágenes de manifestaciones políticas, escenas cotidianas y viñetas del cómic intercaladas. Imagínalo porque imaginación es gratis y nuestro presupuesto para efectos especiales es comparable al salario de un esclavo coloreador de Hergé).
En esta primera aventura, nuestro intrépido y sutilmente brutal reportero, acompañado de su can glotón, nos ofrece una visión objetiva e imparcial© de la Unión Soviética estalinista. El resumen ejecutivo es que los comunistas son más malvados que la tiña, mantienen a la población en un régimen de dieta involuntaria permanente, y utilizan a los niños como pelotas de fútbol humanas.
Aunque esta representación no es completamente precisa, tampoco es enteramente falsa, lo que coloca a Hergé en un limbo moral donde no se le puede culpar de todo, pero tampoco de nada. Es el equivalente ético de Schrödinger en que simultáneamente culpable e inocente hasta que alguien abra la caja (o en este caso, el cómic).
La aventura fue recibida con júbilo por el Abate Wallez y todos aquellos cuyo brazo se elevaba involuntariamente como si tuvieran un resorte oculto en la axila. Sin embargo, el propio Hergé consideró esta obra tan aberrante que fue la única que no obligó a colorear a sus "asistentes no reconocidos" en años posteriores. Irónicamente, el color llegó de la mano de entusiastas fachos del siglo XXI cuando descubrieron la existencia del paint.
Capítulo 2. Tintín en el Congo
(Imagina el ritmo pegadizo de "La Conga" mezclado con explosiones de dinamita, sonidos, sensaciones y olores de rinocerontes estallando y el sonido de Leopoldo II dando su sello de aprobación desde el más allá).
En su segunda aventura, Tintín viaja al Congo, pero no a cualquier Congo, sino al Congo Belga, donde se embarca en un safari de estereotipos y maltrato animal en el que están de acuerdo los estereotipados y los animales maltratados. Nuestro héroe se dedica a tratar a los nativos con la sensibilidad cultural de Juan Carlos vs Los Elefantes, mientras que su trato hacia la fauna local hace que Holocausto Caníbal parezca un documental de National Geographic.
Cuando se le acusaba a Hergé de racismo, brutalidad y colonialismo descarado, el artista respondía con elegancia "¿Qué son unos pocos estereotipos centenarios entre amigos? Además, en aquella época todos éramos un poco racistas y brutales, ¿no?".
Esta aventura es un recordatorio de que, a veces, el pasado es mejor dejarlo en el pasado, junto con otras reliquias como los teléfonos de disco y la idea de que fumar era bueno para la salud.
Capítulo 3: Tintín en América
(Imagina el sonido de jazz mezclado con disparos de Tommy gun, acompañado por el aroma a hamburguesa y corrupción)
En esta aventura, Tintín y Milú cruzan el charco para explorar esa pequeña porción del continente conocida como Estados Unidos (porque, seamos honestos, el resto de América es tan relevante para esta historia como un paraguas en el Sahara).
Nuestros intrépidos héroes se enfrentan a los temibles gangsters y al aún más temible capitalismo, que resultan ser tan difíciles de distinguir como dos gotas de whisky de contrabando. Entre tiroteos y persecuciones, Tintín se topa con unos nativos americanos, probablemente los únicos en kilómetros a la redonda que no intentan dispararle o venderle acciones basura.
Descubren un pozo de petróleo en tierras nativas. Pero antes de que puedas decir "¡Bingo!", el capitalismo (¿o eran los gangsters?) se lo arrebata.
Tras una batalla épica en la que Tintín casi acaba como ingrediente secreto de comida para perros, logra derrotar a los gangsters (¿o era el capitalismo?). La moraleja: en América, si no te conviertes en comida para perros, probablemente terminarás trabajando como uno.
Los Cigarros del Faraón
(Imagina una mezcla de música egipcia, rugidos de tigre y risas maniáticas de fondo, con un ligero aroma a incienso y conspiración)
En esta aventura, Tintín se embarca en un tour por los lugares más pintorescos y turísticos del planeta: desiertos abrasadores, selvas impenetrables, psiquiátricos que harían parecer acogedor a Arkham, y sótanos de palacios tan sórdidos que ni siquiera aparecen en Airbnb.
