Las ciudades oscuras

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Las ciudades oscuras (Les Cités obscures en el idioma franchute original) es una serie de historietas de temática fantástica, según La ladrona, aunque qué sabran ellos, porque la temática es más bien perturbadora y desasosegante. Los creadores de esta cosa son el dibujante verga Paco Schuiten y el guionista gabacho Benito Peeters[1]. La serie consta de doce volúmenes y otros tantos productos relacionados, desde merchandising descarado a falsos documentales como ese de Kubrick de la Luna.

Los autores de estos cómics también han viajado al mundo oscuro, como se ve en la imagen. Pero tienen potentes flexos para alumbrarse.

Temática general y estilo

A pesar de titularse Las ciudades oscuras, la acción no se desarrolla en África (donde viven los negros), sino en un continente estrafalario, así como los de Tolkien o el Martín ese, pero estimpunkie, o algo así. Este continente está situado en un mundo para-lelos, en un mundo invisible al nuestro aunque esté en el mismo sitio (como los pobres en una ciudad), están en otra dimensión torcida al estilo Dr. Strange. En él hay una serie de ciudades apestosas, que no son sino un trasunto deforme y exagerado de ciudades que existen en nuestro mundo. De esta forma Brüsel se corresponde con Bruselas[2] o Pâhry con París. La correspondiente oscura de Madrid es Môrdor. O viceversa, no sé.

Es posible viajar de un mundo a otro, pero no por medio de un cohete o un patinete, sino a través de drogas la práctica de algún tipo de creación artística. Tú estás ahí "dibujando" y de pronto haces "chas" y apareces al otro lado, sin haberlo pretendido ni saber lo que se te viene encima. Esperemos que escribir en Inciclopedia no cuente a estos efectos, a ver si de repente me voy a materializar a saber dónde. Pero no nos vayamos de tema ¿o ya nos fuimos?, es por esto que a lo largo de la serie vemos cómo gentes de moralidad laxa, como Julio Verne o Richard Wagner se mueven entre ambos mundos, dejando un estado de ruina y desolación ya no solo en nuestro mundo, sino en el mundo oscuro.

Las influencias literarias son múltiples: desde el realismo fantasioso de Borges al acojonamiento kafkiano, sin olvidar el Manual de Carreño. Los diferentes volúmenes que componen la colección son de historias cerradas, esto es, que son autodestructivas. No obstante todas ellas forman parte del mismo universo, y los jodíos personajes tienen la costumbre de viajar. Lo anterior significa que aunque cada relato esté en una ciudad distinta, a veces los protagonistas de una historia aparecen en otra así más de refilón creándose interconexiones que los fanáticos de las teorías conspirativas hacen suyos. Unido a que el orden no es cronológico hace que los lectores más despistados sufran de explosiones súbitas de cabeza. El elenco es de lo más edificante: chicas desviadas (con el culo hecho un mapa), viejos chiflados, científicos locos, arquitectos perturbados, monstruos de circo, gordos borrachos o incluso jóvenes cartógrafos. Sí, amigos, esto es cómic Europeo ¿quién esperabas que fuera el protagonista, el Batman ese[3]? No obstante, a pesar de lo extraño y retorcido de la temática de estas historias, los lectores tienen sus momentos de relax, así no es extraño que las protagonistas femeninas nos enseñen las tetas y los caballeros la pirulina.

Álbumes

Las murallas de Samaris

Esta respuesta recibe el protagonista una y otra vez de la buena moza ¿verdad que te identificas, querido lector?

Nos encontramos en Xhystos[4], que es una ciudad estrafalaria con una arquitectura tan art noveau que a uno le da un subidón de azúcar. A Franz, nuestro protagonista, le han encargado ir a investigar Samaris, una ciudad que debe estar muy bien, porque todos los que allí van no vuelven. Él acepta el encargo, se despide de sus amigos, que le tratan de imbécil, y de su novia, que rompe aliviada con él porque sabe que no volverá. Eso sí, no sin antes echarle un polvete por los viejos tiempos, con lo que Franz se va más contento que unas pascuas sin pensar en su incierto destino (es imbécil).

