Artículo de Sociedad y Cultura Destacado |
Eleanor Roosevelt
Primera Dama de los USA |
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Mandato | 33 al 45 que no tenía otro lugar a donde ir durante la Segunda Guerra Mundial |
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Residencia | Casa Blanca |
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Hechos | llevar su apariencia con elegancia |
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Anterior | Siguiente |
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Directora de Derechos humanos de la inservible ONU |
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Mandato | 46 a 52, cuando se dio cuenta que no sirve de nada |
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Nacimiento Defunción | Gringolandia Ahí mismo |
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Afiliación | Partido Demócrata del Burro |
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Estado actual | Muerta |
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Relaciones | Franklin D. Roosevelt |
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Enemigos | Coco Chanel |
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Pocas veces se ha visto en la historia del mundo una mujer más fea con más elegancia. Si Helena de Troya mando mil navíos, Eleanor Roosevelt los mandó a todos de vuelta. Nació el 11 de octubre de 1884, y murió más fea de lo que era el 7 de noviembre de 1962. Estuvo casada con el igualmente atractivo Franklin del Culo (Del-ano) Roosevelt, un presidente de los EE.UU., conocido mundialmente por el número de calles y avenidas que llevan su nombre en lugares sumamente extraños. Muchos de los problemas de la señora Roosevelt fueron causados por aparatos fotográficos primitivos de la época, que no captaron la grandeza de la mujer, pero sí sus rasgos faciales y su cuerpecito, que aunque era la envidia de Apolo y Charles Atlas, no se asemejaba a la tierna figura femenina que era de esperarse en alguien del su sexo e importancia. Con los avances técnicos modernos, unos cien años más y la señora será un monumento. ¿A qué?
Se dice de mujeres como ella lo mismo que de arquitectos y publicanas, ganan respeto con el tiempo, y en su caso probablemente a mediados del siglo XXII, o a más tardar de este, ella adquiera el que se merece. Decretó la igualdad de los sexos, las razas y se convirtió en ídolo de las cabareteras que, como ella, hicieron del planeta algo más bonito, una teta a la vez. Entre las pocas cosas buenas que hizo Franklin Roosevelt en su vida, fue la de casarse con la mujer que ocupó un papel increíble en la historia de los EE.UU. y el mundo, siempre y cuando no se le vea el rostro. ¿Les dije que era fea? Obviamente el matrimonio con Franklin D. Roosevelt fue por amor, porque de otra forma no se explica, no lógicamente, aunque hay alguna que otra teoría, pero ninguna muy sólida.
Fue primera dama del imperio yanqui de 1933 a 1945, cuando el marido tuvo la gran idea de morirse, y dejarle la presidencia a Trueman, que cocinó a Hiroshima y Nagasaki como merienda del Diablo. Ayudó a fundar las Naciones Unidas, aunque no por ello dejó de ser buena gente la muchachita, y actuó como delegada por siete ciclos de la Asamblea General, que generalmente prefería oírla que verla. Fue una de los autores de un papelucho comunista conocido como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que se ha utilizado para criticar a modelos de liderazgo cristiano como Somoza, Franco, Pol Pot, y otros mas que no se sienten ofendidos por su ausencia ya que la mayoría están ya cociendo castañas en el infierno. Estuvo también muy interesada en asuntos de las mujeres, aunque nunca escribió ningún libro de cocina, de costura, manuales de limpieza, ni nada de eso, por lo que se le considera un tantito hipócrita, porque cuando una mujer cocina bien le pegan menos. Fue conocida como la mujer más admirada del mundo, pero sólo en encuestas de los EE.UU. porque en otros lados no saben quién es ella, y se prohíbe publicar su fotografía por razones obvias.
Biografía
Primeros años.
Nació en Nueva York, la familia tenía plata (léase: güita) y poder político, la plata compra todo. Fue descrita por su padre como un querubín en algodón de azúcar al nacer. Tuvo un accidente con un caballo, explosivos y ácido que deformaron su rostro a temprana edad, según la familia (en serio, nadie puede ser tan feo sin ayuda de alguien o de un accidente). Incluso hubo rumores que la describieron como bastante atractiva antes del accidente, pero eso no se ha podido verificar por cuestiones de seguridad pública y ciertas maldiciones que todavía pesan sobre la mujer a consecuencia de su conflicto con la Iglesia Católica en Nueva York.
