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Los sueños en la casa de la bruja

De Inciclopedia
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Esta es La Casa de la Bruja según H. P. Minecraft, quien debe ser algo familia de H. P. Lovecraft.

Los sueños en la casa de la bruja es una historia que se engloba en el género de horror, y que algunos engloban como un horror de historia, escrita por el gringolense Helwett Packard Lovecraft. Pertenece a los mitos de Cthulhu (el bicho ese mitad dragón mitad pulpo) y se publicó por primera vez en la revista guarra Cuentos Bizarros.

Inspiración

Para realizar este cuento, Lovecraft se inspiró fuertemente en la novela inconclusa de Hawthorne Septimius Felton (Séptima felación) con la esperanza de que nadie se diera cuenta, ya que estaba inconclusa. Para el personaje de la bruja se inspiró en una de sus tías, y para el animalejo ese que aparece, en la otra. El lenguaje de la obra intenta ser sencillo, sin figuras literarias tales como anacolutos o estrambotes, pero no siempre alcanza a conseguirlo del todo.

Narrador

El narrador del relato es omnisciente y toma la posición de un dios que dirige las palabras y acciones de sus personajes, de tal manera que Lovecraft parece verse a sí mismo como un titiritero que juega con sus muñequitos, a los que conduce a terminar histéricos y destripados. Hay constancia documental de que para organizar las diferentes secuencias de la historia se sirvió de clicks de Playmobil con los que solía jugar a menudo, pues salía poco de casa y apenas tenía amigos. Y no hablemos con lo de contactar con un ser humano del sexo opuesto que no fuera pariente cercano. Eso para él era ya una utopía.

Argumento

Una vieja bruja que todo el mundo pensaba que era inmortal. Aunque no es la misma que la de este relato.

Walter Giliman es un mediocre estudiante de matemáticas en la universidad de Miskatonic. Quizás a duras penas pasa del cinco porque a menudo confunde los libros de Álbebra Lineal y de Geometría con los de folclore popular, lo cual le ha hecho desarrollar unos modelos de pensamiento matemático un tanto excéntricos y que podríamos llamar magufos. Para él el que las matemáticas sean algo mágico no es una metáfora sobre el placer que puede hallarse en el conocimiento y dominio de esta ciencia, sino que se lo cree de verdad, que puede hacer magia a través de integrales y logaritmos. Y además cree en ello de forma fanática y recalcitrante.

Esta personalidad un tanto fuera de lo común le lleva a sufrir las más crueles novatadas en el colegio mayor, que decide por tanto abandonar para alquilarse un piso donde sea. Movido más por la falta de recursos (tiene que trabajar fregando los urinarios de un McDonald's para pagarse el alquiler) que por lo esotérico de sus creencias, termina alquilando un ático en una casa conocida en Arkham como "La casa de la bruja". Desde el momento en que pone sus pies allí comprueba que hay chinches y cucharachas del tamaño de albóndigas, cosa que tampoco le arredra mucho, porque es poco afecto a la higiene en general.

No me digas que no es mono ¿A que quisieras tener uno igual?

El ático donde habita parece tener unas dimensiones extrañamente grandes, que es como la cabina del Doctor Who, más grande por dentro que por fuera, lo cual a Giliman le agrada, pues tiene más espacio para poner sus calzoncillos. Pero preguntándose cuál será el motivo de que al caserón se le conozca con ese particular nombre de "La casa de la bruja" Giliman hace algo inédito en un estudiante de matemáticas: va a la biblioteca y no a utilizarla como sala de estudio ¡sino para consultar los libros!. Entonces entabla un diálogo con el bibliotecario, en el que le pregunta si conoce algún libro sobre la historia de la ciudad. Que le suena que está en uno de color rojo. El bibliotecario, resignado, le manda a consultar el catálogo y le dice que cuando sepa lo que quiere que vuelva y se lo diga. Es así como Giliman encuentra el libro y procede a leerlo (el libro, en efecto, es de color rojo, lo cual hace reflexionar a Giliman en voz alta sobre la poca capacidad del bibliotecario para realizar su trabajo, ya que el dato que él le había dado era correcto). En el cronicón, descubre que la casa fue habitada tiempo atrás por una tal Marilyn Manson Keziah Mason, quien fue acusada de brujería y escapó vete a saber cómo de la cárecel de Salem. También se dice que muchos de los ocupantes del ático han muerto prematuramente durante las centurias, cosa que Giliman achaca a la falta de higiene del mismo. A la vista de estos datos, Giliman teoriza que las extrañas dimensiones de la habitación sugieren que, a través de su geometría, resolviendo correctamente el determinante de su matriz, pueden realizarse viajes interdimensionales. Tócate los huevos.

