Incinoticias:Ví a un perro ladrar... y me conmovió
Me conmoví
20:16 20 de marzo de 2025 — Ciudad: El barrio donde vivo; Planeta Tierra — Informa: Un periodista con salario mínimo
Agencia Inciclopedia Express
En esta vida pocas cosas son realmente especiales para su servidor redactor con salario mínimo en el día a día. El ver el sol salir, contemplar la alacena con una lata de sopa en vez de lentejas, y encontrar un centavo en la calle son algunos ejemplos de dichos momentos. Pero hoy, amigo lector, he descubierto que la vida tiene algo más que ofrecer que las ganas de tirarse por un puente al ver la tasa de cambio del dólar. Algo que solo la naturaleza pudo crear a la perfección (aparte del Terrenator) y que me ha devuelto la fe por este mundo: Ví a un perro ladrar.
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Para entender la magnitud de este hecho, debemos retroceder a la prehistoria. Cuando la tierra no era redonda, ni plana, sino una tortilla mal cocinada, el primitivo ser humano aprendía a salir de las cavernas y descubrir un mundo nuevo, lleno de posibilidades. Nuestro ancestros quería montar dinosaurios y crear un parque temático con estos. Lamentablemente, se demoraron mucho, y aquellas majestuosas criaturas habían muerto y eran una masa negra viscosa y aburrida llamada petróleo. Aquello decepcionó a la humanidad, quienes, iguales a los frikis después de que descubren que su novia era hombre, regresaron a las cavernas a seguir pintando garabatos en las paredes. Sin embargo, se quedaron a ver algo. ¿Un perro? No, vieron a un pollo volar, les pareció chulo y se quedaron afuera.
¿Qué tiene que ver lo anterior con el tema? Nada, solo quería presumir que sé historia. En cualquier caso, en un punto indeterminado se sabe que el ser humano se hizo amigo de los perros. Cuando exactamente, no lo sé, búscalo en Wikipedia vago. Aquí el punto es que las maravillas de este mundo fueron perdiendo el interés del humano conforme pasaron los años. Hemos pecado de conformistas, esperando el fin del mundo para que no nos cobren la renta a final de este mes, teniendo solo estas horas libres para venir a leer tonterías como esta incinoticia que estas leyendo.
Sin embargo, la vida es un misterio. Y así como ayer no te devolví el préstamo pese a prometerte que si lo haría, hoy cuando regresaba de gastar ese préstamo, ví a un perro ladrar. Al principio me asusté, pensando que era un Rottweiler. Pero cuando lo mire detenidamente, me dí cuenta que era... un perro[1]. Fue allí que comprendí algo. Ese ladrido, seguía en mis tímpanos. Y me conmovió...
A partir de ese momento mi vida no volvió a ser igual. Pensaba en ese ladrido al comer, al dormir, al cagar. El pensamiento de que todos somos una partícula del sonido del ladrido de un perro hizo revalorar las acciones de mi vida: Era insignificante. Pero aún así, un perro se tomó la molestia de ladrarme. Y solo con eso supe que era especial. Que este mundo es más que solo una colección de desastres a punto de ocurrir; es una colección de desastres a punto de ocurrir pero con ladridos de perros. ¿Cómo no vivir en un mundo así?
Por eso amigo lector, no sufras más, y conmuevase cada vez que un perro le ladre. Y no, no pienso devolverle el préstamo que me dio.
Notas
- ↑ La escuela de periodismo no enseñan identificación de perros