El problema de la cara no fue tan crítico a la larga como el eventual tormento de encontrarle marido. Viniendo de una gran familia, siempre hubo un hermano del cual depender por apoyo. Se tomaban entre todos el tiempo para manipular los espejos de la casa, y con el tiempo adquirió más confianza, al grado que su abuela dijo al fin: “No importa que tan fea sea la muchacha, si la reina Victoria de Inglaterra fue todavía más fea, y hasta ella encontró marido, no veo como ésta no encuentre uno. Además, ella es estadounidense, así que es perfecta de alguna forma que no puedo explicar, ¡y no me jodan a la muchachita!”. Tuvieron que darle un tutor privado porque ninguna escuela en Nueva York la aceptó, pero al llegar a los 15 años ya no hubo excusas y la tuvieron que enrolar en una academia privada en Europa donde la gente tenía más simpatías hacia gente como ella, siempre y cuando no fueran judíos, porque entonces las reglas eran distintas.
La muchacha encuentra marido.
Siguiendo las costumbres locales, la engancharon con su primo, Franklin —que no era ni muy elegante, ni bello, y había tenido polio, así que caminaba un poco raro—, pero que teniendo problemas de visión que no le permitían ser demasiado atento a los detalles, sirvió para arreglar el problemita. Se comprometieron, nadie lo creyó al principio, y tomó un año para que los tomaran en serio. A escondidas, y con la madre del novio que convencida que su muchachito podía encontrar un mejor partido o por lo menos alguien menos fea, se casan el 17 de marzo de 1905. La madre de Roosevelt trata de cometer suicidio dándose quince balazos en la espalda. La balaceada sobrevive pero no se acordaba de nada y después de la conclusión de las investigaciones criminales, los novios se fueron de luna de miel a Europa. La parejita se queda en Nueva York a su regreso de la luna de miel, en la casita que les compra papi. Después papi corrió y le compró el puesto de senador del estado al muchachito, como parte del regalito de bodas a la pareja, en la forma democrática que tienen los yanquis para hacer esas cosas.
De alguna forma, tienen seis hijos —la oscuridad hace milagros—. Los hijos, aunque feos como los padres, sobresalieron como escritores, periodistas, militares y malandrines, porque con una fortuna tan grande que se podía esperar.
En 1921, Franklin se enferma y lo curan más o menos, aunque termina en una silla de ruedas. La señora lo cuida como el ángel que era y la recompensan con una película donde una mujer muy bella juega el papel principal. La comedia fue bien recibida como trabajo de ficción.
Roosevelt se vuelve rojo, más o menos, porque comparado con Franco quien no sale oliendo a rosas
Con todo el problema de los rojos en los EEUU y la ascensión de extremistas en el sur del país, Roosevelt amanece un día rojo, y su familia lo deshereda. Su transformación fue mas profiláctica que el resultado de su conciencia social, pero en los EEUU eso es suficiente para santificar a cualquiera. Los más cavernarios en la familia consideraban que el trabajo de Roosevelt, "El Bello", era prácticamente darle las nalgas a Stalin. FDR consideraba que cualquier remedio casero, incluso los sindicatos manejados por la patronal, era preferible a plebeyos gritando en favor del Partido C... (cuidado, hay niños y hay cosas que ni aquí se pueden decir). Por más explicaciones, no logró nada, y fue claro con el tiempo que lo que más le cuestionaron al hombre fue su matrimonio con la condenada vieja, que enojaba por fea a todo el mundo, y que para colmo tenía ideas más radicales que el marido, entre las ideas más perniciosas, que todo humano, sin importar el color, sexo, credo o nacionalidad son creados iguales. Típico material del manifiesto comunista. Aun así, a medida que la economía mejoraba, menguaron las retribuciones de aquellos que inexplicablemente vieron a FDR como un gemelo en ruedas del Tío Stalin.
¿Cuernos? Si gracias, dos pares
Bella que nunca fue, y el hombre ya casado por muchos años, FDR encontró una serie de secretarias sociales que jugaron un papel más amplio de lo que la señora hubiera aceptado. El que las reclutara casi exclusivamente del grupo de ex alumnas de colegios católicos de Nueva York ocasionaría problemas en el futuro para ambos. Primero Eleonor consideró el divorcio, pero después, para vengarse, se queda con él. Cuando Franklin persiste en la idea del divorcio, la madre de Roosevelt, ya para entonces recuperada de su intento de suicidio, amenaza al hijo con cortarle los huevos si no la paraba con la idea del divorcio que no se consideraba moralmente aceptable en su clase social, aún cuando sí lo era la explotación de los trabajadores, porque esas eran cosas de negocios.
