Artículo de Cómic Destacado |
Las Aventuras de Tintín
Nacimiento Defunción | Es Inmortal |
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Origen | Los Boy Scouts |
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Sobrenombres | ¿Tintín? El del copete erecto. |
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Lugar de residencia | Vive con tu madre, en un castillo. |
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Se dedica a | Reportero o espía, no está claro. |
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Estado actual | Amigo de los niños. |
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Hazañas logradas | Una vez reventó un rinoceronte con un petardo. |
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Relaciones | Milú, Haddock, Chang, Zorrino... rarito todo. |
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Enemigos | Un millonario gordo que se parece a Onassis. |
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Poderes especiales | No envejecer, es como Dorian Gray, el jodído. |
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Objetos | Pantalones bombachos, kilt tableado, gel fijador, gabardina pasada de moda |
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Las Aventuras de Tintín (Tintin's Bizarre Adventure) es una de las más influyentes, si no es que la única, series de cómics europeas del mundo mundial de aquí a Bélgica y de regreso, a nivel planetario, cósmico, sideral e interdimensional en el 60% de las dimensiones de seres con ojos (ha sido traducida a más idiomas de los que <inserta tu nombre aquí> será capaz de aprender en toda su vida si le interesara aprender idiomas) y en contra de lo que piensan las generaciones más jóvenes de seguidores del personaje, no es una serie de televisión sino una de anime hentai. Su creador, dibujador, entintador, coloreador, maquetador, dialogador y cobrador[1] fue el dibujante belga Georges Remí (conocido como Hergé, no confundir con el noruego pervertido Hegre) y con ella estableció el estilo de la llamada línea clara que se volvía no tan clara, e incluso temblona, cuando Hergé se tomaba unas copas de más o unas copas de menos.
El personaje principal es más soso que un yogur de agua, el pobre. No tiene familia de ningún tipo, ni padres, ni primos, ni cuñados ni ná, no se sabe qué edad tiene si es que alguna vez la tuvo, se supone que trabaja de reportero pero solo una vez se le ve escribir un artículo, lo más seguro es que lave dinero o que la pensión de desempleo belga le rinda para viajar por el mundo sin preocupación. En principio no bebe, no fuma, no juega al balón, las mujeres no le interesan tampoco lo mas mínimo y al parecer los hombres tampoco, lo que suena a un miembro de la generación actual adelantándose a su tiempo. Por no tener, no tiene casi ni nombre, al punto que todo el mundo se refiere a él como Tintín y no sabemos si eso es un mote, su apellido, es un tamil de los que no tienen apellido, el hipocorístico de Martín, o que Hergé tiró una lata al suelo a ver cómo sonaba y así puso el nombre al personaje. Lo que sí tiene es un perro -Milú- con bastante más carisma que él mismo y un mechón de pelo rubio o pelirrojo (él, no el perro) peinado igual que el de Cameron Díaz en Algo Pasa con Mary (se ignora si utiliza el mismo tipo de gel fijador).
Es así que este pusilánime y morigerado muchacho correrá las más extraordinarias aventuras alrededor de todo el mundo e irá ampliando su pandilla de secundarios rodeándose, cada vez mas y principalmente, de compañía masculina.
Primera época, en el periódico de curas
Advertencia: Esta sección contiene detalles de la trama y el argumento; si eres tan rarito que prefieres leer el libro o ver la película antes, no te recomiendo que leas esto.
El culpable directo en la creación de Tintín fue el Abate Wallez. El sacerdote diminuto que se esconde tras la piadosa campaña propagandística tenía debilidad por el machismo alopécico de Mussolini y quería moldear las psiques de los niños pequeños para convertirlas en fascistas en miniatura a través de la sección de brújulas infantiles de su periódico ultraderechista "Make Belgium Great Again".