Inicia el viaje a través del desierto, en una serie de vehículos a cada cual más cutre, hasta que contempla las imponentes murallas de Samarís, llenas de arbotantes desopilantes. Una vez en la ciudad se dirige a una pensión de mala muerte (sólo de esas existen) donde un viejo acartonado le señala su habitación. Nadie habla con él. Da un paseo por la ciudad y admira sus calles. Vuelve al hotel: ve una mujer y se pone verraco. La entra, pero ella le dice que tiene que ir a hacer pis y desaparece y no vuelve, así que él se vuelve a su cuarto. Repite esta operación varios días (¿tendrá ella cistitis?) y las calles le parecen a la vez las mismas pero no (beber demasiado es lo que tiene).

Harto de la situación Franz va a ver al gobernador (para que le informe de dónde está el baño de mujeres). El gobernador se parece bastante a Marlon Brando en su etapa de decadencia, pero más allá de eso no aporta grandes respuestas. Así que la siguiente noche, cuando la mujer quiere ir a hacer pis, él trata de impedírselo "¡Déjate de ir a hacer pis!¡Hazme a mí la lluvia dorada, hermosa!". No es buena estrategia para ligar -no se podía saber ¿eh?- Esta será la última vez que la mujer le rechace, se dice Franz a sí mismo. Está desesperado y se da de cabezazos contra las paredes, las rompe... sí las rompe, porque descubre que todas las paredes eran de cartón, toda la ciudad no era más que un decorado. Los mismos habitantes son un decorado. ¿Será él mismo, Franz, un decorado? Enloquecido, rabiado y con la ropa hecha jirones (él mismo la rompe, para dar una imagen más lamentable) huye de la ciudad y recorre el desierto, esta vez sin ayuda de vehículos estrafalarios. Ha vuelto a Xhystos y allí no le reconoce nadie. Franz descubre que en Xhystos todo el mundo se ha vuelto de cartón piedra también y parte hacia el desierto, a Samaris, a ver si esta vez hay más suerte con la meona esa (yo no apostaría por ello).

La fiebre de Urbicande

Ingenue jugando a trepar por su red.
La red sigue creciendo, donde menos te lo esperas. Aquí una imagen para la versión en color de este álbum.

El protagonista esta vez es Ingenue Robick, arquitecto viejoven. Se le ha encargado que rediseñe una ciudad, Urbicande, que antes de su llegada era un poblacho con casas apelotonadas donde los parias arrastraban, siempre que no estuvieran trabajando para sus orondos amos, sus miserables vidas. Robick, quien se declara admirador de la arquitectura fascista, rediseña solo la mitad de la ciudad. Así los parias siguen apelotonándose a un lado del río mientras en el otro priman los principios racionales de que todo sea cuadriculado, tenga amplias avenidas tan impactantes como inútiles para la vida cotidiana y múltiples estatuas colosales de carácter veladamente homoerótico. Urbicande parecía, gracias a Robick, completamente feliz (ejem).

Un día unos operarios llevaron al despacho de Ingenue lo que parecía una estructura cúbica vacía. Éste la miraba ahí puesta en su mesa como las vacas cuando miran pasar el tren, hasta que llegó su tóxico amigo Thomas que se puso a toquetearla y la dejó de cualquier manera ahí puesta. Ambos se fueron a pasear por la ciudad para admirar las gigantescas esculturas en forma de capullo y, cuando Ingenue volvió a casa, observó que el cubo había echado como brotes que habían penetrado en su mesa, con lo que no había forma de moverlo. El cubo creció y creció hasta convertirse en una red cúbica e Ingenue estaba muy feliz porque tenía así un bonito columpio por el que trepar en medio de su salón. Pero su felicidad duró poco: la red traspasó los límites de su casa y empezó a expandirse por toda la ciudad.

