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Hergé

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Hergé
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Si hablas con tus propios personajes... tal vez es que debieras salir mas.
Nacimiento Defunción Manekenpislandia
Origen Papafritalandia
Su vida
Sobrenombres El monaguillo colaboracionista
Lugar de residencia Bruselas
Se dedica a Hacer que los niños deseen ser boy scouts toda su vida por medio de viñetas
Estado actual Fiambre
Hazañas logradas Crear al héroe más famoso de la historieta europea y luego un taller de negros para que lo dibujaran en su lugar. Ser el padre de la línea clara
Relaciones Tuvo dos esposas, una muy beata y la otra medio hippie
Enemigos Su peor enemigo fue él mismo... y su beaterío
Poderes especiales El poder de hacer líneas claras, y a veces algo turbias.
Objetos Su plumín
Cita3.pngMe preguntaba muchas veces qué tiene más importancia: el texto o el dibujo. Pues ni lo uno ni lo otro; me importa todo un rábano.Cita4.png
Hergé sobre su método de trabajo
Cita3.pngDibujo furiosamente, apasionadamente: borro, tacho, fulmino, añado, me ensaño, maldigo, esbozo una actitud diferente. Sucede a veces que, a fuerza de insistir sobre una actitud, se agujerea el papelCita4.png
Hergé otra vez, sobre su método de trabajo
Cita3.pngMi ingenuidad de aquella época rozaba la necedad, podríamos decir que incluso la estupidez.Cita4.png
Hergé reflexionando sobre su vida
Cita3.png¡Odio a Tintín! ¡Usted no sabe hasta qué punto!Cita4.png
Hergé reflexionando sobre su creación

Georges Prosper Remi (En algún lugar de Bélgica en 1907- en otro lugar de Bélgica en 1983) fue un pintamonas y caricato belga, más conocido por el seudónimo Hergé, ya que no tenía cojones a firmar con su verdadero nombre así se pronunciaban las iniciales de su nombre invertido, como invertido parece ser Tintín, su principal creación.

Hergé, en efecto, fue el perpetrador de Las aventuras de Tintín, que a día de hoy siguen siendo plagiadas sin pudor en el mundo de la historieta, particularmente en Europa, aunque también creó otros personajes, que a nadie le importan. Pero el caso es que con el tema de Tintín la cosa se volvió un poco extrema, al punto que muchas veces la vida de Hergé se confunde con la de Tintín, la de Tintín con la de Hergé y ya no se sabe qué cosas le pasan a uno y qué cosas le pasan a otro.

Una vida entre viñetas

Inicios

Hergé nació en una familia sencilla, pero ya desde muy pequeño tuvo delirios de grandeza, pues se creía el nieto ilegítimo del rey Leopoldo II de Bélgica, que ya ves tú, tampoco es que la cosa sea para presumir, que eso es casi como ser nieto de Hitler.

Sus padres le mandan de primeras a una escuela laica y a unos boy-scouts normales, pero el jefe de su padre, gran seguidor de Intereconomía, presiona y amenaza al padre de Hergé y logra que envíen al muchacho, en quien ve un gran potencial, a un colegio de curas para quienes los partidarios de la extrema derecha son flojos y pusilánimes y a unos boy-scouts ultracatólicos, escuela de los futuros guerreros cruzados ultraviolentos de Cristo Rey. Ya tenemos el lío montado. Hergé todavía no podía saberlo, pero desde este momento en adelante su vida sería una continua lucha para liberarse de estas ideas tan imbéciles que le grabaría a fuego la gente ésta y llegar a un estado de paz espiritual que consistiría, simplemente, en pasar de todo.

Es ahí en los boy-scouts curiles donde descubren su talento como pintamonas, que en cada excursión que hacían se ponía a hacer pintarrajos en los que caricaturizaba tanto a sus compañeros como a los curas que les llevaban por el monte para abusar de ellos. Los curas, hartos de verse retratados en el bloc del guachupín, deciden encauzar estas inquietudes suyas en algo que consideran más productivo y le ponen a garabatear para la revista de los boy-scouts, que editan ellos. Es en esta revista donde Hergé crea las aventuras de Tontor, C.P. de los abejorros. El tal Tontor este es una cosa así como el Tintín de los primeros tiempos pero sin flequillo, un boy scout ultracatólico, más bruto que un arado, chulo y violento, muy el gusto de sus ultraderechistas patrones.

