Blake y Mortimer

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Blake y Mortimer
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Están vestidos solo de cintura para arriba.
Nacimiento Defunción Reino Unido, aunque les dibujaban en Bélgica.
Origen Flasheado.
Su vida
Sobrenombres Esos tipos so british.
Lugar de residencia Un pisito que comparten... no piensen mal. O sí.
Se dedica a Un milico y un científico no se sabe muy bien de qué.
Estado actual Alguien debe andar dibujándoles.
Hazañas logradas Salvar y destruir el mundo una y otra vez.
Relaciones Blake solo Mortimer. Mortimer... algunas mas.
Enemigos Un malo que es el autor con bigote.
Poderes especiales Decir "by Jove!" "Old chap!", "Hell!" y "Glory hole!".
Objetos Pues como les gusta pasarlo pipa, una pipa (cada uno). Que fuman como carreteros.

Blake y Mortimer es una serie de historietas de cómic europeo creada por el verborreico historietista belga Edgar P. Jacobs. Tras la muerte de Jacobs, en 1987, la aventura inconclusa Las tres fórmulas del profesor Chato fue dibujada, con guiones de Jacobs, por Conde Mor. Después, la serie ha sido continuada por otros autores, y continúa perpetrándose en la actualidad. Es, junto a Las aventuras de Tintín de Hergé una de las series de referencia del estilo morigerado de hacer historietas llamado línea clara, que se contrapone a la más procaz línea turbia.

Historia

La vara de Hergé

Hergé, a quien le daba bastante flojera dedicarse a hacer los detalles sin importancia de sus historietas de Tintín, tales como los ultradetallados fondos en los que nadie se fija y que llevan horas y horas de trabajo, decidió contratar para estas tediosas labores a un fracasado cantante de ópera llamado Edgar Jacobs. Es difícil intuir cual fue la secuencia de razonamientos que llevaron a Hergé a deducir que si Jacobs cantaba mal, por fuerza debía dibujar bien, pero el caso es que acertó, pues el cabrón de Jacobs era un dibujante excelso.

Pero sus aportaciones no se circunscribían a tener una paciencia infinita dibujando tejas, hojas de árbol o abigarrados tapices sobre los cuales los personajes hergeanos departían, sino que Jacobs era un hombre con iniciativa y personalidad y aportaba ideas para la serie, ya que fue el que sugirió a Hergé que un cómic en color es mucho más bonito y llamativo que uno en blanco y negro. Hergé admitió la sugerencia y encargó a Jacobs el tedioso redibujado y recoloreado de unas cuantas de las historietas que llevaba hechas hasta entonces, para que quedaran mucho más bonitas y lustrosas. Huelga decir que no le subió el sueldo.

Pero las aportaciones de Jacobs tampoco se limitaban a hacer decoraciones supercuquis y poner colorinchis, sino que hasta escribía los guiones aportaba ideas para los guiones del maestro Hergé. De hecho Jacobs se caracterizaba por ser una persona amante de los folletines más turbios, y de esa manera durante su etapa los tintines tomaron una ambientación más oscura, atrabiliaria y teatrera.

Por todas estas razones, cuando Jacobs le dijo a Hergé que deseaba aparecer acreditado como coautor en Las Aventuras de Tintín, éste le dio una amistosa palmada en la espalda y por toda respuesta una sonora carcajada. A estas alturas, Jacobs estaba hasta los mismísimos cojones de su amigo Hergé y decidió que en lo sucesivo se montaría su propia serie de cómics, con fulanas y con casinos. Aunque pasó de las fulanas, y de los casinos. No obstante ambos dibujantes siguieron siendo amigos. Más o menos.

Durante la ocupación nazi en Bélgica cómics americanos como Flash Gordon dejaron de llegar al país. Eso fue lo que le dijo a Jacobs el diario colaboracionista que los publicaba cuando le pidió que hiciera una imitación barata de los mismos, pero en realidad lo que ocurría era que querían un Flash Gordon de baratillo, sin pagar los derechos. La sorpresa que se llevaron los responsables de dicho diario (tal vez porque no sabían que Jacobs cantaba mal) fue que la imitación igualara o incluso superara la calidad de los originales, que tampoco es que hiciera falta mucho.