Lo que sigue es un poco espeso: Ingenue se enamora de una meretriz y el gobierno de la ciudad le mete en la cárcel por considerarle el fabricante de esa red que socaba el orden público y que atraviesa la ciudad de parte a parte sirviendo de puente para que la chusma chabolista pueda atracar a confraternizar con los ricos. Pero luego llega un momento en que la gente se acostumbra a la red, que se ha vuelto enorme, y se construyen en ella kioscos, casas de citas y ponen telares para plantar patatas, la red les ha traído la felicidad e Ingenue pasa por ser un héroe... Hasta que la red sigue creciendo. Tanto que ya toda la ciudad está contenida en un solo cubo y la red es por tanto anecdótica.

Thomas el amigo tóxico de Ingenue le llama a su despacho: - Querido Ingenue -, le dice, - me he metido en el PP versión oscura (el de la caja B) y ahora soy el alcalde de la ciudad, cuento contigo para reconstruir la red, preferiblemente con materiales toscos, pues andamos un poco escasos de fondos, no obstante podemos inflar el presupuesto un pelín, para que te lleves cacho. Ese espantajo reticular sí que era una buena trama urbanística y no las mierdas que diseñabas tú. Ah, y que sepas que la puta esa de la que eras amigo y a la que amabas en secreto ahora es mi churri, estás invitado a la boda, a sujetar el candelabro -. Ingenue rechaza bruscamente sus propuestas, le dice que está loco y se va a la ciudad, en la que seguidamente sigue una inundación cataclísmica (el que Ingenue conociera los puntos débiles de los diques de contención de agua no tuvo nada que ver, al menos que se haya probado). La red sigue creciendo, está en el universo, por todas partes. Hasta en tu puta casa.

La Torre

Un edificio megalómano con fallos estructurales y deficiencias de mantenimiento. Y pasó lo que tenía que pasar, aquí la vemos cayendo. Seguro que el arquitecto era Santiago Calatrava

Esta historia es el mito fundacional del mundo oscuro. En este mundo, a diferencia de lo que ocurre en el nuestro, los arquitectos y albañiles sí fueron capaces de desafiar a Dios y construyeron una torre enorme que casi llega hasta el cielo. Por eso aquí no hay idiomas diferentes y todos hablan en tuvalí, como las personas decentes. No obstante esa torre luego no se mantiene sola y hay que tener pringados operarios que ajusten las bóvedas con argamasa y reemplacen los ladrillos viejos, ladrillos como este artículo. Giovanni[5] es uno de ellos. Es viejo, gordo y borracho y su trabajo consiste en subirse a andamios ¿qué podría salir mal?. Hace años que nadie visita su sector y ha desarrollado una considerable esquizofrenia para hacerse compañía a sí mismo. Lleva años pidiendo ayuda a la administración y nunca obtiene respuesta[6]. Así que decide ponerse en camino para cantarles las cuarenta.

Se lanza en un estrafalario parapente hacia los niveles inferiores de la Torre, pero un soplo de viento le lleva y termina subiendo... yendo a dar con una ciudad como otra cualquiera-incrustada en la misma torre, sí- en la que los habitantes se dedican a estafarse y envenenarse unos a otros manteniendo una apariencia respetable. Giovanni quiere saber sobre la Torre: quiénes la construyeron, qué forma tiene etc. Allí a todos estas cuestiones les traen al pairo, a todos menos a uno. Elías, un viejo chiflado, dice conocer los secretos de la Torre. Acoge a Giovanni en su casa y a cambio de que mantenga relaciones sexuales con Milena mientras él les mira escondido tras una mirilla, le promete revelarle todos esos arcanos saberes. Milena por su parte una chica que es una especie de sobrina de Elías, aunque él no tenga hermanos ni hermanas. Pero es todo un cuento chino, lo único que tiene Elías son cuadros y unos libros que no son sino la versión impresa de Inciclopedia.

