Incilibros/Caperucita blanca

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Los escritores de literatura infantil suelen ser espíritus atormentados que reflejan en sus obras todos sus traumas.
Cita3.png¡Al fin literatura que promueve los valores de verdad!Cita4.png
Dr. Dobson, de enfoque a la familia en una conferencia sobre qué deben leer los niños de hoy.
Cita3.pngSi esto dicen de Caperucita Roja ¿qué dirán de la Biblia?Cita4.png
Dios en la misma conferencia.

Introducción

La literatura infantil de todos los tiempos tiene un serio defecto: no está escrita por niños, sino por adultos que se creen niños. Sin embargo, no por ello dejan de ser adultos. Esto resulta bastante pernicioso, pues es sabido que los adultos tienen una serie de traumas, complejos, vicios, visiones distorsionadas de la realidad, enfermedades mentales, sentimientos destructivos y un sinfín más de cosas negativas y, quiérase o no, todo esto lo vierten en la literatura infantil.

El resultado de esto es que los cuentos para niños terminan siendo en realidad el reflejo de las mentes perturbadas de los escritores, razón por la cual, lejos de ser literatura edificante, es literatura que induce a comportamientos incorrectos e inmorales.

A fin de evitar esto hemos decidido re-escribir uno de los cuentos más famosos de todas las épocas, y eliminar todos aquellos pasajes, expresiones o situaciones que puedan perturbar el delicado espíritu de los niños. Hemos vuelto a escribir el cuento de Caperucita Roja, pero de forma tal que sea un cuento políticamente correcto.

El lector podrá disfrutar de un solo tirón de esta amena lectura o si quiere pude ir leyendo las notas explicativas que se ofrecen al final del cuento a fin de que entiendan a qué obedecen los cambios que se han introducido en nuestra versión del cuento.

Esperamos pues que disfruten de esta versión depurada del clásico de Charles Perrault.

Caperucita Blanca

Había una vez una niña pura, casta, virginal e inocente.[1] La niña, por supuesto, era obediente y graciosa, mas no soez[2], su cabello era rubio, su piel era tersa, sus ojos azules como el mar y ninguna irregularidad cutánea afectaba su rostro, que irradiaba ternura por doquier [3].

Hija de una madre abnegada, mujer felizmente casada con un hombre probo que es el padre de la niña (quien al momento en que suceden estos hechos se encuentra de viaje en una comarca vecina por razones de negocio)[4] temerosa de Dios, siempre atenta en el cuidado de las personas mayores, ama de casa infatigable y excelente repostera[5].

Esta niña solía utilizar una prenda de vestir que sus padres le habían dado en premio por sus excelentes calificaciones[6] dicha prenda se conoce como caperuza, que básicamente es una capa rematada por un gracioso sombrero puntiagudo. Dicha caperuza era de color blanco, y vestía tan primorosamente a la niña que todos la llamaban, por cariño sincero, Caperucita Blanca[7]

Caperucita blanca también tenía una abuela. La abuela tenía su cabaña[8] al otro lado del bosque, donde vivía su nietecita en perfecta armonía con sus amorosos padres. Sin embargo, la abuelita, cosa de años probablemente, estaba un poco enferma y no se levantaba de la cama por prescripción médica[9]

Caperucita Blanca y el Lobo feroz

Un buen día, la madre de Caperucita Blanca decidió hornear una deliciosa repostería[10] y enviarla con su amada hija. La niña, obediente a los deseos y órdenes de sus padres[11] accedió gustosa a ir a visitar a su querida abuela. Subió a su ordenado cuarto y buscó su caperuza blanca, se la colocó sobre su rubiecita cabeza y bajó a tomar la canasta de pastelillos humeantes.

La madre le aconsejó no distraerse con extraños por el camino y siempre ir por los lugares más correctos evitando los oscuros caminos del bosque donde sólo habitan alimañas. La niña la escuchó atenta y dijo sí a todas las indicaciones de su amorosa madre. Luego, con un beso lleno de ternura maternal[12] se despidió prometiendo volver pronto a casa.

Se dirige pues la pequeñuela cantando y danzando por el camino. Las nubes del cielo la contemplan y las graciosas flores que adornan el sendero hacen coro de sus canciones.