Esta experiencia previa hizo que Jacobs se propusiera hacer su propia imitación barata de Flash Gordon (con fulanas y con casinos) aunque cambiando vagamente el nombre a los personajes (y pasando de las fulanas, y de los casinos). Y poniendo a su pseudo Flash Gordon un ridículo bigotito. De aquí surgió El Rayo en U, una grotesca y estrafalaria aventura en la cual aparecen dinosaurios y serpientes, chinos alienígenas y héroes de dudosa sexualidad en mallas. Como vemos el parecido con el original era demasiado evidente, así que Jacobs se dijo "¿Por qué conformarme copiando a Raymond cuando puedo copiar tanto a Raymond como a Hergé (que se joda) y así se nota menos que estoy copiando?". Y de esta mezcolanza imposible, surgió la serie Blake y Mortimer.

La fórmula del Prof. Jacobs

Viñeta estándar de Blake y Mortimer

Y así Jacobs lanzó al mundo la serie de cómics que le haría inmortal, cuyos protagonistas son dos señores británicos muy bien vestidos y de finas maneras. Comparten piso en Londres y corren un sin número de excitantes aventuras. También fuera de su alcoba. En ellas el mundo se destruye y se reconstruye unas cuantas veces, se buscan contientes perdidos (actualmente se llaman Carrefour) y hasta se viaja pasado y al futuro donde un señor calvo nos suelta un soporífero discurso. Es frecuente que encuentren científicos locos, espías, marcianos, atlantes que parecen los incas de Tintín y al mismo malo todas las putas veces, que mira que es recalcitrante el tío. En estos cómics se combinan las tramas de espionaje, la arqueología de chichinabo, el homoerotismo mal disimulado y la ciencia-ficción barata... así fue hasta que Jacobs se cansó de toda esta mierda.

Cuentan que un día fue a ver el hombre Star Wars y quedó sulibeyado por la magnificencia de las aventuras de Luke Skywalker y compañía. Al lado de los animatronics de plasticurri a quienes se les mueven los ojos menos que a Espinete, los efectos especiales de dudosa elaboración y las maquetas de naves espaciales construidas con hueveras que allí se ven su propia ciencia ficción de guardarropía le parecía rancia y desfasada. Así que desde entonces produjo cada vez menos hasta que... se murió, y, claro, ya no produjo mas. Parecía este el final de Blake y Mortimer, pero...

La maldición de los mil y un mercenarios

Tras la muerte de Jacobs, Blake y Mortimer quedaron durmiendo también el sueño de los justos, hasta que la editorial Drogaud perdió los derechos sobre su serie estrella, Asterix. Huérfanos de un héroe rubio y otro pelirrojo que compartieran excitantes aventuras, no tardaron en adquirir los derechos de la serie que nos ocupa. Dede entonces han encargado la continuación de la serie a los autores más ansiosos de éxito comercial capaces de todo el panorama franco-verga, algunos tan célebres como Jean Van Hamme, quienes acostumbran a postularse perrunamente para realizar álbumes de Blake y Mortimer y afrontan el encargo de Drogaud, cuando lo reciben, como una suerte de master en línea clara que asumen con una reverencia casi religiosa y una actitud servil. Los resultados obtenidos van en gustos, hay quien piensa que las historias son más cabales que las de Jacobs, mientras otros por contra opinan que las de éste tenían más descaro y gracejo. A saber, el caso es que la editorial Drogaud no echa de menos al canijo guerrero galo y su aldea de paletos, pues los héroes sodomitas british les producen pingües beneficios ecónomicos, con lo que tenemos aventuras de éstos para rato.