Por tanto Giovanni decide intentar llegar hasta la cúspide de la Torre, y se lleva a la putuca con él (que se joda el viejo). Así inician un duro ascenso lleno de dificultades hasta que, contra todo pronóstico llegan y descubren el misterio del pináculo de la Torre: hay un KFC. Entonces, decepcionados, deciden encontrar las respuestas en la base de la misma, descendiendo por un túnel que la cruza de parte a parte valiéndose de un sistema de poleas furruñoas que por poco se matan. No obstante, en el peor momento, Milena nos muestra las tetas, lo que hace que Giovanni recupere fuerzas una vez más. Dan con un pasadizo que lleva al exterior de la Torre, y según salen ésta se derrumban, con lo que se descojonan de los que se habían quedado dentro y se van a darse a la vida loca.

El Archivista

Isidoro Luis[7] es archivista en Bruselas. Examina mugrientos legajos y llega a la conclusión de que las Ciudades Oscuras existen, pero no sabe cómo llegar a ellas. No obstante, gracias a inhalar los gases de los hongos que crecían en los legajos logra llegar, y es nombrado archivista de la ciudad de Alta-Plana[8] donde hace lo mismo que hacía en Bruselas. Para este viaje no hacían falta alforjas.

La ruta de Armilia

Una especie de libro de estampas. Unos viajan en zeppelín sobrevolando varias ciudades oscuras y meando desde lo alto a los que están en ellas, muy edificante todo.

Brüsel

Unos señores tan serios, jugando a los belenes...

Es la historia de Constant, un florista que decide sustituir a su mujer por una de plástico a sus plantas por plantas de plástico. Como su casa se cae a cachos va a pedir una subvención para arreglarla al palacio de Brüsel: no la obtiene, pero a cambio una funcionaria le enseña el coño, que tampoco está mal ¿no?. Bueno, las cosas se lían y como tose sangre va a un hospital de terminales, pero allí se aparecen las autoridades de la ciudad a quienes les hace gracia, así que le sacan de su camastro y se lo llevan de mascota, y le enseñan los planes que tienen para la ciudad: como en Brüsel todo el mundo vive hacinado en barrios de casas antiguas y de dos alturas como mucho, deciden que en lo sucesivo construirán rascacielos enormes para que los habitantes estén hacinados, pero en vertical. Hasta se han montado una maqueta enorme, a costa del erario público, y a menudo la visitan y juegan con ella.

Pasa el tiempo, Constant sigue tosiendo pero morirse no se muere y los rascacielos son construidos. Al final va a un nuevo hospital en el que internan a la gente con las enfermedades más raras y allí conoce a Ingenue Robick, que ha perdido la razón (si es que alguna vez la tuvo). La funcionaria ninfómana está allí haciéndose pasar por enfermera, no todo va a ser malo, y se echa un polvo con ella, que siempre alegra. Finalmente las aguas inundan la ciudad por una mala planificación hidrográfica nacional y todos los edificios se inundan, ahogándose todos los habitantes excepto los que viven de la planta 100 hacia arriba. Pero Constant y la ninfómana logran huir en barca, con lo que el final puede decirse que es feliz, al menos para ellos dos. Según huyen él deja de toser sangre: que era solo una venilla que se le había roto del esfuerzo al cagar.

La chica inclinada

Ya no quedan médicos como los de antes, que hacían chistes y juegos de palabras sobre las enfermedades de sus pacientes. Sus preferidos eran los aquejados de cáncer y los chistes sobre el horóscopo.

Este álbum es muy experimental porque la mitad del mismo, que se supone que transcurre en nuestro mundo y no en el mundo oscuro, está hecho con fotos y no con dibujos (así el dibujante podía dedicarse la mitad del tiempo a tocarse los huevos supervisar el trabajo del fotógrafo).

Mary es una chica normal que un día va al parque de atracciones con sus padres, uno de esos parques de atracciones viejos y con instalaciones que hace mucho que dejaron de cumplir los estándares mínimos de seguridad. Así, después de montar en la montaña rusa queda como escorada hacia un lado, que es tan incapaz de ponerse tiesa como tu pija. Entonces los padres llaman al médico y les dice que a la niña no le pasa nada, que nada más que hace el gilipollas para llamar la atención, así que deciden enviarle a un internado de esos de disciplina estivilista.

