Trafalgar
Lor apañole' semos asín.
(Humor español que probablemente no entiendas si no provienes de la Península Ibérica o de las colonias restantes) |
La batalla de Trafalgar fue una batalla naval librada cerca de Trafalgar (¿en serio?). En ella la Armada Invencible Inservible de España y un par de botes marca ACME de Napoleón fueron reducidas a un montón de madera inservible por un acorazado inglés equipado con misiles balísticos (resulta que Inglaterra tenía armamento ligeramente más avanzado). Fue la primera derrota en la historia de Francia y la número seis mil de España, sin mencionar que fue la victoria diez mil del Reino Hundido.
Situación geográfica
El día 21 de octubre de 1805 (na, ayer mismo), las escuadras española, inglesa, francoprusiana y conquenseguadalajareña se dieron cita en el cabo de Trafalgar, descubierto unos años antes durante la famosa expedición Pérez Galdós-Pérez Reverte, y que resultó estar ubicado por Cádiz o asín. Cádiz, dicho sea de paso está en España, claro está. Ahondando en el tema, España es un país tipo pellejo de no sé que bicho, que linda al Norte con el Sur de Francia (que es otro país tipo pellejo); al Oeste con el Este de Portugal, que es una parte intrínseca de España y donde hacen toallas u vajillas muy chulas. Al Este linda con el Oeste del Mediterráneo, que es una especie de pantano que construyó Franco aunque lo inauguró Calígula u otro actor famoso. Por donde iba... ah, ya. Al Sur linda con el Norte de África, que es un sitio donde hay unos gatos enormes y que dan mucho yuyu y cuya artesanía popular está centrada en la fabricación de cayucos, pateras y otros medios de transporte.
Pos eso. Que Trafalgar está la hostia de lejos. [Ya se me ha ido el santo al cielo] Mientras me acuerdo, diré que en Trafalgar ponen buenas tapas, o algo así. Que no, demonios, que establa hablando de la batalla. Pues eso, vamos allá.
Preparación de la batalla
Al mando de la Flota Hispanofrancoprusianoconquenseguadalajareña se situó el almirante francés Villeneuve (traducción francesa de Villanueva del Arzobispo, provincia de Jaén, Tierra del Ronquío y con larga tradición marinera). Villeneuve era un chaval más apañao que las pesetas, pero era más de tierra que el operario de una cantera, por lo que las maniobras navales no eran su fuerte. Los otros altos oficiales de la Flota eran Churruca (que regentaba una empresa de pipas), Gravina (dueño de una importante empresa de tabaco, también para pipas) y Alcalá Galiano (que tenía todas las acciones de la Puerta del mismo nombre y que está en Madrid, también con arraigada tradición marinera y espacial).
Al mando de la Flota Britanicoescocesairlandesadelnortegibraltareña, estaba el almirante Nelson, famoso por sus apariciones estelares en Los Simpsons. Hombre distinguido, de risa contagiosa, y dotado de una mente plecara para eso de andar pegándose tortas, aunque sea en el mar. Iba a bordo del Victory, navío de tres puentes tipo Golden Gate y cien cañones sin punto de mira, para disparar a ojo de buen cubero. Su lugarteniente era el oficial de nombre impronunciable tipo Collinwood o algo así, que mandaba el Royal Sovereign, que hoy en día es una marca de tabaco también.
Los barcos
Los barcos eran de madera, por lo que estaba prohibido fumar y no se podía hacer fuego para calentar la leche con galletas del desayuno, así que utilizaban hornos microondas de la época. Además, en lugar de estufas utilizaban bomba de calor, con la ventaja añadida que, en caso de apuro, la podían lanzar contra el enemigo.
Los barcos se propulsaban fundamentalmente por dos métodos: A) A vela. Normalmente cuando participaban en una regata, había cámaras cerca o querían tirarse el moco al llegar a puerto. B) A pedales. El resto del tiempo.
La tripulación la formaban un montón de gente que normalmente habían nacido en tierra, aunque nos parezca lo contrario. En la escuadra britanicoetcétera, unos disparaban los cañones, otros se encargaban de encender lasvelas; otros pedaleaban y otros miraban. En la escuadra hispanoetcétera, unos miraban, otros también miraban; otros más miraban a su vez y uno o dos pedaleaban, encendían las velas, disparaban los cañones y les traían los cafés a los que miraban.
Armamento utilizado
Los barcos usaban unos artilugios llamados cañones, que eran una especie de tubo largo, sujeto a una cosa de madera con ruedas, en el que se metía otra cosa llamada cartucho (una especie de saquillo con pólvora). Después se metía una especie de bola de petanca que era la bala. Luego se cogía una cosa que se llama botafuego y que quemaba, como su nombre indica y que se ponía en un bujerillo del cañón que se llamaba oído, como el que algunos tienen dentro de la oreja. Entonces aquello explotaba con una ruidera que te cagas y la bola petanca salía como un demonio en dirección contraria a donde habías apuntado el chisme llamado cañón.