Sin divorcio o con divorcio, el viejo verde mantuvo a varias secretarias, hasta que ya menos apto para tales propuestas y con el viagra todavía sin inventarse, el viejito se calmó al fin. Con o sin marido, pero con la plata de él y la familia, y el poder que le daría el ser la mujer de un senador primero y de un presidente después, la señora, con su propio secretario privado, un fulano de apellido Miller doce años menor que ella, viaja por todos lados explorando el mundo de la política y la vida social nocturna mas allá de Broadway. Así que habiendo adquirido ambos cuernitos del mismo modelo y calidad, el matrimonio continuó sin más problemas.
Washington, primera vieja, y fea para colmo
Cuando Doña Eleonor escribía columnas para varios periódicos, y viajaba constantemente con su secretario, participó en actividades sindicales donde la confundían con el marido hasta que la veían entrar al baño de mujeres. Sus visitas incluyeron aventuras con mineros que en más de una ocasión fueron desprevenidamente asustados por sus apariciones en los túneles. En uno de sus viajes incluso conoció al rey de Inglaterra y a su mujer, lo que años después les causaría la muerte.
Los negros aceptaron a la mujer más que otras comunidades. Martin Luther King, Jr. dijo de Eleanor Roosevelt que sí era fea, pero eso les acordaba la oportunidad de trabajar juntos. “A nosotros nos odian por negros” dijo el líder una vez refiriéndose a la primera vieja. “A ella la odian por fea, así que teniendo algo en común, un clavo saca otro clavo”. Fue el inicio de una relación hecha en el cielo mismo, una vez más confirmado el viejo adaggio que dice que el amor es ciego.
La Guerra de las Rosas
Cuando los japoneses trataron de comprar por primera vez las islas del Hawái, terminaron declarándoles la guerra a los yanquis. La señora se convirtió en todo un Chespirito en la cuestión de lo denominado como el segundo frente. Con su secretario privado visitó todo el país recogiendo fondos para la guerra, disque para comprarse un almuerzo.
Para sus viajes al exterior el gobierno le regaló a la señora un avión que tenía un récord de mantenimiento más o menos al nivel del Titanic y el Lusitania. Pero la mano de Dios que no quería verla todavía en el cielo, la mantuvo en el aire. Dios quiere a los viejos y los feos, y aparentemente más aún a las viejas feas.
Aún sabiendo que el avión era un accidente esperando por fecha, la señora Roosevelt viajo mucho en el avión por todo el mundo, especialmente por América Latina donde ella fue siempre bienvenida dada la afinidad natural que tienen los criollos a cualquiera que se parezca a un ídolo maya, tolteca o inca. Cuando el marido se muere en la Casa Blanca, ella quedo aislada como una de las últimas proponentes de convertir Alemania en un parque de vehículos para la sinagoga más grande del mundo. Ya para ese entonces, había otros enemigos, los rojos por ejemplo que se habían tomado la mitad del globo, y todo el mundo quería volver a casa, olvidarse de la guerrita y sepultar el problemita de Hitler y sus muchachitos en un rincón del subconsciente mundial.
Se muere el marido, y ella... Estoy bien, gracias
Librada del marido y los cuernos, y asistida por su secretario privado, la señora se dedica a las Naciones Unidas. En 1945, porque cualquier escusa era buena para sacarla de Washington, la señora se va de delegada a la asamblea, donde la eligen primera jefa. Es entonces que crea la declaración roja, mejor conocida como La Declaración Universal de los Derechos Humanos, al que ella llama la Carta Magna en privado, en memoria de un tío. Se queda en la asamblea hasta que la nombran representante a la comisión roja, la de Derechos Humanos. Después viajó, causando disturbios y malestar político y social, entre otros, criticando la campaña del viejito McCarthy, que trato de limpiar de rojos a los EEUU, obviamente sin éxito.
Problemitas con la Iglesia Católica, la Guerra Civil en España, y el Rock and Roll
En 1949 inicia su conflicto con el cardenal Francis Joseph Spellman, el arzobispo Católico de Nueva York. El problema era el control de las escuelas católicas. Aunque el supuesto génesis de la batalla fue el control de las escuelas en la ciudad, programas educativos, el nivel de intercambio de groserías que produjo se explica más bien por la antes mencionada predilección del marido con las egresadas de dichas escuelas, a las que FDR reclutaba como secretarias privadas sobre cualquier otro grupo.