Una vez que, mal que bien, acabó el instituto, encontró trabajo gracias a sus pintarrajos. En un periódico más que facha, cómo no.

Hacia el éxito mundial

Como los herederos de Hergé persiguen con saña a quien reproduzca imágenes de su propiedad intelectual, en lugar de ponerte aquí un dibujo original suyo te ponemos este fan art tan cutre.

El director del nuevo periódico de Hergé era un encanto de hombre: un cura reaccionario, que tenía la foto de Mussolini en su despacho y cuyo aliento apestaba a aguardiente. Él se convertiría no solo en el jefe de nuestro joven dibujante, sino en su consejero sentimental y en su guía espiritual, y esto sería así durante bastante tiempo.

Así fue que este abate no solo contrató a Hergé para su fascista y reaccionario periódico, sino que le casó con su fascista y reaccionaria secretaria y, tras observar durante un tiempo cómo dibujaba unas tiras extrañísimas de unas vacas que tenían aventuras en el viejo oeste, decidió hacerle responsable del suplemento fascista y reaccionario de su periódico dirigido a los niños para lo cual le propuso crear un personaje fascista y reaccionario que sería la estrella fascista y reaccionaria de todo este conjunto tan fascista y reaccionario. Así fue como nació Tintín, que es una especie de Tontor algo más crecidito. El abate también le dijo a Hergé que acompañara a Tintín de un perro (fascista y reaccionario). A los niños les gustan los perros. Hergé así lo hizo y le puso al perro el nombre de una antigua novia que tenía de la cual pensaba que era una perra, también.

Hergé se lo pasaba pipa haciendo que su personaje corriera las más emocionantes aventuras alrededor del mundo. Que luchara contra los comunistas, masacrara animales, se riera de los negritos y se burlara del capitalismo. Y el caso es que la cosa tenía tirón porque el suplementucho en el que escribía empezó a venderse por toda Bélgica y parte del extranjero y Hergé se había convertido en una celebridad.

Bien pagado y satisfecho de sí mismo estaba cuando se disponía a enviar a Tintín a China, y fue entonces cuando recibió una carta...

Las enseñanzas del chinurri espiritual

Pues esta fue la misiva en cuestión:

Cita1.pngMe encargo de extirpar las supersticiones de los estudiantes chinos en la universidad católica de Lovaina para convertirlos a la verdadera y única religión. Un pajarito me ha dicho que Tintín va a partir hacia China. Si usted muestra a los chinos como ha hecho hasta ahora, so bruto; si los muestra con coleta, que era, bajo la dinastía manchuria, un signo de ser perroflautas; si los muestra fríos y crueles, y si habla de los suplicios "chinos", entonces mis estudiantes se cagarán en su calavera. Por favor, sea prudente e infórmese antes de dibujar majaderías.Cita2.png

Y, tal vez porque no acababa de fiarse, el curilla de Lovaina envió a uno de sus estudiantes chinurris para que aleccionara un poco a Hergé, quien le parecía más bruto que un arado. Fue así como Chang, que así se llamaba, cambió para siempre la visión de Hergé de las cosas y le quitó el fascismo a collejas. Gracias a Chang Hergé entendió lo bonito de la multiculturalidad, que las demás razas no son inferiores, y la espiritualidad que une al hombre con la naturaleza, que para dibujar un árbol tienes que sentir sus hojas, sus ramas, ya que son parte del universo como tú lo eres y no hacer cuatro pintarrajos así como te sale. Chang, en definitiva, plantó en Hergé la semilla del new age que años después le iba a sulibeyar.

Aquí Tintín se hará amigo... ¿de una niña? Nah, mejor de un niño.

Desde este momento, pues, Hergé se preocupó de reproducir los sitios a donde Tintín iba de la manera más verosímil posible, aun los inventados, y éste también cambió. Dejó de ser la bestia rubia nietzscheana de los primeros tiempos para terminar siendo un joven morigerado, de orden y de bien, como Albert Rivera. Incluso le hizo luchar contra el fascismo en alguna aventura, qué descoque. Todo esto se debe a Chang a quien Hergé quedó muy agradecido y con quien no compartió nada de su éxito.

También por este tiempo Hergé recibió el encargo de unos franchutes. La cosa era hacer una serie paralela a Tintín, y semejante a él en todo, salvo que a diferencia de él los personajes protagonistas habían de tener unas raíces, nombre y apellido, una familia normal y no desestructurada, y en resumen, una vida más decente y menos bohemia. Hergé respondió al encargo creando a la familia Legland, creando las aventuras de Jódete y Jocko, o algo así. Pero el tío va y no les pone de mascota ni un perrito ni un gatito ni una tortuga ni un pez, sino un mono con tendencia a la violencia y la glotonería, que si no hace alguna excentricidad no se aguanta. Se aburrió pronto de estos anodinos personajes y no les hizo muchas aventuras.