Pues los barcos tenían muchos cañones de ésos, que como te dieran, ibas listo. Asín que lo mejor era no asomar la cabeza, por si las moscas. El barco que más cañones tenía en la batalla de Trafalgar era el Santísima Trinidad, donado a la Armada por la Conferencia Episcopal Española y que tenía ciento cuarenta bichos de ésos. Vamos que casi había un cañón por cráneo.
Los cañones asomaban por unos bujeros practicados en el casco del barco, vamos por la obra muerta, que es distinta de la obra viva en una cosa fundamental: en que está muerta y bien muerta. Que hay que explicarlo todo, coño. Los bujeros ésos estaban abiertos a base de berbiquí y se les ponía unas puertecitas muy graciosas. Entonces los artilleros, que eran los tíos que disparaban los cañones, tenían que hacerlo con la puertecita cerrada, porque si no, la liaban. Vamos, que fastidiaban la puerta y luego entraba el agua. Y entonces tenían que utilizar las bombas de achique que, como las bombas de calor, también se podían lanzar contra el enemigo, caso emergencia.
Desarrollo de la Batalla
A cosa así del mediodía, después del cafelito, ambas escuadras y una flota de Transmediterránea que pasaba por allí, se vieron las caras en el bar ese que he dicho antes... (?) ah, sí, Trafalgar. Y por un quítame allá esas pajas, se liaron a cañonazo (o petancazo) límpio. Que digo yo que no eran brutos ni ná. Anda que si te dan en el ojo con una bola hierro de aquellas... No me deja mi madre salir a jugar en la vida. Conque una vez me hice un tirachinas con un globo y el cuello de una botella de leche Castillo y me tuvo mi madre encerrado medio año en casa. Tiempo suficiente para tragarme entero Falcon Crest. Voy al cielo de cabeza por aquello.
Total, que tras varias horas de combate a proa, popa, babor, estribor, adelante, detrás, izquierda, derecha, barlovento y a sotavento, la flota británica rodeó a la francoespañola etcétera y con el viejo truco de "no me déis que tengo gafas", les fundieron los plomos.
Cuando el Santísima Trinidad estaba desarbolado, que es algo así como talar un bosque a base pentancazos, los ingleses se lo quisieron llevar a la Pérfida Albión a base cable remolque. Pero dos andaluces que iban a bordo, vieron la maniobra y se dijeron: "los cohone sus lleváis el barco", "niño, tráete pacá el berbiquí". Y le hicieron un bujero por la parte de la bodega, que es donde se guarda el tinto Rioja en todos los barcos. Y el Santísima Trinidad se jundió, por mor del boquete, a decir de los dos españoles. Y los ingleses se fueron con un palmo de narices, aunque llevándose las llaves del barco, como desquite. Y los españoles se quedaron sin ingleses y sin barco.
El resto de los barcos tuvieron un final similar o parecido; y los que no se jundieron, al no haber berbiquí en los barcos, se fueron a pique gracias al dios Neptuno, no el del planeta, sino el griego, que era el dueño del mar. Y los que pudieron llegar a puerto, lo hicieron en tal mal estado que hubo que hacerlos tablas y con ellos la gente alicató sus viviendas, al haber agotado totalmente los castillos medievales con el mismo fin.
Consecuencias políticas y sociales
A raíz de Trafalgar, España inició una solemne carrera de batallas navales perdidas que culminó en las de Santiago de Cuba y Cavite. Aunque quedaron honrosas excepciones como la de la fragata blindada Numancia, que después de tomarse los copazos, decidieron irse al otro lado del mundo a bombardear a gente, llegando a atemorizar incluso a las flotas estadounidense y británica.
Los ingleses nos impusieron, como castigo, ya no sólo tener que ir a misa los domingos (pena que ya arrastrábamos por nuestra participación en el fusilamiento de varios santos) sino, además, tenernos que tragar una sucesión interminable de partíos de furbo; deporte que inventaron ellos para hacernos la puñeta y, de paso, desbancar a nuestra tradicional petanca, cuyas bolas tanto daño les habían hecho en la batalla.
Además lograron que en muchos bares de España la cerveza se sirviera tibia, como la beben ellos, para hundirnos más.
Desde aquel fatídico día, tenemos que beber güisqui, ginebra Beefeater (o bifiter para los amigos) y comprar en sus tiendas de ocupación, como El Corte Inglés, que han desplazado a nuestras tradiciones Galerías Preciados. Cosas como la llave inglesa, el jamón de York y ese brazo de gitano anglófilo llamado plum-cake han invadido nuestras vidas y nos hacen la vida imposible. Algunos rebeldes se han refugiado en las sierras impenetrables del interior, donde siguen cocinando clandestinamente, las lentejas a la logroñesa, la escudella catalana, la paella valenciana, el pote gallego, la fabada asturiana, el cocido madrileño y el gazpacho andaluz, regados con vino de la casa.