La trama gira en torno al tráfico de unos puros muy especiales. Estos cigarros faraónicos no contienen simple tabaco, sino algo mucho más interesante (guiño, guiño, codazo, codazo, tos disimulada). Hablamos de drogas que harían alucinar hasta a una momia, venenos que vuelven loco a cualquiera (más que leer los términos y condiciones completos), y armas que ni Gandi rechazaría.
Como si esto fuera poco, Tintín se enfrenta a una sociedad secreta cuyos miembros se visten como si fueran el resultado de un cruce entre la Semana Santa y una convención de fans de Star Wars.
En medio de este caos, nuestro héroe conoce a dos policías con el poder deductivo de una tostadora. Estos Sherlock Holmes de saldo pasarán la mayor parte de la historia intentando arrestar a Tintín, solo para terminar cayendo rendidos ante su encanto belga. Es el equivalente detectivesco de "si no puedes con tu enemigo, únete a él", y así se convierten en dos de sus mejores amigos. Porque, como todos sabemos, no hay nada que forje una amistad más fuerte que intentar repetidamente encarcelar a alguien.
Habrá que documentarse un poco ¿no?
En 1934, mientras Hergé contemplaba la posibilidad de que Tintín visitara China en la secuela de "Los Cigarros del Faraón", recibió una misiva inesperada. El remitente era un sacerdote belga residente en China, quien, aparentemente, había leído las obras previas de Hergé y quedado horrorizado por su... digamos... "interpretación creativa" (burradas, salvajadas y barbaridades como ahora dicen los profanos) de las culturas extranjeras.
La carta, escrita en un tono que oscilaba entre la súplica desesperada y la amenaza velada, imploraba a Hergé que, "por el amor del Santo y todos los dioses" (sic), se dignara a investigar mínimamente los temas que trataba en sus cómics antes de plasmarlos en papel. El buen padre, no confiando demasiado en la capacidad de Hergé para realizar dicha tarea por sí mismo (o, en palabras menos diplomáticas, considerándole un "cateto ilustrado"), decidió tomar cartas en el asunto.
Para asistir a Hergé en su cruzada por la precisión cultural, el sacerdote envió a Bélgica a uno de sus pupilos chinos, un joven estudiante de arte llamado Tchang. El origen del nombre de Tchang ha sido objeto de intenso debate académico, aunque la teoría más aceptada sugiere que fue elegido mediante el sofisticado método de arrojar una lata al suelo y transcribir fonéticamente el sonido resultante, técnica que ya había demostrado su eficacia en la nominación del propio Tintín.
La llegada de Tchang marcó el inicio de la "época documental" en la obra de Hergé, comparable en importancia histórica a la invención de la rueda o el descubrimiento del fuego, pero con más viñetas. A partir de este momento, las aventuras de Tintín comenzaron a parecerse sospechosamente a los documentales que se emiten tras el telediario, aunque con considerablemente más persecuciones en coche y menos focas árticas.
El Loto Azul. El título no es una metáfora del órgano sexual femenino, sino que sigue el rollo del tráfico de drogas, aquí los japoneses son muy malos (sin excepción) y los chinos hablan todos muy bonito (sin excepción). Tintín se hace amigo de un niño que casualmente también se llama Tchang y aquí comienza su costumbre de hacerse siempre amigo de un niño y nunca de una niña. Por primera vez Tintín y Milú muestran sentimientos y se compadecen de la madre de un tío loco que va por ahí queriendo cortar la cabeza a la gente (por eso es que este cómic es tan importante). Finalmente, gracias a Tintín y Tchang se logra curar al loco y descubren que el jefe de los cofrades del álbum anterior era Rastapopoulos, un millonario productor de cine. Éste será uno de los villanos principales de la saga, y eso que no llegamos a ver sus películas.
