Nueva Germania

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Nueva Germania (en alemán, Neues Deutschland) es una población que, soprendentemente, no se encuentra en tierras particularmente teutonas, sino en el Paraguay (qué guay). Fue fundado como colonia alemana por el cuñao de Nietzsche, el Doctor (no se sabe muy bien en qué era doctor, si es que lo era en algo) Bernhard Förster, quien estaba hasta los cojones de la blandenguería de su Alemania natal y quería hacer una nueva, empezando de cero, con putas y con casinos.

Historia de una utopía

Así visto, casi parece un polígono de canis.

Friedrich Nietzsche y su futuro cuñado se llevaban muy mal. En todas las cenas navideñas Förster se ponía a discutirle a Nietzsche todo, y eso que tener, no tenía ni puta idea de nada. Que si "qué vas a saber tú Friedrich, eso de decir que Dios ha muerto es una barbaridad", que si "eso del Eterno Retorno puede parecerte muy aparente pero en realidad es una chuminada", que si "tú mucha voluntad de poder y mucha gaita, pero a la hora de la verdad aquí todo el mundo tocándose los huevos, así como se va a levantar el país", que si "mira Friedrich, yo no soy racista pero esos judíos...".

Y sí, sí que era racista, claro. Que a él le parecía que lo que venía siendo a Alemania, la estaban jodiendo los judíos. "Tú hazme caso que de esto sé", añadía. Y en estas que cuando ya llevaba un par de copas de más y seguía diciendo cosas como "Este vino no está mal, pero para vino... ya te diré yo donde comprar" a Nietzsche, ya bastante quemao, para mandarle a la mierda no se le ocurrió más que decir "PUES SI TAN MAL TE PARECE ALEMANIA CON LOS JUDÍOS, ¿POR QUÉ NO TE VAS AL QUINTO COÑO Y TE MONTAS UNA COMUNA ALLÍ?". Y oye, que le pareció bien la idea y para allá que se fue.

En busca del Paraíso

Y así que fue que Förster llegó hasta el Paraguay, donde se propuso buscar un lugar en el que fundar una "Nueva Germania, una colonia aria, donde no existan los judíos", que cuando se lo contaba a los lugareños éstos se descojonaban de risa, pero seguían la corriente al chiflado. Estuvo dando unas cuantas vueltas por ahí en busca de un asentamiento que le convenciera, hasta que al final pudo hacerse con unos terrenos recalificados por diez veces su valor (aunque el muy bobo pensaba que había encontrado una ganga).

Una vez conseguido esto ya solo le faltaba volverse a Alemania para reclutar gente, puros machos de raza aria, y casarse con el amor de su vida, Elisabeth, la hermana de Nietzsche, mujer en la que también veía encarnado su ideal de macho ario. Nietzsche se escaqueó de ir a la boda, por cierto.

El nuevo matrimonio se dedicó una temporada a hacer una intensa propaganda entre sus compatriotas alemanes para buscar voluntarios que quisieran establecerse en los terrenos Nueva Germania, y así fundar todos juntos una suerte de paraíso terrenal. Sus ideas, sorprendentemente, triunfaron y obtuvieron predicamento entre los estamentos más desfavorecidos, kinkis y atrabiliarios de la sociedad germánica. Fue así como Förster se vio a sí mismo prontamente zarpando por segunda vez hacia Paraguay para ver realizado su ideal.

El Edén en la Tierra

Esvástica adobada con laureles e hinojo

Aunque Förster se las prometía muy felices pronto pudo comprobar que las cosas no se le iban a dar tan de rositas como él se figuraba. Se encontró con todo tipo de dificultades de índole práctico, a saber:

  • Entre sus planes estaba el cultivo de la rúcula y el choucrut para poder comerciar con los lugareños de las poblaciones adyacentes (a los que consideraba racialmente inferiores) y como que no se daban tuvieron que ensayar otros cultivos para poder lograr una cierta sostenibilidad económica.
  • Las enfermedades tropicales hicieron su labor, y le diezmaron pronto su población de arios puros, dejándoles un tanto para el arrastre, la superioridad aria vencida por sucesivas epidemias que a menudo derivaban en cagarrinas colectivas, con la consiguiente pédida de empaque y glamour en Nueva Germania.
Las puertas del Paraíso Terrenal
  • Förster no había previsto que, si quería fundar una colonia de pura raza aria que perviviera en el tiempo, llevar solo puros machos arios (a excepción de Elisabeth, aunque pal caso...) hacía el tema poco viable. Que los machos arios no encontraron ningún problema en todo esto y pronto se pusieron a retozar con las morenas y turgentes indígenas, pero claro, lo de la raza aria pura se fue a hacer puñetas a una velocidad de vértigo. Förster sería tonto, pero los que le acompañaban me parece a mí que eran muy listos.
  • Los plazos de la letra. Que Förster había comprado los terrenos aquellos, pero había que pagarlos todavía y él esperaba que, como fraternales arios que vivían en comunidad, eso lo hicieran entre todos. Sus compañeros colonos no parecían verlo así, que eran más agarrados que una pelea de pulpos, y por más que Förster les insistía no ponían ni un duro y se hacían los longuis cosa mala. La presión de la hipoteca recaía únicamente en Förster y le resultaba insoportable.


En resumidas cuentas, las cosas no le habían salido como él esperaba y Förster se deprimió tanto que terminó quitándose la vida en un hotelucho de mala muerte, en la cercana localidad de San Bernardino. Su cuerpo fue encontrado en el cuarto de baño en poco decorosa posición, tras haber ingerido, morfina, estricnina, brillantina y purpurina.

Su esposa Elisabeth duró también poco por esos pagos, se volvió echando leches a Alemania donde, andando los años, pudo dedicarse a aquello que más le gustaba: afiliarse al Partido Nacionalsocialista y manipular y mutilar de forma descarada las obras de su hermano. Así hasta que se murió, la vieja con cara de perro. Al funeral de Elisabeth Förster-Nietzsche, en 1935, asistieron Hitler, varios oficiales nazis de alto rango, y nadie mas.

Nueva Germania se puso un tanto de moda también entre los nazis huídos tras la Segunda Guerra Mundial, hasta cuentan que el Doctor Mengele se pasó una temporada por ahí de vacaciones, como si fuera eso Marina D'Or.

En la actualidad

Las nuevas generaciones de pura raza aria no olvidan sus orígenes.

La vida en Nueva Germania ha continuado hasta nuestros días. Sus actuales habitantes, en la mayor parte de los casos arios de piel olivácea y pelo moreno, conservan apellidos como Keitel, Jodl, Krebs o Bugdorf.

Viven fundamentalmente del cultivo de la yerba mate, o tal vez de otra planta que a primera vista se le parece mucho.

Hacen lo posible también por conservar sus costumbres alemanas: beben cerveza y preparan grasientas salchichas de cerdo, se ponen ridículos pantaloncitos tiroleses y se pasan el día escuchando a Wagner, pero en versión latineo.


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Este artículo ha sido destacado en la Portada Guaraní por los hijos de Lugo.
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