De esta manera, el buen (o mal) clérigo solicita a Hergé que cree un personaje a tal efecto. El dibujante más hambriento que consciente acepta el trabajo a cambio de unas hostias y unas copas de vino de consagrar. Es así como Tintín, en sus primeros años, lejos de ser el muchacho modoso que tan mal nos cae (o bien) y casi afectado de sus cómics de madurez, es prácticamente un übermensch, una bestia rubia que es más basto que bajarse las bragas a pedos y resuelve todas las situaciones en las que se encuentra fundamentalmente a guantazos, dando unas hostias como panes que le hacen vencer a cualquier enemigo por fuerte que sea y que nos hacen pensar en lo engañoso de su aspecto enclenque. En estas primeras series, Milú era un pastor alemán que comía minorías.
Capítulo 1. Tintín en el país de los Sóviets (Imagina música patriota europea del primer tercio del siglo XX, escenas políticas y civiles, gráficos del cómic intercalados, imagínalos porque imaginar es gratis y no tenemos presupuesto para un artículo con efectos especiales). Es la primera de las aventuras de Tintín y Milú. En ella el intrépido y bruto reportero y su glotón can nos cuentan, de forma objetiva e imparcial©, la situación de la Unión Soviética estalinista, que básicamente consiste en lo siguiente: los comunistas son más malos que la tiña, tienen a todo el pueblo muerto de hambre, y tratan a los niños a puntapiés en el culo. Aunque esto no es totalmente cierto, tampoco es totalmente incierto, por lo cual a Hegré no se le puede culpar de todo, pero tampoco se le puede culpar de nada. La aventura agradó mucho al abate así como a todos aquellos a los que el brazo se les levantaba como si tuvieran un resorte, pero su propio autor la consideró siempre tan aberrante que fue la única que no obligó a colorear a sus negros en los años posteriores, el color ya lo hicieron los fachos del siglo XXI cuando descubrieron paint.
Capítulo 2. Tintín en el Congo (imagina música de gente bailando la conga, y sonidos, sensaciones, sabores y olores de rinocerontes estallando con dinamita y Leopoldo II levantando su pulgar al fondo). Hablábamos de negros, pues en su segunda aventura Tintín va al Congo, pero no a cualquier Congo, sino al Congo Belga donde se lo pasa en grande: se dedica a tratar a los negros de imbéciles y retrasados mentales con la conformidad de los mismos y a maltratar a todo animal que se encuentra por la selva de tal manera que hace parecer a Holocausto Caníbal un picnic de niñas exploradoras caníbales. Cuando a Hergé se le afeaba lo racista, brutal y colonialista del cómic decía "¿Qué son unos pocos estereotipos de siglos de antigüedad entre amigos, de todos modos? Todos eran racistas y brutales en aquella época, ¿no lo sabías?".
Tintín en América. Se refiere a Estados Unidos, el resto de América de momento no interesa. Aquí nuestros héroes la toman con los gangsters y el capitalismo, los cuales vienen a ser la misma cosa, y entremedias conocen a unos nativos americanos. Descubren un pozo de petróleo en el terreno de estos últimos, que les es arrebatado por el capitalismo ¿o eran los gangsters?. Finalmente Tintín, tras una lucha encarnizada en la que casi es convertido en comida para perros, acaba con los gangsters ¿o era el capitalismo?.
Los Cigarros del Faraón. Este es de muchas aventuras en lugares exóticos tales como desiertos, selvas, psiquiátricos siniestros y sórdidos subterráneos de palacios. La cosa va de tráfico de puros que no tienen tabaco, sino algo más (codazo, codazo, guiño, guiño), otras drogas, venenos enloquecedores, armas y de sociedades secretas que visten como si fueran cofrades de Semana Santa. Tintín aquí conoce a dos policías de muy cortas luces que intentarán apresarle todo el rato, pero que finalmente apresarán su corazón: terminarán convirtiéndose en dos de sus mejores amigos.
Lo que no sabía el Abate es que sus malvadas palabras engendrarían sin quererlo al maravilloso y ocurrente Tintín, el chiquilicuatre inconformista que contradecía todos los credos crueles que vendía. Mientras Tintín avanzaba a paso lento a través del tiempo, arrojando a los tiranos totalitarios sobre sus latas, el joven irreprimible se convirtió en una espina en el costado de los potentados ávidos y de los prelados pomposos por igual.
Habrá que documentarse un poco ¿no?