La Oreja Rota. Este cómic versa sobre el fetichismo, en general. Tintín viaja a una República Bananera en Sudamérica llamada Perú San Theodoros a por un fetiche de los pueblos indígenas. Sin comerlo ni beberlo acaba en una especie de Guerra del Chaco de imitación. Tanto buscar el fetiche para descubrir que el fetiche no le importaba un pimiento a nadie, pero el diamante que escondía igual sí que despertaba más interés. Tras una serie de trapisondas en un argumento complicadísimo en el que Tintín llega a gobernar brevemente el país bananero imponiendo una política antibelicista y a casi ser fusilado por estas mismas razones, el fetiche, deteriorado eso sí, vuelve al museo del que fue robado.
La Isla Negra. Un road-comic en el que Tintín se enfrenta a un psiquiatra nazi que había pactado con unos comunistas para fabricar billetes falsos y jugarlos en las tragaperras. Su guarida: una isla en Escocia en la que en teoría se supone que hay un monstruo que aterroriza a los bebedores de whisky del lugar. Tanto rollo conque si un monstruo para que al final el monstruo sea un gorila. Tintín a la primera ocasión se nos pone en faldas, el muy pilluelo.
El Cetro de Ottokar. Todo lo que va de cetros, en el fondo, trata sobre la falocracia. Aquí los buenos terminan ganando porque Milú aparece con el chisme en la boca, que cada cual interprete. El bueno al que ayuda Tintín es Alfonso XIII, y si ese es el bueno, te puedes imaginar cómo serán los malos, por comparación. El más malo de ellos, que no llega a aparecer directamente, se llama Müsstler en alusión a Mussolini y Hitler, así que este cómic seguro que no gustó al cura Wallez. Tintín conoce aquí a la única mujer importante en la serie: una gorda que canta pegando unos berridos tales que espanta a todos cuantos se ponen a tiro, razón por la cual es una diva muy respetada. Y buena gente, sobre todo cuando no canta (lo que sucede pocas veces).
Época colaboracionista
En 1940, Bélgica fue invadida por la Alemania nazi, lo que llevó a Hergé a una encrucijada moral que resolvió con la misma sutileza con la que Tintín resolvía sus casos: de forma completamente cuestionable. Hergé comenzó a trabajar para "Le Soir", un periódico controlado por los ocupantes nazis. Según el propio Hergé, esta decisión fue tomada "por razones puramente artísticas". Durante este período, las aventuras de Tintín experimentaron un giro hacia lo fantástico, alejándose de la meticulosa documentación que caracterizó la época anterior. Este cambio no se debió, como algunos han sugerido, a una repentina pasión por la ciencia ficción, sino más bien a la comprensible idea de que "no está el horno para bollos" cuando se trata de investigar culturas extranjeras bajo la mirada de los censores nazis.
La participación de Hergé en "Le Soir" durante la ocupación nazi tuvo consecuencias duraderas en su carrera y reputación. Tras la liberación de Bélgica, el artista fue brevemente detenido y acusado de colaboracionismo, cargos que él refutó argumentando que "solo dibujaba monitos, no hacía política". Este argumento convenció a las autoridades casi tanto como convence a los historiadores modernos.
El Cangrejo de las PInzas de Oro. Tintín se ve una vez más metido en una red de tráfico de drogas (combatiéndola, no formando parte de la misma). Parece que las va buscando, el tío. Amplía su círculo de amistades masculinas conociendo al que se convertirá en su favorito: un marinero cincuentón y borracho como una cuba que cada vez que bebe es como un volador sin palo y las arma que da miedo. A diferencia del pavisoso Tintín tiene mucho carisma, tanto que eclipsa incluso al perro, y gracias a él generaciones de niños han deseado que su mejor y más íntimo amigo sea un hombre mayor, soltero y barbudo. Viajan por el mar, por el desierto y terminan en una cuba de vino en Marruecos. Es un álbum en el que Hergé se expresa desde el corazón: el alcohol constituye el motor de la acción de todo lo que pasa en el mismo, tal y como sucedía en su vida en aquellos momentos.