Un viejo, torvo y abyecto lobo de color negro[13] escuchó la cristalina voz de la niña y, viendo que llevaba más de una semana sin comer, quiso robarle sus pastelillos.[14]

El lobo perverso mudó su rostro para que, en lugar de reflejar sus malvadas intenciones, denotara hambre y desamparo, y moviera a la pequeña a sentir lástima de él. En una curva del camino, el viejo animal se sentó, y cuando Caperucita (que era la bondad hecha niña) vio al animal tirado a la vera, sintió compasión y acercándose hasta él le preguntó el porqué de su rostro mísero. El animal despiadado consiguió lo que quería, pues la niña sacó un delicioso pastelillo de canela y se lo ofreció advirtiéndole de que no le daría más pues debía llevárselos a su abuelita convaleciente. Después de esto, la niña se marchó cantando y danzando.

El lobo, que sabe Dios por qué, conocía la casa de la abuela de Caperucita, se adelantó por un atajo y llegó primero, tocó la puerta y la abuela le abrió. Entonces el lobo la tomó por los brazos y la escondió en el baño de la casa[15] y se acomodó en la cama de la abuela de Caperucita[16] esperando que llegara ésta y la deliciosa canasta de pasteles horneados.

Caperucita entró y viendo que en la cama de la Abuela estaba el viejo lobo del camino, y siendo una niña tan inteligente, descubrió sus perversas intenciones, pero a fin de evitar posteriores actos de violencia decidió hacerse la desentendida y seguir el juego del lobo[17]. Entonces se acercó a la habitación, colocó la canasta en la mesita de noche y le dijo al Lobo:

  • -Abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes!
  • -Son para verte mejor -respondió el truhán-.
  • -Abuelita, ¡qué orejas tan grandes tienes! -Insistió la niña-.
  • -Son para escucharte mejor -Mintió el perverso animal-.
  • -Abuelita, ¡qué manos tan grandes tienes! -Dijo nuevamente la pequeñuela-.
  • -Son para poder tomar las cosas [18] -Aseguró el lobo-.
  • -¡Y qué boca tan grande tienes! -Remató Caperucita Blanca-.
  • -Es para comerme los pastelitos mejor[19]¡así que dame estos pasteles de una vez, niña! -Gritó el lobo feroz-.

Pero lo cierto del caso es que mientras este diálogo tenía lugar, Caperucita, que tenía un moderno celular, envió un mensaje de texto a su madre contándole lo que sucedía y ésta llamó al 911, y justo cuando el Lobo estaba dispuesto a devorar la comida de la abuela, llegó un policía que arrestó al pobre animal. Luego buscaron a la abuela y la liberaron, y ésta se comió sus pastelitos.

Pero como la abuela de Caperucita también era tan buena decidió darle una buena parte de los pasteles a Lobo, y no quiso levantar cargos contra éste.

El lobo, viendo tal comportamiento, se arrepintió de sus malas intenciones y se quedó como perro guardián en la casa de la abuela[20]. Y todos vivieron felices para siempre.