En el internado las cosas no mejoran, ella sigue escorando, las maestras la tienen por una macarra y las compañeras le hacen bullying, así que decide escaparse y unirse a un circo. En el circo en cambio alcanza un gran éxito y disfruta del pintoresquismo de la farándula, rodeada por fantásticas criaturas como monos, señoras gordas, enanos, hombres con dos cabezas y dos capullos y demás gente rara. No obstante ella, inconformista, quiere liberarse de su mal y oye hablar de un viejo científico chiflado, Wappendorf, que parece conocer la solución.

Wappendorf tiene tanta idea del tema como pelos en su pelona cabeza, pero sospecha que puede tener relación con un mundo para-lelo, así que se lleva a la chica en cohete, a ver si lo encuentran. El cohete es como de los que se lanzan en las fiestas de tu pueblo, así que el viaje es breve: se estrellan trescientos metros más allá. Pero encuentran una caverna con unas extrañas bolas. Allí conocen a Julio Verne y a un pintor que se han trasladado allí desde nuestro mundo (no me he extendido mucho en la historia del pintor porque es más bien insustancial, pero ocupa medio libro). El pintor le hace a la chica el baile de la rabadilla y a ella se le quita la inclinación. Ya está curada. En lo sucesivo se dedicará a estudiar casos extraños como el suyo y a curarles de la misma manera que la han curado a ella. Wappendorf y Mary se despiden del pintor y de Julio Verne (que le ha hecho el baile de la rabadilla a Wappendorf, intentando curarle la calvicie).

La sombra de un hombre

Esto va de uno que es agente de seguros. Un día resulta que se le empieza a transparentar la sombra, y la cosa es terrible: que su mujer le deja porque le parece una ordinariez y también los de la compañía de seguros le echan porque qué va a decir la gente. Así que toma la decisión más lógica que tomaría cualquiera en su situación: asociarse con una bailarina de striptease y montar un espectáculo erótico, con lo que encuentra la verdadera felicidad. Allí qué importa que tu sombra sea transparente que no lo sea, si la gente no se va a fijar precisamente en eso, sino en lo que cuelga y en lo que rebota.

La Frontera Invisible

La frontera invisible es la raja del culo, tanto pa esto. Y no te pierdas qué es el Misterium Magnum.

Roland es un joven que ha elegido una carrera excitante y llena de emociones: ha estudiado Cartografía. Cuando acaba los estudios le destinan de becario al principal centro dedicado a estos menesteres de su país, que resulta ser como una especie de huevo gigante lleno de ventanas en medio del desierto. Allí conoce al que será su mentor, el Señor Paul, un viejo medio loco que debiera estar ya jubilado y a quien le estusiasma hacer mapas sobre datos estúpidos y a Ismail, un joven petulante que prefiere que los mapas los hagan unas máquinas más viejas que el espectrum mientras él se toca los cojones. Se lleva mal con el viejo: éste le pone Evacuol en el café pero Ismail a él Viagra.

También tienen una maqueta gigante del país (en este mundo oscuro les gustan mucho las maquetitas) y una casa de putas integrada en el Centro Cartográfico, donde pueden ir a relajarse. Eso es saber tratar a los funcionarios. Allí Roland conoce a Shkodra, una extraña chica que tiene unas marcas en el culo que... ¡resultan ser un mapa! O eso cree él.

Llega el mariscal del país. Da órdenes: cómo sea el país en realidad importa una mierda. Los mapas deben reflejar una imagen del país tan gloriosa como ficticia para que los imbéciles se la crean y así estén todos dispuestos a agruparse tras la banderita y a creer que tienen una identidad especial. Ya si acaso el tiempo (y estos mismos imbéciles) harán que esta imagen ficticia se convierta en realidad.