La Estrella Misteriosa. Pues resulta que se iba a acabar el mundo, pero al final solo era una araña. Entonces Tintín y Haddock (el marino barbudo) se van en una expedición con científicos de países del eje a buscar un meteorito que ha caído en el ártico, rivalizando contra una expedición de gángsters capitalistas cuyo jefe parece ser judío. Al final Tintín se sube al meteorito y tiene un viaje LSD que flipas. El álbum parece ser una rebuscada metáfora de la ocupación belga por los nazis, pero no sé si se entiende muy bien.
El Secreto del Unicornio. Resulta que Haddock es de rancio abolengo y un ancestro suyo escondió un tesoro que había mangado a un pirata. Haddock nos lo cuenta representando escenas de la vida de su ancestros con tal verismo que destroza la mitad del mobiliario de su casa. Unos anticuarios atrabiliarios querrán también el tesoro y finalmente Tintín y sus amigos salen victoriosos gracias a un carterista cleptómano. Ahora que tienen las coordenadas del sitio donde está escondido el tesoro, solo queda buscarlo, ¿verdad?
El Tesoro de Rackham el Rojo. Continuación del anterior. Van pues, a buscar el tesoro y luego resulta que estaba escondido a tiro piedra de casa, que para ese viaje no hacían falta alforjas. Eso sí, conocen al Profesor Tornasol, que al principio medio les cae mal, pero como al final les paga a Tintín y al Capitán Haddock de su bolsillo un palacete al que se irán a vivir los tres juntos, ya todos tan amigos. El heroísmo desinteresado es lo que tiene.
Las Siete Bolas de Cristal. Pronto veremos que el tal Tornasol es como las princesas de los cuentos y le rapta todo Cristo. Aquí le raptan unos peruanos que estaban currando en Bélgica de teleoperadores. Los peruanos, en sus ratos libres, se dedican a lanzar bolas de vidrio que narcotizan a unos tipos que hicieron una expedición arqueológica para profanar las momias de los incas. El ambiente es onírico, opresivo, fantasmagórico y despiporrante, gracias a la colaboración de Edgar P. Jacobs, quien todavía tenía esperanzas de ser acreditado por Hergé (menudo pringao).
El Templo del Sol. Continuación del anterior. Van a rescatar a Tornasol de los peruanos peleones esos, salen llamas y montañas, y selvas y es muy bonito todo. Tintín (cada vez se parece mas a Michael Jackson) se hace amigo de otro niño cuyo nombre, Zorrino, lo dice todo. Y por hacerse, se hacen al final amigos hasta de los peruanos que habían raptado a Tornasol, que tampoco era para tanto la cosa. Nada, nada, vosotros despertáis a los arqueólogo, nosotros nos vamos para casa sin robaros vuestros tesoros y aquí no ha pasado nada, todos amigos.
Los felices vientos de posguerra
Tras la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, en un giro inesperado que sorprendió a absolutamente nadie excepto a los nazis más optimistas, las fuerzas del Eje fueron derrotadas. Este acontecimiento tuvo profundas repercusiones en la vida y obra de Hergé, creador de Tintín, quien se encontró repentinamente en una situación tan precaria como la de sus personajes al inicio de cada aventura.
Hergé, otrora dibujante estrella, se vio reducido a un estado que los historiadores describen técnicamente como "harapiento y desempleado". Su situación empeoró cuando fue encarcelado bajo sospecha de haber sido un "lameculos del ocupante", cargo que, curiosamente, no aparecía en ningún código penal de la época y por eso salvó el pellejo. Fue rescatado de su desgracia por un antiguo miembro de la Resistencia. Este acto de benevolencia ha sido atribuido a diversas razones, que van desde le cayó en gracia hasta que necesitaba desesperadamente un dibujante para su periódico y todos los demás estaban muertos, exiliados o ambas cosas.