Estaba pensando Hergé en ambientar la segunda parte de Los Cigarros del Faraón en China cuando recibe la carta de un cura que se encontraba en tal país. El susodicho clérigo le dice en la carta que, por Dios bendito, en lugar de dibujar burradas, salvajadas y barbaridades como hasta ahora hiciera el favor de enterarse sobre qué iban los temas de los que iba a tratar. Con el buen padre no confiaba mucho en el acervo cultural de Hergé (en otras palabras, le consideraba un cateto) para ayudarle en esta tarea e mandó a uno de sus chinos tutelados, un estudiante de arte llamado Tchang (el nombre se lo pusieron, al igual que a Tintín, tirando una lata al suelo y según como sonara, así se quedaba). Es así como empezaba la llamada época documental (como esos que echan tras el telediario, sí).
El Loto Azul. El título no es una metáfora del órgano sexual femenino, sino que sigue el rollo del tráfico de drogas, aquí los japoneses son muy malos (sin excepción) y los chinos hablan todos muy bonito (sin excepción). Tintín se hace amigo de un niño que casualmente también se llama Tchang y aquí comienza su costumbre de hacerse siempre amigo de un niño y nunca de una niña. Por primera vez Tintín y Milú muestran sentimientos y se compadecen de la madre de un tío loco que va por ahí queriendo cortar la cabeza a la gente (por eso es que este cómic es tan importante). Finalmente, gracias a Tintín y Tchang se logra curar al loco y descubren que el jefe de los cofrades del álbum anterior era Rastapopoulos, un millonario productor de cine. Éste será uno de los villanos principales de la saga, y eso que no llegamos a ver sus películas.
La Oreja Rota. Este cómic versa sobre el fetichismo, en general. Tintín viaja a una República Bananera en Sudamérica llamada Perú San Theodoros a por un fetiche de los pueblos indígenas. Sin comerlo ni beberlo acaba en una especie de Guerra del Chaco de imitación. Tanto buscar el fetiche para descubrir que el fetiche no le importaba un pimiento a nadie, pero el diamante que escondía igual sí que despertaba más interés. Tras una serie de trapisondas en un argumento complicadísimo en el que Tintín llega a gobernar brevemente el país bananero imponiendo una política antibelicista y a casi ser fusilado por estas mismas razones, el fetiche, deteriorado eso sí, vuelve al museo del que fue robado.
La Isla Negra. Un road-comic en el que Tintín se enfrenta a un psiquiatra nazi que había pactado con unos comunistas para fabricar billetes falsos y jugarlos en las tragaperras. Su guarida: una isla en Escocia en la que en teoría se supone que hay un monstruo que aterroriza a los bebedores de whisky del lugar. Tanto rollo conque si un monstruo para que al final el monstruo sea un gorila. Tintín a la primera ocasión se nos pone en faldas, el muy pilluelo.
El Cetro de Ottokar. Todo lo que va de cetros, en el fondo, trata sobre la falocracia. Aquí los buenos terminan ganando porque Milú aparece con el chisme en la boca, que cada cual interprete. El bueno al que ayuda Tintín es Alfonso XIII, y si ese es el bueno, te puedes imaginar cómo serán los malos, por comparación. El más malo de ellos, que no llega a aparecer directamente, se llama Müsstler en alusión a Mussolini y Hitler, así que este cómic seguro que no gustó al cura Wallez. Tintín conoce aquí a la única mujer importante en la serie: una gorda que canta pegando unos berridos tales que espanta a todos cuantos se ponen a tiro, razón por la cual es una diva muy respetada. Y buena gente, sobre todo cuando no canta (lo que sucede pocas veces).
Época colaboracionista
Lo más oscuro de la línea clara. Hergé se pone a trabajar en el periódico de los nazis que habían ocupado Bélgica (estos eran nazis genuinos, los curas de antes no pasaban de aficionados) y por peloteo hacia ellos los temas se vuelven mas como de fantasía y menos documentales que no está el horno para bollos.