Aunque nadie los convenció de ayudar a los rojos en España, la señora fue instrumental en un movimiento que busco rechazar el reconocimiento del gobierno de dios nuestro señor, etc., etc., en España, bajo la dirección magnánima y acertada del santo hijo de la patria, el generalísimo Paco “Dos Balas” Franco. A quien ella describió simplemente como “ese bribón fascista gallego”.
Llegó a Argelia a incorporarse con el Ejército de Liberación en Argelia que peleaba contra los Franceses, usando el nombre de guerra de Mohammed Al Caraj. Los Franceses se rinden, (que raro) y ella es capturada y expulsada del país por sus compañeros cuando se dieron cuenta que era mujer un día que accidentalmente entra un baño de mujeres en Oran. Planeaba su incorporación con el Viet Cong pero ni Ho Chi Minh la quería allá por ser demasiado rosa. Es entonces que recibe una oferta de Ringo Starr. Miller, su fiel secretario, decide quedarse con los argelinos, y eventualmente se mueve a Egipto donde participa en la defensa del Canal de Suez. Allí muere heroicamente defendiendo el paso de Al Maj Pen Dej. Recibió una medalla póstuma del Presidente Nasser. Los ingleses exhumaron sus restos y los enviaron a Nueva Jersey, EEUU por razones que nadie entendió al principio, pero que en la típica forma de la Pérfida Albión, tuvo un nefasto sentido después.
La señora finalmente se reúne en secreto con Los Beatles en Enero de 1962, y juntos graban un disco, “Bend Over Nixon”, que se vende platino en todo el mundo menos en los EEUU. “Nadie es rockero en su propia tierra”, diría ella cuando le preguntaron de sus problemas con el mercado estadounidense. Se rumoraba el inicio de una gira por Europa con el nuevo y revitalizado grupo cuando regresa a los EEUU a iniciar negociaciones con una compañía de discos en Nueva York.
Al fin se muere
A su regreso a los EEUU, la nombran doctora honoraria, cocinera honoraria, y otros títulos como suele hacerse con viejitas cuyo nombre tiene más de seis letras. Una estampilla de dos centavos con su rostro, de espalda, fue imprimida en su honor. Después le subieron el valor a cinco centavos para ver si así las podían vender con descuento. Se vendieron un par de docenas.
La quisieron proponer para presidente del país, pero eso ya fue el colmo para muchos en la derecha fiel y la gusanada cubana en Miami, que sin mucho más, la matan al fin en Noviembre 7 de 1962, cuando actuando como "voluntario" un agente de la CIA, sirviendo de policía de tránsito, "se equivoco" y facilitó que un carro accidentalmente le pasara encima varias veces. El presidente Kennedy decreto luto nacional, ordeno las banderas a media asta y que todos los retratos oficiales de la mujer los quemaran con el cuerpo. Prometió hacer eso todos los años en conmemoración de su muerte, pero a él lo mata un torero gallego en Dallas, Tejas unos meses después, y Johnson nunca compartió el interés de Kennedy en la vieja fea.
Clonación y otros homenajes póstumos
Hubo varios intentos infructuosos por las compañías de cosméticos por clonarla, porque creían que como ejemplo de: “Antes de usar nuestro producto, así se veía la muchacha”, nadie mejor que la Señora Roosevelt. Desgraciadamente, los proyectos no fueron todos exitosos, sino más bien típicos de la industria bioquímica moderna (en otras palabras, la cagaron). Algunos proyectos de clonación con su ADN, que se destacaron pero no fueron necesariamente exitosos, incluyeron el de una mujercita llamada Janet Reno, que sirvió de fiscal general de los EE.UU. bajo la presidencia del Gordo Clinton (el marido de la Hilary, por si se les había olvidado) y que fue votada como la mujer más sexy de Japón en 1996, comprobando así una y otra vez los peligros de la radioactividad y el comer pescado crudo.
Otros intentos menos exitosos incluyen al Príncipe Carlos de la Gran Bretaña, maricón; Sarah Palin, pendeja; y Rudolph Giuliani, degenerado.
Un monumento a la señora fue levantado al fin en 1996, y construido en Nueva York. Para mirarlo, y disfrutarlo, "hay que verlo de lejos", dijo el arquitecto que lo diseñó. "¿Qué tan lejos?", le preguntaron: “¿Que tal Nueva Jersey?”.
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