Tras esto, Giliman empieza cada noche a experimentar extraños sueños, un tanto psicotrópicos. Los estudiantes, a veces, ya se sabe, que abusan de ciertas sustancias. En ellos, le parece flotar sin forma física por un mundo de geometría sobrenatural y sonidos indescriptibles, el muy hippie. Percibe, además, formas y entidades tales como pelotas rosas y cubos de Rubik, todas ellas de naturaleza consciente y sapiente, que en ocasiones hasta le dan collejas. Además, algunos de estos sueños son también húmedos, y tiene sensuales y gerontofílicas experiencias con Keziah, en las que también participa una alimaña con cuerpo de rata y rostro humano que dice llamarse Brown Jenkin y ser familiar de esta última, con lo cual rematan la triada con bestialismo e incesto.

Así es como Lovecraft imaginó a su Hombre Negro. No te quepa la menor duda.

Giliman acostumbra a despertar de estos sueños envuelto en sudores fríos y un tanto morcillón, y considera que en realidad no está soñando, sino que estas entidades vienen a él a través de la particular geometría de la. habitación. La prueba que necesita la logra en el siguiente sueño. Giliman es llevado por Keziah y la rata esa a lo que ellos llaman la ciudad de los ancianos. Esperando encontrar un geriátrico de la seguridad social, Giliman se sorprende cuando es llevado a una verdadera ciudad, llena de edificios de formas imposibles y personas con cabezas en forma de icosaedros y cosas aún más extrañas. Entonces no se le ocurre más que ponerse a vandalizar la ciudad y arranca una estatuilla de una balaustrada, ya que comprueba que tiene una forma muy erótica para la autosatisfacción. Al día siguiente, amanece con la estatuilla en la cama.

En las siguientes noches, Giliman sueña que Keziah y Brown Jenkin le llevan ante el Hombre Negro. Éste no es uno de esos que rapean y juegan al baloncesto, sino un ser terrible que le ordena firmar en el "Libro de Azathoth" haciéndole creer que es una hoja de reclamaciones de la pensión. Más adelante la bruja, la rata y el negro le llevan a lo que ellos llaman el trono de Azatoth, quien es una terrible deidad tentacular muy semejante a Monesvol. Por orden de este último le obligan a ser cómplice del secuestro de un niño, Manolín, el cual por cierto es malcriado y repelente, pero sea como fuere al día siguiente Giliman despierta con los pies (y los calzoncillos) embarrados. Cuando va a desayunar a un lugar de postín llamado "Café Bar Sandro" al día siguiente, el desabrido barman le estampa en las narices el periódico en el que figura la noticia de la desaparición de Manolín.

En la noche de Walpurgis, Giliman pensaba salir con el disfraz de Kim Jong Un que se había comprado con sus pocos ahorros, pues el muy idiota confunde Walpurgis con Halloween, pero cuando está ya pertrechado se queda traspuesto en la cama. Entonces ve a Keziah y Brown Jenkin dispuestos sacrificar a Manolín en un extraño ritual. Giliman ya no puede más y se pone a estrangular a Keziah, aunque repara que no es ella la que está oficiando el ritual, sino la rata, quien hunde en el pecho del niño un cuchillo jamonero. Cuando Giliman se va a por la rata, Jenkin huye a través del determinante una matriz de tres por tres. Giliman entonces escucha un tema de reguetón llegar de no se sabe dónde y despierta ensordecido. Le cuenta su historia, desesperado, a Elwood, quien vive en otra habitación en el piso de abajo. Elwood se descojona de él en su cara y le sugiere que, en lo sucesivo, cene menos antes de ir a dormir.