El Cangrejo de las PInzas de Oro. Tintín se ve una vez más metido en una red de tráfico de drogas (combatiéndola, no formando parte de la misma). Parece que las va buscando, el tío. Amplía su círculo de amistades masculinas conociendo al que se convertirá en su favorito: un marinero cincuentón y borracho como una cuba que cada vez que bebe es como un volador sin palo y las arma que da miedo. A diferencia del pavisoso Tintín tiene mucho carisma, tanto que eclipsa incluso al perro, y gracias a él generaciones de niños han deseado que su mejor y más íntimo amigo sea un hombre mayor, soltero y barbudo. Viajan por el mar, por el desierto y terminan en una cuba de vino en Marruecos. Es un álbum en el que Hergé se expresa desde el corazón: el alcohol constituye el motor de la acción de todo lo que pasa en el mismo, tal y como sucedía en su vida en aquellos momentos.
La Estrella Misteriosa. Pues resulta que se iba a acabar el mundo, pero al final solo era una araña. Entonces Tintín y Haddock (el marino barbudo) se van en una expedición con científicos de países del eje a buscar un meteorito que ha caído en el ártico, rivalizando contra una expedición de gángsters capitalistas cuyo jefe parece ser judío. Al final Tintín se sube al meteorito y tiene un viaje LSD que flipas. El álbum parece ser una rebuscada metáfora de la ocupación belga por los nazis, pero no sé si se entiende muy bien.
El Secreto del Unicornio. Resulta que Haddock es de rancio abolengo y un ancestro suyo escondió un tesoro que había mangado a un pirata. Haddock nos lo cuenta representando escenas de la vida de su ancestros con tal verismo que destroza la mitad del mobiliario de su casa. Unos anticuarios atrabiliarios querrán también el tesoro y finalmente Tintín y sus amigos salen victoriosos gracias a un carterista cleptómano. Ahora que tienen las coordenadas del sitio donde está escondido el tesoro, solo queda buscarlo, ¿verdad?
El Tesoro de Rackham el Rojo. Continuación del anterior. Van pues, a buscar el tesoro y luego resulta que estaba escondido a tiro piedra de casa, que para ese viaje no hacían falta alforjas. Eso sí, conocen al Profesor Tornasol, que al principio medio les cae mal, pero como al final les paga a Tintín y al Capitán Haddock de su bolsillo un palacete al que se irán a vivir los tres juntos, ya todos tan amigos. El heroísmo desinteresado es lo que tiene.
Las Siete Bolas de Cristal. Pronto veremos que el tal Tornasol es como las princesas de los cuentos y le rapta todo Cristo. Aquí le raptan unos peruanos que estaban currando en Bélgica de teleoperadores. Los peruanos, en sus ratos libres, se dedican a lanzar bolas de vidrio que narcotizan a unos tipos que hicieron una expedición arqueológica para profanar las momias de los incas. El ambiente es onírico, opresivo, fantasmagórico y despiporrante, gracias a la colaboración de Edgar P. Jacobs, quien todavía tenía esperanzas de ser acreditado por Hergé (menudo pringao).
El Templo del Sol. Continuación del anterior. Van a rescatar a Tornasol de los peruanos peleones esos, salen llamas y montañas, y selvas y es muy bonito todo. Tintín (cada vez se parece mas a Michael Jackson) se hace amigo de otro niño cuyo nombre, Zorrino, lo dice todo. Y por hacerse, se hacen al final amigos hasta de los peruanos que habían raptado a Tornasol, que tampoco era para tanto la cosa. Nada, nada, vosotros despertáis a los arqueólogo, nosotros nos vamos para casa sin robaros vuestros tesoros y aquí no ha pasado nada, todos amigos.
Los felices vientos de posguerra
La Segunda Guerra Mundial acabó y a diferencia de lo ocurrido en otros universos paralelos en el nuestro los nazis perdieron. Hergé se queda harapiento y desempleado e incluso lo encarcelan por haber sido un presunto lameculos del ocupante, pero tuvo suerte de que le cayó en gracia a uno de los antiguos miembros de la Resistencia que le vuelve a dar curro. No obstante le corroe la culpa, y el acojone al ver las cosas que les pasan a sus antiguos amigos colaboracionistas. Eso sí, poco a poco se va volviendo menos derechón y también algo más vago, lo que le llevará a montar un estudio de negros. Pero la cosa no acabará tan mal, descubrirá la felicidad, al separarse de su mujer. Los "tintines" de esta época vuelven a tratar temas de actualidad.