¿Un héroe de la resistencia?

Más bien no. Cobarde como una rata. Cuando los nazis invaden Bélgica y se apropian del periódico Le Soir, donde de aquella trabajaba Hergé, éste se apresta a hacerles jenuflexiones y ponerse servilmente a su disposición. Sí, tú estás leyendo esto desde tu cómoda silla, y ahí es muy fácil ser un héroe, pero habría que verte en esa situación. En defensa de Hergé hay que decir que no aprovechó para volver a las burradas del Tintín e los primeros tiempos, y eso que el ambiente se prestaba, sino que concibió historias fantasiosas y de pura evasión (la otra cara de la moneda es que algún chiste antisemita por el camino sí que se le escapó, al muy oportunista, aunque luego, tras la guerra, lo eliminara de las ediciones definitivas).

Todo esto le valió, al finalizar la ocupación, ser detenido por colaboracionista. Suerte tuvo que a un tal Raymond Leblanc, este sí, héroe de la resistencia, Tintín le entraba por el ojo y se partía de risa con sus aventuras. Leblanc argumentó que Tintín había animado a la resistencia más que el Playboy sobre todo a los guerilleros homosexuales y que por tanto Hergé era una persona respetable y de bien. Ahí queda eso. De esta forma Hergé fue limpiado, planchado y desnazificado.

Hergé con dos colaboradores que nunca vieron su nombre en los créditos de un álbum de Tintín. El de la izquierda del todo es Jacobs y el de en medio tenía una esposa muy... liberal. Qué tío Hergé. Cómo les tomaba el pelo.

Fue también durante la ocupación cuando Hergé se hizo amigo de Edgar Pierre Jacobs. Jacobs era un cantante de ópera fracasado que dibujaba muy, muy bien. Y Hergé lo fichó como colaborador. Jacobs aportó al mundo de Tintín verosimilitud, fondos cuidados y el que sus historias se acercaran mucho más al mundo del folletín, ganando en misterio e intriga. Hergé le agradeció a Jacobs todo esto negándose a que éste firmara los álbumes de Tintín y manteniendo su aportación en el anonimato, con lo que Jacobs mandó a Hergé a tomar pol culo y creó su propia serie, Blake y Mortimer, en la que dos ingleses homosexuales corren muchas aventuras y sobra texto por todas partes.

Se dice que el personaje del Capitán Haddock está inspirado en parte en Jacobs y que en él se une su vocabulario atrabiliario con la tendencia de Hergé a la melopea.

Desencanto, taller de negros...

Tras décadas dibujando a Tintín, día tras día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año, llegó el momento en que Hergé descubrió que estaba hasta los cojones de su creación. Y de paso, estaba hasta los cojones de su mujer, y hasta los cojones de su vida. Y agarró y se largó sin decir nada a Suiza, que menudo disgusto le dio a su señora.

Luego volvió y decidió crearse un taller de negros que hicieran el trabajo que antes hacía Jacobs. Pensó que si contrataba a jóvenes y talentosos dibujantes que quisieran labrarse un porvenir, ellos podían hacerle todo el trabajo sucio con Tintín (los fondos, los vehículos, los uniformes nazis...) y, por supuesto, que ni soñaran aparecer en los créditos de las historias. Al que no le gustara ¡aire!.

No obstante cada vez era más vago y los viajes a Suiza sin previo aviso se hacían cada vez más frecuentes, que los negros del taller se quedaban sin material y ya no sabían ni que hacer, que los cafés en aquella oficina se hacían eternos y terminaban todos con taquicardias. Al principio se piraba por ahí solo, el muy excéntrico, pero pronto empezó a ponerle los cuernos a su señora con una joven colorista del taller de negros, que era medio hippie.

Puede imaginarse querido lector que ahí no trabajaba ni Dios y el ritmo de producción de tintines se hacía cada vez más cansino. Hergé era como el perro del hortelano, que no le apetecía hacer nuevos tintines pero mucho menos quería que los hiciera nadie mas y dado que estaba todo el día dándose al folleteo, sus subcontratados se pasaban el día dibujando cromos, postalitas y parodias yaoi de la serie.