Principales personajes

Un día normal en el mundo de Blake y Mortimer
  • Francis Percy Blake: Aunque la serie se llama Blake y Mortimer, lo cierto es que el pobre Blake está un tanto de comparsa. Es un caballero galés muy flemático, pero no porque tenga mocos, sino porque es más soso que un yogur de agua. Aunque nunca ascendió de la graduación de capitán por su pobre desempeño militar es el jefe del servicio de inteligencia británico, ahí es nada, que si este es el jefe del servicio de inteligencia puedes hacerte una idea de cómo deben ser los demás. En muchas historias casi ni aparece, y para una en la que toma protagonismo le toman por traidor y se ponen a perseguirle los suyos. Su apariencia consiste en poner a Flash Gordon el bigote de Torrente y vestirle de uniforme.
  • Philip Angus Mortimer: El verdadero protagonista de la serie. Aunque es una versión inglo-escocida y alcohólica del profesor Zarkov de Flash Gordon, su aspecto está tomado de un amigo de Jacobs cuya mujer era muy ligera de cascos. Es igualito que el colega este salvo porque se le ha añadido una barba y se le han quitado los cuernos. Se dice que es científico, aunque tan pronto se te aficiona a la Física como a la Arqueología, así que es de lo más versátil (como bien sabe el Capitán Blake) y lo mismo te plancha un huevo que te fríe una corbata. Es curioso, por no decir cuzo y cotilla, y de espíritu juerguista y aventurero. Gracias a esto se mete en todo tipo de líos, lo cual enriquece bastante los guiones, porque pasan cosas. Normalmente aparece Blake a última hora para sacarle las castañas del fuego.
  • Nassir: Es un indio que es una especie de criado para todo de Mortimer. Servil y pelotillero hasta la autohumillación. Si a Blake le parece bien, a nosotros también.
  • La hija secreta de Mortimer: Una chica hija de una antigua amiga con derecho a roce de Mortimer, salió igual a Mortimer en todo, hasta en la barba, y él no sospecha nada... o tal vez sí sospecha y lo que ocurre es que el británico se hace el sueco.
  • Jessie Wingo: Es una india mestiza que resulta ser agente del FBI. Le hace ojitos a Mortimer, lo cual provoca los celos de Blake, porque Mortimer no le hace ascos precisamente (a Jessie Wingo... aunque a Blake tampoco). Mortimer nunca se quitó el vicio ese de las mujeres.
  • Kim Jong-un: Dictador mundial con poca personalidad que tiene al traicionero Olrik por esbirro. Llega a someter a todas las naciones de la Tierra gracias a la tecnología y el K-Pop. Al final su imperio sucumbe debido al efecto que producen en su cuartel general unos fálicos aviones inventados por Mortimer. Todo el mundo piensa que ha muerto pero en realidad se lo han llevado unos marcianos que en realidad no son marcianos, sino hombres del futuro que han evolucionado en unos enanos muy feos. Le ponen el culo como la boca del metro.
  • "Coronel" Olrik: Es el malo más malo. Un individuo que parece de guardarropía, con raya al medio y ridículo bigotito, que aparece prácticamente en todos los libros de nuestros héroes (su aspecto está inspirado en el del propio Jacobs, que se autorretrató de esta grotesca suerte, en un ataque de sinceridad) . Espía internacional, aventurero, traficante de antigüedades... cualquier cosa. Y las veces que parece que por fin el antagonista de la historia no va a ser él, resulta que es él disfrazado, que a estas alturas ya ni se sabe para qué disimula. Es hasta pesao. Y cada vez que tiene la ocasión de matar a Mortimer, en vez de hacerlo, se complace en soltarle un plúmbeo discurso en el que le cuenta al detalle todos sus planes para luego dejarle escapar de la manera más ridícula. Mira que es cansino, el tío. A menudo es contratado por otros malos como machaca, y él a su vez subcontrata un equipo de esbirros para que hagan estas funciones, con lo que es el villano más vago de la historia del cómic.
  • Sharkey: El típico gorila, tiene menos luces que una canoa y un exceso de testosterona mal gestionada que emplea para satisfacer a Olrik. Golpeando a las víctimas de este, no piensen mal.
  • Jack: Es un nerd que mata gente, probablemente un incel que se tomó la black pill. Cómo no, forma del equipo de esbirros habituales de Olrik.
  • Profesor Septimus: Mad doctor que inventa una onda para el control mental (no, no nos referimos a la televisión). Aprovecha que Abdul Azhalred o como se llame ha dejado a Olrik desmemoriado para someterle, sodomizarle y convertirle en su esclavo privado de voluntad. Al final se entretiene explicando detalladamente su plan a Mortimer en lugar de acabar con él, con lo que a Olrik le da tiempo a recuperar la memoria y fulminarle (a Septimus) con un rayo de su propia invención (de Septimus, también) que proyecta sobre él (sobre Septimus). En la segunda parte de esta historia vuelve su imagen multiplicada y Londres se llena de muchos doctores Septimus, con lo que la gente se acojona mucho. Pero lo único que hacen estos es ir a un teatro de variedades a ver porno en vivo.
  • Profesor Miloch: Otro mad doctor, que por esta serie abundan mucho. Primero se mete a hombre del tiempo (atmosférico) hasta que Mortimer desbarata sus planes. Luego le entra cáncer y se pone muy malito, pero para vengarse de Mortimer inventa una máquina del tiempo (esta vez de viajar al futuro y al pasado y esas cosas) con la que enviar a Mortimer a tomar pol culo en la cuarta dimensión, pa que se joda. El plan es tan retorcido y laborioso como estúpido ¿verdad?
  • Abdul Azhalred o como se llame: Una especie de santón sacerdote de Atón, o de San Antón, no sé. Guarda la cámara de Horus, que es una habitación secreta en una pirámide, en la que almacena sustancias dudosas. A los que allí entran les somete al influjo de dichas sustancias, provocando alucinaciones con cocodrilos, de marcado carácter erótico, y si se pasan de listos por medio de hipnosis les sume en un estado de amnesia. Hipnosis es el nombre del martillo con el que les golpea en el cráneo, no se piensen. Si eres educado no te golpea, pero te da una locuaz charla (como todos en estos cómics) en la que te cuenta toda la historia de Egipto, lo cual paradójicamente, en lugar de instruirte te produce una amnesia parcial, pues de pesao que es de tanto escucharle te da una embolia. No se sabe qué es peor
  • Profesor Chato: Otro mad doctor, uno mas, pero este es de los buenos. Es un japonés que se da un aire a Chiquito de la Calzada y que es amigo de Mortimer. Resulta que le da por la robótica y los gadgets, que el tipo utiliza arduinos hasta para atarse el kimono. Fabrica unos androides que replican a la gente, que vuelan y que si te pegan una hostia te visten de torero. Y gasta muy malas pulgas, al final de tantas aventuras es él quien mata a Olrik y su subcontrata de esbirros, que les lanza un robot kamikaze para que les reviente. Y sin que hiciera falta ni nada. Menos mal que es de los buenos.