Tintín en el País del Oro Negro. Puede parecer por el título que el álbum trata sobre la evasión fiscal, pero la cosa va más de corrupción petrolífera. Hergé había comenzado esta historia ya antes de la guerra y se le había quedado a medias, así que ahora la enchapuza para meter en la trama al Capitán Haddock aunque sea a calzador. Tintín irá por el desierto, tragando más arena que un bobo y finalmente terminará descubriendo un plan para deteriorar el combustible de las potencias aliadas y que los nazis ganen la guerra con efectos retroactivos. Aparece aquí otro niño, Abdallah, pero Tintín, a pesar de su sospechosa propensión a estas cosas, no se hace muy amigo de él, porque es bastante repelente, caprichoso, cansino y no hay quien le aguante.
Objetivo a la Luna. Emulando a los héroes de Julio Verne y de Meliés, Tintín y sus amigos deciden ir a la Luna. ¿Por qué? Porque Tornasol lo dice y en lugar de escoger científicos capacitados para tal importante misión escoge a sus amigos a dedo de forma nepotista, ¿qué pasa?. Este álbum cuenta con todo detalle científico sus preparativos en medio de una trama de espionaje y los personajes se pasan todo el rato encerrados en la fábrica donde lo están preparando, que al final no hacen más que dar vueltas por los pasillos. El álbum podría haber sido árido como un tratado de astrofísica, pero si alivia con las meteduras de pata de Haddock y los episodios de cólera de Tornasol, que se parte uno la caja viéndole enfadado.
Aterrizaje en la Luna. La continuación es más emocionante porque van a la Luna y pasan cosas: exploran, montan aparatos científicos, un polizón les espía, vuelven a explorar y finalmente se vuelven a la Tierra en un viaje que incluye homicidio y suicidio. Cabe mencionar que unos años después Neil Armstrong y sus amigos harían lo mismo que Tintín y los suyos, pero con menos gracejo.
El Asunto Tornasol. Ya habíamos dicho que Tornasol era propenso a ser raptado. Aquí le raptan los bordurios, que son una especie de comunistas nazis que quieren abusar sexualmente de él y ya de paso que les construya un arma de destrucción masiva basada en los ultrasonido, que para ello mejor se hubieran aprovechado de que tenían por allí a la Castafiore de gira y se hubieran complicado menos. Pues vuelta a salvarle y al final resulta que los planos de la máquina esa de los ultrasonidos se la había dejado el tío en casa.
Stock de Coke. Historia patrocinada por la compañía Coca-Cola. Una trama de tráfico de armas está mezclada con una trama de tráfico de esclavos. Vemos al capitán en todo su esplendor dirigiendo un barco con una tripulación llena de negros que iban a ser vendido como esclavos. El barco de Haddock y compañía esquivará torpedos de submarinos nazis a sueldo de Rastapopoulos. Hergé quiso quitarse el sambenito de racista, pero le criticaron igualmente porque los negros que aparecen no hablan un francés exquisito, que todo el mundo sabe que todos los negros africanos dan mil vueltas a Proust en su propio idioma.
Tintín en el Tíbet. Tchang viaja a Europa porque se va de erasmus a Londres pero tiene un accidente de aviación en el que supuestamente muere hasta el apuntador. Tintín tiene un sueño y se le mete entre ceja y ceja que su amigo está vivo y para allá que se van a salvarle (Haddock rezongando todo el rato, aunque con razón). Se van a escalar al Himalaya, un poco en plan pisapraos, y allí les hablan del Yeti, un ser abominable. Pues al final el yeti resulta ser un bicho de lo más simpático y es precisamente quien había salvado a Tchang, que sí que estaba vivo. Agarran a Tchang y se vuelven a Europa sin dar gracias al Yeti, que se queda más solo que la una. Todo el libro es una metáfora del divorcio de Hergé, metáfora, como se ve, rebuscada al punto que casi no se ve la relación entre una cosa y otra.