La posguerra vio a un Hergé atormentado por la culpa y el miedo, estados de ánimo que los psicólogos han descrito como "totalmente comprensibles dadas las circunstancias". Su paranoia se vio exacerbada por las noticias sobre el destino de sus antiguos colegas colaboracionistas, lo que le llevó a desarrollar un tic nervioso cada vez que veía una calle, una plaza o cualquier lugar fuera de su recámara.
Aspecto | Antes | Después |
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Ideología | Derechón | Menos derechón |
Ética laboral | Workaholic | Vago creativo |
Esta época vio una paulatina moderación en las opiniones políticas de Hergé, fenómeno que los expertos atribuyen a una combinación de madurez personal y miedo a que le volvieran a meter en la cárcel. Paralelamente, su productividad disminuyó, lo que le llevó a fundar un "estudio de negros", término que en aquella época se refería a dibujantes asistentes y no a una semiesclavos como realmente eran.
Tintín en el País del Oro Negro. Puede parecer por el título que el álbum trata sobre la evasión fiscal, pero la cosa va más de corrupción petrolífera. Hergé había comenzado esta historia ya antes de la guerra y se le había quedado a medias, así que ahora la enchapuza para meter en la trama al Capitán Haddock aunque sea a calzador. Tintín irá por el desierto, tragando más arena que un bobo y finalmente terminará descubriendo un plan para deteriorar el combustible de las potencias aliadas y que los nazis ganen la guerra con efectos retroactivos. Aparece aquí otro niño, Abdallah, pero Tintín, a pesar de su sospechosa propensión a estas cosas, no se hace muy amigo de él, porque es bastante repelente, caprichoso, cansino y no hay quien le aguante.
Objetivo a la Luna. Emulando a los héroes de Julio Verne y de Meliés, Tintín y sus amigos deciden ir a la Luna. ¿Por qué? Porque Tornasol lo dice y en lugar de escoger científicos capacitados para tal importante misión escoge a sus amigos a dedo de forma nepotista, ¿qué pasa?. Este álbum cuenta con todo detalle científico sus preparativos en medio de una trama de espionaje y los personajes se pasan todo el rato encerrados en la fábrica donde lo están preparando, que al final no hacen más que dar vueltas por los pasillos. El álbum podría haber sido árido como un tratado de astrofísica, pero si alivia con las meteduras de pata de Haddock y los episodios de cólera de Tornasol, que se parte uno la caja viéndole enfadado.
Aterrizaje en la Luna. La continuación es más emocionante porque van a la Luna y pasan cosas: exploran, montan aparatos científicos, un polizón les espía, vuelven a explorar y finalmente se vuelven a la Tierra en un viaje que incluye homicidio y suicidio. Cabe mencionar que unos años después Neil Armstrong y sus amigos harían lo mismo que Tintín y los suyos, pero con menos gracejo.
El Asunto Tornasol. Ya habíamos dicho que Tornasol era propenso a ser raptado. Aquí le raptan los bordurios, que son una especie de comunistas nazis que quieren abusar sexualmente de él y ya de paso que les construya un arma de destrucción masiva basada en los ultrasonido, que para ello mejor se hubieran aprovechado de que tenían por allí a la Castafiore de gira y se hubieran complicado menos. Pues vuelta a salvarle y al final resulta que los planos de la máquina esa de los ultrasonidos se la había dejado el tío en casa.
Stock de Coke. Historia patrocinada por la compañía Coca-Cola. Una trama de tráfico de armas está mezclada con una trama de tráfico de esclavos. Vemos al capitán en todo su esplendor dirigiendo un barco con una tripulación llena de negros que iban a ser vendido como esclavos. El barco de Haddock y compañía esquivará torpedos de submarinos nazis a sueldo de Rastapopoulos. Hergé quiso quitarse el sambenito de racista, pero le criticaron igualmente porque los negros que aparecen no hablan un francés exquisito, que todo el mundo sabe que todos los negros africanos dan mil vueltas a Proust en su propio idioma.
