Segundo Principio de Arquímedes
- Por cuestión de principios este artículo no ingiere bebidas alcohólicas. Para el principio etílico véase el Primer Principio de Arquímedes
Arquímedes era un filósofo griego que se dedicaba a descubrir principios matemáticos mientras se sumergía en su bañera. Se cree que si hubiese acostumbrado a bañarse más seguido habría logrado resolver la cuadratura del círculo. Lamentablemente su descuidada higiene personal sólo le permitió formular el así llamado Segundo Principio de Arquímedes. Arquímedes descubrió que al sumergirse en el agua, el líquido se desplazaba desbordando la bañera y mojaba el piso del cuarto de baño. Descubrió también que al retirarse del agua olía menos (aclaración: él era el que olía menos, no así el agua, que permutaba su propiedad inodora por una fragancia a pantano). Sin embargo, no sabía a qué era debido esta extraña relación causa-efecto. Un día, mientras estaba sentado sobre una Roca, meditando sobre sus experimentos, dejó caer un enorme chuzo que, al caer, el agua le salpicó los mofletes inferiores. Turbado y sobresaltado ante tal desagradable suceso, fue cuando se dio cuenta que todo objeto sumergido desplaza una cantidad de líquido igual a su volumen.
Pronto pensó en una forma de dar utilidad a la su descubrimiento. Tomando el agua derramada en cubos de 10 centímetros cúbicos cada uno, Arquímedes era capaz de determinar el volumen de agua derramada y así asegurarse que la compañía de agua no le estaba cobrando de más.
La leyenda
Se cuenta que al descubrir su principio, Arquímedes salió corriendo por las calles de Siracusa emocionado y gritando ¡Eureka! ¡Eureka! (Del griego: ¡"Lo encontré! ¡"Lo encontré!) a todo quien quisiera oírlo. Los siracusences (¿Siracusos? ¿Siracusados? Ese detalle no lo recoge la leyenda) no le prestaron mucha atención, puesto que a ninguno le constaba que el sabio griego hubiese perdido algo de valor. Cualquier cosa que fuera aquello que había encontrado era evidente que no lo llevaba consigo ya que correteaba por la ciudad tan desnudo como el día que llegó al mundo y como todos los días jueves a las dos y media de la tarde. Al parecer, se había emocionado tanto con su hallazgo que salió de la baño sin cubrir su pudor a pesar de que no era jueves. Durante años sólo se supo que esa misma tarde había encontrado a la pulmonía que lo llevaría a su lecho de muerte, llegando así al Final de Arquímedes.
Hasta nuestros días Arquímedes es alabado como un verdadero mártir de la ciencia. Varios de los grandes científicos de los siglos posteriores intentaron imitar sus métodos de investigación, como el famoso físico inglés del siglo XVII, que solía castigarse golpeándose la cabeza con manzanas hasta que le brotaran las ideas. En aquellos tiempos bañarse ya no estaba tan bien visto (corretear en pelotas sí), pero esa búsqueda constante de innovadores métodos de inspiración volvía a ganar terreno.
Pricipios derivados
Principio de Parquímedes. Cada conductor que aparca su auto desplaza a otro infeliz que tardará horas en encontrar otro sitio y llegará tarde al trabajo por su culpa.
Principio de Narquímedes. Cada pitada que le pasas a tus amigos es una pitada menos que te fumas tú. Ten cuidado y no desperdicies el material, que si tu camello sale de vacaciones vas a sudar.