Etapa final: todo se la trae floja
Habíamos dicho que Hergé se divorcia de su mujer, que le traía al hilo, y se casa con otra más joven, que estaba más buena y que era así un poco hippie. A partir de este momento se dedica a follar la buena vida y pasa absolutamente de todo. Y de hecho sus siguientes cómics se caracterizan porque pasar, lo que se dice pasar, no pasa nada en ellos. Porque Hergé pasa.
Las joyas de la Castafiore. Cómic muy experimental: Tintín y el Capitán se quedan en casa. Parece que van a pasar muchas cosas, pero no pasa nada de nada. Les visita la Castafiore, se rompe un escalón de la escalera del Castillo, invitan a unos gitanos a asentarse en su jardín y una banda de músicos aficionados les da una serenata. Como se ve, escenas cotidianas intrascendentes. Por esto este álbum se considera una obra maestra de la narración.
Vuelo 714 para Sidney. Van a tomar este avión pero se echan un amigo millonario. Les secuestran los malos que les llevan a una isla volcánica, lo que les sirve para descubrir que el millonario es más malo aún que los propios malos. Al final los extraterrestres les secuestran a los malos y a ellos, mientras la isla explota. Los extraterrestres les hipnotizan y de seguro les ponen sondas anales a todos, pero como no se acuerdan de nada, pues como si nada hubiera pasado. Finalmente toman el vuelo 714 y ahí que acaba la aventura.
Tintín y los Pícaros. El nuevo dictador de San Theodoros no tiene mejor idea que hacer presa a la Castafiore, así que Tintín y sus amigos se van para allá, siguiendo las costumbres locales, dan un golpe de Estado vestidos de mamarrachos en pleno carnaval y cambian un dictador por otro, liberando a sus amigos. Pero como el nuevo dictador es igual que el que había, en el país todo queda igual que estaba y ellos se van a casa. Así que tampoco pasa nada.
Con esto acaban las aventuras de Tintín, pero hubo un cómic mas que quedó inacabado porque Hergé fue y se murió.
Tintín y el Arte Alfa. ¿Habría muerto Tintín?¿Se hubiera echado una novia, lo cual sería aun más sorprendente?¿Rastapopoulos se hubiera hecho la rinoplastia?¿Una obra de arte vale para algo? Todo son interrogantes que hacen que nuestra imaginación vuele y este álbum adquiera la categoría de mito.
Hay un álbum más, pero es la adaptación de una película de dibujos animados y que pasamos de comentar porque no es de Hergé y nos parece una mierda no lo consideramos canónico.
Principales Personajes
Los buenos
- Tintín: ya hemos dicho todo lo que había que decir sobre él, así que no decimos más.
- Milú: es el perro de Tintín. Un fox-terrier mutante completamente blanco. Se caracteriza por ser glotón, borracho y ligeramente sádico. Entiende todo lo que Tintín le dice, cosa que a la inversa no tenemos claro que suceda. Y es una pena, porque suele decir cosas más interesantes que su dueño.
- Hernández y Fernández: los dos policías. Son imbéciles y prácticamente iguales, visten igual, van juntos a todos sitios, viven juntos y duermen en la misma habitación (como Epi y Blas) pero... no son hermanos. No decimos mas y que cada cual interprete.
- El Capitán Archibaldo Haddock: es como Milú pero en humano. Adicto enfermizo al alcohol y al tabaco, propenso a arranques violentos e irracionales, iracundo en general, gongorinamente tan malhablado que habría que lavarle la boca con jabón... el amigo que todos quisiéramos tener, el yerno ideal.
- El Profesor Tornasol: sordo como una tapia y desesperante en grado sumo, inventa todo tipo de cachivaches y es el único personaje de la serie que muestra síntomas de una reprimida heterosexualidad.
- Tchang: es como una versión china de Tintín, como un Tintín de bazar chino. Sus padres mueren ahogados en una riada y él está a un tris de sufrir la misma suerte, pero Tintín le rescata y a las dos viñetas ya está tan contento.