La noche siguiente Elwood oye extraños ruidos venir del ático de Giliman. Va para allá armado con un cutter y descubre que Brown Jenking le sale del pecho a Giliman como si fuera Alien, tras devorar todos sus órganos internos.

Este espectáculo tan asqueroso propicia que el propietario bote a todos sus inquilinos y abandone la casa. Bueno, en realidad no fue eso, sino que se pasó por allí un inspector de Sanidad. Años más tarde, unos obreros enviados a arrasar el edificio encuentran el esqueleto de Keziah Mason, sus libros de magia negra y su colección de consoladores, así como numerosos huesos de niños (entre ellos los de Manolín) y el cuchillo jamonero. También aparece la estatuilla que había birlado el difunto Giliman. Los obreros dudan sobre si llevar todos estos objetos a un museo, pero al final los llevan a un punto limpio. En el suelo del ático descubren un esqueleto de rata con un cráneo humano, que deciden echar a la basura de reciclaje orgánico.


Personajes

Walter Giliman

Es el típico estudiante: vago, disperso, juerguista y drogadicto. En lugar de estudiar, se dedica a leer libros como el Necronomicon y la obra completa de David Icke y, claro, se termina pasando de vueltas el pobre. Al final, es víctima de la poca higiene del alquilicutre que se ha buscado, cuando una rata emerge de su pecho.

Keziah Mason

Una vieja detenida por bruja en Salem en el siglo XVII. Todos pensaron que estaba un poco cucú porque, en el juicio, hablaba sobre "líneas y curvas que podían señalar direcciones que conducían a través de las paredes del espacio a otros espacios más allá", hombres negros y cosas extrañas. Hasta que desapareció de su celda, dejando curvas y ángulos dibujados en la pared con un fluido rojo y pegajoso que mejor no pregunten lo que era. Es gibosa, malencarada y su timbre de voz parece el de un ganso.

Brown Jenkin

Una especie de rata asquerosa con cabeza humana, o un ser humano con cuerpo de rata asquerosa, a saber. Dice ser pariente de Keziah Mason y se alimenta de su sangre, como si fuera un vampiro. A ella esto no parece disgustarle, así que no nos vamos a meter en sus tejemanejes.

El Hombre Negro

Qué casualidad que un racista hijo de puta como Lovecraft presente a un negro como "la figura inmemorial del adjunto o mensajero de poderes ocultos y terribles". Hoy por menos de esto te cancelan.

Frank Elwood

Se descojonaba mucho de Giliman hasta que le vio morir en la escena tan desagradable que describimos anteriormente. Tuvo que ser internado en un psiquiátrico. Cuando salió no se sabe con certeza qué fue de él. Dicen haberle visto en una comuna de adictos al crack.

Recepción

Lovecraft le envió el manuscrito a su amigo el también escritor Derleth, quien le contestó preguntándole que si era una broma y que dónde estaba el manuscrito de verdad. Lovecraft se echó a llorar y se propuso abandonar su vocación como escritor de ficción... pero Darleth debió sentirse culpable y él mismo envió el texto a Cuentos Bizarros, que aceptó publicarlo. Como suele ocurrir varios críticos posteriores han ido a rebufo de Derleth calificando el texto como "pobre", "plano", "deslabazado" o directamente "una puta mierda". Solo recientemente gentes reputadas como Michel Houellebecq han emitido juicios favorables sobre el cuento considerándolo uno de los grandes textos de Lovecraft y dejando así a los críticos anteriores como unos panolis sin criterio. El relato ha sido adaptado a todo tipo de formatos, lo cual demuestra su popularidad entre los lovecraftianos más fanáticos y recalcitrantes.

Véase también