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Título nobiliario

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Un título nobiliario es un privilegio legal concedido desde la antigüedad, que permite a los miembros de la nobleza creerse mejores que tú. Según Nicolás Maquiavelo, lo que inició el uso de los títulos que hoy se conocen como 'nobiliarios', fue que, muerto Justiniano, le sucedió su hijo Justinín, cuyo esbirro Longinos estableció que en las ciudades importantes mandarían unos tíos a los que denominaría 'duques', pues ese era el nombre de su perro y le hacía gracia. De todas maneras, ¿quién haría caso a un tipo tan malo como Maquiavelo? Seguro que esta historia es mentira.

En los países que no tienen reyes en principio no hay títulos nobiliarios, salvo en Francia. Los legisladores de la república francesa, a diferencia de los romos y bárbaros legisladores de otras repúblicas, son así de excéntricos siempre se han mostrado muy sensibles hacia lo bonito que hacían los títulos nobiliarios en las tarjetas de visita y la gracia y el empaque que da exhibirlos ostentosamente en eventos tales como reuniones familiares, despedidas de soltero, bodas, bautizos, comuniones y cenas de empresa.

Jerarquía de títulos nobiliarios

A menudo los títulos nobiliarios vienen acompañados de vistosos y creativos blasones.

Según el Yu-Gi-Oh! de la nobleza el orden y jerarquía de los títulos es el siguiente:

Títulos reales

  • Emperador. Es como un Rey, pero más. Suele ser Rey en varios sitios a la vez (salvo el de Japón, que solo lo es de Japón) y manda mogollón. Ya no se ven de estos por el mundo, salvo en Japón, así que es un título bastante vacío.
  • Rey. Ahora reinan pero no gobiernan. Lástima, porque cuando gobernaban solían dar bastante espectáculo y por lo general daban muestras de incompetencia con una gracia y un donaire que los políticos que les sustituyen en estas funciones de gobierno no logran emular, y mira que lo intentan.
  • Príncipe. Son los herederos de los anteriores. Hoy día entregan premios como si fueran azafatas, aparecen en envoltorios de galletas y poco más.

Títulos irreales que no son reales

  • Duque. En la antigüedad se designaba duque al que ejercía el dominio de un ducado. La vida de los duques era muy aburrida, pues pasarse toda la vida dominando un cigarro no es que de mucho juego que digamos.
  • Marqués. El nombre de estos deriva del término Marca. Esto es porque eran muy aficionados a la prensa deportiva y no la marcaban en su vida, trabajaban menos que el fotógrafo del BOE.
  • Conde. Mandaban en un condado, cuando este condado era muy amplio se les consideraba grandes condes, o lo que es lo mismo, condones.
  • Vizconde. Lo mismo que lo anterior, pero en un grado menor de jerarquía, por ser habitualmente bizcos.
  • Barón. Si una mujer lleva este título se le denomina Hemvra.
  • Señor, Hidalgo y demás ralea. En la frontera borrosa entre lo noble y lo no noble. A veces constituyen asociaciones folclóricas.

Quién puede tener un título nobiliario

Los títulos nobiliarios se conceden a quien al Rey le viene en gana y se transmiten de forma hereditaria, así que no te hagas muchas ilusiones de llegar a ostentar uno. No obstante, y ya que insistes, todavía te quedan los siguientes medios:

  • Casarte con alguien que tenga un título nobiliario. De esa manera pasas a ser considerado un advenedizo noble consorte y tus hijos podrán ser nobles de los de verdad ¡qué guay!. Si no te gusta mucho la persona de la nobleza con quien te has casado siempre puedes enviudar accidentalmente y seguir fardando de noble por ahí. Eso sí, no cometas el error de volverte a casar.
  • Comprarlo o usurparlo. En realidad la compraventa y el uso indebido de títulos nobiliarios son prácticas completamente ilegales y están más perseguidas que el tráfico de drogas y armas, así que si te dedicas a estas cosas lo más seguro es que acabes en el trullo, no sin antes recibir una buena paliza a manos de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Pero bueno, quien hizo la ley hizo la trampa y quien no se arriesga no gana, como se suele decir. Lo bonito de esto es que de cuando en cuando los casos de disputas por títulos nobiliarios entre los usurpadores y los legítimos sucesores acaban en los juzgados llenando de vida, color y glamour las aburridas y grises vidas de los tristes y anodinos funcionarios judiciales.
  • Inventártelo. En principio nadie te impide ir por ahí diciendo que eres el Marqués de la Col Frita o el Duque de la Casita de Chocolate. No obstante cuando tus amistades descubran que tu autoproclamado título no está homologado lo más seguro es que empiecen a descojonarse de ti, primero a tus espaldas y de forma gradual cada vez más en tu puta cara, y si el uso que haces del mismo es demasiado ostentoso y excéntrico es fácil que un día se te aparezcan delante un par de señores con batas blancas y te introduzcan en una furgoneta muy chula para llevarte a un lugar muy bonito donde, gracias a la profesionalidad y el buen hacer de los doctores, te encuentres más tranquilo, relajado y mejor.

¿Para qué sirve tener un título nobiliario?

Quienes ostentan títulos nobiliarios se presentan así de agraciados y risueños. Esta señora tan flamenca tenía tantos títulos que había perdido hasta la cuenta.

En el pasado para impartir justicia sobre los demás y que no la impartieran sobre ti, lo cual no estaba nada, pero que nada mal. En la actualidad, absolutamente para nada. El único privilegio que comporta es el de tener que pagar un cuantioso impuesto de sucesiones, lo que no impide que aquellos que se consideran con derecho a un título nobiliario estén dispuestos a sacarse los ojos unos a otros con tal de tener el privilegio de pagar tal impuesto, en una gran vocación de servicio a Hacienda que realmente les convierte en ciudadanos ejemplares, pues ¿quién mas gusta de pagar impuestos?.

Críticas a los títulos nobiliarios

Tratarán de disfrazarlas de mil argumentos más o menos falaces, pero la razón que hay detrás de toda crítica contra esta noble (nunca mejor dicho) institución es una y solo una: quien está en contra de los títulos nobiliarios lo está porque no tiene uno y si lo tuviera cambiaría rápido de opinión. Para obtenerlo, véase más arriba.

Algunos nobles famosos

En líneas generales los poseedores de títulos nobiliarios suelen ser personajes muy divertidos y de gran atractivo para los medios de comunicación y los pregones de las fiestas populares. Algunos célebres ejemplos: