Paca, Tola y Furaco
Durante la creación de este artículo fueron utilizados términos como babayu, fatu o Victor Manuel. En resumen, que no trates de entenderlo si no quieres sufrir un colasu nerviosu mental |
La historia de Paca, Tola y Furaco es, al igual de lo que ocurre entre Bertín Osborne y Rajoy, una historia de amor entre seres peludos. Un amor trágico éste (el de los osos me refiero, es decir, el de Paca, Tola y Furaco, no el de los otros) digno de las mejores obras shakesperianas.
Unas osas con una esmerada educación
Paca y Tola son dos osas huerfanitas que fueron encontradas en algún lugar de Asturias. Las autoridades públicas, siempre dispuestas a servir al ciudadano, así como a los animales de cualquier tipo que sean, incluso los más grandes y peludos, se desvivieron pronto por Paca y Tola, enviándoles a las mejores reservas oseras catalanas y manchegas donde se les daría una esmerada educación siguiendo los preceptos de las Reglas de Urbanidad para Señoritas de Fernando Beltrán de Lis. De esta manera Paca y Tola aprendieron a servir el té y a bordar, también recibieron clases de ballet y de francés. Del idioma francés, no sean mal pensados.
Todas estas habilidades y competencias son sin duda muy bien valoradas en una osa en las sociedades modernas, pero es cierto que de cara a la supervivencia en la espesura del bosque no resultan de gran utilidad, razón por la cual Paca y Tola tuvieron que resignarse a vivir en condiciones de semilibertad (o lo que es lo mismo, en un puto cercado) durante el resto de sus vidas. Es así como volvieron a Asturias, siendo por aquel momento unas osas lozanas, de buen ver, excelentes maneras y en edad de merecer.
Todo un varón dandy
Sus protectores se decidieron a buscarles un galán que estuviera a la altura de las circunstancias, tanto para apagar los excesos de las hormonas de las dos adolescentes como para procrear esbardus[1] que perpetuasen la especie, que bien maltrecha se encuentra. Como en los alrededores no había osos machos que tuviesen ni la formación ni la cultura suficientes como para hacer la corte a dos osas tan salerosas, hubo que ir a buscar pretendientes fuera, realizándose un concienzudo casting a tales efectos.
El elegido fue un oso cántabro llamado Furaco[2]. Furaco es lo que podemos llamar un puro macho dentro del mundo de los osos, un auténtico sex symbol: grande, fuerte y con un pelaje lustroso y esponjoso. Y una recua de hijos engendrados en otras osas en su haber, debido, según el Presidente de Cantabria, a una dieta rica en anchoas y sobaos, que facilita la cópula. Dieta que el referido Presidente asegura que exime del uso de Viagra, como él mismo ha probado en sus carnes: ningún oso que él haya conocido y que haya consumido con regularidad estos alimentos ha necesitado tomar Viagra para nada.
El amor está en el aire...
En medio de una gran expectación, Furaco fue trasladado al cercado donde vivían Paca y Tola. ¿Qué ocurriría?¿Originaría la presencia del vigoroso macho una guerra de celos entre las hasta ahora bien avenidas hermanas?¿Se montarían los tres un homenaje a Trois (el tal Trois sí que se lo tenía bien montado, en cualquier caso)? Todo eran preguntas que esperaban ser respondidas.
El arte de enamorar
En un primer momento las cosas no fueron lo que se dice muy bien entre Furaco y las hermanas Paca y Tola. A juicio de los expertos el problema se debió a que los osos y osas de Cantabria, con los que Furaco estaba acostumbrado a tratar, eran un tanto chungos y poligoneros. De esta manera Furaco utilizaba para ligar tácticas demasiado invasivas, como piropos de albañil del tipo "Quisiera ser mariachi para tocarte la cucaracha", "Quisiera ser fontanero para desatascarte la cañería", "¡Con ese culo te invito a cagar a mi casa!", "Te voy a poner a veinte uñas y hacerte una escarbada en la entrepierna", etc. Igualmente ponía música reggaeton a todo volumen para ir creando ambiente y hacía lo posible por invitar a sus cortejadas a chupitos de licor de hierbas (con miel, por supuesto: son osos) para emborracharlas y así llevarlas al catre. Si bien todo esto con las osas chonis que usualmente cortejaba le había llevado a alcanzar un porcentaje de éxitos considerable, con Paca y Tola no le fue tan bien: ellas, como recordamos, habían sido educadas de manera muy tradicional y eran por tanto morigeradas y un tanto cursis. Por otra parte nunca en su vida osuna habían conocido varón, de tal forma que cada vez que Furaco se cruzaba en su camino, si bien había algo en sus maneras de oso agreste que les atraía inexorablemente, también les asustaba, entrando en una dinámica de repulsión y atracción que solo se puede comparar a la que siente <inserta tu nombre aquí> cuando entra a Youtube a ver vídeos de gente que se saca enormes trozos de cerumen de los oídos. Como decimos, esta dinámica de ni contigo ni sin tí les generaba tanto estrés que salían pitando y por más que Furaco se esforzaba en perseguirlas ellas corrían mas, así que no había posibilidad de ayuntarse.