Divorcio... y final

El hombre tras el mito. Mira qué cara de concentrao pone.

Y en estas andaba cuando entró en una depresión de caballo. Tenía sueños en los que lo veía todo blanco y luego despertaba con las sábanas húmedas. Se fue a ver a un psicoanalista a ver si le curaba y éste le dijo que tenía que mandar, sucesivamente, tanto a Tintín como a su señora (la de Hergé, que Tintín ya se sabe que de mujeres ná) a freír espárragos. Esto a Hergé le hacía sentir fatal, que en los boy scouts le habían enseñado a ser fiel a la palabra dada, que el matrimonio tenía que durar para siempre, y en definitiva, a joderse la vida.

Pero al final tiran mas dos tetas que dos carretas, así que a su señora sí que la dejó y se casó con la hippie. Y salió ganando, porque a su ex-señora la iba a ver todas las semanas y ella por su parte no tenía reparos en seguir preparándole sus guisos y zurciéndole los pantalones, y la hippie aparte de follar le ayudó a mandar de una vez y para siempre al carajo esas ideas moralistas que él tenía y a darse a la relajación en las costumbres y a la new age. Así empezó a pasar de todo, con lo que halló su verdadera felicidad.

A Tintín por su parte sí que no lo pudo dejar, pero de resultas de esta crisis hizo una aventura muy rara que es metáfora de todo esto (aunque una metáfora rebuscadísima, casi no se ve la relación). El caso es que en esta aventura la primera mujer de Hergé se ve representada por el yeti, quédate con eso.

Las aventuras de Tintín en lo sucesivo reflejaron el pasotismo del autor y su abrazo definitivo al nihilismo y la posmodernidad. Son muy revolucionarias porque son aventuras en las que pasar, lo que se dice pasar, no pasa nunca nada. No obstante las siguió sacando porque Astérix empezaba a pegar fuerte y Hergé tenía su ego y no poco. Se iban a enterar esos tipos de Pilote de quién mandaba aquí.

Quiso también ser pintor de arte abstracto, que era lo que de verdad le gustaba. Pintó algunos cuadros y los galeristas le dijeron que... bueno, que gracias por participar.

Al final se puso muy malito y se murió, que esto es algo frecuente que le pase a uno al final de su vida. No obstante antes de morir se reencontró con Chang, el chinurri espiritual. ¡Vaya abrazos que se daban! "¡Chang, todo esto te lo debo a tí!", decía Hergé "¡Pero no vas a ver ni un duro!".

Estilo

Hergé fue el inventor de lo que hoy se viene llamando el estilo de línea clara, que es un estilo de cómic en que el trazo está definido como si fuera el corte de un bisturí del cirujano y con una narrativa que recuerda a los mejores y más rancios momentos del cine clásico. Algunas características:

  • La línea tiene que ser continua y hecha de un tirón ¿qué pensabas? Aquí no vale cualquier pintarrajo..
  • No hay tonos intermedios, ni manchas de negro ni efectos de sombra y luz. Aquí al pan, pan y al vino, vino.
  • Aunque los personajes sean ridículos, la ambientación tiene que ser realista. Esto es, si un personaje tiene un bolígrafo no sirve que sea un bolígrafo genérico, tiene que quedar claro si es bic, stadtler o del carrefour.
  • Las viñetas no se superponen haciendo llamativas composiciones para llamar la atención del lector y dejarle luego media hora tratando de comprender qué viñeta va después de otra. Aquí lo importante es que se entienda lo que uno lee.​
  • Predominan los temas de aventuras entre hombres.
  • Uso exclusivo del blanco y negro y de colores planos, tan planos como tu encefalograma.

A Hergé le gustaba reírse de la gente de su entorno, así todos sus personajes se basan en personas que él conoció. Los estúpidos Hernández y Fernández son su padre y su tío, la gorda marimacho de la Castafiore es su primera mujer, Chang es Chang (qué bobada), Tintín es lo que a Hergé le hubiera gustado ser (el tío estaba fatal) y el Capitán Haddock es lo que era. También Tornasol un poco es lo que era Hergé, cuando se aislaba de su entorno, que se le hacía insoportable.

Es cierto que en las historietas de Hergé apenas aparecen mujeres, pero él aclaró que esto no es por misoginia, sino porque sus principales protagonistas mantienen una amistad viril.

  • 22 de mayo Personaje histórico (ver todos aquí). ☀️ BanderaBélgica.png ☠️