Tintín en el Tíbet. Tchang viaja a Europa porque se va de erasmus a Londres pero tiene un accidente de aviación en el que supuestamente muere hasta el apuntador. Tintín tiene un sueño y se le mete entre ceja y ceja que su amigo está vivo y para allá que se van a salvarle (Haddock rezongando todo el rato, aunque con razón). Se van a escalar al Himalaya, un poco en plan pisapraos, y allí les hablan del Yeti, un ser abominable. Pues al final el yeti resulta ser un bicho de lo más simpático y es precisamente quien había salvado a Tchang, que sí que estaba vivo. Agarran a Tchang y se vuelven a Europa sin dar gracias al Yeti, que se queda más solo que la una. Todo el libro es una metáfora del divorcio de Hergé, metáfora, como se ve, rebuscada al punto que casi no se ve la relación entre una cosa y otra.
Etapa final: todo se la trae floja
La última etapa en la carrera de Hergé, conocida académicamente como "Todo se la trae floja", marca un giro radical tanto en la vida personal como profesional del creador de Tintín. Esta fase se caracteriza por un nivel de despreocupación que algunos expertos han calificado como "olímpico", "zen" o simplemente "¯\_(ツ)_/¯". El catalizador de este cambio fue la decisión de Hergé de divorciarse de su primera esposa, a quien los biógrafos describen eufemísticamente como poco estimulante. En un movimiento que sorprendió a todos excepto a su terapeuta, Hergé contrajo matrimonio con una mujer considerablemente más joven, descrita por los historiadores del arte como más buena y un poco hippie, demostrando que incluso los creadores de boy scouts cartoon pueden tener una crisis de mediana edad espectacular.
Tras su segundo matrimonio, Hergé adoptó una nueva filosofía de vida que los filósofos contemporáneos han categorizado como "follar la buena vida y pasar absolutamente de todo". Esta revolucionaria visión del mundo tuvo profundas implicaciones en su obra posterior. Los últimos cómics de Tintín de esta época se caracterizan por una notable ausencia de acontecimientos, reflejando fielmente el nuevo estado mental de su creador. Los críticos literarios han descrito estas obras como ejercicios zen en la nada absoluta o, más coloquialmente, "24 páginas donde no pasa una mierda" (Harold Bloom, 1994). Algunos títulos no publicados de esta época incluyen "Tintín y la siesta interminable", "Las 24 horas de Tintín en el sofá" y "Tintín contempla cómo crece la hierba artificial".
La etapa final de Hergé ha sido objeto de intenso debate académico. Mientras algunos la ven como el declive de un gran artista, otros la consideran la cumbre de su carrera, argumentando que pasar de todo es el pináculo de la realización humana.
Las joyas de la Castafiore. Cómic muy experimental: Tintín y el Capitán se quedan en casa. Parece que van a pasar muchas cosas, pero no pasa nada de nada. Les visita la Castafiore, se rompe un escalón de la escalera del Castillo, invitan a unos gitanos a asentarse en su jardín y una banda de músicos aficionados les da una serenata. Como se ve, escenas cotidianas intrascendentes. Por esto este álbum se considera una obra maestra de la narración.
Vuelo 714 para Sidney. Van a tomar este avión pero se echan un amigo millonario. Les secuestran los malos que les llevan a una isla volcánica, lo que les sirve para descubrir que el millonario es más malo aún que los propios malos. Al final los extraterrestres les secuestran a los malos y a ellos, mientras la isla explota. Los extraterrestres les hipnotizan y de seguro les ponen sondas anales a todos, pero como no se acuerdan de nada, pues como si nada hubiera pasado. Finalmente toman el vuelo 714 y ahí que acaba la aventura.
Tintín y los Pícaros. El nuevo dictador de San Theodoros no tiene mejor idea que hacer presa a la Castafiore, así que Tintín y sus amigos se van para allá, siguiendo las costumbres locales, dan un golpe de Estado vestidos de mamarrachos en pleno carnaval y cambian un dictador por otro, liberando a sus amigos. Pero como el nuevo dictador es igual que el que había, en el país todo queda igual que estaba y ellos se van a casa. Así que tampoco pasa nada.