Tras este primer y sonado fracaso, Furaco, herido en su orgullo de semental, decidió ponerse las pilas. Es así que estuvo consultando en su madriguera algunos de los mayores oráculos de sabiduría en las artes de seducción que en el mundo encontrarse puedan, tales como Forocoches y la Guía para ligar de Inciclopedia. De resultas de la consulta de repositorios tan doctos en estos asuntos se presentó ante Paca y Tola con esta poesía, que dijo haber compuesto él mismo:
La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro;
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.
Paca y Tola eran lo suficientemente leídas como para darse cuenta que el muy gañán había copiado el poema de algún sitio, pero también eran lo suficientemente repipis y sensibleras como para que el torpe gesto de su bruto pretendiente esforzándose por enamorarlas surtiera su efecto y, en otras palabras, se les hiciera el pussy agua-limón.
Tanto monta, monta tanto...
Quien se rindió a los encantos de Furaco fue Tola. El comportamiento de ambos en los días de sus primeras citas fue el que es habitual en estos casos, según los responsables del cercado: paseaban juntos, quedaron para tomar café, más adelante ya para una cena romántica (con candelabros y todo)... se ve que Furaco se había esforzado en pulir maneras. Paca por su parte andaba sola esos días y un tanto cabizbaja. Se dice que reprochaba a su hermana Tola ser de esas que cuando consiguen ligar dan de lado a sus amistades y a aquellos que constituían su compañía cuando estaban en el dique seco. Pero es que el amor pone tonto a cualquiera y quizás Paca de eso no era consciente por no haberlo experimentado ella misma, con lo que poco a poco una sombra de rencor fue anidando en su corazón.
Al final Tola y Furaco terminaron consumando, siendo sus cópulas festejadas por sus cuidadores e incluso en algunos casos retransmitidas por televisión, transformándose momentáneamente los noticieros en un bizarro porno de osos. Pobres animales, con ese estrés no sé ni como lograron culminar el acto.
Hubo gran expectación por saber si como resultas de estos coitos Tola se encontró en estado de buena esperanza, manteniéndose el suspense hasta la primavera pues se retiró a invernar a su cueva. Al final, nada de nada: o bien Tola no estaba del todo receptiva o bien los soldaditos de Furaco no desfilaban tan bien como se decía, a saber.
Con Paca no hubo tanta suerte, y menos cuando Furaco lo intentó con ella después de haberse cepillado a su hermana. Ella es una osa muy digna y no es segundo plato de nadie, y menos de uno que venía del pendón verbernero de su hermana Tola. Como vemos Paca se iba convirtiendo poco a poco, por puro despecho, en una solterona vocacional.
El caso es que así fueron pasando los años, monta que te monta, que ya no hay decencia, ni moral, ni valores, pero el caso es que de esbardus, ni sombra.
... y se les pasó al arroz.
Al final Paca y Tola se hicieron más viejas que cascorro y a Furaco no le dejaron montar más a esta última, que decían que si la seguía embistiendo podía hacerle trizas la cadera, que está de mírame y no me toques, como la Duquesa de Alba tras su último matrimonio. Paca, por su parte, resolvió seguir soltera y entera y si bien ha continuando viviendo en el cercado en los últimos años ha tomado el hábito de la Orden de las Carmelitas Descalzas de San José. Así que el pobre Furaco ya no pintaba nada allí, habiendo fracasado estrepitosamente en su intento de dejar progenie.
El trágico final
En vistas de lo visto, los cuidadores decidieron mandar a Furaco de vuelta a su zoológico de origen. El pobre volvía un poco acojonado. Por una parte tendría que volver con el rabo entre las piernas -nunca mejor dicho- y aguantar el cachondeíto de los otros osos por no haber estado a la altura de su reputación de infalible inseminador. Y por otra, los osos de Cabárceno eran, como ya habíamos dicho, un tanto kinkis, y él ya no era tampoco el vigoroso joven que se hacía respetar a zarpazo limpio cuando se marchó de su tierra natal. Ahora que volvía tenía miedo de que osetes jóvenes, macarras y un tanto gallitos, le hiciesen bullying y le trataran de vejete pichafloja. Hasta ha tenido que ir al psicólogo para superar los ataques de ansiedad que la situación le ha producido.
Repercusión mediática
La historia de Paca, Tola y Furaco ha tenido gran eco en los medios de comunicación. Hasta el extremo de que desde el mismo Hollywood han llegado a interesarse por ella. Hay un proyecto para llevar a cabo un largometraje sobre la misma que recuperará parte del reparto que participara en otra gran historia de amor llevada a la pantalla como fue Los puentes de Madison. De esta manera Clint Eastwood hará el papel de Furaco, Meryl Streep interpretará a Tola y Glenn Close se incorporará al equipo para hacer de Paca.