Estilo narrativo

Charla de Zidane en el descanso.
Si no nos lo dicen nadie lo adivinaría.

Jacobs siempre dijo que entendía el cómic como una ópera de papel. Eso hasta que alguien le dijo que los cómics no sonaban (en principio). Entonces decidió sustituir la música por texto. Mucho texto. Si no cantan, al menos que no paren de darle a la parpayuela.

Jacobs era un brasas de mucho cuidado. De tal manera que a veces parece que más que narrar por medio de imágenes, narra a pesar de ellas. Mete unos ladrillos de texto relamidos e indigeribles entre los cuales va colando, de vez en cuando, algún dibujo. Sus personajes hablan, hablan y hablan, y te cuentan un montón de cosas que las más de las veces tampoco es que importen demasiado. Y cuando no hablan, lo que hace es ponerte cartelas explicativas que subrayan algo que sería obvio deducir tan solo con contemplar el dibujo. De hecho la mayor parte de sus lectores se las salta, las cosas como son.

Sus continuadores se han visto ante la papeleta de tener que mantener el estilo del autor pero quitar todas esas parrafadas sin que se note mucho para hacer de estas historias algo medianamente legible. Los pobres ponen alguna cartela sobreexplicativa de vez en cuando, para que no se diga, pero intentan no pasar de 5 por página, mientras Jacobs era tranquilamente capaz de ponerte veinte.

Con eso de lo de la ópera de papel, los personajes adoptan unas poses sobreactuadas y exageradas que le dan mucha gracia a la serie. Es fácil que se pongan patizambos y con los ojos en blanco para expresar afectación, y siendo unos señores tan empingorotados, verles en estas actitudes tan gilipollas constituye un gran atractivo, porque te partes la caja. Esta es la principal razón de que Blake y Mortimer se haya convertido en una serie de culto y en un superéxito de ventas en la actualidad.