Con esto acaban las aventuras de Tintín, pero hubo un cómic mas que quedó inacabado porque Hergé fue y se murió.
Tintín y el Arte Alfa. ¿Habría muerto Tintín?¿Se hubiera echado una novia, lo cual sería aun más sorprendente?¿Rastapopoulos se hubiera hecho la rinoplastia?¿Una obra de arte vale para algo? Todo son interrogantes que hacen que nuestra imaginación vuele y este álbum adquiera la categoría de mito.
Hay un álbum más, pero es la adaptación de una película de dibujos animados y que pasamos de comentar porque no es de Hergé y nos parece una mierda no lo consideramos canónico.
El ocaso de Tintín: Planes macabros y resurrección no deseada
En la etapa final de su vida, Hergé desarrolló lo que los psicólogos han denominado Síndrome del Creador Arrepentido, manifestando un deseo perturbador de que su creación más famosa, Tintín, muriera junto con él. Según testimonios de su círculo íntimo, Hergé murmuraba frecuentemente: "Solo yo sé lo que ha hecho ese pequeño bastardo. No merece vivir", dejando a los biógrafos con la intriga de qué crímenes innombrables podría haber cometido un reportero adolescente con pantalones de golf.
Hergé intentó asegurarse de que Tintín no sobreviviera a su creador, llegando incluso a contratar a un equipo de abogados especializados en asesinato de personajes ficticios. Sin embargo, sus esfuerzos fueron en vano, ya que tras su muerte en 1983, Tintín experimentó lo que se llama resurrección por fanservice.
Contra los deseos expresos de Hergé, Tintín ha sido objeto de innumerables parodias, homenajes y adaptaciones no autorizadas. Estas van desde "Tintín en el país de los influencers" hasta "Las aventuras eróticas de Tintín en Bangkok", obra que los herederos de Hergé han descrito como "perturbadora en múltiples niveles".
La persistencia de Tintín en la cultura popular ha llevado a los mediums y parapsicólogos a especular que el fantasma de Hergé no puede descansar en paz. Testigos afirman haber visto a un espectro con un tupé distintivo vagando por las librerías, murmurando "Por el amor de Dios, dejen morir a Tintín".
Principales Personajes
Los buenos
- Tintín: ya hemos dicho todo lo que había que decir sobre él, así que no decimos más.
- Milú: es el perro de Tintín. Un fox-terrier mutante completamente blanco. Se caracteriza por ser glotón, borracho y ligeramente sádico. Entiende todo lo que Tintín le dice, cosa que a la inversa no tenemos claro que suceda. Y es una pena, porque suele decir cosas más interesantes que su dueño.
- Hernández y Fernández: los dos policías. Son imbéciles y prácticamente iguales, visten igual, van juntos a todos sitios, viven juntos y duermen en la misma habitación (como Epi y Blas) pero... no son hermanos. No decimos mas y que cada cual interprete.
- El Capitán Archibaldo Haddock: es como Milú pero en humano. Adicto enfermizo al alcohol y al tabaco, propenso a arranques violentos e irracionales, iracundo en general, gongorinamente tan malhablado que habría que lavarle la boca con jabón... el amigo que todos quisiéramos tener, el yerno ideal.
- El Profesor Tornasol: sordo como una tapia y desesperante en grado sumo, inventa todo tipo de cachivaches y es el único personaje de la serie que muestra síntomas de una reprimida heterosexualidad.
- Tchang: es como una versión china de Tintín, como un Tintín de bazar chino. Sus padres mueren ahogados en una riada y él está a un tris de sufrir la misma suerte, pero Tintín le rescata y a las dos viñetas ya está tan contento.
- Bianca Castafiore: la cantante oronda y chillona de la que hablábamos antes. Es un poco difícil de aguantar, pero tiene buen fondo y siempre ayuda a nuestros amigos, lo cual considera que le da derecho a autoinvitarse a su casa.