Roland, como es gilipollas, se obsesiona conque el supuesto mapa del culo de Shkodra contiene información incompatible con los deseos del mariscal, y se fuga con ella. Van recorriendo el país y desde el Centro Cartográfico se da orden de perseguirles. Finalmente, cuando les capturan pidiéndoles una justificación de su conducta, Roland convence al mariscal de que mire el culo e la chica, ahí se revelará todo. Éste comprueba que es una simple marca de nacimiento y ordena que despidan a Roland por demente.

La teoría del grano de arena

Estamos de vuelta en Brüsel que ya no está inundada. Allí nos encontramos con Constant el de las plantas de plástico, que ahora vive de la indemnización que le han dado por lo que le ocurrió en la anterior historia que salía. Empiezan a pasar cosas que a estas alturas ya debiéramos considerar normales: a Constant le aparecen piedras de la nada en su casa, a una vecina le aparece un montón de arena (y sus niños se lo pasan pipa haciendo esculturas obscenas con la misma), un pastelero vuela, a otro tipo le persigue como una especie de bruma a todos sitios que va (debe ser que es porrero) y así. No obstante incluso a los desquiciados habitantes del mundo oscuro esto les sale de ojo, y llaman a Mary, la antigua chica inclinada (que ahora no solo no está inclinada, sino que ha echado cuerpo y es toda una mujer) a que investigue los sucesos, en plan agente Scully.

Mary descubre que todo se debe a que una especie de beduino llevó un joyón a una casa de empeños, y la de la casa de empeños se empeñó en quedársela, estafando al beduino. Desde entonces todo es un desmadre. Así que Mary y Constant se van con los hijos del beduino a devolver la joya a su lugar, a la tierra de éste. Menudo país de salvajes: viven en tiendas de campaña del Carrefour, van así sin ropa interior con el sótano sin amueblar, y tienen un trato muy íntimo con sus camellos.

Al final llegan a una especie de templo que necesitaría que la UNESCO oscura lo tomara bajo su protección para ser restaurado, que cualquier día se les cae. Allí dejan el joyón en una especie de estructura en la que parece encajar y en Brüsel dejan de pasar cosas raras. Aunque toda la mierda esa de la arena y las piedras pa ellos que se la quedan. Constant tenía esperanzas de que Mary le hiciera el baile de la rabadilla, como a ella un día le hiciera el pintorucho ese, pero va a ser que no.

Recuerdos del eterno presente

Historia muy enigmática. Va de un niño calvo que es el único niño de su pueblo. Se fuga de la escuela y sus pasos le llevan a terminar en medio del mar. Allí unos pescadores le pescan como un atún. Suponemos que lo meterán en una lata de conservas.

La llamada de lo oscuro

Además de estos álbumes la serie ha dado lugar a otros muchos subproductos tales como documentales, películas, gorras y juegos de chapas. Y es que a todos nos fascina la idea de un mundo oculto en el que podríamos materializarnos en cualquier momento solo con la fuerza de nuestra mente (así que tú ya puedes olvidarte). Oye, espera ¡veo turbio, y eso que no he bebido nada!¿dónde está la habitación en la que estaba escribiendo este artículo?¡oh, no!¿donde est..

Notas

  1. Gran experto en Hergé, y que fue consultado por Inciclopedia para elaborar el correspondiente artículo, así como el de Las Aventuras de Tintín. En su instagram cuelga fotos de sí mismo cocinando. Pero no te pienses que es tonto, que es doctor en Filosofía por la Universidad de la Sorbona (en la cual te enseñan a sorber los mocos, entre otras muchas especialidades)
  2. Muy creativos no son
  3. Ojalá lo fuera
  4. El nombre de la ciudad hace alusión sin duda a Ángel Cristo y sus grandes cuernos, los referentes culturales de esta serie son selectos, aquí no se da puntada sin hilo.
  5. Para cuya caracterización los autores se han basado sin permiso en la figura de Orson Welles
  6. ¿Le resulta familiar?
  7. Para cuya caracterización los autores se han basado sin permiso en la figura de Jorge Luis Borges
  8. Alta-Plana, como tu prima.