Notas sobre los cambios realizados

  1. Que son los valores que deben tener todas las niñas y jovencitas de hoy.
  2. Porque algunos hijos de la grandísima puta, malnacidos, escorias de la sociedad, hez del mundo, etc, sostienen la idiota creencia de que ser gracioso es ser sinónimo de soez. Imbéciles que no pueden hablar sin dejar de insultar a las personas.
  3. En otras palabras: la protagonista de este cuento era la europea típica. Esto nos enseña que sólo en Europa suceden cosas importantes. Además, también es una clara enseñanza de la importancia de ser europeo para que los niños y las niñas sean perfectos; si los nativos (aborígenes, indios o los naturales, llámeseles como se quiera) no se hubieran opuesto al exterminio plan español para estas tierras, hoy tendríamos esos rasgos. No fue así y por eso algunos son morenos, otros bajitos, y con los rostros llenos de acné o cosas parecidas
  4. Felizmente casada con un hombre probo: Los cuentos infantiles clásicos siempre han tenido el defecto de promover la desintegración familiar; sus protagonistas por lo general son huérfanos, o provienen de familias disfuncionales donde se dan algunas de estas dos posibilidades:
    • La mamá se encuentra sola en el mundo y debe criar a sus hijos.
    • Y si no, como en otros tantos cuentos, es el papá el que estando viudo se casa con una mujer que deviene en madrastra y que por lo general es más mala que el mismo diablo.
    Por otra parte, nunca se nos aclara cuáles son los motivos de no presentar el cuadro familiar completo. Puede ser que el padre haya muerto, o que esté de viaje, o tenga una amante, etc. En fin, para evitar todo esto, en esta Historia señalamos que la madre de la niña está felizmente casada con un hombre probo, que es el padre de la protagonista. A pesar de que el padre no tomará parte en esta historia, con ello evitamos tergiversar la imagen de familia que los niños deben formarse: Papá, Mamá e hijitos.
  5. El ideal de mujer perfecta.
  6. Esta breve variación, apoyada quizás un poco en las tesis de Pavlov y el conductismo va a afectar positivamente a los niños, pues querrán esforzarse para sacar buenas notas y que sus padres les den premios como el que recibió la protagonista.
  7. Optamos por llamarla Caperucita blanca, pues este color remite a la virginidad y a la pureza del alma; en cambio todo el mundo sabe que el rojo es un color utilizado para señalar la lujuria, el desenfreno sexual, el goce desmedido de los placeres carnales, la pasión descontrolada, la libido loca y el bolcheviquismo, de modo que para evitar que los niños se formen estas ideas en su intelecto optamos por cambiar el color de la caperuza. Así, en lugar de pensar en sexo, pensarán en moral.
  8. Este dato es de suma importancia porque refleja que la abuelita no había sido enviada al asilo, como suele hacerse hoy con los ancianos
  9. Pues evidentemente era atendía por un excelente médico. Esto nos asegura que los hijos de la abuelita realmente se interesaban por ella, muy al contrario de otros hijos que están deseando que la pobre vieja se muera para pelearse la herencia. Además, también esto refleja la importancia que se le debe dar al cuidado de las personas enfermas, cosa cada vez más olvidada hoy, pues ante la enfermedad lo que se propone es la eutanasia. Pero evidentemente este cuento está contra esa fea práctica que además es un boleto directo al más profundo agujero del sheol, donde las almas será atormentadas por los siglos de los siglos en un lago de azufre, donde el gusano no muere sino que roe eternamente las carnes espirituales.
  10. Ya hemos alabado sus delicias culinarias.
  11. Así deberían ser los niños de hoy; sin embargo por malas interpretaciones de los derechos de los niños y por una tendencia sospechosa de la psicología infantil, los impúberes de hoy más parecen díscolos que otra cosa.
  12. No hubo en dicho besos rencores inconscientes producto del famoso complejo de Edipo freudiano, es decir:
    • Ni la madre pensó: "Estoy besando a mi rival en el cariño de mi esposo".
    • Ni Caperucita se dijo: "Ésta es la que me disputa a mi padre".
  13. Encarnación de la maldad y las bajas pasiones.
  14. Evitamos aquí la perversa intención, descrita en el original, según la cual el lobo quería comerse a la niña, puesto que es de sobra sabido que dicha expresión tiene un profundo significado sexual. Es decir: comerse a la niña equivale a desflorar a la pequeña. En otras palabras, el lobo, en la versión original lo que quiere es mantener relaciones sexogenitales con la pequeñuela, esto es una aberración que conduce a los niños que leen dichos cuentos a pensar una de dos posibilidades:
    • La zoofilia es algo natural.
    • La pedofilia también está bien vista.
    Por eso, en esta versión políticamente correcta optamos por declarar que las intenciones del lobo son las de comerse los pastelillos que lleva Caperucita Blanca y no comérsela a ella, así evitamos preguntas incómodas de nuestros pequeños.
  15. A propósito, también evitamos decir que el lobo se comió a la abuelita, pues también es lo mismo que decir que la violó, y como advertimos en otra nota, no queremos que nuestros pequeñuelos crean que la única forma de acceder al placer sexual sea forzando a las viejecitas.
  16. Tampoco queremos decir que el lobo se vistió con la ropa de la abuela pues esto lleva a pensar en que el travestismo es algo natural.
  17. La versión original coloca a la niña como una tonta, pues confunde a un Lobo con su abuela, pero aquí subsanamos eso diciendo que la niña a fin de ganar tiempo hizo como que se confundió.
  18. Evitamos "son para agarrarte mejor", pues así no se puede pensar en algún tipo de abuso por parte del lobo.
  19. Recordemos que en esta versión políticamente correcta lo que el lobo quiere son los pastelitos.
  20. Porque evidentemente al lobo no lo mataron tal como lo plantea la versión original; sino que aquí el lobo quedó vivo y hasta se reformó de su antigua vida. Esto motivará a los niños a:
    • Respetar la flora y fauna salvaje
    • A dar siempre una segunda oportunidad para que las personas cambien.


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Este artículo ha sido destacado en la Portada por decisión popular.

Los rumores sugieren que sus autores fueron instruidos
por el mismísimo Miguel de Cervantes.