Carlos Manuel de Céspedes
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Presidente de la República en Armas de Cuba
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Residencia
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Una finca en San Lorenzo
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Anterior
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Siguiente
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Ninguno
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Salvador Cisneros Betancourt
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Poeta y compositor del himno nacional cubano
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Hechos
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Quemar sus plantaciones de caña de azúcar. Liberar a sus esclavos. Iniciar la guerra de independencia. Escribir cartas apasionadas a una poetisa.
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Personal
Nacimiento Defunción
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La colonial Cuba Hasta que lo mataron unos españoles
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Afiliación
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Partido Revolucionario Cubano
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Estado actual
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En una tumba sin nombre
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Relaciones
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María del Carmen de Céspedes (prima y esposa); Ana de Quesada (segunda esposa); Gertrudis Gómez de Avellaneda (amante); Diez hijos (seis con la prima y cuatro con la segunda)
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Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo (Bayamo, 1819 - San Lorenzo, 1874) fue un abogado, terrateniente, poeta y revolucionario (como no) cubano que inició la guerra de independencia contra España en 1868 porque eso es lo que hacen en esa isla. Es considerado el Padre de la Patria en Cuba, aunque algunos lo llaman el Padrastro por haber abandonado a su hijo Oscar en manos de los españoles. También es conocido como el "Hombre del Himno", porque compuso la letra del himno nacional cubano, que originalmente decía "Al combate corred bayameses / que la patria os contempla orgullosa / no temáis una muerte gloriosa / que morir por la patria es vivir / y vivir por la patria es morir". Sin embargo, después de su muerte, el himno fue modificado por José Martí para quitarle el tono suicida y hacerlo más optimista.
Biografía
Se casó dos veces y tuvo diez hijos. Su primera esposa fue su prima hermana porque a la prima se le arrima, con quien tuvo seis hijos. Su segunda esposa fue una señora muy fina, con quien tuvo cuatro hijos. También tuvo varios amoríos con otras mujeres. Entre ellas se destaca la poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda, con quien mantuvo una relación epistolar muy apasionada. Céspedes le escribía cartas llenas de piropos y halagos, y le enviaba flores y chocolates. Avellaneda le respondía con cartas llenas de reproches y quejas, y le devolvía las flores marchitas y los chocolates mordidos.
Era un hombre culto y refinado, que hablaba varios idiomas y tocaba el piano. Le gustaba leer poesía y escribir versos. También le gustaba la ópera italiana y solía cantar arias en su casa. Su ópera favorita era La Traviata, de Verdi. Se identificaba mucho con el personaje de Alfredo, un joven romántico que sufre por amor. Aunque también tenía algo de Violeta, una mujer fatal que muere de tuberculosis.
Era un hombre valiente y generoso, que defendió sus ideales hasta el final. También era un hombre orgulloso y obstinado, que no aceptaba críticas ni consejos. Tenía un carácter fuerte y temperamental, que a veces lo llevaba a tener conflictos con sus amigos y enemigos. Era un hombre de contrastes, que podía ser dulce y amable o severo e implacable. Era un hombre de leyenda, que marcó la historia de Cuba para siempre. Aunque también era un hombre de carne y hueso, que tenía sus defectos y debilidades. Por ejemplo, le gustaba mucho el café con leche y los dulces de coco.
Guerra de los Diez Años
La Guerra de los Diez Años fue el primer intento de los cubanos por liberarse del yugo español. Fue el líder de esta gesta, que comenzó en 1868, cuando liberó a sus esclavos y les dijo que podían unirse a él o irse a donde quisieran. La mayoría se unió a él, porque no tenían a donde ir. También quemó sus plantaciones de caña de azúcar, para demostrar que estaba dispuesto a sacrificarlo todo por la causa. Algunos dicen que lo hizo porque ya no le daba ganancias y quería cobrar el seguro, otros dicen que lo hizo porque le gustaba el olor a quemado.