- Serafín Latón: El típico cuñao que encima cree que cuenta bien los chistes. Pero este, además, de la que te descuidas te vende un seguro, una hipoteca y una preferente que te ves en la puta calle sin darte cuenta siquiera.
- Martina: La única chica que se fija en Tintín, que sale en el cómic inacabado. Él incluso la acompaña a casa (con el Capitán Haddock de carabina, eso sí). Creo que TIntín no se da cuenta de que le gusta a Martina, ya que lo suyo es estar pendiente de gángsters y traficantes de cosas. Vamos, que gracias a ella descubrimos que es sel típico friki que para una vez que liga, no se entera de que ha ligado.
Los malos
- Rastapopoulos: millonario cabrón muy aficionado al tráfico. Tráfico de armas, de drogas y de esclavos, queremos decir. Escurridizo como una anguila y con una nariz que si huele un bacalao lo deja soso.
- Allan: esbirro del anterior. Anteriormente era el camello del Capitán Haddock.
- Dr. Müller: pobre pluriempleado, su vida oscila entre psiquiatra sádico, espía nazi y chantajista internacional. Y más calvo que una sandía.
- Mitsuhirato: japonés con nariz como de cerdito. Un día fue a depilarse el pecho y se le fue la mano. con lo cual pareció que se había hecho el Harakiri.
- Jorgen Boris: espía recalcitrante. Va hasta la Luna con nuestros amigos escondido de polizón, para darles una sorpresa. En el viaje de vuelta algo le sienta mal (concretamente que le pegan un tiro, cosa que no sienta bien a nadie) y echan su cuerpo al espacio, aunque no habían comprobado antes si aun estaba vivo. Ahora creo que ya no lo está.
- Hermanos Pájaro: anticuarios que en su tiempo libre se dedican al gangsterismo y a la búsqueda de tesoros. Con bastante poco tino.
- Abdallah: hay niños que no son simpáticos ni de visita.
Fuentes de Inspiración
Hergé utilizaba a sus personajes para descojonarse públicamente de las personas de su entorno. De esta manera llamó al perro igual que a una novia que le dejó (en otra metáfora sutil), los policías Hernández y Fernández son una parodia de su padre y su tío, que iban todo el día juntos, vestían igual, eran medio lerdos y entre los dos hacían un bobo completo, la Castafiore es su cansina primera mujer, el aspecto de Tintín está tomado de su hermano, que era militar y desde entonces tuvo que aguantar cachondeo en el regimiento... así se explica que amigos no tuviera muchos.
Gestión del Legado
Como era de esperarse, una tropa de frikis han alojado en Wikia una wiki Las Aventuras de Tintín |
Hergé, gracias a Dios, manifestó que una vez él muriera no quería que nadie hiciera nunca mas un cómic de Tintín. Así su viuda (la hippie) se reunió un día a todos los del taller de negros y les dijo muy amablemente que el lunes siguiente no hacía falta que volvieran, que se dedicaran a dibujar lo que les apeteciera a ellos. Menos a Tintín, porque si dibujaban a Tintín se las verían con sus abogados. Después de esto se casó con otro tipo a quien Hergé dejó el trabajo hecho en todos los sentidos. Ellos son ahora los dueños de Tintín y se encargan de sablear y amenazar con métodos mafiosos a cualquiera que intente utilizar su imagen, incluido <inserta tu nombre aquí>. A Steven Spielberg sí que le han dejado hacer una película, pero esto es porque lo que ha hecho al final se parece a Tintín como un huevo a una castaña y porque han percibido sus buenos milloncejos a cambio de permitírselo, claro.
Notas
- ↑ Aunque la realidad es que tenía un ejército de asistentes anónimos que hacían la mitad del trabajo, pero ¿quién cuenta esos detalles cuando estás construyendo un imperio del cómic?
- Cómic
- Alan Moore • Frank Miller • Jack Chick • Manuel García Ferré • Moebius • Hergé • Stan Lee • Héroe • Nueva guía ilustrada para ser un superhéroe • Superhéroe • Guía para ser un buen supervillano • Superhéroe automático • Novela gráfica
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