- Bianca Castafiore: la cantante oronda y chillona de la que hablábamos antes. Es un poco difícil de aguantar, pero tiene buen fondo y siempre ayuda a nuestros amigos, lo cual considera que le da derecho a autoinvitarse a su casa.
- Serafín Latón: El típico cuñao que encima cree que cuenta bien los chistes. Pero este, además, de la que te descuidas te vende un seguro, una hipoteca y una preferente que te ves en la puta calle sin darte cuenta siquiera.
- Martina: La única chica que se fija en Tintín, que sale en el cómic inacabado. Él incluso la acompaña a casa (con el Capitán Haddock de carabina, eso sí). Creo que TIntín no se da cuenta de que le gusta a Martina, ya que lo suyo es estar pendiente de gángsters y traficantes de cosas. Vamos, que gracias a ella descubrimos que es sel típico friki que para una vez que liga, no se entera de que ha ligado.
Los malos
- Rastapopoulos: millonario cabrón muy aficionado al tráfico. Tráfico de armas, de drogas y de esclavos, queremos decir. Escurridizo como una anguila y con una nariz que si huele un bacalao lo deja soso.
- Allan: esbirro del anterior. Anteriormente era el camello del Capitán Haddock.
- Dr. Müller: pobre pluriempleado, su vida oscila entre psiquiatra sádico, espía nazi y chantajista internacional. Y más calvo que una sandía.
- Mitsuhirato: japonés con nariz como de cerdito. Un día fue a depilarse el pecho y se le fue la mano. con lo cual pareció que se había hecho el Harakiri.
- Jorgen Boris: espía recalcitrante. Va hasta la Luna con nuestros amigos escondido de polizón, para darles una sorpresa. En el viaje de vuelta algo le sienta mal (concretamente que le pegan un tiro, cosa que no sienta bien a nadie) y echan su cuerpo al espacio, aunque no habían comprobado antes si aun estaba vivo. Ahora creo que ya no lo está.
- Hermanos Pájaro: anticuarios que en su tiempo libre se dedican al gangsterismo y a la búsqueda de tesoros. Con bastante poco tino.
- Abdallah: hay niños que no son simpáticos ni de visita.
Fuentes de Inspiración
Hergé utilizaba a sus personajes para descojonarse públicamente de las personas de su entorno. De esta manera llamó al perro igual que a una novia que le dejó (en otra metáfora sutil), los policías Hernández y Fernández son una parodia de su padre y su tío, que iban todo el día juntos, vestían igual, eran medio lerdos y entre los dos hacían un bobo completo, la Castafiore es su cansina primera mujer, el aspecto de Tintín está tomado de su hermano, que era militar y desde entonces tuvo que aguantar cachondeo en el regimiento... así se explica que amigos no tuviera muchos.
Gestión del Legado
Como era de esperarse, una tropa de frikis han alojado en Wikia una wiki Las Aventuras de Tintín |
Hergé, gracias a Dios, manifestó que una vez él muriera no quería que nadie hiciera nunca mas un cómic de Tintín. Así su viuda (la hippie) se reunió un día a todos los del taller de negros y les dijo muy amablemente que el lunes siguiente no hacía falta que volvieran, que se dedicaran a dibujar lo que les apeteciera a ellos. Menos a Tintín, porque si dibujaban a Tintín se las verían con sus abogados. Después de esto se casó con otro tipo a quien Hergé dejó el trabajo hecho en todos los sentidos. Ellos son ahora los dueños de Tintín y se encargan de sablear y amenazar con métodos mafiosos a cualquiera que intente utilizar su imagen, incluido <inserta tu nombre aquí>. A Steven Spielberg sí que le han dejado hacer una película, pero esto es porque lo que ha hecho al final se parece a Tintín como un huevo a una castaña y porque han percibido sus buenos milloncejos a cambio de permitírselo, claro.
Notas
- ↑ Acreditado, claro. A la hora de la verdad la mitad de estas cosas las hacían también otros junto con él, pero sus nombres no figuran, para que se note quién mandaba aquí.
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