Céspedes y sus hombres se enfrentaron al ejército español en varias batallas, algunas victoriosas y otras desastrosas. Entre las más importantes están la de Yara, la de Las Guásimas y la de Mal Tiempo. Céspedes también tuvo que lidiar con las intrigas y las divisiones internas de los revolucionarios, que no se ponían de acuerdo en nada. Algunos querían la independencia total, otros querían la anexión a Estados Unidos y otros querían seguir siendo españoles pero con más autonomía. Y otros querían irse a vivir a Marte.
Presidente
Fue el primer presidente de la República de Cuba en Armas, elegido por unanimidad, gracias a su prestigio, liderazgo entre los revolucionarios y también porque nadie más quería el puesto. Aceptó el cargo con humildad y responsabilidad, y juró defender la soberanía, la libertad de Cuba y también no volver a quemar sus plantaciones. También trazó estrategias para llevar la guerra a toda la isla, y nombró a varios jefes militares para cada región. Algunos eran muy buenos y otros muy malos. Fue un presidente valiente y visionario, que soñó con una Cuba libre y democrática (y también con una poetisa que lo trataba muy mal).
Destitución
En 1873, Céspedes fue depuesto como presidente de la República en Armas por una asamblea rebelde que lo acusó de ser un tirano y un incompetente. Lo sustituyó Salvador Cisneros Betancourt, que tampoco hizo mucho por mejorar la situación. Céspedes se retiró a una finca en San Lorenzo, donde siguió apoyando la lucha desde la clandestinidad. Allí se dedicó a escribir cartas, poemas y memorias. También se hizo amigo de un perro callejero al que llamó Fidel. Céspedes le contaba al perro sus aventuras y desventuras, y el perro le ladraba con simpatía. Céspedes se sentía muy solo y triste, pero no perdía la esperanza de volver a ver a Cuba libre y tomarse una.
Exilio en Europa y muerte
Tiene una de las caras más genéricas del
Siglo XIX.
Vivió en el exilio en Europa desde 1870 hasta 1874. Primero se estableció en Londres, donde se dedicó a escribir artículos y cartas para denunciar la situación de Cuba. También se reunió con otros exiliados cubanos y con personalidades políticas y culturales de Inglaterra. Entre ellas se destacan el escritor Charles Dickens, el filósofo John Stuart Mill y la reina Victoria, con quien bailó un vals en una fiesta. Céspedes le dijo a la reina que era un admirador de su obra y que le gustaría que le concediera una entrevista. La reina le dijo que estaba muy ocupada y que le escribiera una carta.
Después se trasladó a París, donde continuó su labor periodística y diplomática. También disfrutó de la vida bohemia y artística de la capital francesa. Entre sus actividades favoritas estaban ir al teatro, al museo y al café. También asistió a varios salones literarios, donde conoció a escritores como Victor Hugo, Gustave Flaubert y Emile Zola. Céspedes les habló de Cuba y les pidió que apoyaran su causa. Algunos se mostraron interesados y otros no. Hugo le dijo que era un héroe y que le dedicaría un poema. Flaubert le dijo que era un loco y que le prestara dinero. Zola le dijo que era un caso y que le diera una entrevista.
Finalmente se instaló en Madrid, donde tenía la ilusión de conseguir el apoyo del gobierno español para negociar una solución pacífica al conflicto cubano. Pero se llevó una gran decepción cuando se dio cuenta de que nadie lo quería ni lo escuchaba. Las autoridades y la prensa españolas lo trataron como a un bicho raro y lo ignoraron por completo. Fue insultado, amenazado y perseguido por los agentes del gobierno como en esas películas de espías. También fue víctima de varios atentados contra su vida, que logró evitar por milagro conduciendo a 200 kilómetros por hora y saltando justo antes de que pasara un tren para dejar a sus perseguidores atrás. Céspedes se sintió decepcionado y frustrado por su experiencia en Europa. Decidió regresar a Cuba para seguir luchando por la independencia. O eso creía él, porque en realidad lo que hizo fue irse a una finca en San Lorenzo, donde lo sorprendieron unos soldados españoles que le dieron un susto de muerte.
Véase también
Personaje histórico (ver todos aquí). ☀️ ☠️